"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Capítulo 12. Reaparece una pista perdida.- 62. Unos tienen la fama y otros cardan la lana



   En la tarde del mismo día en que pudo charlar con el Tío Josefo, Ponte se reúne con los otros componentes del grupo de jubilados para contarles su conversación con el patriarca del clan de los García Reyes.
- Así que lo único mollar que te ha contado es que el clan de los Corrochanos hace negocios con unos chinos del polígono Cobo Calleja. Eso sí que es una auténtica sorpresa. En la policía siempre hemos creído que gitanos y chinos son como agua y aceite, imposible mezclarlos – se sorprende Grandal.
- ¿Por qué? – quiere saber Ballarín.
- Porque son dos etnias que más opuestas sería difícil encontrarlas. Para empezar, son dos pueblos que viven inmersos en su propio mundo. Dejando aparte los negocios o en lo referido a su trabajo, apenas si se relacionan fuera de su ámbito. ¿Vosotros habéis visto a calés participando en fiestas o actos de los payos?, ¿verdad que no?, o en todo caso muy poco, pues con los chinos tres cuartos de lo mismo.
- Ahora que dices eso, en el curso de una de mis nietas va un chinito, pues sucede que siempre que hay reunión de padres los del chino no aparecen nunca. Claro que una flor no hace primavera – se corrige de algún modo Álvarez.
- Pues no se llevarán entre ellos pero, por lo que me ha contado el Tío Josefo, parece que los Corrochanos están metidos en negocios con chinos del polígono de Fuenlabrada – replica Ponte.
- Y si esos gitanos participan en negocios con los chinos y lo que contó el chatarrero de Humanes fuera cierto, eso coloca a los Corrochanos como posibles candidatos de ser los vendedores del furgón blindado – sugiere Ballarín.
- Hay algo en esta historia que a mí no me cuadra – apunta Álvarez -. Suponiendo que lo que dijo el chatarrero fuera verdad y si chinos y gitanos tienen negocios comunes, ¿qué necesidad tenían estos últimos de vender el furgón al chatarrero?, se lo podían haber vendido directamente a los chinos, no necesitaban un intermediario para nada.
- Es una buena objeción, Luis – admite Grandal -. Y como tú, también tengo mis dudas porque en este relato hay varios puntos que mientras no los confirmemos casi toda la historia queda en el aire. Porque de momento solo contamos con suposiciones. La primera: los supuestos gitanos ¿cómo se hicieron con el furgón?, ¿lo encontraron abandonado, lo robaron, se lo compraron a alguien? La segunda: ¿es verdad que fueron unos gitanos quienes vendieron el furgón al chatarrero de Humanes? Tercera: ¿es real que el chatarrero vendió el furgón a los chinos?    
- O sea, que estamos como al principio, no sabemos nada – sintetiza Ponte cuyo rostro es todo un poema de frustración.
- Hombre, Manolo, algo más sabemos – Álvarez trata de animar a su alicaído compañero -, que hay unos gitanos que se dan el pico con unos chinos.
- ¿Y con eso que adelantamos para resolver nuestro caso? – replica Ponte, que ya habla del Caso Inca como algo propio.
- Nosotros no sé, pero a los colegas que llevan el caso les va a interesar, y mucho, esa sorprendente relación chino-gitana – apunta Grandal.
- Otra vez estamos ante la misma pregunta – plantea Ballarín -, ¿qué hacemos?
   Tres pares de ojos dirigen su mirada al que, de facto, es el jefe del grupo. Grandal responde enseguida, como si ya tuviera preparada su respuesta:
- Sinceramente, creo que esto nos supera. No tenemos medios ni estamos en condiciones de efectuar un seguimiento a unos chinos de los que solo sabemos que trabajan en el Polígono Cobo Calleja. Y algo parecido puede decirse respecto a los Corrochanos. El dato que nos ha ofrecido el Tío Josefo es algo que solo puede desentrañar y, en su caso, valorar la policía. Creo que tendremos que volver a llamar a los Sacapuntas.
- Ya estamos como siempre: unos tienen la fama y otros cardan la lana – Ballarín es quien ha echado mano del inagotable refranero español para resumir el estado de la cuestión.
- Así es la vida, Amadeo – replica Grandal -. Una cuestión: ¿quién quiere venir conmigo a la reunión con los Sacapuntas?
   El silencio es la respuesta.
- Manolo, creo que al menos tú deberías venir – pide Grandal -. Eres a quien el Tío Josefo le dio la información sobre los Corrochanos.
