"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 29 de septiembre de 2015

8.2. Otro gato en el talego



   Además del alcalde y del jefe de falange, otro de los que figuraba en la lista de los maquis como posible objetivo era el cura, pero a mosén Bautista no parece que la noticia le haya afectado ni poco ni mucho, está demasiado ocupado en otros menesteres más propios de su ministerio. El párroco se está revelando como hombre de acción y con una notable capacidad para allegar fondos destinados a sufragar sus muy diversos proyectos. Ya consiguió que Senillar saliera de los últimos puestos en la relación de donantes para la construcción del seminario diocesano y ahora está en plena campaña para reponer el mobiliario del templo parroquial, que ciertamente está muy deteriorado. Piensa encargar unos bancos preciosos al mejor taller de ebanistería de la región y también unos confesonarios nuevos. La factura va a ser elevada. Como las colectas que se efectúan en las misas no dan para gastos tan cuantiosos, el sacerdote ha puesto en marcha una serie de iniciativas destinadas a la recaudación de fondos. Con ese motivo se ha reunido con los presidentes de las cofradías, con los que ha constituido una denominada Junta de Acción Parroquial para coordinar todas las actividades relativas a las donaciones eclesiales y que, al mismo tiempo, ejercerá de órgano de control.
      El párroco explica a los presidentes de las cofradías y de Acción Católica algunos de sus proyectos para allegar fondos con los que sufragar las distintas obras planeadas:
- He elaborado una lista con las diferentes actuaciones que deberemos emprender para recabar fondos con la meta de dotar a nuestra iglesia de un mobiliario de categoría. En una primera etapa, el objetivo a cubrir será cambiar los bancos, que los que hay se caen de puro viejos, y los confesonarios que deben de ser de cuando el Concilio de Trento. Con la colaboración de todos, vamos a conseguir que la gente se rasque el bolsillo porque ayudar a la obra de Dios supone otra forma de ganarse el cielo.
- Mucho tendremos que insistir, mosén Batiste, - apunta una de las asistentes – porque no puede imaginarse que roñosa es la gente para las cosas de la Iglesia. No sueltan una peseta ni dándoles con un mazo.
- No te preocupes, Concha, les vamos a dar duro hasta que sus conciencias se ablanden. Organizaremos tómbolas, rifas, loterías y cuantas actividades se nos ocurran.
- Perdone que se lo diga, mosén Batiste, pero todas esas cosas ya las organizamos antes y la verdad es que no conseguimos demasiado – precisa otra feligresa.
- Ya lo sé, Sole, pero debemos volver a intentarlo.
- Y lo intentaremos, pero como ha dicho Concha con las rifas y todo lo demás solo sacaremos cuatro perras – insiste la llamada Sole.
- ¡Qué poca fe tenéis en vuestro párroco! ¿Creéis que no sé de qué pie cojean mis feligreses? Digamos que todo lo anterior será para hacer boca, algo así como el aperitivo. El verdadero plato fuerte estará constituido por las colectas individuales que vamos a comenzar a partir de la próxima semana.
- ¿Y en qué van a consistir?
- Estoy terminando un estudio de todos los vecinos del pueblo y de sus posibilidades económicas. Cuando lo acabe voy a tener reuniones con todos vosotros y en ese momento os explicaré lo que tendréis que llevar a cabo. O mucho me equivoco o este nuevo procedimiento puede dar unos resultados colosales.
