El pueblo que
Andrés el Punchent está describiendo a su nieto Sergio está a punto de sufrir
un cambio radical. A Senillar, aunque tarde, ha llegado el boom inmobiliario y
va a dejar de ser uno de los contados pueblos mediterráneos cuyo litoral está
prácticamente virgen. Una poderosa empresa constructora, BACHSA, ha puesto los
ojos en su costa tras ser empujada a ello por la caja de ahorros Cajaeuropa. Una
de las primeras acciones a llevar a cabo por los empresarios es contactar con
los poderes locales, fácticos y políticos.
Agustín Badenes, el
director local de la caja, es el responsable de montar la reunión para que los
delegados de BACHSA, Juan Antonio Cardona y Rodrigo Huguet, tengan un primer
contacto con el alcalde, Jaume Pellicer, y el concejal de urbanismo, Guillem
Armengol. El hombre de la caja no asiste, prefiere que hagan de anfitriones
José Ramón Arbós y Amador Garcés, que actúan como muñidores e intermediarios de
los constructores. El almuerzo es espléndido y la charla distendida. Cuando
llega la hora del café, las copas y los habanos es el momento que elige Cardona
para poner encima de la mesa el motivo que les ha llevado allí.
- Alcalde, concejal, antes que nada quiero agradeceros que
hayáis aceptado nuestra invitación. Y sin más preámbulo paso a contaros el
proyecto que tenemos para vuestro pueblo. Representamos a un grupo de
empresarios que tenemos la intención de convertir vuestro municipio en una meca
del turismo, tanto a nivel nacional como internacional. Estamos convencidos de
que, en poco más de una década, Senillar puede sobrepasar o, al menos, igualar
a vuestros vecinos Benialcaide y Albalat. La riqueza y los puestos de trabajo
van a crecer exponencialmente – al darse cuenta del gesto de ignorancia del
concejal, Cardona decide utilizar un lenguaje más coloquial -. Se van a
multiplicar por cien, que digo cien, por mil las ofertas de trabajo.
Naturalmente, para conseguir esa meta no basta con realizar grandes inversiones,
para lograrla es indispensable contar con la ayuda de la corporación municipal
– y dirigiéndose específicamente a Pellicer añade -.Tú puedes ser el alcalde
que podrá pasar a la historia local como el hombre que transformó Senillar,
puesto que, de un pequeño pueblo que es hoy en día, se convertirá en un emporio
del turismo que traerá fortuna, trabajo y bienestar para todos vuestros
paisanos en cantidades auténticamente millonarias.
Cardona sigue
desgranando las enormes ventajas de todo tipo que el plan traerá a la
localidad. Su exposición es seguida atentamente por los munícipes. Cuando
termina, es Garcés el primero en tomar la palabra:
- Desde luego, sólo con que se lleve a cabo la mitad del
proyecto, ese plan supondrá para el pueblo mucho más que si nos tocara el gordo
de Navidad, la primitiva y una quiniela de catorce, todo junto.
- He de admitir que lo que nos has explicado suena a música
celestial – confiesa el alcalde -, pero mi padre, que era casi analfabeto pero
más listo que el hambre, solía decir que nadie va por ahí dando duros a cuatro
pesetas.
- Y nosotros tampoco, alcalde – asevera Huguet interviniendo
por primera vez -. Somos empresarios y si pretendemos llevar adelante este
proyecto es para ganar dinero, no para hacer caridad. Usando tu misma frase,
diré que nuestra intención es cambiar duros, al menos, a cinco cincuenta y, si
es posible, a más. Cuando un empresario gana, no es el único que se beneficia,
a su alrededor son legión los que también se comen una parte del pastel. Los
proveedores, subcontratistas, la gente de los oficios, los trabajadores en
general, las propias corporaciones municipales…, todo un mundo. Piensa sólo en
los ingresos que podrá percibir el Ayuntamiento por los permisos y licencias de
obras. Y no solamente eso, el IBI de los próximos años se va a disparar. Y todo
ello porque por cada peseta que se invierta, unos céntimos irán a parar a las
arcas municipales. Y estamos hablando de miles y miles de millones. En
conclusión, si este proyecto sigue adelante, como es nuestro deseo, aquí habrá
pasta para todos. Y digo bien, para todos – recalca mirando fijamente al
alcalde -. Un último detalle: fijaos si el proyecto pinta bien qué nuestra
principal fuente de financiación es Cajaeuropa.
- ¡Hombre, haber empezado por ahí! – exclama el alcalde -.
Si la caja está metida en esto es que hay negocio seguro. Esos no dan puntada
sin hilo, pues buenos son. Y quiero dejaros algo claro, no creáis que desconfío
porque sí. Tengo buenos motivos para no creerme a pies juntillas todo lo que me
cuentan. Por aquí ha pasado más de un forastero que ofrecía el oro y el moro y
luego si te he visto no me acuerdo. Aunque reconozco que vosotros venís bien
acompañados – concluye, mirando a Garcés y Arbós.
- Jaume – interviene José Ramón -, ¿tú crees que los Arbós
participaríamos en un proyecto como éste si no tuviera todos los visos de ser
un negocio seguro y rentable?
Cardona, tras un
intercambio de miradas con Huguet, decide poner fin por el momento a la
reunión:
- Caballeros, dada la hora que es y que todavía queda mucha
tela que cortar propongo que finalicemos la reunión y que mañana a una hora
decente, por ejemplo las doce, retomemos el asunto – y agrega --. Si no tenéis
inconveniente propongo que nos reunamos en el hotel Airesol. Ya reservé uno de
los comedores privados. ¿De acuerdo?
Cuando los
constructores se quedan solos, Huguet pregunta a su socio:
- ¿Qué impresión te han producido los tipos del
Ayuntamiento?
- Pues el alcalde, pese a ser maestro, más bien parece el
clásico labrador de estas tierras, cazurro, desconfiado y sin excesivas luces.
Lo que me lleva a suponer que Garcés se lo llevará al huerto sin mayores
problemas. El otro, el concejal de urbanismo, es otro cantar. Parece ladino y
retorcido. Nos puede causar problemas. Y tú, ¿qué opinas?
- Casi lo contrario. Si alguien nos puede dar algún
quebradero de cabeza será el alcalde, precisamente por cazurro. En cuanto al
concejal, o mucho me equivoco o va a ser pan comido. En cuanto se huela lo que
podemos ofrecerle se nos pondrá de alfombra. Y si no, al tiempo.