"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 18 de noviembre de 2016

80. La pista panameña



   La portada online de El País del dos de febrero lleva como titular principal: Iglesias suspende el diálogo con el PSOE en la primera reunión. Y tres subtitulares explicativos, uno referido al nuevo partido emergente de la izquierda populista: Podemos se niega a negociar mientras los socialistas no rompan con Ciudadanos. Otro relativo a la respuesta socialista: Sánchez rechaza el ultimátum y comienza a pactar políticas con Rivera. Y el tercero con la postura de los populares: El PP trata de boicotear los contactos presionando para precipitar la investidura. En este puñetero país lo del diálogo y los pactos que mal se lleva, piensa Ponte. Se nota mucho que todavía somos una democracia en pañales. La única foto de la portada es la denuncia gráfica de una de las tragedias ocurridas tras la mal llamada primavera árabe: El avance del régimen provoca otro éxodo masivo en Siria. Lo que pasa en la mayoría de países musulmanes es como una maldición, se dice el viejo, en cuanto parece que han encontrado el camino para la democracia llega un dictador o una guerra civil y lo desbarata todo.
   Mientras Ponte lee la prensa, su amigo Grandal está ocupado en otros menesteres más prosaicos. Se ha reunido con los inspectores que coordinan el Caso Inca y les cuenta lo que sus jubilados amigos le sugirieron el día anterior y que podría resumirse en la españolísima expresión de que alguien ha de coger el toro por los cuernos.
- Como hablar con la juez que instruye el caso parece que es tiempo perdido, hay que tocar la tecla del poder ejecutivo. Alguien tiene que hablar con vuestros superiores y explicarles que hay que presionar de algún modo al bufete para que suelte el nombre de quien le ha encargado contratar a unos detectives para vigilar a Adolfo Martínez. Es la única manera de avanzar en la investigación de un delito que no solo es un desdoro para el país sino también un descrédito para la policía española. Y ese alguien no puede ser uno de vosotros o los tres en comandita. Ha de ser alguien  contra quien tomar represalias, más o menos larvadas, sea complicado por no decir imposible. Alguien como yo. ¿Algún inconveniente por vuestra parte?
   Los inspectores quedan en silencio como sopesando la propuesta de Grandal. Se consultan con la mirada y tácitamente la aceptan.
- Te puedo preparar una reunión con mi jefe – ofrece Atienza.
- No, hay que volar más alto, y de la gestión que voy a hacer es mejor que no digáis nada a vuestros mandos naturales. Soy compañero de promoción de Federico Carranza, el comisario que dirige la Dirección Adjunta Operativa. Hablaré directamente con él y le haré ver cómo se encuentra la investigación y que si no se toman medidas drásticas el robo del tesoro pasará al archivo de casos irresueltos para vergüenza de la policía española. Si logro convencerlo tendréis en vuestras manos un comodín formidable. Carranza es la mano derecha del Director General y éste puede llegar al Ministro del Interior o al Presidente del Gobierno si hiciera falta.
- Oye, Jacinto. Si vas a hacer esa gestión que, sobra decirlo, te agradecemos de corazón, no estaría mal que también dejaras caer el problema de la falta de colaboración que está teniendo la UCO de la Benemérita con nosotros. Todavía no han mandado el informe del tiroteo en el polígono de Fuenlabrada – pide Atienza.
- Veré qué es lo que se puede hacer – responde Grandal, dando fin con ello a la reunión.
   El comisario Carranza, aunque dirige una unidad operativa, es hombre de talante reposado y reflexivo. Lo que le cuenta su antiguo camarada de promoción le da qué pensar. Y le promete a Grandal que moverá algunos hilos. El Caso Inca bien se lo merece. Las gestiones del Director Adjunto, siempre entre bambalinas, tienen éxito. En menos de cuarenta y ocho horas el Jefe de la Brigada de Patrimonio llama a Atienza.
- Juan Carlos, acaba de llamarme Federico Carranza y me ha dado un dato que afecta al Caso Inca – le dice al tiempo que le tiende un papel -. He trascrito literalmente su mensaje.
   Atienza lee la breve nota: El cliente buscado es la compañía Warkog HC que radica en Panamá.
- No sé si os va a servir de algo, pero es lo que hay – comenta el jefe.
