"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 5 de diciembre de 2014

1.13. Pelea de gallos



   El zorro de Benjamín Arbós ha sabido elegir bien. Dos gallos no caben en el mismo gallinero. Los rifirrafes entre el alcalde y el jefe local comenzaron casi desde su primer encuentro. Vives tiene mucho carácter, es temperamental y está acostumbrado a imponer su voluntad. Gimeno es de los que las mata callando, tiene recámara, es inteligente y, ante su asombro, está descubriendo que mandar sabe más dulce que la miel. Al principio tuvieron roces sin importancia, pero rápidamente las diferencias se han ido ahondando. Y en las últimas semanas han surgido dos factores que han agrandado el foso que comienza a separarlos. Uno, de evidente calado, es el ámbito competencial. En el ordenamiento jurídico del nuevo estado español aparecen delimitadas qué materias corresponden a los Ayuntamientos y cuáles a las jefaturas locales del Movimiento Nacional, eso en la teoría, en la realidad es otro cantar. Como el poder es vertical y dimana siempre del inmediato superior, quien se lleva el gato al agua es el líder que tenga más y mejores contactos en la cadena de mando. Esa situación fáctica es tierra abonada para las peleas entre púgiles de similar pegada y eso es lo que ocurre en Senillar. En términos absolutos, Vives tiene más entidad por historial, por su capacidad de iniciativa, por conocimiento del pueblo y de su gente, al fin y al cabo es un senillense más. Gimeno apenas si tiene historia, su capacidad está todavía por demostrar, es forastero, pero cuenta con dos bazas que no posee Vives: es más ambicioso y, a través de los Arbós, está comenzando a tejer una interesada red de amistades en la capital. El propio José Vicente se sorprende a sí mismo al comprobar con qué rapidez está adquiriendo los modales y actitudes de un líder, como si llevara mandando toda la vida. El ejercicio del poder está cambiando hasta su habitual manera de comportarse. El hombre más bien retraído y poco seguro de antaño ha dado paso a otro convertido en un torbellino social y con un aplomo insultante. A veces piensa que es como si dentro hubiese llevado a otro ser en estado potencial y que al haber encontrado el ambiente adecuado se ha desarrollado plenamente. En cualquier caso, le apasiona el giro que está tomando su vida y cómo han cambiado su escala de valores y sus expectativas sociales.

   Otro factor que alimenta la enemistad entre ambos líderes es más bien grotesco: el protocolo. Hay una sorda pelea, no tanto entre ellos sino entre sus seguidores, para ver quién es el que ocupa el puesto de honor en una procesión, quién preside una conmemoración o quién inicia o termina un acto en el que haya que pronunciar unas palabras. Los problemas protocolarios han llegado a extremos esperpénticos e incluso han salpicado a otras autoridades. Un caso elocuente ha sido la ubicación en el templo parroquial de ambas autoridades en la misa cantada de los domingos: durante algunos festivos se sentaba en el primer banco de la derecha aquél de ambos que llegaba primero. La situación degeneró en una especie de carrera bufa que llegó al extremo de que algún domingo, bien Vives, bien Gimeno llegaron a la iglesia más de media hora antes de que empezara la santa misa con tal de asegurar el puesto de preeminencia. Y todo ello ante la rechifla de muchos convecinos que hasta hacían apuestas a ver cuál de los dos se sentaría antes en el dichoso banco. El absurdo pulso acabó tras intervenir mosén Amancio que recordó a ambas autoridades que en el banco en disputa siempre se habían sentado los miembros del Ayuntamiento y en el primero de la izquierda los representantes de los demás poderes locales. A Gimeno la resolución no le hizo ni pizca de gracia, pero se calló. Benjamín le ha repetido una y otra vez que con la Iglesia lo mejor es no meterse y decir amén a lo que propone. Además, ha descubierto que la arisca, al menos con él, encargada de la Moda de Paris no va a misa de doce sino a la de las siete de mañana, que es rezada y, por tanto, mucho más corta. Se ha pasado al culto de primera hora, así puede verla, aunque Lolita sigue tratándole de forma tan fría y distante como siempre.
  