   La estrategia que ha planeado el párroco es tan sencilla como maquiavélica. La anuncia en el sermón de la misa mayor del domingo. Enviará a todos los vecinos, que no formen parte del listado de pobres de solemnidad del pueblo, un sobre en el que cada familia depositará la cantidad que estime oportuna. En los sobres no aparecerán nombres ni ninguna clase de distintivo por lo que el anonimato estará garantizado. Los sobres serán recogidos por un grupo de feligresas que le ayudarán en la colecta. Además, se constituirá una comisión integrada por relevantes personalidades locales para que se encargue de fiscalizar los ingresos, así como los gastos derivados de las mejoras que se van a acometer en la Casa del Señor. Bajo cuerda, el cura hace circular el rumor de que la confidencialidad no va a ser tal porque las integrantes de la Junta de Acción Parroquial, encargadas de la recogida de los sobres, tienen instrucciones de entregarlos en un determinado orden, gracias al cual el párroco sabrá en todo momento qué cantidad ha dado cualquier vecino. Hay familias que ni se molestan en devolver su correspondiente sobre, pero la mayor parte sí aportan su óbolo y además se ven en la tesitura de que éste sea generoso porque no quieren que su nombre circule por los mentideros locales como ejemplo de cicatería. La estrategia funciona y al final la cantidad resultante cubre más que suficiente los costes de los confesonarios y los bancos. Lo que no llega a constituirse nunca es la comisión encargada de fiscalizar ingresos y gastos. El párroco es el único que maneja los fondos obtenidos y lo hace a su aire.  
   La campaña de la colecta para el mobiliario del templo parroquial genera algún efecto inesperado. A Gimeno le ha llegado el rumor de que mosén Bautista se acaba de comprar una gran masía con muchas hectáreas de terreno en Adzaneta, su pueblo natal. Los curiosos se preguntan de dónde habrá podido sacar el cura tanto dinero como dicen que ha costado. Los malpensados apuntan a que los fondos obtenidos en la colecta para renovar el mobiliario han dado para eso y para más. A ese acervo de informaciones en principio Gimeno apenas les da crédito. Rumores como ese hay docenas que circulan por el pueblo. En cualquier caso, la experiencia por un lado y su esposa por otro le han enseñado que cuando por los mentideros corre un chisme que atañe a uno de los poderes locales lo más prudente es verificar su grado de autenticidad. Conoce a quién recurrir para ello: Gonzalo Arbós que es presidente de la rama masculina de la Acción Católica. Sabe que es un meapilas convencido, pero que como integrante del clan de los Arbós sabrá valorar el impacto que puede tener la información en caso de confirmarse. Gonzalo dice no saber nada. Gimeno sospecha que no ha querido franquearse con él. Todo ello se lo cuenta a su esposa.
- ¿El rumor sobre el mosén tiene algún viso de verosimilitud o es lo clásico de calumnia que algo queda? – quiere saber Lola.
- Para no faltar a la verdad, cariño, no lo sé. Lo único seguro es que los fondos recaudados para el mobiliario de la iglesia no los ha fiscalizado nadie.
- ¿Estás seguro?
- Y tanto. Yo era uno de los que tenía que integrar la comisión controladora, pero hasta el día de la fecha nadie nos ha convocado.
- Sería un escándalo que mosén Batiste se hubiese apropiado de parte del dinero. Creo, José Vicente, que deberías de investigar ese rumor para ver si solo es una habladuría o hay algo más.
- ¿Y para qué quieres que lo investigue? Al fin y al cabo el dinero se lo ha trabajado el reverendo.
- ¿No te das cuenta de qué si descubrieras que el párroco ha desviado parte de los fondos de una colecta pública para sus intereses privados tendrías un arma formidable contra él? Siempre es aconsejable conocer los secretillos inconfesables de la gente. Nunca sabes cuando los vas a necesitar.
- ¡Lola, qué peligro tienes!
   Gimeno hace unas discretas averiguaciones y se entera de que el sacerdote ha pagado la compra en metálico. Otro dato que parece confirmar la hipótesis de una posible malversación de los fondos parroquiales. Las sospechas sobre el mal uso del dinero de la colecta se convierten en indicios más sólidos cuando por medio de Severino Borrás, que lleva la contabilidad de la parroquia, se entera de que la cantidad sobrante de la adquisición del mobiliario debería de figurar en la cuenta parroquial y no consta. Se lo cuenta a su mujer y le pregunta:
- Y ahora, ¿qué hacemos?
