El
zorro de Benjamín Arbós ha sabido elegir bien. Dos gallos no caben en el mismo
gallinero. Los rifirrafes entre el alcalde y el jefe local comenzaron casi
desde su primer encuentro. Vives tiene mucho carácter, es temperamental y está
acostumbrado a imponer su voluntad. Gimeno es de los que las mata callando,
tiene recámara, es inteligente y, ante su asombro, está descubriendo que mandar
sabe más dulce que la miel. Al principio tuvieron roces sin importancia, pero
rápidamente las diferencias se han ido ahondando. Y en las últimas semanas han
surgido dos factores que han agrandado el foso que comienza a separarlos. Uno,
de evidente calado, es el ámbito competencial. En el ordenamiento jurídico del
nuevo estado español aparecen delimitadas qué materias corresponden a los
Ayuntamientos y cuáles a las jefaturas locales del Movimiento Nacional, eso en
la teoría, en la realidad es otro cantar. Como el poder es vertical y dimana
siempre del inmediato superior, quien se lleva el gato al agua es el líder que
tenga más y mejores contactos en la cadena de mando. Esa situación fáctica es
tierra abonada para las peleas entre púgiles de similar pegada y eso es lo que
ocurre en Senillar. En términos absolutos, Vives tiene más entidad por
historial, por su capacidad de iniciativa, por conocimiento del pueblo y de su
gente, al fin y al cabo es un senillense más. Gimeno apenas si tiene historia,
su capacidad está todavía por demostrar, es forastero, pero cuenta con dos
bazas que no posee Vives: es más ambicioso y, a través de los Arbós, está
comenzando a tejer una interesada red de amistades en la capital. El propio
José Vicente se sorprende a sí mismo al comprobar con qué rapidez está adquiriendo
los modales y actitudes de un líder, como si llevara mandando toda la vida. El
ejercicio del poder está cambiando hasta su habitual manera de comportarse. El
hombre más bien retraído y poco seguro de antaño ha dado paso a otro convertido
en un torbellino social y con un aplomo insultante. A veces piensa que es como
si dentro hubiese llevado a otro ser en estado potencial y que al haber
encontrado el ambiente adecuado se ha desarrollado plenamente. En cualquier
caso, le apasiona el giro que está tomando su vida y cómo han cambiado su
escala de valores y sus expectativas sociales.
Otro
factor que alimenta la enemistad entre ambos líderes es más bien grotesco: el
protocolo. Hay una sorda pelea, no tanto entre ellos sino entre sus seguidores,
para ver quién es el que ocupa el puesto de honor en una procesión, quién
preside una conmemoración o quién inicia o termina un acto en el que haya que
pronunciar unas palabras. Los problemas protocolarios han llegado a extremos
esperpénticos e incluso han salpicado a otras autoridades. Un caso elocuente ha
sido la ubicación en el templo parroquial de ambas autoridades en la misa
cantada de los domingos: durante algunos festivos se sentaba en el primer banco
de la derecha aquél de ambos que llegaba primero. La situación degeneró en una
especie de carrera bufa que llegó al extremo de que algún domingo, bien Vives,
bien Gimeno llegaron a la iglesia más de media hora antes de que empezara la
santa misa con tal de asegurar el puesto de preeminencia. Y todo ello ante la
rechifla de muchos convecinos que hasta hacían apuestas a ver cuál de los dos
se sentaría antes en el dichoso banco. El absurdo pulso acabó tras intervenir
mosén Amancio que recordó a ambas autoridades que en el banco en disputa
siempre se habían sentado los miembros del Ayuntamiento y en el primero de la
izquierda los representantes de los demás poderes locales. A Gimeno la
resolución no le hizo ni pizca de gracia, pero se calló. Benjamín le ha
repetido una y otra vez que con la Iglesia lo mejor es no meterse y decir amén
a lo que propone. Además, ha descubierto que la arisca, al menos con él,
encargada de la Moda de Paris no va a misa de doce sino a la de las siete de
mañana, que es rezada y, por tanto, mucho más corta. Se ha pasado al culto de
primera hora, así puede verla, aunque Lolita sigue tratándole de forma tan fría
y distante como siempre.
