"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 20 de octubre de 2017

23. Ir un paso por delante



   El almuerzo, organizado por el exviceconsejero Felipe Muñoz para estudiar qué hacer con el reencontrado Curro Salazar, está discurriendo distendidamente quizá porque el resto de comensales todavía no conocen el motivo de la reunión. Cuando se produce el receso que siempre supone la petición de los postres y cafés, Juan Antonio Almagro, el único de los  presentes que llegó a consejero del Gobierno de la Junta de Andalucía, hace valer su mayor rango político de entre los reunidos y rompe el fuego.
-Bueno, Felipe, ¿nos vas a contar el porqué de esta reunión o esperas a la próxima Feria de Abril?
    Muñoz no se hace de rogar y suelta la bomba: por pura chiripa un amigo suyo ha descubierto el paradero de Curro Salazar. Es nombrar al exsindicalista y un manto de silencio tan denso que casi se puede palpar se abate sobre la mesa. De pronto, parece que a los dicharacheros comensales se les ha comido la lengua el gato, como dice la expresión popular. Es, otra vez, el exconsejero quien vuelve a preguntar, pero en esta ocasión con un tonillo trufado de sarcasmo.
-¿Y nos has congregado a esta mesa para contarnos por dónde hase su vida el pringao de Curro?
-Pensé que tendríais interés en saberlo por lo que pudiera pasar.
-¿Y qué te lleva a suponer que estamos interesaos en conoser el paradero de ese hijoputa?  
   Muñoz, ante la agresividad de quien fuera superior suyo, recula y no se atreve a explayarse sobre el verdadero motivo de la cita. Tiene que ser otro de los comensales, Jaime Sierra, antiguo director general de IDEA, el que verbaliza lo que todos están pensando tras la noticia que acaba de darles el exviceconsejero, pero que nadie se atreve a decir en voz alta.
-No seamos hipócritas, todos los que estamos aquí sabemos lo que puede pasar si la juez instructora le echa mano al membrillo de Curro.
-¿Y qué puede pasar? –El antiguo consejero continúa encasillado en su postura de menospreciar el valor que tiene haber localizado a Salazar.
-¿Que qué puede pasar? Pues entre otras muchas cosas que como ese boquifloja se venga abajo en cuanto la jueza le apriete las tuercas, más de uno y más de dos las podemos pasar más putas que un vendedor de Rolex en un mercadillo de barrio. ¿Por qué creéis que el Curro se dio el piro? Porque es el primero que no ignora que como se vea en la tesitura de tener que cantar lo mucho que sabe se va a ganar enemigos a porrillo y algunos con muy mala hostia. Y si ese amigo de Felipe, aunque sea por casualidad, ha descubierto el paradero del gilipollas de Zahara de los Atunes, ¿cuánto creéis que le va a costar a la justicia echarle el guante? Pues días, por tanto lo que hay que hacer es, primero, agradecerle a Felipe la información y segundo pensar que partido podemos sacarle a esta circunstancia –Jaime Sierra, como oriundo de Lora del Río, sesea en la intimidad, pero no suele hacerlo en público.
-¿Y para qué? –El exconsejero se mantiene terne en su posición de no dar valor a la noticia.
-¿Para qué? –Quien le contesta es otra vez Sierra-. Siempre tuve la sospecha, Juan Antonio, de que tu nombramiento como consejero se debió más a la presión del clan de Alcalá de los Gazules que a tu equipamiento intelectual y con esa última pregunta mi sospecha deja de ser tal para convertirse en otra cosa. ¿Para qué? Para ir un paso por delante del juzgado de instrucción, ¿te parece poco?
-Lo que dice Jaime –El que ahora interviene es Santiago Rivera, socio de un bufete de abogados implicado en el caso ERE y que es otro de los que tampoco sesea- tiene mucho sentido. Os recuerdo que Salazar está en busca y captura, lo que quiere decir que más pronto que tarde  terminarán echándole el guante, por eso si pudiésemos hablar con él antes de que lo detengan podría ser una baza estupenda a nuestro favor.
-Explícate, Rivera, por favor –pide Macarena Chacón, antigua exdelegada de empleo y
única mujer de entre los reunidos.
-Si los que estamos aquí habláramos con él antes de que ingrese nuevamente en prisión, podríamos cambiar el sentido de sus declaraciones ante la juez instructora y nuestro futuro procesal podría cambiar como del día a la noche –explica Rivera.
-¿Y eso cómo lo podríamos conseguir? –pregunta otro de los comensales.
   Hay un momento de silencio por ver quien contesta a la pregunta. Visto que nadie se arranca, es el abogado quien vuelve a tomar la palabra.
