El sargento Bellido y el excomisario Grandal
están manteniendo la que parece va a ser su última charla sobre el misterio que
se cierne sobre la muerte de Curro Salazar. El guardia civil le ha contado al
expolicía las resoluciones que ha tomado la Jueza Instructora del caso antes de
cerrar la fase de instrucción del sumario, luego ha preguntado a Grandal si cree que la instrucción se ha cerrado en
falso porque no hay nadie acusado de asesinato, solo Pacheco de homicidio no intencional.
El excomisario ha ido desgranando, uno a uno, el comportamiento de cuantos
pasaron por la habitación de Salazar la tarde de autos. Comportamiento que, como
ha explicado, los exculpa de asesinato. De ahí, la pregunta del suboficial:
-Entonces, ¿hay
alguien a quien culpar?
-Queda el
hijo, que no ha sido imputado ni por la fiscalía ni por la Jueza Instructora,
aunque se tiró más de una hora pensando en qué hacer con su padre y sesenta
minutos dan para pensar mucho.
-Y si no se
puede hablar de asesinato, ¿podría considerarse homicidio? –inquiere el
sargento.
-Tengo que
volver al Derecho Penal español y recordar que homicidio es cuando una persona
causa la muerte de otra, pero sin ninguno de los tres supuestos que tipifican el
asesinato. Es decir, sin alevosía y/o ensañamiento y/o concurrencia de precio.
Y sigue siendo homicidio y no asesinato incluso cuando el que mata lo haga
intencionadamente, pero no lo realiza alevosamente, ni se ensaña, ni lo hace
bajo recompensa. Además del intencional, existen otros tipos de homicidio, por
ejemplo el involuntario que lo son la mayoría de accidentes de tráfico, y el
negligente, como un fallo médico en una operación.
-Eso también
lo he estudiado, comisario, pero sigue sin contestar mi pregunta –Al sargento
se le nota un tanto molesto porque el expolicía parece dar a entender que el
guardia civil es un absoluto profano en materia penal.
Grandal parece no darse cuenta de la
incomodidad de su interlocutor y prosigue con su exposición.
-De entrada, te diré que en mi opinión en este caso podría hablarse
mejor de homicidio que de asesinato por lo que he argumentado antes. Procedamos
ahora como lo hice con el asesinato. A Pacheco, la Jueza Instructora le acusa
de homicidio involuntario, pero es que detrás de él hubo más actores que intervinieron
en el desenlace final, pero ¿podría ser calificado tajantemente de homicida
involuntario? Ahí discrepo con la jueza porque lo veo muy dudoso, es más si
cuenta con una buena defensa es bastante posible que esa acusación no se
mantenga. Sierra, como vimos antes, está descartado que le hiciera algo a
Salazar, lo único que se le puede achacar es que no le ayudó. En cuanto al
Chato quizá pudiera imputársele homicidio involuntario, ¿también en grado de
coautor? Repito lo que dije sobre Pacheco, es posible, pero dudoso. A la terna
del maletín la descarté como presuntos asesinos, pese al empujón de Vicentín, y
por las mismas razones los descarto como homicidas, aunque tampoco prestaron
ayuda a Curro. Espinosa quizá podría ser acusado de homicidio voluntario pues
en su acción hubo alevosía y, probablemente, concurrencia de precio, pero
sabemos que el raticida que supuestamente le dio a Salazar, algo que no está
probado, no fue un factor determinante en la muerte de Salazar. ¿Otro coautor
de homicidio? Muy dudoso, aunque tampoco ayudó. En cuanto a Pakelia, para mí un
candidato perfecto para ser el asesino, ya hemos visto que está fuera de la
relación de posibles sospechosos y el hijo ha quedado totalmente exonerado…
La pausa que hace Grandal al final de su
exposición es aprovechada por Bellido para formular su enésima pregunta:
-Pues si no
hoy asesinato ni homicidio, ¿solo resta afirmar que Salazar murió de muerte
natural?
-Sí y no –es
la ambigua contestación de Grandal.
-Su
respuesta, comisario, me ha recordado una vieja copla que cantaba mi madre, que
en paz descanse.
-¿La de La
Parrala?
-¿Cómo lo ha
adivinado? –pregunta sorprendido el suboficial.
-Un buen
amigo mío, hace un par de días me cantó aquello de que unos decían que sí, otros decían que no, también como contrapunto a
una respuesta ambigua por mi parte. A ver si soy capaz de explicártelo bien,
Bellido. El Certificado Médico Legal, que recoge los resultados de la autopsia
practicada a Curro Salazar, establece como causa última de su muerte una parada
cardiorrespiratoria. También establece que el cadáver presentaba dos costillas
fracturadas, una de las cuales por un traumatismo de origen desconocido perforó
la pleura lo que provocó un neumotórax traumático que, al no ser tratado a
tiempo, puede situarse como causa remota del cuadro clínico que finalizó en la
muerte diferida de Salazar. Asimismo, detecta unos hematomas en el rostro del
cadáver como consecuencia de una agresión hecha por persona o personas desconocidas
el día de autos. Agresión que no está probada que pudiera coadyuvar a intensificar
los problemas del neumotórax. No digo nada del raticida porque su influencia en
el fallecimiento fue irrelevante. Dicho esto, podríamos afirmar sin faltar a la
realidad que la causa última de su muerte fue una contracción
miocárdica que supuso la detención de la circulación de la sangre y que implicó
la detención del suministro de oxígeno al cerebro durante más de diez minutos
con efectos irreversibles. O sea, que el fallecimiento fue por un proceso
biológico natural, pero…
La pausa de Grandal exaspera a Bellido que
se ha ido poniendo de mal humor a medida que el excomisario se ha ido
extendiendo en sus prolijas explicaciones, pero sin concretar nada a lo que se
le pregunta.
