"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 14 de agosto de 2015

7.2. Jugando a celestinas



   Martín el barbero, una mañana más, está afeitando a Alfonso Grau, quien recordando lo que Gimeno le contó del baile de los estudiantes, tira de la lengua al fígaro sobre el festejo.
- ¿Y qué tiene ese baile de particular?
- Que es el único de ringorrango que se celebra en el pueblo. Nació hace unos años, como una mala copia de uno que los estudiantes de Valencia organizan en una sala de fiestas por las vacaciones de Navidad. También es un pretesto que sirve de escaparate para los que aspiran a ser algo más de lo que son.
- ¿Y cuándo se celebra?
- Generalmente en el trecho que va de Año Nuevo a Reyes.
- ¿Puede asistir cualquiera o es por invitación?
- Está reservado el derecho de admisión. Hay personas que no necesitan invitación, como los estudiantes y los hijos de las familias con más posibles, aunque ahora comienza a ir gente de medio pelo, pero estos han de trabajarse el que sean invitados.
- Y los de medio pelo, ¿cómo consiguen la invitación? – Grau sigue tirando de la lengua al rapabarbas.
- No puede ni imaginarse, don Alfonso, lo que muchas familias llegan a hacer. Hay todo un combate sotarrado para que sus hijos, especialmente los que están en edad de merecer, sean invitados al festejo. Las tásticas para lograr la invitación son muchas y diversas. La más frecuente es conseguir que el chico o chica sea pareja de uno de los miembros de pleno derecho. Estos reciben multitud de ensinuaciones, cuando no de peticiones directas, que a veces se convierten en auténticas pejigueras a lo largo de las vacaciones de Navidad, que es cuando se prepara la organización del festejo.                                                                            
   Las vacaciones a las que aludía el barbero Martín, las navideñas, se aproximan. Los muchachos que estudian fuera vuelven al pueblo. Todos se conocen, aunque eso no suponga que sean amigos. Solo hay un acontecimiento que les une: el baile de los estudiantes. Para ellos es muy importante, en cambio para la mayoría de la gente es únicamente motivo de chismorreo que es lo que están haciendo dos comadres que se han topado en la calle.
- Tengo un rumor que te va encantar. ¿Sabes quién dicen que está empeñada en que inviten a su hija al baile de los estuiantes? – Y la comadre, sin esperar ninguna clase de respuesta, suelta la noticia -. Dorotea la Barquera.
- ¿Dorotea? Si además de ser una barriobajera no tiene dónde caerse muerta.
- No creas, ganó sus buenos duros con el estraperlo.
- ¿Y a santo de qué esos humos? La inviten o no, la niña seguirá siendo la hija de la Barquera. Y todo el mundo sabe de qué pie cojea esa familia.
   La táctica más habitual para conseguir la invitación al baile, de aquellos que no la tienen, es presionar a las familias, cuyo derecho de asistencia nadie discute, para que presenten y apoyen al aspirante. Es lo que está haciendo Dorotea la Barquera con la esposa del jefe de Falange.
- Lola, no puedes negarme el favor. Te puedes imaginar la ilusión que le haría a la chiquilla ir al baile. Solo puedo recurrir a ti, y ya sabes que sé agradecer los favores.
- Te entiendo perfectamente, Dorotea. Te prometo que haré cuanto esté en mi mano, pero ya sabes que la selección es cosa de la comisión de los estudiantes.
- Ya lo sé, pero tú tienes buena mano, y tu marido no digamos.
- No es tan fácil como lo pintas, no tenemos tanta influencia como dices, ¡ojalá! Si me lo hubieses dicho antes... Bueno, no te preocupes. Veré lo que se puede hacer. Y si la cosa no sale bien, sabiendo que tienes tanto interés, el próximo año seguro que la sacaremos adelante.
- De aquí al año que viene Dios sabe lo que puede pasar. Tendría que ser ahora. He encargado el traje sin decírselo a mi marido. Como la niña se quede sin baile, en cuanto el Ramiro vea la factura de la modista me va a deslomar.
   Gastos extras son inevitables porque el baile hay que prepararlo debidamente, especialmente las debutantes. Hay que hacerse un vestido adecuado para la ocasión y un traje de buen corte solo puede adquirirse en Gandía o en Valencia. Y hay que estrenar zapatos a juego y alguna que otra joya o, cuanto menos, bisutería de cierto porte. Y todos los complementos necesarios para que la novel invitada acuda a la fiesta como un pincel. Y luego está el dilema del acompañante. Por eso, hay quien planifica la asistencia al baile como si preparase una escaramuza bélica. Uno de esos es Pepín Mañes. Piensa que no se trata de ir por ir, hay que sacar alguna utilidad al puñetero baile. Y su objetivo, que a partir de ahora va a ser prioritario, es encontrar una buena novia. Ha tonteado con varias muchachas, mas ninguna le atrajo lo suficiente como para emparejarse. Sabe que en cuanto termine la carrera de magisterio tendrá que hacer oposiciones, lo que supondrá marcharse del pueblo. Para cuando llegue ese día debería de tener algo seguro, porque luego solo estará en el pueblo durante las vacaciones e igual no es tiempo suficiente para encontrar lo que necesita. Tiene que hacerlo ahora. Todas las jóvenes de las mejores familias van a estar allí, por lo que va a tener el muestrario completo para comenzar a separar el grano de la paja. De todas formas, Pepín quiere atar todos los cabos posibles en su búsqueda y para ello le cuenta sus anhelos a la única persona que sabe que no se burlará de él y que hará cuanto pueda para ayudarle: Beatriz Villangómez, el hada madrina de los estudiantes locales. Bea, como suelen llamarla, tras escuchar atentamente las cuitas del muchacho le plantea una proposición inesperada:
- No creo que pueda ayudarte mucho, Pepín. Aunque hace ya unos años que vivo aquí, he pasado más tiempo en Valencia que en el pueblo y no conozco a fondo todas las jovencitas y a sus correspondientes familias, pero… sí sé quién las conoce muy requetebién: Lola Sales, que como sabes es buena amiga mía y a la que le flipa hacer de casamentera.