-Así a bote pronto se me ocurre que podríamos contactar con Salazar y proponerle un pacto: él no le cuenta nada a la juez instructora o, mejor todavía, le cuenta una historia que previamente nosotros hayamos confeccionado y a cambio le daríamos alguna clase de compensación a convenir, como una prima o algo así.
-¿Una prima? –masculla el exconsejero-, a ese hijoputa lo que habría que darle es una mano de hostias bien dadas.
-Unas hostias no sé –dice otro de los reunidos-, pero Juan Antonio tiene rasón en parte. He oído comentar que el padre del soplagaitas de Curro va alardeando por ahí de que su hijo tiene guita como para asar una vaca con los billetes que guarda. Por tanto, darle una prima no creo que fuera ningún alisiente para él, tendría que ser otra clase de compensasión.
-Todo hombre tiene su precio en dinero o en especies –afirma Sierra-. Lo importante es llegar a un acuerdo con Salazar. La contraprestación que le podemos ofrecer sería cuestión de estudiarla.
-¿Eso quiere decir que estás de acuerdo con la propuesta de Santiago? –inquiere Guillermo Mina, el exdirector de una compañía aseguradora, también imputado por el caso ERE.
-¿Quién es Santiago? –pregunta el despistado de turno.
-Servidor y picapedrero –contesta en tono burlesco el letrado.
-Yo te conosía como Rivera –se excusa el despistado.
-Y así me apellido, pero como todo hijo de vecino también tengo nombre.
   En vista de que la charla se está yendo por otros derroteros, Felipe Muñoz trata de volver a centrarla en el verdadero motivo de la reunión: qué hacer ahora que conocen el paradero de Salazar.
-Por favor, no nos vayamos por las ramas. Sentremos el debate. Os pido propuestas sobre qué medidas tomar respecto a Curro.
-No sé si se pueden calificar de propuestas, pero aquí se han puesto sobre la mesa tres sugerencias, por llamarlas de alguna manera, –afirma Mina-. Una, la de Jaime, de que sería una ayuda para muchos imputados que pudiéramos ir un paso por delante de la juez de instrucción. Otra y que enlaza con la anterior, la de Santiago, contactar con Salazar y proponerle un pacto para que, en el supuesto de que le detengan, le cuente a la instructora lo que previamente hayamos acordado. Y la tercera, la de Juan Antonio, que sería darle unas hostias bien dadas.
-Lo que acaba de recordar Guillermo –dice Felipe en alusión a Mina- podemos resumirlo en que hay dos posturas básicas, una está muy clara: la de contactar con Curro y negosiar con él antes de que lo trinque la polisia; la otra, la de darle unas hostias o una palisa, no sé cómo calificarla. Por eso, te pido, Juan Antonio que la expliques, comensando por si crees que deberíamos ponernos en contacto con él o no.
   Las miradas de los comensales se centran en el exconsejero que se remueve inquieto,  carraspea, se toma su tiempo, pero al final responde:
-Claro que hay que echarle mano a ese soplón, pero no para pactar sino para meterle el miedo en el cuerpo. La mejor manera de que ese desgrasiao no se vaya de la húmeda es dejarle muy clarito lo que le podría pasar si canta lo que no debe. O sea, lo que hay que haser es acojonarlo.
-¿Y cómo se le acojona? -pregunta Eduardo Guerra, el exsecretario general técnico que hasta ahora no había abierto la boca.
-¡No preguntes gilipolleses, coño! Hay muchas formas de acojonar a un tío. Personalisando: a ti te metieron los huevos por corbata cuando te preguntaron porque diste tu visto bueno a algunas partidas de los presupuestos del 2008. En el caso de Curro como jamás firmó un papel, puesto que fuera de la UGT nunca ejersió un cargo, el ejemplo anterior no vale, pero se le puede acoquinar de mil maneras distintas –la iracunda respuesta lleva la firma del exconsejero.
   Felipe Muñoz, como anfitrión de la reunión, ve que los diálogos a dos vuelven a hacer descarrilar el objeto de la cita, por lo que retoma la palabra.
-Constato que todos los que hemos hablado somos partidarios de ponernos en contacto con Curro, en lo que diferimos es qué desirle o haser con él, pero eso es, en mi opinión, la segunda fase del proseso y sería cuestión de discutirlo en su momento. Vamos a dejarnos de toreo de salón y entremos a matar y lo primero es preguntar: ¿quiénes son partidarios de que nos pongamos en contacto con Curro? Los que lo sean que levanten la mano o que lo digan. Naturalmente, los que no lo sean también pueden manifestarse como quieran. Luego, seguiremos hablando.
   La pregunta de Muñoz, sobre contactar o no con Curro, vuelve a provocar un silencio que es más aparatoso que real pues lo de ir un paso por delante de la justicia ha calado en la mente de todos, solo esperan a que alguien levante la mano el primero.

PD.- Hasta el próximo viernes