"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 14 de junio de 2013

1.8. Mañana queda muy lejos



   El ruido de la puerta al abrirse desvía la atención de Lorena puesta en la serie que están poniendo en la televisión. El semblante de Sergio lo dice todo. Da la impresión de ser alguien a quien la vida ha corneado una y otra vez. Sin embargo intenta mantener el tipo y procura dar a su voz un tono distendido:
- ¿A qué no sabes, churri, con quién me he vuelto a cruzar? Con el señor Francisco, me ha preguntado por ti
- Mira, Sergio, al Francisco que le vayan dando morcilla que bien te puso de patitas en la puta calle, lo que tenías que haber hecho es pedirle un curro.
- Ya lo hice y, de momento, no sabe de nada pero dice que algo se le ocurrirá - miente con tal de apaciguar a la mujer y, con tal de no tener la enésima bronca, cambia de tercio -. A lo mejor, las elecciones que se van a celebrar acaban con la crisis y vuelve a haber trabajo - especula.
- Eres más cándido que una ursulina, no sé cuándo te caerás del guindo. ¿Tú has visto alguna vez que los políticos arreglen algo?
- También es cierto. Esos sólo piensan en tener el culo pegado a la poltrona.
- O sea, hermoso, que habrá que hacer algo. ¿Te has pensado lo de mover hierba?

   Sergio no contesta, mira a un punto indefinido de la pared. Ante la falta de respuesta, Lorena cambia de tema:
 ¿Qué te han dicho los del carro?
- Que tenemos un marrón encima que te cagas. Si el próximo mes devolvemos otra vez la letra, la financiera se llevará el coche. Dicen que ya no pueden admitir más retrasos. O sea que la cosa está chunga.
- Entonces, ¿qué piensas hacer? - La pregunta suena un tanto innecesaria en labios de la mujer.
- ¿Qué pienso hacer? - repite Sergio para añadir en tono irritado - Querrás decir qué pensamos hacer ¿O, acaso, el coche es sólo mío?
- No sé por qué flipas, está a tu nombre - precisa ella.
- Que cacao tienes, Lorena, no me rayes que bastante tengo con lo que llevo encima. Si esto no cambia, y tal como está el panorama, nos vamos a quedar sin coche como tú te quedaste sin abuela.
- Pero, Sergio, si nos quedamos sin avío va a resultar más difícil encontrar curro, porque aquí está todo muy chungo, pero en Albalat y en Benialcaide todavía se puede encontrar faena. Y para eso necesitamos el carro, ese u otro, eso es lo de menos. Oye - Parece que a Lorena se le acaba de ocurrir algo -, ¿y no podrían quedarse con el coche y a cambio darnos otro menos fardón?
- Los de la financiera se dedican a cualquier cosa menos a hacer caridad. Se llevarán el coche y, lo que es peor, como se les vaya la olla ya veremos qué hacen con las letras que nos faltan pagar.
- Pues la hemos cagado - Y tras una pequeña indecisión pregunta - ¿No podríamos volver a pedir a tus viejos?
- Mis viejos, como los tuyos, están hasta las pelotas de prestarnos pasta. No les vamos a sacar ni un euro más. La última vez ya fueron bien claritos al respecto, de darnos money por la cara nanay. Bastante tienen con pagarnos esta mierda de piso y, tal como los tratas, cualquier día ni eso.

   La mujer no se da por aludida y cambia de asunto:
- La Jénnifer me tiene dicho que, cuando me pete, puedo currar en el bar donde trabaja. Casi no les pagan nada, pero se sacan buenas propis.
- Ni hablar, churri. ¿Qué iban a decir los colegas si consintiese que mi chica fuese por ahí enseñando pechuga y moviendo el trasero? Eso si no terminabas poniéndome los cuernos con algún tío.
- Se te va la olla, Sergio. Yo nunca te pondré los tochos, pero no dejo de pensar qué va a ser de nosotros – se lamenta Lorena con tono apesadumbrado.
- No te preocupes, cariño, algo se me ocurrirá - dice el joven mientras acoge entre sus brazos a la mujer, a la que estrecha fuertemente -. Si te sirve de consuelo esto no nos pasa sólo a nosotros. A todos los colegas que trabajaban en la obra los pusieron en la calle hace tiempo. Al último que se han cargado ha sido al Iván. Creía que por currar de segurata no le iban a tocar un pelo, pues esta mañana estaba en la cola del INEM.
- No es bueno alegrarse del mal de otros colegas, pero a la Yoli se le habrá quitado el careto de chula que lucía, que parecía que estaba montada en el dólar y sólo porque su rollete mantenía el curro.
 - Sí, claro... - Da la impresión de que el hombre no atiende demasiado la cháchara de su compañera -. Si quieres que te sea sincero, lo del coche ya es lo que menos me preocupa, lo que de verdad me raya es que a este paso no sé de qué vamos a vivir.
- Tendremos que ir adónde mis viejos. Mi madre dejó clarito que pavo ni uno, pero que a comer podíamos ir cuando quisiéramos.
- Bueno, olvidemos este rollo. Por el momento ve arreglándote que esta noche nos vamos de bares a ver si cogemos un pedo de la hostia. Así nos olvidaremos de lo chungo que lo tenemos.      
- ¿De bares dices? Si no tenemos ni pa pipas.
- Al venir para acá me he tropezado con el Jonathan. Venía de cobrar el finiquito. Dice que por cuatro talegos que le han soltado, lo mejor es que nos vayamos toda la basca de marcha y nos pongamos hasta las orejas de alpiste.
- Algo bueno tenía que pasarnos. A lo mejor incluso podemos pillar un poco de perico.
- De eso no hemos hablado.

   La mujer vacila, parece que algo sigue atormentándola.
 - No quiero ser una agonías, churri, pero sigo teniendo un cacao de la leche. ¿Qué vamos a hacer mañana?
    El hombre mira a su pareja y se encoge de hombros. Da la impresión de que esa es toda su respuesta, pero ante el gesto suplicante de ella contesta:
- ¿Sabes qué, reina mora? No estés de bajón, ni te comas el tarro. ¿Qué está la cosa chunga? Pues me la suda. De momento nos iremos de marcha y mañana…. Mañana queda muy lejos.