"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 3 de marzo de 2017

Capítulo 22. El stand by no va con los jubilados.- 110. Los viejos no tiran la toalla



   Grandal cita a sus amigos para contarles la reunión mantenida con los investigadores del Caso Inca. Antes de que pueda decir nada, Álvarez deja caer la propuesta de que al terminar podrían echar una partidita de dominó pues hace días que no juegan.
- Coño, Luis, no hemos venido a echar una partida. Estamos aquí para que nos cuente Jacinto lo que opinaron los Sacapuntas de nuestro análisis sobre las últimas noticias del robo – le reconviene Ballarín.
   El excomisario les explica el encuentro con sus jóvenes colegas y el análisis que hicieron a partir de los dos últimos datos relativos al robo: la oferta de los cubanos y la orden de dejar en stand by las investigaciones. Cuando Grandal termina su relato, Ponte resume lo dicho.
- O sea, que los polis ahora saben a quién tienen que buscar, pero no pueden hacerlo porque se lo han prohibido sus mandos.
- Yo no lo hubiera resumido mejor – admite Grandal a quien le gusta dar jabón a sus veteranos compinches.
- Oye, Jacinto, ¿y los Sacapuntas no podrían hacer como que no hacen nada, pero bajo cuerda seguir investigando? – pregunta maliciosamente Álvarez.
- Pues no, Luis. No pueden hacerlo porque la obediencia a las órdenes es una de las normas básicas del Cuerpo. Si la incumplieran, podrían expedientarles e imponerles una dura sanción.
- Mira por donde, eso es algo que no nos puede pasar a nosotros. No tenemos mandos, aunque a veces llamemos a Jacinto jefe. Por tanto, tampoco hemos de atenernos a ninguna clase de obediencia y no existe nadie que pueda expedientarnos – señala humorísticamente Ballarín.
- Lo que es tanto como decir que nosotros sí que podemos seguir investigando – afirma Ponte.
- Mira, eso es algo en lo que no había caído – admite Álvarez que añade - ¿Y se puede saber qué podríamos investigar? – pregunta, más en plan de guasa que otra cosa.
- A ver, a ver, vamos a centrarnos – pide Grandal -. ¿Estáis diciendo que os gustaría continuar las investigaciones sobre el robo del tesoro?
   Los tres viejos se miran entre sí y casi al unísono, como si se hubieran puesto de acuerdo previamente, exclaman:
- ¡Equilicuá!
- ¿No podéis decir simplemente sí como todo el mundo? – se burla Grandal y cambia de registro al adoptar un tono a medio camino entre la sorpresa y una cierta irritación -. No sé si habéis perdido el poco seso que os debe quedar. ¿Vosotros sabéis lo que estáis diciendo?, ¿os habéis parado a pensar a quién habría que investigar ahora?
- La verdad es que yo no me he parado a pensar qué es lo que podríamos investigar, pero para eso estás tú, apuesto que ya mismo nos lo explicas – afirma despreocupadamente Álvarez.
   Puesto que tanto Ballarín como Ponte secundan la petición de Álvarez, el excomisario se pone en plan didáctico.
- Vamos a ver, mis queridos matusalenes, si os queda claro cómo está el panorama. La situación es la siguiente. Los servicios cubanos de inteligencia, probablemente a instancias de las FARC, han ofrecido oficiosamente al gobierno español devolverles lo que parece ser el tesoro robado si, pese a estar en funciones, continúa apoyando las conversaciones de La Habana entre la guerrilla y el gobierno colombiano. Los analistas del CNI y de la policía dan a la propuesta un alto grado de verosimilitud. Llegados aquí, hay un racimo de preguntas a plantear. ¿Fueron las FARC autoras del robo del tesoro? Respuesta: es posible, pero altamente improbable. Otra pregunta: ¿tienen las FARC en su poder las piezas robadas? Respuesta: es posible, pero sumamente dudoso. Entonces – prosigue el excomisario -, ¿quién robó el tesoro y quién retiene las joyas? Dados los interesados nexos entre la guerrilla y algunos cárteles de la droga, todos los indicios apuntan a que son estos últimos los que efectuaron, o mandaron realizar, el robo y los que se supone que conservan las piezas robadas. Dicho en cristiano para que se me entienda: a quien habría que investigar ahora es a los narcos que presuntamente son los protagonistas de esta historia sin fin.
- Bueno, ya estuvimos investigando a tipos que estaban en lo da la droga. Sin ir más lejos, a los Corrochanos – apunta Ballarín.