- Por el momento, nada. Esperar, y ya llegará el día en que esa información sobre la actuación non sancta del reverendo nos reporte sus buenos dividendos.
- Bueno, pues ya tenemos otro gato en el talego - sentencia José Vicente.
- Sí, y en este caso con sotana –remacha Lola.

viernes, 25 de septiembre de 2015

CAPÍTULO VIII. LA GOTA FRIA.- 8.1. Inaudito, maquis en Senillar



   Nadie lo hubiese imaginado: ¡han aparecido maquis en Senillar! Era lo último que  podía esperarse. Los guerrilleros antifranquistas, conocidos popularmente por el galicismo maquis y denominados bandoleros en la terminología oficial, habían proliferado en zonas especialmente boscosas y en comarcas de orografía agreste. En una de ellas, el Maestrazgo, se habían instalado algunas partidas que pertenecían a lo que la guerrilla denominaba Agrupación Guerrillera de Levante-Aragón y que tenía como amplio marco de operaciones las provincias de Cuenca, Teruel y el interior de Castellón. Eran comandos, en general poco numerosos, formados por grupos de excombatientes republicanos que tenían sus bases de aprovisionamiento en suelo francés y que, tras atravesar clandestinamente los Pirineos, se introducían en España con la misión de desestabilizar al Régimen franquista.
   Los primeros objetivos de la guerrilla fueron la interrupción de las comunicaciones y suministros y la realización de operaciones especiales como la frustrada toma del valle de Arán junto a la frontera francesa. Dada la diferencia del número de efectivos entre la guerrilla y las fuerzas del orden y hasta del ejército, se fue generando un enorme desgaste no solo entre los guerrilleros sino también en aquella parte de la población civil que ideológicamente podía sentir la tentación de ayudarles. La falta de recursos de todo tipo llevó a los maquis al robo para poder mantenerse, lo que supuso el despoblamiento de muchas de las zonas donde actuaban y acabó privando a la guerrilla de las fuentes para su sustento y de la información necesaria para ejecutar sus operaciones. Por todas esas razones era bastante inusual que sus miembros llegasen a actuar en las llanuras y zonas costeras, parajes en los que esconderse resultaba más complicado. Debido a todo ello nadie podía imaginar que en un chalé ubicado en las afueras del pueblo, camino de la estación, se escondían maquis. Gracias a un chivatazo la Guardia Civil tuvo conocimiento de la existencia de los guerrilleros. Las fuerzas del orden cercaron el chalé, pero el único maquis que había en su interior consiguió escapar, nadie se explicaba cómo. Franqueó una valla de más de dos metros de altura y en medio de la balacera de los guardias consiguió perderse entre los huertos de naranjos circundantes, pese a ser herido en la refriega. El suceso ha sido tema obligado de conversación en todas las tertulias y corrillos del pueblo. En el café del Pito no se habla de otro asunto.
- ¿Y qué coño hacían los maquis en el chalé de los Serratelles? – pregunta uno sin dirigirse a nadie en concreto.
- Realmente, el único que había no estaba en el chalé sino en la casita de los guardeses.
- Da lo mismo – insiste el que ha preguntado -. ¿Qué hacía allí?
- Esa no es la cuestión – contesta otro -. La pregunta es ¿qué puñetas buscaban los maquis en Senillar?
- Pues igual querían cargarse a alguien del Ayuntamiento o secuestrar a algún ricacho
- Me han contado – se explaya un enterado -, y no puedo deciros quién, que se trataba de unos maquis que venían huidos desde la provincia de Teruel y que estaban aguardando a coger un tren para acercarse a la frontera y pasar a Francia.
- ¿Y cómo se pudo escapar un tío con el chalé rodeado de guardias?
- Porque los civiles no estaban dispuestos a jugarse la piel como se la jugó el maquis.
