"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 31 de diciembre de 2021

Libro III. Episodio 125. Borbonear


   Julia está departiendo con la señora del doctor Lavilla que le cuenta que la más pequeña de sus hijas se va a casar.

   -No sabe cuánto me alegro –manifiesta Julia, que hace memoria para recordar el nombre de la benjamina de los Lavilla-, aunque para serle sincera no sabía que Cristina estaba soltera, creía que se había casado.

   -Estuvo a punto hace tiempo, pero hay hombres que su palabra no vale ni la saliva que se gasta en decirlo. En fin, dejémoslo correr. Verás, quiero que modifiques la lista de boda que hizo tu dependienta y que saques de ella los regalos más caros, que ninguno cueste más de veinte duros. No quiero que la gente crea que los Lavilla necesitamos de los demás para dotar al hogar de nuestra hija de todo lo necesario y hasta de lo innecesario.

   Aquella noche, cuando Julia cuenta a su esposo la visita de doña Agustina, su marido rememora su pasada relación con los Lavilla.

   -No sé si recuerdas que hubo una corta temporada que salí con Amparo Lavilla.

   -Claro que me acuerdo. Ya trabajaba para el señor Elías y recuerdo, como si fuera ahora, que Lupe me preguntó si cuajaría la relación. ¿Sabes lo que le dije?, pues creía que no ya que en el terreno sentimental no sabías lo que querías, por eso en cuestión de mujeres ibas dando palos de ciego.

   -Que bien me calaste, bruja, sabes leer en mi interior mejor que nadie.

   -Por cierto, Amparo sé que se casó porque me lo comentaste, pero ¿y las otras? Creía que se habían casado todas y resulta que Cristina no.

   -La vida, como decía Agustín el porquero de Montánchez, es como un melón que hasta que no lo abres no sabes cómo te va a salir. De las cuatro hermanas, Cristina era la más alegre, divertida y pinturera de todas. Tenía un novio que estudiaba medicina en Zaragoza, de donde son los Lavilla, y que le había dado palabra de matrimonio en cuanto acabara la carrera, pero llegado el momento de la verdad no cumplió. Cuando las conocí era la única que estaba comprometida y, ya ves, será la última en casarse.

   -¿Y con quién se casa? –quiere saber Julia.

   -Con un pasante de don Alfonso, el notario. Aunque lo he tratado de cuando he ido a la notaría no recuerdo su nombre. De las cuatro hermanas va a ser la que peor boda hará. Y preferiría equivocarme porque Cristina me caía bien, pero juraría que el fulano va más por los cuartos de los Lavilla que por los encantos, ya un tanto marchitos, de Cristina.

   -¿Qué habría pasado si hubieses seguido con Amparo? –pregunta, maliciosa, Julia.

   -Te lo diré, que me habría perdido tener a mi lado a la mujer más maravillosa, más encantadora, más fascinante, más…

   -Anda, Julio Carreño, no te embales que te conozco, y recuerda que estoy recién parida.

   El año discurre sin mayores contratiempos para los Carreño, los niños crecen, juegan, se pelean, cogen rabietas…, y el pequeño Jesús, bajo la atenta mirada de Paca y con las tomas de su madre, va camino de cumplir su medio año de vida cuando un trágico suceso conmociona al país. El presidente del Consejo de Ministros desde 1910, el liberal José Canalejas, el doce de noviembre es atacado mientras miraba los libros expuestos en el escaparate de la librería San Martín, a escasos pasos de la Puerta del Sol esquina con Carretas. El agresor, un tal Manuel Pardiñas, simpatizante anarquista, realiza tres disparos a quemarropa falleciendo Canalejas en el acto. El magnicida se suicida con la misma pistola del atentado. Cuando al día siguiente Julio se pasa por el casino no se habla de otra cosa. Los contertulios están consternados y al hilo del trágico suceso hacen historia de los magnicidios que han ocurrido en la nación en los últimos cincuenta años. El más viejo de los asistentes todavía recuerda el asesinato del general Prim siendo jefe del gobierno.

   -Prim fue tiroteado junto al Paseo del Prado, un veintisiete de diciembre de 1870, solo un año después de acceder al cargo y tres días más tarde de que Amadeo de Saboya fuese elegido Rey de España en medio de una gran polémica.

   -Más reciente es el asesinato de Cánovas del Castillo en 1897 –recuerda otro-, en un balneario de Mondragón. Como recordaréis, su asesino, un anarquista italiano cuyo nombre no recuerdo, le asestó tres tiros a corta distancia.

   -Michele Angiolillo se llamaba el anarquista –rememora un tercero-. Parece que en un principio quería asesinar a un miembro de la familia real, pero en el último instante optó por el presidente. Y como en el caso del asesino de Canalejas también se suicidó.

   -Y la desaparición de Canalejas, ¿qué puede suponer en la política española? –La pregunta la lanza Julio más interesado en el futuro que en el pasado.

   -De entrada, si se cumple el mal llamado Pacto del Pardo, continuará gobernando el partido liberal, pero… cualquier cosa puede pasar –comenta Lavilla-. Ya veremos que hace el rey y si borbonea al sucesor de Canalejas –Julio, que es la primera vez que oye tal vocablo, está en un tris de preguntar qué significa borbonear, pero se contiene. El profesor Hernández le aconsejó que no es bueno mostrar en público la ignorancia.