   En lo que atañe a las formas, el alcalde y el jefe local se llevan bien y hasta se cruzan mutuos elogios. Eso en la superficie, en el fondo ambos son conscientes de que es cuestión de tiempo que uno derrote al otro, aunque por el momento las fuerzas parecen bastante parejas. Vives, como buen empresario, está demostrando ser un magnífico gestor y tener mucha iniciativa, en cambio no se le dan tan bien las relaciones públicas ni las intrigas palaciegas. Gimeno es el reverso de la moneda, no le gusta gestionar y prefiere que todo siga igual, pero aprende a marchas forzadas las artes del cabildeo y está ganando adeptos tanto en el pueblo como en la capital y además guarda un as en la manga: cada día es mejor orador. El enfrentamiento es cada vez menos disimulado. Se juegan el cetro del dominio local.
   El origen de su primer encontronazo serio es decidir la prioridad en la ejecución de dos importantes obras municipales: la instalación del agua corriente o la construcción de un grupo escolar. Vives opta por la primera, mientras Gimeno, que en principio le daba igual, se decanta por la segunda tras consultar con Benjamín Arbós. La pelea de gallos está servida.
- Es de cajón que la primera obra a ejecutar es llevar el agua a las casas – afirma el alcalde -. Ya contamos con el pozo excavado en el Calvario, de propiedad municipal, y que tiene caudal más que suficiente para abastecer a todo el pueblo. Es un escándalo que en un municipio tan rico en agua como el nuestro las mujeres tengan que seguir surtiéndose de las fuentes públicas. Si instalamos el agua potable será la primera localidad de la comarca que la tenga y eso puede atraer a más gente y quizá se instalen fábricas y comercios que den más vida y mejores posibilidades a los jóvenes de encontrar empleos fuera del trabajo del campo. Todo eso sin contar los considerables beneficios sanitarios e higiénicos que una instalación de esa clase va a reportar. La inversión es considerable, pero se podría buscar financiación en las entidades oficiales. 
- Mira, Paco – responde José Vicente -, no cuestiono la importancia que tiene la instalación del agua corriente, pero considero que no es la obra más urgente. En mi opinión – no lo cree así pero se trata más de llevar la contraria a Vives que de otra cosa - lo más urgente es la construcción de un nuevo grupo escolar. Después de la guerra, como bien sabes, ha habido un notable repunte en la tasa de natalidad y el número de críos se ha disparado, no caben en las aulas de las viejas escuelas, cuyas instalaciones son deplorables y a todas luces insuficientes. Un nuevo grupo escolar servirá no solo para escolarizar a todos los niños sino también para darles una mejor formación. Y tener una buena educación será lo que de verdad les dará las mejores posibilidades de encontrar buenos empleos.
   Lo que Gimeno no cuenta es que, además de darle en la cresta al alcalde, tiene otra motivación personal. Se ha hecho amigo de Ricardo Poveda, uno de los maestros jóvenes que llegaron al pueblo un año antes que él, y el conquense, Poveda es de Cuenca, le ha convencido de que urge levantar unas nuevas escuelas, las unitarias existentes están que se caen de viejitas. De hecho ya antes de la guerra hubo varios acuerdos municipales para erigir unas nuevas, pero por unas u otras causas las propuestas nunca llegaron a buen puerto. Ahora ha llegado el momento de llevar a cabo el antiguo proyecto.
- Construir un nuevo grupo escolar resultará muy caro y no es algo que urja – contraataca Vives.
- Bastante menos que lo del agua y además estoy convencido de que las autoridades nos prestarán su apoyo para financiar la obra. En cuanto a la urgencia es una cuestión opinable.
   Como ni el alcalde ni el jefe local se ponen de acuerdo terminan trasladando sus diferencias adónde dimana la fuente del poder de ambos. Paco pide audiencia al Gobernador Civil. José Vicente solicita ser recibido por el Jefe Provincial del Movimiento. La jugada de uno y otro es la lógica: pedir auxilio a su superior jerárquico, la única incongruencia es que ambos cargos los ocupa la misma persona.

   El secretario del Jefe Provincial del Movimiento es un chico joven, delgadito, con el pelo engominado y peinado a raya, luce un bigotillo como una raya, viste un traje marrón ojo de perdiz debajo de cuya chaqueta lleva camisa azul, pero lo que más resalta son las oscuras gafas que ocultan por completo su mirada.
- El camarada Asensio te recibirá en seguida – le comunica a José Vicente.
   Gimeno entra con aire decidido y, cuadrándose militarmente en medio del despacho, levanta el brazo derecho haciendo el saludo falangista al tiempo que con voz enérgica exclama: 
- Arriba España. Se presenta el camarada José Vicente Gimeno, jefe local de Senillar. A tus órdenes.