   Martín Esteller llega a la tertulia casi congestionado. Tiene una importante primicia y quiere ser el primero en difundirla.
-¿Sabéis la noticia? – Sin esperar a que nadie pregunte prosigue –. Se ha producido otro enfrentamiento entre los maquis y la Guardia Civil.
- ¡Coño, lo que faltaba! ¿Dónde ha sido?
- Al parecer un grupo de maquis estaba escondido en una masía de la partida del Torreón, cerca del mar. Los civiles y la policía los han cercado y les han exigido que se rindieran. En vez de rendirse han intentado huir disparando a todo bicho viviente y lanzando bombas de mano. Y se ha montado una ensalada de tiros cosa fina.
- ¿Ha muerto alguno?
- Por lo que dicen cuatro maquis y el comandante de la Guardia Civil que mandaba las fuerzas.
   Durante muchos días no hay otro tema de conversación en el pueblo que no sea el de los guerrilleros. Como suele ocurrir, los rumores y los bulos se disparan lo que añade una preocupación más para José Vicente Gimeno. La Guardia Civil le ha informado discretamente que, entre los documentos incautados a los bandoleros, han encontrado una relación de políticos y autoridades de la comarca como posibles blancos de atentados. Uno de los nombres es el suyo, otro el del alcalde del pueblo. Parece que el peligro ya pasó, puesto que la célula que actuaba en la zona ha sido desarticulada, pero el miedo es libre y a Gimeno pensar que aparece como posible diana para las pistolas de los guerrilleros le produce la natural inquietud y le sirve para descubrir que no tiene madera de héroe. Cuando se lo cuenta a Lola, ésta trata de tranquilizarle:
- No te preocupes, cariño, el peligro ya pasó. Por lo que cuentan el grupito de los maquis que merodeaba por aquí ha sido desmantelado por completo y a buen seguro que la Guardia Civil va a terminar con el resto en poquito tiempo.
- Ya lo sé, Lola. Y sí estoy preocupado, no por mí sino por ti.
- Pues tampoco debes de estarlo. Yo, desde luego, no lo estoy.
- Que tu nombre figure en un listado de posibles víctimas no es ninguna tontería. Prueba de ello es que en la jefatura provincial nos han dicho que van a darnos permiso de arma corta a todos los mandos locales que lo solicitemos y Germán, en privado, me ha comentado que están estudiando la posibilidad de que a los camaradas que se sientan más amenazados les facilitarán irse a otra parte del país durante una temporada, hasta que las fuerzas de seguridad acaben de una vez con esta lacra del bandolerismo.
- Que se tomen medidas de precaución y cautela me parece bien. Más vale prevenir.
- De todos modos, ¿crees qué sería conveniente que nos fuésemos del pueblo una temporada hasta que todo esto hubiese terminado?
- ¡Por Dios, marido, no creo que sea necesario! De nuestra casa no nos va a sacar nadie. Además, está tu trabajo en la cooperativa, no puedes dejarlo así como así. Y por otra parte, piensa que tendría que cerrar la tienda. Lo dicho, de aquí no nos saca ni los maquis ni el Papa de Roma.
   Gimeno tiene que desempeñar con Fernando Marín el mismo papel que su mujer ha jugado con él. El alcalde es otro de los que figuraban en la lista de posibles víctimas y está francamente asustado; encima, cuando el edil le ha contado lo que pasa a su mujer, ésta en lugar de quitarle hierro a la posible amenaza ha incrementado más su temor. Así se lo transmite el alcalde a José Vicente:
- María Eugenia quiere que nos vayamos.
- Fernando, no es para tanto. Esa partida de facinerosos ha sido abatida y el servicio de información de la Guardia Civil no tiene noticias de que exista otro grupo por la zona. Por consiguiente, no hay ninguna clase de peligro.
- Sí, pero ya sabes como es mi mujer. Insiste en que lo mejor para nosotros es que pongamos tierra de por medio y que nos volvamos a Valencia, que en una gran ciudad estaremos más seguros.