   Del mensaje que ha recibido el jefe de la Brigada, los inspectores del Caso Inca se centran en los dos únicos datos que aporta: el nombre del cliente del bufete madrileño y el país en que está su sede. El nombre de la compañía no les dice nada, habrá que recurrir a internet y, en su caso, a Interpol. En cuanto al país, Panamá, es de todos conocidos que desde hace casi un siglo es un lugar idóneo para lavar dinero de manera fácil. Se pueden crear compañías de modo sencillo, no se necesita presentar declaraciones de impuestos y, en algunos casos, se puede ofrecer a los propietarios completa confidencialidad. Además, el país brinda gran variedad de incentivos fiscales y sus requisitos de informes reglamentarios son muy laxos en comparación con los de la mayoría de estados. Todo ello motiva que sean miles las empresas internacionales que tienen su sede, en muchos casos más teórica que real, en Panamá y que para muchos organismos internaciones el país sea considerado como un paraíso fiscal.
- ¿Y ahora qué? – es la pregunta que suele hacer Blanchard cuando se encuentran ante un callejón sin aparente salida.
- ¡Pues que estamos jodidos! – exclama Bernal muy dado a las expresiones rotundas.
- Como no nos saque de ésta la Interpol lo tenemos negro – afirma Atienza, mucho más pulcro en su lenguaje que Bernal -. Preguntar a la Warkog solo lo conseguiríamos con una comisión rogatoria, siempre y cuando la juez instructora la ordenase y ya sabemos que no está por la labor. Y aún en ese supuesto, podrían negarse a contestar o demorarlo hasta el fin de los tiempos.
- Bueno, al menos algo hemos averiguado – Blanchard trata de levantar el decaído ánimo de sus colegas -. Se trata de una entidad, posiblemente una compañía pantalla, que radica en un país que funciona como un paraíso fiscal. ¿Adónde nos lleva eso? Pues a que los que llamamos autores intelectuales del robo son personas económicamente potentes. Si los ladrones fueran una banda de tres al cuarto no estarían radicados en el país del canal.
- Y lo que dices, Michel, nos lleva a otra conclusión – sugiere Atienza -. Un grupo con la potencia económica como para tener la sede en Panamá ha de contar con expertos informáticos que le tuvieron que alertar en su momento de que lo que transportaba el furgón robado eran réplicas. Lo que viene a confirmar que los organizadores del atraco sí sabían que lo que iban a robar eran copias.
- El hecho de la ubicación en Panamá puede apuntar a otra posible pista – mete baza Bernal -. Ese país, al ser vecino de Colombia, es el paraíso fiscal preferido por los capos colombianos del narcotráfico. Quizá detrás de esa empresa se esconda un cártel colombiano.
- Es solo una hipótesis, pero creo que está bien traída, Eusebio – Blanchard, algo poco usual, está de acuerdo con Bernal.
- Recapitulando – resume Atienza -: tenemos, presuntamente, a una empresa que ha encargado a un bufete madrileño contratar a una agencia privada de investigación para que siga los pasos de un presunto colaborador de los ladrones del Tesoro Quimbaya. Una empresa que tiene el suficiente poderío económico como para tener registrada su sede en Panamá. Una gente que maneja dinero en esas magnitudes no puede ser un hatajo de chorizos de los que roban la pensión a una viejecita. Presumiblemente estamos ante auténticos profesionales del robo de obras de arte.
- Lo de Panamá también refuerza la idea que tuvimos desde el principio de que este es un robo por encargo – afirma Blanchard.
- También podría reforzar la idea de que los autores intelectuales del delito, los que se esconden detrás de esa compañía panameña, no son los mismos que ejecutaron el atraco – apunta Bernal. 
- Pongamos negro sobre blanco las inferencias que hemos sacado para no perdernos – propone Atienza al tiempo que abre una página en blanco en el portapapeles mural del despacho en la que comienza a anotar:
 A) Una compañía, la Warkog HC, con sede en Panamá investiga a un más que presunto colaborador en el robo.
B) El propietario o propietarios de la Warkog han de ser gente adinerada.
C) Se presupone que es gente profesional, por lo que han de contar con expertos informáticos que les debieron alertar que lo que llevaba el furgón eran copias.
D) Panamá es el paraíso fiscal preferido por los cárteles colombianos de la droga, ¿posible nexo de capos colombianos con el robo?
E) Se refuerza la idea de que se trata de un robo por encargo.
F) Los propietarios de la empresa panameña, los que presuntamente organizaron el robo, no son los mismos que los que lo ejecutaron.
- Mes amis, la pista panameña ha dado más de sí de lo esperado – resume Blanchard.