   En cuanto el droguero llega a casa consulta el diccionario y busca el verbo borbonear, pero ante su sorpresa no lo encuentra. Al día siguiente, en cuanto ve a su madre le pregunta porque el vocablo no figura en el diccionario.

   -No lo busques porque ese verbo no está en el DRAE, pero es cierto que suele usarse sobre todo en las camarillas políticas de la capital. Llaman borbonear a la capacidad que tuvieron y tienen ciertos monarcas españoles de hacer y deshacer gobiernos. Mangoneo monárquico que viene  de antiguo, aunque su uso se ha generalizado desde que reina Alfonso XIII que al parecer usa y abusa del poder regio que tiene. Y como lo practican los Borbones, de ahí lo de borbonear.

   -Gracias, madre, ya sabía que si alguien me lo podía explicar tenías que ser tú. Otra pregunta: ¿y eso es bueno o malo?, me refiero a borbonear.

   -A bote pronto no parece nada democrático y prueba de ello es la imparable sucesión de gobiernos que tan rápidamente se queman en el actual régimen, por lo que no me extrañaría que tanto borboneo pueda terminar como el rosario de la aurora –No podía imaginar la maestra cuan profética iba a ser su predicción.

   El país que, desde la guerra contra Estados Unidos lleva casi una década de paz, mantiene sin embargo un enfrentamiento larvado con las tribus del Rif, la región montañesa del norte de Marruecos. El conflicto tiene su origen en la delimitación de los protectorados español y francés a expensas del reino de Marruecos. El tratado de Fez otorgó a España algunos territorios en el norte y sur de Marruecos, pobres y mal comunicados, pero que cuentan con minas de hierro para lo que se construyó un ferrocarril que conecta las minas con el puerto español de Melilla. Las tribus rifeñas se opusieron desde el principio y ya en 1909 atacaron a los trabajadores españoles de las minas, lo que dio lugar a la intervención del ejército. Ese conflicto no debería interferir en el día a día de la vida de la gente, pero lo cierto es que hay como un miedo soterrado a lo que pueda pasar en África con los moros y el resultado es que la gente compra menos. Es lo que constata el matrimonio Carreño cuando en enero hacen el balance del pasado año 1912. Las ventas han bajado, no de manera brusca, pero hay una clara tendencia a la baja tanto en la droguería como en la tienda de regalos.

   -¿A qué crees que se debe el bajón? –pregunta Julia.

   -Con exactitud no lo sé, tendremos que analizarlo detenidamente. Por lo que me cuentan mis amigos del casino, el hecho se está produciendo en otros comercios. Por tanto, no solo nos afecta a nosotros sino que es una tendencia general.

   -Pues si es general es más preocupante.

   -Le voy a preguntar al comandante Liaño que es persona que sabe hilar fino y tiene olfato para olerse los problemas graves. A ver qué opina.

   Esa noche, en la tertulia, Julio hace un aparte con el comandante y le pregunta:

   -Don Jacinto, usted que es hombre de mucho mundo y larga experiencia, quería exponerle un hecho que en principio es habitual en el comercio, pero que ahora se está produciendo de manera prolongada y eso ya no es normal –Con este preámbulo, Julio parece haber conquistado la atención del militar, poco dado a conversaciones banales.

   -Usted dirá, Carreño.

   -El hecho en cuestión es que las alzas y las bajas de las ventas son algo cíclico en todo tipo de comercios. En ello influyen multitud de factores, desde el tiempo que hace hasta las modas o las distintas épocas del año, pero no es normal que llevemos una larga temporada en que las ventas han decaído sin que parezca haber un factor concreto que lo ocasione. Mi señora, que es de las que las caza al vuelo, opina que la gente parece tener miedo. Y yo me pregunto: ¿miedo, de qué?, ¿también cree que hay como una especie de miedo colectivo?, ¿qué opina usted?

   -Interesante cuestión. Es complicado manifestarse sobre las sensaciones de una colectividad, pero creo, y es solo una opinión, que su señora esposa está en lo cierto. ¿La gente tiene motivos para esa suerte de miedo colectivo? Creo que sí los hay. Desde la mayoría de edad de Alfonso XIII, la política se ha convertido en un tiovivo en que los vaivenes son la norma. Falta firmeza política y, sobre manera, estabilidad y eso el pueblo lo percibe y lo acusa; además la corrupción y la oligarquía campan a sus anchas lo que agrava la situación. Por otra parte creo que la sociedad todavía no se ha recuperado del Desastre del 98. Y como guinda tenemos los sucesos del Protectorado que, sin ser una guerra formalmente declarada, ocasionan un goteo continuo de bajas militares que golpean a la mayoría de la población, sobre todo a las clases populares. En esas circunstancias, lo lógico es que la gente gaste lo menos posible porque desconfían de lo que pueda pasar. Y de ahí la bajada de las ventas.

   -¿Y esa situación cree que puede durar mucho? –Por toda respuesta, el comandante se encoge de hombros.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 126. Nueva aventura empresarial