"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 15 de noviembre de 2013

2.24. Semana Santa del 94

    Tras tomar la decisión de independizarse, Lorena se plantea si lo que le cuenta Sergio en sus cartas será sólo un recurso que utiliza el muchacho para tratar de conquistarla o encierra algo de verdad. Piensa que será cuestión de constatarlo y para ello lo primero es dar señales de vida.
   Días después de la nochebuena Sergio recibe el mejor regalo navideño de su vida: llegan dos escritos de su amada. Sólo son unas postales en las que, con letra aniñada y ortografía incierta, Lorena le desea unas felices navidades en una y un próspero año nuevo en la otra. El contenido de las tarjetas no puede ser más anodino, pero el muchacho se agarra, como a un clavo ardiendo, a una solitaria frase que tiene un ligero viso de toque personal: te recuerdo mucho. Así es como se despide Lorena. Las tres palabras son más que suficientes para que Sergio eche su imaginación a volar y piense que la muchacha no le ha olvidado y hasta es posible que sienta algo por él. Le contesta a vuelta de correo jurándole, una vez más, que su amor se mantiene tan vivo y apasionado como cuando se le declaró en el pasado verano. La urgencia de verla se acentúa, por ello insiste ante sus padres que quiere pasar la Semana Santa en el pueblo. La excusa que esgrime es que así podrá devolverle la visita que les hizo el abuelo Andrés en Navidades. De Lorena no les ha dicho una palabra.

   La Semana Santa del noventa y cuatro se enmarca entre el veintisiete de marzo y el tres de abril, y pese a que tan tempranas fechas no son las más aptas para disfrutar de las todavía frescas aguas del Mediterráneo, Sergio parte hacia Senillar como si fuera a la más paradisíaca playa caribeña.
   En cuanto llega, casi sin tiempo de deshacer la maleta, corre en busca de Lorena. La encuentra atareada sirviendo cerveza y tapas en el costroso chiringuito en el que trabaja. La muchacha le recibe con la mejor de sus sonrisas y la más tierna de sus miradas.
- ¡Sergio, que alegría me das. Al fin, estás aquí!
- No podía estar un día más sin verte. En toda mi vida no había esperado con tanta ansia que llegaran las vacaciones de Semana Santa. Estás guapísima.
- Adulador, seguro que eso se lo dices a todas.
   La frase de Lorena hasta tiene un puntito de sorna, que el chico no es capaz de captar, sólo está en condiciones de mirar amorosamente a la joven, aun así confiesa candorosamente:
- Si te soy sincero, admito que alguna vez lo dije, pero jamás tan de corazón como ahora.
- ¿Sabes qué? Podrás pensar que como apenas he contestado a tus cartas no me he acordado mucho de ti, pero no es así. También yo te he echado mucho de menos. Lo que pasa es que lo de escribir me da mucha pereza, soy más partidaria del cara a cara. Y por eso quiero que me repitas, mirándome a los ojos, si todo lo que me ponías en tus cartas lo sientes de corazón o sólo lo decías para quedar bien. No – corta Lorena el intento de Sergio de responder a su petición -, no me contestes ahora. Todavía me quedan dos horas de curro. Cuando acabe seguiremos charlando. Chao, bonito.

   En aquel atardecer, que Sergio no olvidará jamás, Lorena le dice por primera vez que también ella siente algo más por él que una simple amistad. Que ha reflexionado mucho durante los pasados meses y sus cartas le han servido para replantearse muchas cosas de su vida. Que ha habido cartas que las ha releído una y otra vez pues ¡eran tan bonitas las cosas que le decía! Le explica que nunca ha sido partidaria de un noviazgo – es la primera vez que Lorena utiliza esa palabra - por correspondencia, por eso no ha contestado a sus cartas, además de lo perezosa que es para escribir.
- Yo creo que una relación formal, lo propio de una pareja seria, tiene que mantenerse en vivo, han de verse todos los días, han de contarse lo que han hecho, han de comentar las cosas que les pasan. En fin, lo propio de un chico y una chica que son más que amigos. En cambio lo de las cartas siempre resulta, no sé de qué manera decirlo, como frío – Lorena comienza su campaña para encauzar las relaciones hacia el campo de sus intereses.
- Siento lo mismo que tú, Lorena. Por eso estoy aquí. Lo que ocurre es que mientras no termine la carrera sólo me queda la posibilidad de escribirte.
   Lorena sonríe cariñosamente. Las aguas de la conversación van discurriendo por el canal que ella ha trazado.
- Lo entiendo, Sergio, y ahí está el problema. Mira, te hablo con el corazón en la mano. La verdad es que no me eres indiferente. No quiero engañarte, no te estoy diciendo con eso que esté enamorada de ti, pero lo cierto es que me atraes mucho, me divierto cantidad contigo y algo dentro de mí me dice que si te viese de continuo podría llegar a enamoriscarme.

   En los siguientes días, Lorena pone en marcha el plan que ha trazado. Se reduce a que el enamoramiento de Sergio llegue a un punto de no retorno. Su primera intención es entregarse y hacerle creer que ha sido el hombre al que ha ofrendado su virginidad. Piensa asimismo que si eso no surte el efecto esperado como último recurso procurará quedarse embarazada. Por mucho que el chico sea un infeliz y sus padres unos estrechos no tendrán más remedio que casarlos o, al menos, irse a vivir juntos para que lo que nazca tenga un apellido y un padre. Cuenta con lo chapados a la antigua que son los padres de Sergio y la ingenuidad del muchacho para que la jugada salga bien. Más cuando comprueba la hondura de los sentimientos del joven decide que no es necesario gastar el cartucho de la entrega. En su lugar, y en función de cómo se desarrolle la relación durante los próximos días, irá encelándole paulatinamente. Y la joven sabe cómo encandilar a un hombre.

   Lorena es consciente de que sólo tiene poco más de una semana para seducir a Sergio de tal manera que el joven quede enganchado a ella sin posibilidad de romper la atadura. Por eso, desde el primer día se muestra apasionadamente tierna y permisiva. El chico, poco habituado a intimar con mujeres, se debate entre el dilema de gozar de las caricias de la muchacha y de refrenarse para no consumar la relación. La formación moral que entre su padre, muy religioso, y su colegio le han inculcado le pone en un brete cuando la joven se abandona entre sus brazos. Besar a su amada, acariciar sus pechos, sentir su cuerpo pegado al suyo es más de lo que Sergio pudo soñar. Nunca gozó tanto, jamás se sintió tan excitado, tampoco recuerda que tuviera que masturbarse tanto para poder conciliar el sueño.

   Cuando termina la Semana Santa del 94, Sergio se vuelve a Madrid montado en una especie de nube rosada. La mujer de sus sueños le corresponde. Por otro lado parte con la sensación de marcharse al destierro. Duda tener suficientes fuerzas para aguantar hasta el fin de curso sin ver a su amada. Lorena le ve partir con el casi convencimiento de que ha tejido los suficientes hilos alrededor del chico para que éste vuelva rendido a sus brazos. De momento le ha echado un poderoso anzuelo que el muchacho ha mordido sin vacilar. Durante el verano, que dispondrá de mucho más tiempo, será cuestión de darle hilo al carrete para que el pez quede atrapado de tal forma que nunca más pueda desengancharse. Tiene muy estudiado el plan a seguir y cuanto está ocurriendo en el pueblo con el desarrollo urbanístico le va a ayudar sobremanera.

   La Semana Santa del 94 ha resultado maravillosa para Sergio y enormemente prometedora para Lorena. El próximo verano será decisivo.