En
lo que atañe a las formas, el alcalde y el jefe local se llevan bien y hasta se
cruzan mutuos elogios. Eso en la superficie, en el fondo ambos son conscientes
de que es cuestión de tiempo que uno derrote al otro, aunque por el momento las
fuerzas parecen bastante parejas. Vives, como buen empresario, está demostrando
ser un magnífico gestor y tener mucha iniciativa, en cambio no se le dan tan
bien las relaciones públicas ni las intrigas palaciegas. Gimeno es el reverso
de la moneda, no le gusta gestionar y prefiere que todo siga igual, pero
aprende a marchas forzadas las artes del cabildeo y está ganando adeptos tanto
en el pueblo como en la capital y además guarda un as en la manga: cada día es
mejor orador. El enfrentamiento es cada vez menos disimulado. Se juegan el
cetro del dominio local.
El
origen de su primer encontronazo serio es decidir la prioridad en la ejecución
de dos importantes obras municipales: la instalación del agua corriente o la
construcción de un grupo escolar. Vives opta por la primera, mientras Gimeno,
que en principio le daba igual, se decanta por la segunda tras consultar con
Benjamín Arbós. La pelea de gallos está servida.
- Es de cajón que la primera obra a ejecutar
es llevar el agua a las casas – afirma el alcalde -. Ya contamos con el pozo
excavado en el Calvario, de propiedad municipal, y que tiene caudal más que
suficiente para abastecer a todo el pueblo. Es un escándalo que en un municipio
tan rico en agua como el nuestro las mujeres tengan que seguir surtiéndose de las
fuentes públicas. Si instalamos el agua potable será la primera localidad de la
comarca que la tenga y eso puede atraer a más gente y quizá se instalen
fábricas y comercios que den más vida y mejores posibilidades a los jóvenes de
encontrar empleos fuera del trabajo del campo. Todo eso sin contar los
considerables beneficios sanitarios e higiénicos que una instalación de esa clase
va a reportar. La inversión es considerable, pero se podría buscar financiación
en las entidades oficiales.
- Mira, Paco – responde José Vicente -, no
cuestiono la importancia que tiene la instalación del agua corriente, pero
considero que no es la obra más urgente. En mi opinión – no lo cree así pero se
trata más de llevar la contraria a Vives que de otra cosa - lo más urgente es
la construcción de un nuevo grupo escolar. Después de la guerra, como bien
sabes, ha habido un notable repunte en la tasa de natalidad y el número de
críos se ha disparado, no caben en las aulas de las viejas escuelas, cuyas
instalaciones son deplorables y a todas luces insuficientes. Un nuevo grupo
escolar servirá no solo para escolarizar a todos los niños sino también para
darles una mejor formación. Y tener una buena educación será lo que de verdad
les dará las mejores posibilidades de encontrar buenos empleos.
Lo
que Gimeno no cuenta es que, además de darle en la cresta al alcalde, tiene
otra motivación personal. Se ha hecho amigo de Ricardo Poveda, uno de los
maestros jóvenes que llegaron al pueblo un año antes que él, y el conquense,
Poveda es de Cuenca, le ha convencido de que urge levantar unas nuevas
escuelas, las unitarias existentes están que se caen de viejitas. De hecho ya
antes de la guerra hubo varios acuerdos municipales para erigir unas nuevas,
pero por unas u otras causas las propuestas nunca llegaron a buen puerto. Ahora
ha llegado el momento de llevar a cabo el antiguo proyecto.
- Construir un nuevo grupo escolar resultará
muy caro y no es algo que urja – contraataca Vives.
- Bastante menos que lo del agua y además
estoy convencido de que las autoridades nos prestarán su apoyo para financiar
la obra. En cuanto a la urgencia es una cuestión opinable.
Como
ni el alcalde ni el jefe local se ponen de acuerdo terminan trasladando sus
diferencias adónde dimana la fuente del poder de ambos. Paco pide audiencia al
Gobernador Civil. José Vicente solicita ser recibido por el Jefe Provincial del
Movimiento. La jugada de uno y otro es la lógica: pedir auxilio a su superior
jerárquico, la única incongruencia es que ambos cargos los ocupa la misma
persona.
El
secretario del Jefe Provincial del Movimiento es un chico joven, delgadito, con
el pelo engominado y peinado a raya, luce un bigotillo como una raya, viste un
traje marrón ojo de perdiz debajo de cuya chaqueta lleva camisa azul, pero lo
que más resalta son las oscuras gafas que ocultan por completo su mirada.
- El camarada Asensio te recibirá en seguida
– le comunica a José Vicente.
Gimeno entra con aire decidido y, cuadrándose militarmente en medio del
despacho, levanta el brazo derecho haciendo el saludo falangista al tiempo que
con voz enérgica exclama:
- Arriba España. Se presenta el camarada José
Vicente Gimeno, jefe local de Senillar. A tus órdenes.