- Mira, Fernando, comprendo la intranquilidad de María Eugenia, también Lola lo está, pero de ahí a huir como un conejo asustado media un abismo. ¿Qué iba a pensar la gente de los que tenemos responsabilidades políticas sí al menor asomo de peligro salimos huyendo cómo almas en pena? Pues no se iban a reír de nosotros ni nada. ¿Quieres que hable con María Eugenia?
- Dudo mucho de que te vaya a hacer caso.
- Se me ocurre algo mejor, le diré a Lola que tenga una charla con tu esposa. Ya verás como ella será capaz de convencerla.
   Tal y como había previsto Gimeno, su mujer tras una extensa charla con la esposa del alcalde la convence de que el peligro ya ha pasado y que lo más sensato es continuar en el pueblo. Pese a todos sus argumentos de que los maquis no volverán a aparecer, Lola, en su fuero interno, no está tan convencida de que ello vaya a ser así. Da toda la impresión de que el Régimen franquista está más fuerte que nunca, pero en el interior de Lola anida un interrogante que no deja de preocuparle: ¿Volverán los maquis algún día?

martes, 22 de septiembre de 2015

7.13. ¡Lola, qué peligro tienes!


   La llegada del autobús que ha de llevarlas a Valencia interrumpe el diálogo entre Lola y Amparín. Una vez acomodadas prosiguen la charla.
- Por cierto, ya que acabas de citar la Navidad, me han contado que este año no se va a celebrar el baile de los estudiantes, ¿por qué motivos? – inquiere Lola, que sabe perfectamente las causas pero le interesa conocer la versión que puede darle una persona mucho más joven que ella.
- Ha pasado lo que tenía que pasar. Que la gente no tiene iniciativa. Todos quieren ir de fiesta, pero nadie está dispuesto a organizarla porque para eso hay que trabajar, echar horas, molestarse... Vamos, tal y como hacía Beatriz – responde Amparín.
- Y los otros chicos que ayudaban a Bea en la comisión, ¿siguen estudiando o trabajan? – también conoce la respuesta, pero para la esposa de un político saber más datos siempre importa. 
- Miguelito Vinuesa y Pepín Mañes preparan las oposiciones de magisterio y no están para perder el tiempo en fiestas, además como tienen novia tampoco mostraron un excesivo interés. Almiñana, el que era presidente, ya dijo el año pasado que era su última participación. Y no ha habido nadie que se prestara a ponerse al frente de la comisión del baile.
- ¡Es una lástima! El baile de los estudiantes merecía la pena.
   Unos días después, el barbero Esteller explica a su cliente Alfonso Grau su particular análisis del porqué de la desaparición del baile de los estudiantes.
- ¿Qué por qué no se celebró el baile de los estudiantes? Verá, don Alfonso hay unos motivos de por fuera y otros de por dentro. Me explico. Cada vez hay menos perras para gastarlas en fiestas. El boniato está por los suelos, como casi todas las cosechas. Solo ganan dinero los que tienen naranjas, pero de esos en el pueblo hay pocos. Además, los precios están por las nubes y aparentar es cada vez más caro. A mis paisanos les gustan más las fiestas que a un tonto un lápiz, pero el baile nunca fue popular, no era una fiesta que la gente sintiera como algo propio, fue un puedo y no quiero. En cuanto la mayoría de familias que aspiraban a darse tono han tenido que apretarse el cinturón, se acabó lo que se daba. Ese es el motivo que más salta a la vista.
- ¿Hay otros motivos? – quiere saber Grau.
- Al menos uno más y, en mi opinión, posiblemente pesa más que el anterior. Verá. Cada vez estudian más chicos. Hoy cualquier pelagatos, que no sabe hacer la o con un canuto, quiere que su hijo sea médico, abogado, profesor o albéitar, mismamente como usted.
