Después de dejar a Chelo en
Marina d´Or, Grandal se dirige a Torrenostra para jugar la cotidiana partida. Encuentra
a tres de sus amigos, pues Ramo no está, jugando al chamelo en espera de que
llegue él. En la partida por parejas, el excomisario juega rematadamente mal
pues tiene la cabeza en otra parte. Al terminar Álvarez, que ha sido su
compañero, no se priva de echarle una bronca.
-Mea culpa, Luis. Todos sabemos que para jugar bien hay que prestar
atención y yo tengo la cabeza en otro sitio.
-No le hagas caso, Jacinto –le consuela Ponte-, cuando Luis tiene uno
de esos días en los que se siente una prima dona del dominó no hay nadie en el
mundo mundial que según él esté a su altura.
-No me vengas con chuflas, Manolo. Si es que no ha dado ni una. ¿Y se
puede saber dónde tienes la cabeza, figura? –inquiere Álvarez.
El excomisario les cuenta la
conversación que tuvo por la mañana con el sargento Bellido y que ante la
pregunta de: en definitiva, ¿quién asesinó a Curro?, no ha sabido responder.
Cree que tiene casi todas las piezas del puzle, pero no es capaz de encajarlas
debidamente. Es más, ni siquiera está seguro de que se trate de un asesinato.
-Entonces, ¿Salazar murió de muerte natural? –inquiere Ballarín, tan
sorprendido como decepcionado.
-No lo descartaría aunque tampoco lo aseguraría –es la ambigua
respuesta de Grandal.
-¡Coño, Jacinto!, un día parece que si lo sabes todo y al día
siguiente que no sabes nada. Me recuerdas a La Parrala de la copla -Y ante la
general sorpresa, Álvarez se arranca a cantar y no lo hace nada mal-. Unos
decían que sí, otros decían que no, y pa dar más que decí La Parrala así cantó:
Que sí, que sí, que sí, que sí, que a La Parrala le gusta el vino; que no, que
no, que no, que no, ni el aguardiente ni el marrasquino… ¿Quién me compra este
misterio?… (*)
-No conocía esa faceta tuya, Luis, estás hecho un cantaor de tronío
–se burla Ponte.
-Pero vamos a ver, Jacinto, - es Ballarin quien mete baza- te creo
cuando dices que no sabes quién asesinó a Salazar, pero a estas alturas si
tendrás una idea, aunque sea aproximada, de lo que ocurrió en la habitación 16
la tarde de la Asunción, ¿o no es así?
-La tengo, pero lo que no tengo claro es si se llegó a ejercer una
violencia tal sobre Salazar como para acabar con su vida.
-Jacinto, eso merece una explicación –exige Ponte.
-¿Qué queréis que os cuente?
-Todo lo que sabes y lo que no sabes pero sospechas –precisa Ponte.
Grandal entrecierra los ojos
tratando de concentrarse cuando vibra su móvil, es el sargento.
-Perdonad, el sargento, tengo que atenderle. ¿Alguna novedad, Bellido?
-Sí, comisario. Dos, una positiva y otra negativa, pero las dos tienen
enjundia. Me gustaría contárselas personalmente.
-Estoy en Los Prados con mis amigos y no me voy a desplazar ahora a
Marina d´Or para que me lo cuentes –Grandal está harto de la obsesión del sargento
de hablar con él fuera del territorio de su comandancia.
-Si está ahí nos podemos ver…, por ejemplo en el chiringo El Olivar,
el mismo en el que ya estuvimos y que está subiendo a Torreblanca a mano
derecha. A estas horas no habrá nadie. Será cuestión de quince o veinte minutos
a lo sumo.
-Bien, Bellido, pero veinticinco minutos como máximo. Salgo para allá
–Grandal informa a sus amigos-. Tengo que entrevistarme con el sargento, pero
en media hora estaré de vuelta. ¿Vais a seguir aquí?
Cuando llega el antiguo
comisario, el suboficial ya está esperando.
-Comisario, gracias por venir. Como anda corto de tiempo, voy
directamente al grano. La primera novedad es que sigue sin haber noticias de
Grigol Pakelia. Al final, la señora jueza ha dictado orden de busca y captura,
pero los compañeros de la comandancia de Málaga no dan con él. Se sospecha que
la mafia a la que pertenece debe tener algún topo infiltrado entre los nuestros
y no hay manera de echarle el guante. La última vez que se le vio fue en el
puerto de Algeciras, por lo que sospechan que haya podido huir del país vía
Marruecos. Va a ser muy complicado dar con él porque si sale del país dudo que
la jueza firme una euroorden de busca y captura puesto que en principio se
trata solo de un testigo.
-Eso se venía venir –comenta Grandal-. De todas formas, Pakelia está
muy al final de la cadena de hechos que se sucedieron en la habitación 16. Su
testimonio no es el decisivo ni mucho menos.
-La otra noticia es que el laboratorio de toxicología, que ha estado
analizando las vísceras de Salazar, ha emitido su informe final. Han encontrado
rastros de droga en el organismo del difunto. Se trata de leves restos de un
producto llamado brometalina, un veneno que actualmente se suele emplear en los
raticidas pues ataca el sistema nervioso central de las ratas causándoles la
muerte. El informe también indica que los restos encontrados no eran lo suficientemente
potentes como para producir daños significativos en el organismo humano. Me ha
comentado un abogado que con esos indicios la jueza podría pasar a Espinosa de imputado
por el presunto delito de la omisión del deber de socorro al de acusado por presunto
intento de asesinato, pero que las pruebas contra el zamorano son solamente
circunstanciales por lo que lo tendrá complicado.
