"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 18 de octubre de 2019

126. ¿A quién le amarga un dulce?


   El sargento Bellido y el excomisario Grandal están manteniendo la que parece va a ser su última charla sobre el misterio que se cierne sobre la muerte de Curro Salazar. El guardia civil le ha contado al expolicía las resoluciones que ha tomado la Jueza Instructora del caso antes de cerrar la fase de instrucción del sumario, luego ha preguntado a Grandal  si cree que la instrucción se ha cerrado en falso porque no hay nadie acusado de asesinato, solo Pacheco de homicidio no intencional. El excomisario ha ido desgranando, uno a uno, el comportamiento de cuantos pasaron por la habitación de Salazar la tarde de autos. Comportamiento que, como ha explicado, los exculpa de asesinato. De ahí, la pregunta del suboficial:
-Entonces, ¿hay alguien a quien culpar?
-Queda el hijo, que no ha sido imputado ni por la fiscalía ni por la Jueza Instructora, aunque se tiró más de una hora pensando en qué hacer con su padre y sesenta minutos dan para pensar mucho.
-Y si no se puede hablar de asesinato, ¿podría considerarse homicidio? –inquiere el sargento.
-Tengo que volver al Derecho Penal español y recordar que homicidio es cuando una persona causa la muerte de otra, pero sin ninguno de los tres supuestos que tipifican el asesinato. Es decir, sin alevosía y/o ensañamiento y/o concurrencia de precio. Y sigue siendo homicidio y no asesinato incluso cuando el que mata lo haga intencionadamente, pero no lo realiza alevosamente, ni se ensaña, ni lo hace bajo recompensa. Además del intencional, existen otros tipos de homicidio, por ejemplo el involuntario que lo son la mayoría de accidentes de tráfico, y el negligente, como un fallo médico en una operación.
-Eso también lo he estudiado, comisario, pero sigue sin contestar mi pregunta –Al sargento se le nota un tanto molesto porque el expolicía parece dar a entender que el guardia civil es un absoluto profano en materia penal.
   Grandal parece no darse cuenta de la incomodidad de su interlocutor y prosigue con su exposición.
-De entrada, te diré que en mi opinión en este caso podría hablarse mejor de homicidio que de asesinato por lo que he argumentado antes. Procedamos ahora como lo hice con el asesinato. A Pacheco, la Jueza Instructora le acusa de homicidio involuntario, pero es que detrás de él hubo más actores que intervinieron en el desenlace final, pero ¿podría ser calificado tajantemente de homicida involuntario? Ahí discrepo con la jueza porque lo veo muy dudoso, es más si cuenta con una buena defensa es bastante posible que esa acusación no se mantenga. Sierra, como vimos antes, está descartado que le hiciera algo a Salazar, lo único que se le puede achacar es que no le ayudó. En cuanto al Chato quizá pudiera imputársele homicidio involuntario, ¿también en grado de coautor? Repito lo que dije sobre Pacheco, es posible, pero dudoso. A la terna del maletín la descarté como presuntos asesinos, pese al empujón de Vicentín, y por las mismas razones los descarto como homicidas, aunque tampoco prestaron ayuda a Curro. Espinosa quizá podría ser acusado de homicidio voluntario pues en su acción hubo alevosía y, probablemente, concurrencia de precio, pero sabemos que el raticida que supuestamente le dio a Salazar, algo que no está probado, no fue un factor determinante en la muerte de Salazar. ¿Otro coautor de homicidio? Muy dudoso, aunque tampoco ayudó. En cuanto a Pakelia, para mí un candidato perfecto para ser el asesino, ya hemos visto que está fuera de la relación de posibles sospechosos y el hijo ha quedado totalmente exonerado…
   La pausa que hace Grandal al final de su exposición es aprovechada por Bellido para formular su enésima pregunta:
-Pues si no hoy asesinato ni homicidio, ¿solo resta afirmar que Salazar murió de muerte natural?
-Sí y no –es la ambigua contestación de Grandal.
-Su respuesta, comisario, me ha recordado una vieja copla que cantaba mi madre, que en paz descanse.
-¿La de La Parrala?
-¿Cómo lo ha adivinado? –pregunta sorprendido el suboficial.
-Un buen amigo mío, hace un par de días me cantó aquello de que unos decían que sí, otros decían que no, también como contrapunto a una respuesta ambigua por mi parte. A ver si soy capaz de explicártelo bien, Bellido. El Certificado Médico Legal, que recoge los resultados de la autopsia practicada a Curro Salazar, establece como causa última de su muerte una parada cardiorrespiratoria. También establece que el cadáver presentaba dos costillas fracturadas, una de las cuales por un traumatismo de origen desconocido perforó la pleura lo que provocó un neumotórax traumático que, al no ser tratado a tiempo, puede situarse como causa remota del cuadro clínico que finalizó en la muerte diferida de Salazar. Asimismo, detecta unos hematomas en el rostro del cadáver como consecuencia de una agresión hecha por persona o personas desconocidas el día de autos. Agresión que no está probada que pudiera coadyuvar a intensificar los problemas del neumotórax. No digo nada del raticida porque su influencia en el fallecimiento fue irrelevante. Dicho esto, podríamos afirmar sin faltar a la realidad que la causa última de su muerte fue una contracción miocárdica que supuso la detención de la circulación de la sangre y que implicó la detención del suministro de oxígeno al cerebro durante más de diez minutos con efectos irreversibles. O sea, que el fallecimiento fue por un proceso biológico natural, pero…