- Esa pretensión de las familias la veo muy natural y elogiable. Es lógico que los padres aspiren a que sus hijos sean más que ellos y para eso han de estudiar. ¿Es que no le parece bien que las nuevas generaciones estén mejor formadas?
- Claro que sí, don Alfonso. Ojalá nuestros padres hubiesen tenido la misma idea. Otro gallo nos cantara. Lo que ocurre es que al haber crecido el número de estudiantes, cualquier pinchaúvas tiene derecho a ir al baile acompañado por quien le dé la real gana. Entonces, los de siempre, los ricos y las familias de ringorrango o que se creen que son más que los otros, tendrían que mezclarse con toda clase de... ¿Cómo se llaman los indios esos que son más pobres que las ratas?
- Supongo que se refiere a los parias.
- Pues lo que decía, que los ricos de toda la vida y los que se han forrado con el estraperlo y que aspiran a igualarse a los primeros no quieren juntarse con los parias, es decir con los pobretones. Las familias con parné no necesitan de ningún baile ni nada por el estilo para aparentar lo que ya son sin necesidad de dar cuatro cuartos al pregonero.
- Es curioso, al crecer el número de estudiantes también el baile tendría que haber crecido, en cambio, por lo que cuenta, parece que es al revés.
- Equilicuá, don Alfonso. El baile se ha ido al carajo y, posiblemente, no vuelva porque, por un lado aparentar, como creo que ya he dicho, se ha puesto muy caro. Y por otro, porque cada día son demasiados los que quieren entrar en un club en el que, aunque no se reconozca, funciona el letrero que hay en los sitios de postín: reservado el derecho de admisión.
- Martín, aunque quizá no lo sepa, es usted todo un sociólogo.
- ¿Socio qué?
   La desaparición del baile de los estudiantes, cuyas causas tan bien ha explicado el rapabarbas de Esteller a uno de sus clientes más distinguidos, ha dejado frustrado al exalcalde Paco Vives pues ya no podrá intervenir en el mismo como había pensado. Cavila en otro medio para influir en el mundo de la gente joven, pero no se le ocurre algo que sea medianamente posible y práctico por lo que de momento deja aparcado el proyecto. En una tesitura similar se encuentra Gimeno: adiós a sus planes de mediar en el entramado de la organización del baile y en los intereses de la gente que quiere asomar la cabeza por encima de la medianía local. Pero hay una diferencia notable entre los dos políticos: Vives no tiene quien le sople al oído otros posibles caminos, en cambio Gimeno tiene una consejera áulica que vale su peso en oro.
- Lola, me acaban de soplar que este año no habrá baile de los estudiantes, ¿lo sabías?
- Sí, lo sabía.
- No me habías comentado nada.
- Es que antes de hablarlo contigo quería ofrecerte algún plan B para poder influir en la gente joven. He estado dándole vueltas a la cuestión y todavía no he encontrado una opción que sea medianamente eficaz. Por eso no te había dicho nada, pero algo se me ocurrirá.
   Unas semanas después Lola encuentra, de manera fortuita, el medio que andaba buscando para llegar e intervenir en los asuntos juveniles. Con motivo de una visita a la ciudad de Castellón, donde una amiga del colegio le ha invitado a pasar unos días en las fiestas de la Magdalena, descubre que uno de los actos que más colorido aporta a los festejos es la cabalgata del Pregó en la que, a pie o subidos en carrozas muy adornadas o en cabalgaduras ricamente enjaezadas, los participantes, la mayoría jóvenes, recorren algunas de las calles de la ciudad pregonando el comienzo de las fiestas, de ahí su nombre de pregón. A los que se limitan a desfilar se unen grupos de bailes folclóricos y pequeños conjuntos musicales de viento y rondallas. Guillermina, la anfitriona que le ha invitado, le explica a Lola que la preparación de la cabalgata no es cosa de unos días, sino que la mayoría de grupos, formados por pandillas de jóvenes, lo llevan preparando todo el año.
