"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 18 de mayo de 2018

53. ¡Ojú con las tías, de lo que son capaces!


   El matrimonio Pacheco está de morros, tenían planeado visitar Peñíscola, pero a última hora Macarena ha dicho que si no van a Morella tampoco tienen porqué ir a la ciudad del Papa Luna. Resultado: una agria bronca entre marido y mujer en la que salen a relucir las desavenencias de la pareja que toda vida en común reporta casi inevitablemente. Discrepancias que en principio pueden ser minúsculos riachuelos, pero que si no se atajan a tiempo pueden convertirse en impetuosos torrentes con la fuerza suficiente como para dar al traste con las uniones mejor conservadas. Al final, como suele suceder, cede quien más quiere o quien más tiene que perder, que eso es algo que nunca queda del todo claro. Y en la pareja Pacheco-Hernández quien tiene más que perder es él, por una parte sigue enamorado de su mujer y por otra ella es la que aporta la mayor contribución a la economía doméstica pues su familia es dueña de una saneada fortuna. Tras la pelea, y una vez hechas las paces, resuelven que no irán a ninguna parte, pasarán su penúltimo día de unas inesperadas vacaciones en la playa, algo que no pueden hacer en Sevilla. Como colofón de la discusión Alfonso explica que le resta una obligación ineludible:
-De todas formas, cariño, tengo que hacer una última visita a Salazar para saber su respuesta a la propuesta de mi gente. O, si le parece mejor, a la oferta conjunta que le hicimos Jaime y yo.
-Eso lo puedes haser mañana en un periquete. Y hasta puede que te acompañe, tengo ganas de ver la jeta de ese engendro de Satanás. La verdad es que nunca lo he visto personalmente, solo le conosco de verlo en Canal Sur cuando salía en los informativos día sí, día no, la primera ves que lo detuvieron. A ver si lo gafo y la espachurra.
   Pacheco se dice una vez más que la inquina que le tiene su mujer a Salazar es como para hacérselo mirar. Y eso que, como acaba de confesar, únicamente lo ha visto en el plasma.
   Otro de los enviados para negociar con el exsindicalista, Jaime Sierra, está cansado de su inactividad: no conoce a nadie, ni siquiera ha intentado ligar, la playa le aburre y echa de menos a su Sevilla y a sus amigos. Le ha contado vía telefónica a Felipe Muñoz, el líder de su camarilla, el escaso eco que su propuesta ha encontrado en Curro. Asimismo, le ha explicado que la oferta común con Pacheco tampoco parece que haya corrido mejor fortuna. Muñoz le insta a que fuerce al exsindicalista a que dé una respuesta concreta cuánto antes.
-No puedes estar ahí indefinidamente, Jaime. Tienes que presionar a Salazar a que responda sí o no. Nuestra tesorería no es de goma, tiene límites.
-Todo eso ya lo he pensado, Felipe. Por eso había decidido darme de plazo hasta mediados de mes. Es decir, que mañana, día de la sevillana Virgen de los Reyes, es el último que pienso pasar aquí. Diga lo que diga el irresoluto de nuestro amigo Curro no aguanto ni un día más.
-¿Tienes algún pálpito de por dónde puede decantarse Salazar? –quiere saber Muñoz.
-Creo que lo que más le tienta es lo de marcharse al extranjero. Y hablando de ello, tú que tienes buenos contactos, ¿te ha llegado alguna onda de quién o quiénes pueden estar detrás de esa oferta? Porque el figurín que está aquí no es más que un mensajero, bien vestido, pero nada más.
-Me ha llegado el rumor de que puede tratarse de gente del mundo de los negocios que se generan en el entorno de la Junta y que uno de los que parece que más mueve el braserillo es Eduardo Gálvez.
-¡Ojú, Gálvez!, eso son palabras mayores. Con competidores como ese no vamos a rascar bola.
-Es lo que me temo, pero en todo caso la idea de plantearle un ultimátum a Curro me parece correcta. Se me ocurre que ¿por qué no vais Pacheco y tú a verle conjuntamente? Quizá entre los dos podríais presionarle más.
-Me parece buena idea. Ahora mismo llamo a Alfonso y se lo propondré. No creo que ponga ningún obstáculo.
   Pacheco contesta la llamada de Sierra. Está en la playa con su esposa.
-Como sé que no eres nada playero, ¿por qué no quedamos a mediodía y almorzamos juntos? Voy a preguntar dónde se come bien por aquí y si no te importa te vienes para acá. Invito yo. Ah, te prevengo que Macarena tiene uno de sus días malos, si en algún momento sale por peteneras no se lo tengas en cuenta. Ya sabes cómo son las mujeres.
-¿Por qué crees que a estas alturas no me he casado? –responde Sierra.