-Serán circunstanciales pero muy indiciarias. Sabemos que compró un
matarratas. Sabemos que estuvo en la habitación de Salazar donde Rocío y Anca
le sorprendieron dándole de beber coñac cuando ciertamente el gaditano ya se
encontraba muy tocado. El mayor problema que tendrá la jueza es cómo probar que
el veneno estuviera desleído en el licor.
-Le hablé de dos noticias, me olvidé de una tercera: las declaraciones
de Pacheco y Sierra.
-¿Han declarado lo que te conté?
-Sí, no sé si literalmente, pero a grandes rasgos han vuelto a repetir
el contenido de su informe. Sierra ha confirmado que cuando entró en la
habitación ya se encontró a Salazar muy mal. Y luego ha contado lo de que
primero pensó en avisar de su estado para que llamaran a un médico, pero luego
se echó atrás cuando el Chato se asomó a la puerta. La jueza ha dictado su
libertad pero con cargos: el de la omisión del deber de socorro y el de falso
testimonio pues faltó a la verdad en su primera declaración. Queda Pacheco, que
es quien lo tiene más crudo pues ha declarado que riñó con el gaditano porque
este ofendió gravemente a su esposa, y durante la pelea le dio un empujón que
provocó que Salazar chocará contra el canto del respaldo de un sillón y le
diera un colapso pulmonar. La jueza le ha dejado en libertad con cargos: el de
homicidio involuntario, el de la omisión del deber de socorro y el de falso
testimonio pues también mintió en su primera declaración. Asimismo, ha dictado
una citación a nombre de la mujer de Pacheco para que declare como testigo.
Algo que si la esposa se acoge al derecho a no declarar contra un familiar
directo, según el artículo 146 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, puede no
testificar. Y eso es todo… Ah, y hay otra noticia: la pareja de la UCO se ha
vuelto a Madrid. ¿Nos vemos mañana para que me cuente como ha quedado el puzle?
-Gracias, Bellido. Te llamaré y quedaremos para tener una última
charla. Ahora tengo que dejarte que estoy con unos amigos.
Grandal regresa al grupo y
les cuenta lo que el sargento acaba de relatarle.
-¿Eso quiere decir que el expediente del guiri sigue en blanco?
–pregunta Álvarez tan curioso como siempre.
-Pues sí, pero aunque no sabemos que intenciones tenía Pakelia al ir a
ver a Salazar, si sabemos que el proceso que llevó a la muerte al
exsindicalista no lo inició él porque a la hora que se le ubica en la
habitación Salazar ya estaba muy enfermo.
-Entonces, ¿el extranjero queda descartado de toda culpa? –quiere
saber Ponte.
-No me atrevo a asegurarlo, aunque tampoco puedo decir lo contrario. Y
lo digo a pesar de que Luis vuelva a acusarme de que actúo como La Parrala de
la copla. Lo que si tengo es una hipótesis sobre porqué estaba Pakelia en la
habitación y qué es lo que estaba haciendo o, al menos, intentaba hacer cuando
los pichones le sorprendieron.
-Anda, Jacinto, cuéntanos esa hipótesis –pide Ballarín.
-Si os la cuento fuera del contexto del relato global que estoy
construyendo sobre la muerte de Salazar igual os perdéis –se excusa Grandal.
-Bueno, si nos perdemos sacaremos la brújula o, mejor aún, nos
pondremos con el brazo derecho mirando al Mediterráneo y automáticamente
sabremos donde está el norte, como nos enseñaban en los campamentos de verano
del Frente de Juventudes –replica Ponte.
-¡El Frente de Juventudes!, pues no es antiguo eso ni na –exclama
Álvarez que es de los más jóvenes del grupo-. Yo solo conocí la OJE.
-¿Qué es la OJE? –pregunta Ballarín que nunca perteneció a movimiento
juvenil alguno.
-Es no, era la Organización Juvenil Española y sustituyó al Frente de
Juventudes en 1960, aunque prácticamente hacía lo mismo con la salvedad de que
tenía un carácter voluntario –explica Ponte.
-O sea, una organización juvenil franquista –aclara Ballarín.
-Anda tú, ¿y en la década de los sesenta que coño iba a ser? –se mofa
Álvarez.
Grandal contempla divertido como
sus viejos amigos discuten sobre que fue mejor, si el FJ o la OJE. En esas
están cuando aparece Ramo que se mete de lleno en la discusión sobre las organizaciones
juveniles falangistas. Como es la de la misma edad que Ponte, también recuerda
al Frente de Juventudes. Y explica que bien cerquita de donde están, en
Alcossebre, había un campamento llamado Jaime I en el que estuvo en turnos de
veinte días varios veranos de su niñez. Era el único veraneo que conoció
mientras vivió en Torreblanca. Están los viejos tan entretenidos en sus añejos
recuerdos que Grandal piensa que no van a volver a darle la tabarra para que
les cuente su hipótesis sobre la muerte del antiguo sindicalista, cuando
inesperadamente, y dándole un tajo a los recuerdos de sus amigos más viejos,
Ballarín pregunta:
-Pero vamos a ver, Jacinto, ¿nos cuentas tu hipótesis sobre el guiri o
qué?
PD.- Hasta el próximo viernes en que publicaré el episodio 119. ¿Lo
entendiste o te lo explico con bolas de colores?
(*)https://www.youtube.com/watch?v=Z3Gd_W2k7hw à Link
para escuchar la canción de La Parrala.