- ¿Por qué necesitan tanto tiempo? – se interesa Lola.
- Ten en cuenta que la mayor parte de pandillas y grupos de amigos cuentan con pocos recursos, entonces son ellos los que han de preparar los motivos y decoración de la carroza, tienen que confeccionarse los trajes y cuanto necesiten para desfilar. Y en muchas ocasiones, reunirse en la bajera o en el patio donde hacen todos esos trabajos no es más que una excusa para montar una merendola o celebrar un baile.
   En cuanto Lola oye la explicación se le dispara la circunvolución cerebral de la política: acaba de encontrar el instrumento que buscaba. De regreso al pueblo, Lola le explica a su marido el plan que ha ido madurando:
- Vamos a montar una cabalgata como la que vi en Castellón.
- Eso no se ha hecho nunca en el pueblo y no estoy seguro de que a la gente le guste. Sabes mejor que yo que tus paisanos son más tradicionales que el arroz con pollo.
- Todo tiene una primera vez.
- Por descontado, pero ¿y qué vamos a sacar con eso?
- ¿No piabas por encontrar un medio con el que influir en la juventud?, pues ahí lo tienes.
- A ver, explícate mejor, reina mora, porque no acabo de ver la conexión que puede existir entre una cabalgata y el modo de influenciar a la gente joven.
   Lola le cuenta detalladamente el plan. El objetivo formal de la cabalgata será pregonar que las fiestas de agosto van a comenzar, el oculto que los participantes tendrán que estar en contacto durante buena parte del año con los organizadores que serán los miembros de una comisión municipal montada, financiada y manejada, en la sombra, por el Ayuntamiento; es decir, por ellos. Gimeno formula las primeras pegas:
- Permite que haga algunas puntualizaciones. Primera: ¿para qué pregonar algo que todo el mundo sabe cuándo comienza y cuándo acaba?
- Lo del pregón no es más que una excusa para que los jóvenes tengan una oportunidad más de pasárselo bien y el resto del pueblo tenga un entretenimiento más.
- Ese razonamiento está cogido por los pelos, pero lo acepto. Segunda pega: ¿hay alguien aquí que sepa algo de cómo se monta una cabalgata?
- Pues yo misma. Me he informado y el montaje no tiene demasiados misterios. Lo más importante es conseguir el mayor número posible de participantes y el entusiasmo que estos desplieguen. Ambas cosas se pueden conseguir con una buena campaña de propaganda que, además, la podemos montar con cuatro perras a través de charlas en las escuelas, en las reuniones de las cofradías de las Hijas de María y de los Hijos de San Luis Gonzaga, entre las camaradas de la Sección Femenina…
- Lola, nunca dejarás de sorprenderme – reconoce José Vicente -. Una última pega, la financiación: ¿de dónde vamos a sacar la pasta?, porque sabes perfectamente que el Ayuntamiento no tiene ni un chavo y organizar una fiesta como la que describes debe costar un ojo de la cara.
- Una cabalgata puede resultar lo cara o barata que decidan sus organizadores. Y te garantizo que la podemos hacer con poquísimo dinero. Por ejemplo: las carrozas en vez de alquilarlas, se hacen aquí montadas en varios remolques arrastrados por tractores o caballerías.  Invitaremos a grupos de danza y a rondallas de los pueblos próximos, a los que se les hace una paella antes del pregón y por la noche que se vuelvan a su localidad. Habrá que llevarles y traerles en coche, pero presionando a los transportistas locales se puede conseguir que el viaje no cueste nada o un precio simbólico. La Diputación Provincial tiene subvenciones para estos actos, se piden. También pediremos la ayuda de los establecimientos comerciales y de todo aquel que mueva un duro en el pueblo, y como la mayoría sigue estraperleando ya verás cómo se rascan el bolsillo. Además…
   Gimeno corta a su esposa que está embalada explicando las maneras de financiar la cabalgata:
- ¡Lola, qué peligro tienes!