   Cuando apaga el móvil, Pacheco piensa que quizá tengan razón los que comentan que Sierra es de los que pierden aceite y que esa es la causa real por la que sigue célibe. Se encoge de hombros pues es de los que creen que en el mundo de los sentimientos cada uno es dueño de manifestarlos como le pete. Al volver al hotel pregunta dónde comer que no esté muy lejos de la playa. Le ofrecen varias opciones y al final se decanta por un restorán que ostenta un nombre muy madrileño: Puerta del Sol y que está en el Paseo Marítimo de la Concha con unas espléndidas vistas a la playa del mismo nombre.
   Tal y como le había prevenido Alfonso, Jaime encuentra a Macarena de mal humor, pero la mujer se contiene pues el sevillano le cae bien. Tiene algo de femenino que atrae a las mujeres. Sierra, que entiende al mal llamado sexo débil como nadie, acaba de ponerla de mejor temple al rogarle que escoja ella el menú, algo que suele ser prerrogativa de los varones. Macarena, con la interesada ayuda del maitre, escoge un menú que es una auténtica miscelánea. Como entrantes: sepia del Grao con alcachofa de Benicarló, burrata de búfala fresca con tomate valenciano, anchoas, pesto de albahaca y alcaparras, y unos buñuelos de bacalao y piñones que les llaman mandonguilles. Como menú principal un plato muy de la tierra: arroz meloso de marisco en caldera con langostinos de Vinaroz, cigalas y almejas.
   La comida parece que ha logrado poner de mejor humor a Macarena que ha estado dicharachera y en plan simpático. Uno de los temas que la mujer ha sacado a colación es su interés en conocer más a fondo lo que Jaime y su marido se traen entre manos en relación a Curro Salazar. Sierra, tras mirar a Pacheco y ver su muda invitación, le explica a Macarena la propuesta que le han hecho al gaditano y de la que todavía no han recibido respuesta.
-¿Os habéis planteao –pregunta la mujer- que el hecho de que no os haya contestao es una forma de respuesta?
-No entiendo eso. Explícalo, por favor –pide Sierra.
-Me has dicho que no sois los únicos venidos a haserle propuestas a Curro para que no hable o si lo hase que sea en determinao sentido. Pues bien, si su respuesta a vuestra oferta es que ni la asepta ni la rechasa debe ser porque alguna de las otras que le han hecho la considera mejor que la vuestra.
-Entra dentro de lo posible, pero en ese caso, ¿por qué no nos dice de una vez que no le interesa nuestra oferta y colorín, colorao? –apunta Sierra.
-Quisá por vuestra espesial relasión con él. Tú no eres amigo suyo, pero dises que hase mucho que os conoséis y os lleváis bien. En cuanto a Alfonso, tampoco es su amigo pero es paisano suyo y eso siempre pesa. Esa puede ser la rasón de que no sea claro en su respuesta, pero en mi opinión estáis perdiendo el tiempo con Curro. Dudo mucho que si declara ante la juesa lo haga en el sentido que vosotros queréis. Se lo he dicho a Alfonso más de una ves. La única solusión a todo este embrollo del caso ERE es haser lo que hasen los mafiosos con los testigos incómodos.
-¿Y qué es lo que hacen? –pregunta Sierra que conoce bien la respuesta, pero quiere averiguar hasta donde llega Macarena en su argumentación.
-Lo sabes igual que yo, los meten envueltos en hormigón en el subsuelo de un edifisio en construcsión y allí se acaba el problema.
-No le hagas caso, Jaime –interviene Pacheco-, los Hernández cuando se ponen en plan chulito tienden a desbarrar.
-Aquí los únicos chulitos sois vosotros. Los hombres mucho fanfarronear, mucho jactarse de lo machos que sois, pero a la hora de la verdad mostráis vuestro verdadero fuste: que estáis hechos de pasta de hojaldre, pura mantequilla, ea.
-Vamos a ver, Macarena. ¿Dónde están aquí los mafiosos? –pregunta Sierra-. Yo no veo ninguno. Seamos serios, Curro no ha cometido ningún crimen ni ha hecho una fechoría de tal calibre como para pensar en que la solución sea pasaportarlo.
-No habrá cometido ningún crimen como dises, pero puede amargaros la vida. Y a alguien que puede joderte lo más eficas es joderle tú antes. Esa es la única solusión al problema que representa Curro, darle matarile.
-¿Darle matarile? –inquiere un desconcertado Sierra mirando a Pacheco quien hace un gesto como diciendo: luego te lo explico.
   En el viaje de vuelta a Marina d´Or, Sierra no hace más que darle vueltas al argumento expuesto por Macarena. Al principio no se la tomó en serio hasta que se dio cuenta de que la mujer no hablaba en broma. “Menuda tiparraca está hecha la Macarena y parecía una mosquita muerta. Claro que en algo si lleva razón, si Curro por arte de birlibirloque desapareciera de un plumazo más de la mitad de nuestros problemas con la justicia también se esfumarían. ¡Ojú con las tías, de lo que son capaces!

PD.- Hasta el próximo viernes