- Jacinto, para serte sincero – replica Ponte -, tus jóvenes colegas me repatean y aún más ese franchute que está con ellos y que siempre me mira como si fuera un ninot de falla. Además, todo cuanto me contó el Tío Josefo, ahora también lo sabes tú.
- No lo creas, Manolo – replica Grandal -. Es posible que ellos te hagan preguntas que quizá te hagan rememorar frases o aspectos de la entrevista con el patriarca que hayas podido olvidar. Incluso yo, al repetir lo que tú nos has contado, puedo olvidarme de algo. En la policía tenemos una máxima: mejor el original que la copia. Y en este caso es obvio quien es el original.
   Ante los argumentos de Grandal y aunque a regañadientes, Ponte accede a reunirse con los inspectores que llevan el Caso Inca. En cuanto Grandal llama a Atienza y le comunica que tiene una nueva información que quizá, solo quizá, pueda afectar al robo del Tesoro Quimbaya, el inspector de Patrimonio le insta a que le adelante el contenido de la información. Tras hacerle  el relato de todo lo que contó el Tío Josefo, Atienza le pide que han de reunirse para que puedan oírlo sus dos compañeros del caso. Y, por supuesto, es imprescindible la asistencia de Manuel Ponte.
- Mañana sin falta nos reuniremos. A las nueve os esperamos en Patrimonio.
- Juan Carlos, mañana es sábado y Ponte los fines de semana está muy ocupado con sus nietos.
   Atienza, que no es lerdo, caza al vuelo la puntualización del excomisario y rápidamente rectifica:
- Lo comprendo. Hagamos una cosa, que sea Ponte quien fije el lugar y la hora que le va mejor. En cuanto lo sepas me llamas o mejor me pones un WhatsApp.
   Algo más tarde, el WhatsApp que recibe Juan Carlos Atienza dice: Sábado Cafetería Van Gogh 12 h.
   La mañana del sábado, 16 de enero, Ponte enciende el ordenador, pese a su desapego de todo lo que huela a política tiene interés en saber cómo van las negociaciones para conformar el nuevo gobierno. La portada de El País lleva como titular principal: Los aliados de Podemos amenazan con dejar el grupo. ¡Caray!, exclama Ponte, todavía no han empezado su andadura política y ya se están tirando los trastos a la cabeza. Y eran los que decían que venían a regenerar la política. Debajo otro titular dice: Los líderes regionales del PSOE rechazan las cesiones a los separatistas. Es lo suyo, piensa Ponte, al fin y al cabo la última letra de su sigla partidista es la e, que se supone de España. No pueden estar de acuerdo con los que quieren romper el país. En la única fotografía de la portada aparece Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, el pie reza: Trump supera los obstáculos. Estos yanquis son muy suyos, se dice Ponte, lo malo es que si eligen a un fulano como ese quienes vamos a pagar los platos que rompa vamos a ser los demás. Hay otro titular: El Rey acelera las consultas para evitar un vacío de poder. Bueno, piensa, creo que en Bélgica  han llegado a estar sin gobierno casi un año y el país no lo notó demasiado y en el caso de los italianos ni te cuento. A ver si aquí pasa lo mismo. Y con ello da por acabado su repaso diario a los medios.
   Cuando abre el armario ropero piensa que tendrá que ponerse algo más presentable que de ordinario. A las doce tiene una cita con los polis del Caso Inca y no es cuestión ir de cualquier manera. Está dudando sobre que corbata ponerse cuando oye abrir la puerta del piso. Solo puede ser su hija, pues los fines de semana Felisa, su asistenta, libra.
- Papá, buenos días. ¿Has dormido bien? – pregunta Clara mientras le planta un par de besos a su padre -. Verás, teníamos plan con los Belsa, pero acaba de parir la cuñada de Cristina y se han ido a la Quirón a verla. ¿Te viene bien invitarnos a comer?, ¿sí?, estupendo. Habíamos pensado ir al Foster's Hollywood de Majadahonda, a los niños les encanta. ¿Te parece bien a las dos?
- Me parece estupendo, pero tengo una cita con unos amigos en Van Gogh a las doce. Si veo que la reunión se retrasa te llamaré y podéis iros vosotros, yo me reuniré más tarde. No creo que me demore mucho.
   Estos inútiles de polis son capaces de tocarte los huevos hasta los sábados, se dice Ponte, pensando en la cita que tiene con los Sacapuntas.