   La pausa de Grandal exaspera a Bellido que se ha ido poniendo de mal humor a medida que el excomisario se ha ido extendiendo en sus prolijas explicaciones, pero sin concretar nada a lo que se le pregunta.
-¿Pero qué?
-Pues que, como antes dije y repito, el Certificado Médico Legal establece que un traumatismo de origen desconocido perforó la pleura lo que provocó un neumotórax traumático que, al no ser tratado a tiempo, puede situarse como causa remota del cuadro clínico que finalizó en la muerte diferida de Salazar. Todo lo cual nos lleva a concluir que el fallecimiento fue debido a un proceso exógeno, es decir de origen externo. Y ello nos lleva al homicidio, sea voluntario o involuntario, pero homicidio al fin y al cabo. Como ves, Bellido, volvemos a estar como La Parrala, unos decían que sí, otros decían que no.
-Le confieso, comisario, que sus explicaciones, además de no entenderlas me producen dolor de cabeza. 
   Grandal mira al sargento casi con ternura y se apresura a ofrecerle una explicación que sea lo más didáctica posible y para ello recurre a una canción.
-No sé si recuerdas, Hernando –Otra vez le llama por su nombre de pila para hacerle sentir más próximo-, un corrido mejicano cuya letra dice: El día que la mataron, Lupita estaba de suerte, de seis tiros que la dieron, solo uno era de muerte. Pues a Curro le pasó igual. Fueron siete, las visitas que tuvo, de modo individual o grupal, y en todas y cada una de ellas sus visitantes, por acción u omisión, coadyuvaron a que muriera. Pacheco le empujó, sin querer, pero le empujó. Sierra no le socorrió. El Chato le pegó. Espinosa posiblemente quiso envenenarlo. Los pichones no le ayudaron. Pakelia posiblemente no lo remató porque no pudo. Y hasta el hijo, que se ha ido de rositas, estuvo más de una hora pensando qué hacer con su padre. Es como si a Curro le hubieran dado no seis sino siete tiros, y ninguno fue de muerte pero entre todos acabaron con él.
-O sea, ¿qué todos pueden ser calificados como homicidas?
-Si te contesto que sí, pero no, espero que no te dé más dolor de cabeza. En mi modesta opinión todos ellos, en mayor o menor medida, son los coautores del homicidio. Pese a lo que acabo de afirmar, y que no me atrevería a repetir en sede judicial, creo que la justicia los absolverá a todos ellos de ese delito. Como mucho serán acusados de la omisión del deber de socorro, un delito menor y, si no tienen antecedentes, no pisaran la cárcel. De ahí el sí, pero no.
¿Lo entiendes?
-Esta vez creo que sí, comisario. Desde Pacheco, que fue quien inició el proceso, hasta el hijo que fue quien lo concluyó, todos son coautores de un homicidio en mayor o menor grado. ¿Y eso como lo contempla la ley?
-Habrá que estudiar como cierra la fase procesal del sumario la jueza del Valle y luego ver cuál es el resultado del juicio oral, pero si echamos mano del insondable refranero español hay uno que viene al pelo: la justicia de enero es rigurosa, mas llegando febrero… es otra cosa.
-He de decirle algo, comisario, y si no lo hago reviento. He de rogarle que me disculpe por haber sido tan pesado con mis preguntas, pero es que este ha sido mi primer caso criminal de importancia y todavía tengo que hacerme a la idea de que, en cierto modo, he ayudado a resolverlo. Aunque ambos sabemos que quien ha llevado la batuta en este concierto ha sido usted. Yo únicamente he tenido el papel de ejecutar algunos solos, unos más afinados que otros, por lo que me siento muy gratificado.
-Ojalá te ayude esto en tu carrera y llegues lo más alto posible –le desea Grandal.
-Creo que me dará un buen empujón que falta me hacía pues ya me había resignado a jubilarme de brigada como mucho, y ahora, si no la cago en el futuro, puedo llegar a oficial, quizá hasta capitán. Cambiado de tercio, ¿va a volver el próximo verano?
-No lo sé, supongo que dependerá de que la amiga de Chelo nos vuelva a dejar su apartamento. Aunque para serte sincero, me ha encantado tanto este rincón de la Costa de Azahar que es muy posible que vuelva, antes a Torrenostra que a Marina d´Or, porque para los que buscamos paz y sosiego es un lugar ideal y además en cuanto a playas no hay color, las de Torrenostra son infinitamente mejores.
-¿Pero con o sin homicidios? –pregunta Bellido a quien parece que se le ha quitado el dolor de cabeza
-¡Hombre!, ¿a quién le amarga un dulce? –Al sargento no le queda muy claro a qué se refiere el excomisario.

PD.- Hasta el próximo viernes en que publicaré el episodio 127. De hoy en un año