- Bea, lo que te estoy contando no es como para ir largándolo por ahí. Te lo cuento a ti y a nadie más. Ya supongo que la señora de Gimeno conoce del derecho y del revés a todas las familias del pueblo, pero mi petición es algo muy reservado y no para contársela a terceros.
- Lo comprendo, Pepín. Yo se lo plantearía de forma muy discreta y sin mencionar nombres. 
   Pepín se lo piensa un momento.
- Si lo planteas así…, bueno, pregúntale a Lola, pero como has dicho de manera muy, muy discreta.
   Beatriz lleva a cabo su embajada y aunque no menciona el nombre de Pepín Mañes, por las señas que tiene que darle a Lola ésta reconoce rápidamente quien es el apadrinado de su amiga Bea. Y lanza el primer nombre que se le ocurre y que atesora las cualidades que pretende Pepín.
- Una jovencita con las cualidades que quiere tu amigo podría ser Amparín Vives.
   Una carcajada es toda la respuesta que le ofrece Beatriz, quien antes de que se moleste su amiga, se explica:
- Lola, tienes que ponerte al día en lo que atañe a los emparejamientos del mocerío local. Amparín ya está comprometida para el baile.
- ¿Ya tiene pareja? – se sorprende Lola.
- Sí y no – es la ambigua respuesta de Bea -. Tiene pareja, pero no es oficial. Sus padres no lo saben.
- No me digas que va a ir al baile con un acompañante desconocido por sus padres. Esa chica es un poco rara, ¿no?
- De rara, nada. Lo que tiene es mucho carácter. No me importaría ser como ella. Y sí alguien te importa de verdad tener el coraje suficiente para liarte la manta a la cabeza y tirar por la calle de en medio. Eso es lo que quiere hacer Amparín, si va al baile será con su elegido que no es otro que mi hermano Carlos.
   Ahora, quien suelta la carcajada es Lola.
- Tienes toda la razón, Bea. Me estoy quedando desfasada de lo que pasa en el mundo de la gente de menos de veinte años. Eso significa que me voy haciendo vieja.
- De vieja nada, estás en la flor de la vida como suele repetir mamá. Y estamos como al principio, sigo necesitando un nombre para mi amigo.
- Te doy otro: Maricarmen Traverso.
- No la conozco. ¿Crees que será apropiada para… mi amigo?
- No respondo que se vayan a gustar mutuamente, pero apropiada lo es y mucho. De entrada es una chavala que no está mal, es bastante mona, su padre no es tan rico como Vives, pero está igualmente forrado. Ah, y otro dato que tiene su importancia: si tu amigo es quien supongo, ella es más bajita que él. Eso es algo que estoy seguro que le encantará.
- ¿Y la Traverso por qué no va al baile?
- ¿Cómo quieres qué vaya? No estudia ni le ha invitado nadie. ¿Te parecen pocos motivos para no poder asistir? Y la pena es que se muere de ganas, sería su primer baile.
- ¿Y tú crees que aceptaría ir con mi amigo?
- De mil amores. 
- ¿Y cómo accedo a la niña Traverso para invitarla al baile en nombre de mi amigo?
- Fácil. La niña Traverso, como la llamas, es amiga de Pilarín Mañes la prima de tu amigo. Dile que hable con Maricarmen y todo solucionado.
- La verdad, Lola, es que somos dos marujonas, aquí estamos como dos alcahuetas arreglando parejas y, quien sabe si no futuros emparejamientos – comenta con una sonrisa Beatriz. 
   Pilarín ha ido en busca de Maricarmen para trasladarle la invitación de Pepín que ésta recibe batiendo palmas.                                                   
- ¡Qué buena amiga eres! ¿Y tú con quien vas a ir?
- Con Manolo Valero.
- ¡Con Manolo, pero si tu familia no se habla con los Valero!
   El encogimiento de hombros de Pilarín vale por una respuesta.
- ¿Y qué les parece a tus padres que vayas con él? – inquiere, curiosa, Maricarmen.
- Aún no se lo he dicho. Supongo que al principio me montarán el pollo y me dirán que nanay, pero terminaré soltando unas lagrimitas y al final pasarán por el aro.
- Oye, Pilarín, hablando de amigas. Tenemos otra que está en mi misma situación...
- Julita Piñol, ¿verdad? – se adelanta, Pilarín.
- La misma. Está que rabia por no poder ir, pero ya sabes que pondrá una condición: solo aceptará ir si su acompañante es Miguelito Vinuesa, si no se quedará en casa.
- De todas formas, ya que lo has sacado..., se me ocurre que no perdemos nada por preguntárselo a mi primo Pepín. Como sabes, es muy amigo de Miguelito, hacen el mismo curso y viven juntos en Valencia.                                                            
- ¡Me encanta esto de hacer de celestina!