- Es que ahora no hablamos de un clan gitano de medio pelo, estamos hablando de unos delincuentes que se encuentran entre los más violentos y sanguinarios del mundo. De unos fulanos que manejan más dinero que los presupuestos de muchos ministerios. De unos tipos cuyo principal territorio de actuación son algunas regiones selváticas de Colombia y Perú, pero que extienden sus garras por medio mundo. Entonces, ¿estáis dispuestos a enfrentaros a gente cuyos sicarios matan por un puñado de dólares?, ¿queréis encararos con clanes que tienen pasta para corromper a políticos, jueces y policías?, ¿estáis preparados para viajar a Sudamérica o adónde sea a proseguir las investigaciones?
   Los contundentes interrogantes de Grandal generan un silencio sepulcral, da toda la impresión de que los viejales no se han parado a pensar en todo lo que el excomisario acaba de explicarles.
- O sea, que si te he entendido bien, Jacinto, a los policías les han mandado parar sus jefes y a nosotros la realidad, ¿no es eso? – resume Ponte.
- Lo has entendido perfectamente.
- Es decir, que tampoco podemos hacer nada – resume Ballarín.
- Algo siempre se puede hacer – objeta Grandal que añade -, pero por vía indirecta. No podemos; mejor dicho, no debemos investigar a los posibles ladrones del tesoro, dado el enorme riesgo que ello supondría. Por otra parte, tampoco tenemos medios para hacerlo. Ahora bien, sí podríamos seguir algunas pistas que de modo tangencial podrían servir para facilitar el desenlace del caso y que están a nuestro alcance y en las que el peligro que podríamos correr digamos que es asumible.
- ¡Y se puede saber a qué diablos esperas para contárnoslo, alma de cántaro! – exclama Álvarez que es muy castizo en sus expresiones.
- Vaya, hombre, me han llamado muchas cosas en mi vida, pero nunca me habían tildado de alma de cántaro, porque soy cualquier cosa menos ingenuo – responde Grandal que mira socarronamente al autor de la frase.
- No es más que una forma de hablar, Jacinto. Si te he molestado, lo retiro y pido disculpas – se excusa Álvarez.
- Dejaros de jueguecitos coloquiales, que parecéis dos chicos de primero de la ESO, y vamos al grano – les reprende sin un grano de acritud Ponte -. ¿Qué pistas son esas en las que podríamos seguir hurgando?
- Veréis – Grandal se repantiga en la silla y adopta una pose más profesoral todavía -. Desde que supe que la Dirección General de la Policía había dado la orden de dejar en stand by las investigaciones sobre el robo, no he cesado de darle vueltas a aquellos flecos, relacionados de alguna manera con el robo, que no han sido investigados a fondo y que, en el supuesto de hacerlo, podrían aportar alguna luz al caso. Y creo haber descubierto, al menos, dos. Uno de ellos ligado con el tiroteo del polígono de Fuenlabrada. El otro, con el secuestro de María Victoria, que en su momento os conté.
- Espera, Jacinto, a ver si te he cogido el hilo – ruega Ponte -. El suceso de Fuenlabrada establece un nudo de unión entre los Corrochanos, una empresa china dedicada al lavado del dinero, y unos narcos colombianos que son, por un lado, los proveedores de droga para el clan gitano y, por otro, clientes de los chinos para lo del blanqueo de la pasta. ¿Te sigo?
- Perfectamente, Manolo – le adula Grandal.
- Lo que no me cuadra – prosigue Ponte – es que tiene ver el incidente de Fuenlabrada con lo del secuestro de la zaragozana, ¿qué pinta en esta historia la especialista en arte indígena?
   El excomisario da cumplida respuesta a las dudas de su amigo-
- Verás, Manolo. En el caso de María Victoria los que la secuestraron para que autentificara unas piezas quimbayas eran latinoamericanos. Y en el tiroteo de Fuenlabrada también participó algún sudamericano. ¿Qué supone todo ello? Pues que hay en España una banda de sudacas que sigue actuando en asuntos que, directa o indirectamente, tienen algún tipo de relación con el robo. ¿Es esa banda la que efectuó el robo? No lo creo, pero si es posible que esté de alguna manera conectada con los que lo llevaron a cabo. Pues bien, esas dos pistas, la de Fuenlabrada y la de Zaragoza, son en las que podríamos seguir hurgando.
- Ya nos dirás cómo – quiere saber Ballarín.
- En eso estoy. Cuando lo tenga claro, discutiremos sobre ello.
- Si hemos terminado, podríamos echarnos una partidita, ¿vale? – reitera Álvarez.
- Luis, majo, eres más repetitivo que un tornillo pasado de rosca – le apostrofa Ballarín.