-¿Pero qué?
-Pues que,
como antes dije y repito, el Certificado Médico Legal establece que un
traumatismo de origen desconocido perforó la pleura lo que provocó un
neumotórax traumático que, al no ser tratado a tiempo, puede situarse como
causa remota del cuadro clínico que finalizó en la muerte diferida de Salazar. Todo lo cual nos
lleva a concluir que el fallecimiento fue debido a un proceso exógeno, es decir
de origen externo. Y ello nos lleva al homicidio, sea voluntario o involuntario,
pero homicidio al fin y al cabo. Como ves, Bellido, volvemos a estar como La
Parrala, unos decían que sí, otros decían
que no.
-Le confieso,
comisario, que sus explicaciones, además de no entenderlas me producen dolor de
cabeza.
Grandal mira al sargento casi con ternura y
se apresura a ofrecerle una explicación que sea lo más didáctica posible y para
ello recurre a una canción.
-No sé si
recuerdas, Hernando –Otra vez le llama por su nombre de pila para hacerle
sentir más próximo-, un corrido mejicano cuya letra dice: El día que la mataron, Lupita estaba de suerte, de seis tiros que la
dieron, solo uno era de muerte. Pues a Curro le pasó igual. Fueron siete,
las visitas que tuvo, de modo individual o grupal, y en todas y cada una de
ellas sus visitantes, por acción u omisión, coadyuvaron a que muriera. Pacheco
le empujó, sin querer, pero le empujó. Sierra no le socorrió. El Chato le pegó.
Espinosa posiblemente quiso envenenarlo. Los pichones no le ayudaron. Pakelia
posiblemente no lo remató porque no pudo. Y hasta el hijo, que se ha ido de
rositas, estuvo más de una hora pensando qué hacer con su padre. Es como si a
Curro le hubieran dado no seis sino siete tiros, y ninguno fue de muerte pero
entre todos acabaron con él.
-O sea, ¿qué
todos pueden ser calificados como homicidas?
-Si te
contesto que sí, pero no, espero que no te dé más dolor de cabeza. En mi
modesta opinión todos ellos, en mayor o menor medida, son los coautores del
homicidio. Pese a lo que acabo de afirmar, y que no me atrevería a repetir en
sede judicial, creo que la justicia los absolverá a todos ellos de ese delito.
Como mucho serán acusados de la omisión del deber de socorro, un delito menor
y, si no tienen antecedentes, no pisaran la cárcel. De ahí el sí, pero no.
¿Lo
entiendes?
-Esta vez
creo que sí, comisario. Desde Pacheco, que fue quien inició el proceso, hasta
el hijo que fue quien lo concluyó, todos son coautores de un homicidio en mayor
o menor grado. ¿Y eso como lo contempla la ley?
-Habrá que
estudiar como cierra la fase procesal del sumario la jueza del Valle y luego
ver cuál es el resultado del juicio oral, pero si echamos mano del insondable
refranero español hay uno que viene al pelo: la justicia de enero es rigurosa,
mas llegando febrero… es otra cosa.
-He de
decirle algo, comisario, y si no lo hago reviento. He de rogarle que me
disculpe por haber sido tan pesado con mis preguntas, pero es que este ha sido
mi primer caso criminal de importancia y todavía tengo que hacerme a la idea de
que, en cierto modo, he ayudado a resolverlo. Aunque ambos sabemos que quien ha
llevado la batuta en este concierto ha sido usted. Yo únicamente he tenido el
papel de ejecutar algunos solos, unos más afinados que otros, por lo que me
siento muy gratificado.
-Ojalá te
ayude esto en tu carrera y llegues lo más alto posible –le desea Grandal.
-Creo que me
dará un buen empujón que falta me hacía pues ya me había resignado a jubilarme
de brigada como mucho, y ahora, si no la cago en el futuro, puedo llegar a
oficial, quizá hasta capitán. Cambiado de tercio, ¿va a volver el próximo
verano?
-No lo sé,
supongo que dependerá de que la amiga de Chelo nos vuelva a dejar su
apartamento. Aunque para serte sincero, me ha encantado tanto este rincón de la
Costa de Azahar que es muy posible que vuelva, antes a Torrenostra que a Marina
d´Or, porque para los que buscamos paz y sosiego es un lugar ideal y además en
cuanto a playas no hay color, las de Torrenostra son infinitamente mejores.
-¿Pero con o
sin homicidios? –pregunta Bellido a quien parece que se le ha quitado el dolor
de cabeza
-¡Hombre!,
¿a quién le amarga un dulce? –Al sargento no le queda muy claro a qué se
refiere el excomisario.
PD.- Hasta
el próximo viernes en que publicaré el episodio 127. De hoy en un año