"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 18 de febrero de 2014

3.3. Por escrito y firmado

    En su casa, Javier Blasco, presidente del PP, rumia cuanto le ha contado su conmilitón José Ramón Arbós sobre la posibilidad de dar un golpe de mano y que pueda acceder a la alcaldía por medio de un pacto de legislatura o de gobierno con los nacionalistas de izquierda. Sigue sin verlo claro por lo que, tras hablarlo con su mujer, vuelve a Villa Elvira a entrevistarse con Arbós.
- José Ramón, no estoy tan seguro, como tú crees, que los del UNES se avengan a pactar con nosotros. Armengol es más rojo que la madre que lo parió. ¿No lo crees así?
- No es cuestión de lo que yo crea o deje de creer, Javier. Haz la prueba. Ofrécele a Guillem lo que ha pedido a los sociatas, a lo que éstos le han dicho que nones,  y si fuera necesario algo más. Veremos que contesta.
- ¿Y qué dirá nuestra gente si nos aliamos con esa cuadrilla de catalanistas que reniegan de todo lo auténticamente valenciano?

   Arbós se arma de paciencia. Tendrá que poner toda la carne en el asador si quiere convencer al presidente de su partido.
- Vamos a ver, Javier, ¿tú quieres o no quieres ser alcalde?
- ¡Qué pregunta! Claro que sí.
- Pues entonces, tú mismo. Todos esos resabios pancatalanistas son propios de unos cuantos puristas anclados en los tiempos del franquismo, pero hoy en día esos no rascan bola en el partido. Los actuales dirigentes, desde que han tocado el pelo del poder, se han vuelto mucho más pragmáticos y las ensoñaciones románticas de sus primitivos planteamientos doctrinales se han atemperado mucho. Tú hazle una buena oferta a Armengol y verás cómo en vez de entonar la Muixeranga acaba cantando a tu vera lo de Per ofrenar noves glòries a Espanya.
- ¿Y qué van a decir los del comité ejecutivo regional? – inquiere reticente Blasco.
- Que digan misa si quieren. Como mucho, al principio te montarán el pollo, pero a la hora de contar los municipios que han arrebatado al PSOE, si Senillar es uno de ellos ya verás lo panchos que se pondrán y lo rápidos que serán en felicitarte. Ten en cuenta que ahora que se han instalado en la Generalidad también los nuestros se han vuelto más flexibles en lo que atañe a los pactos.
- Vas a terminar convenciéndome. Voy a convocar a la directiva para debatir los criterios a tener en cuenta en la negociación y las líneas rojas que no deberán traspasarse.
- Ni directiva, ni debate, ni líneas rojas, ni nada que pueda echar el pacto al traste. Ahora el factor tiempo es esencial. Vamos a hacer lo que te adelanté, enviaremos a Amador Garcés para que negocie con Armengol.
- Bueno, pero la directiva…
- Olvídate de la directiva. Este es, y espero que siga siendo, un partido presidencialista. Y tú eres el presidente, ¿no? Por consiguiente lo que tú hagas bien hecho está. Además, analiza el movimiento que vamos a llevar a cabo desde una doble perspectiva: si sale mal, como la negociación va a ser secreta no se enterará nadie y por tanto no habrá lugar a ningún reproche; si sale bien, nuestros amigos de la dirección te van a sacar a hombros por la puerta grande.
- Bien, me has convencido, aunque queda un pequeño pero. Sé cuánto confías en Amador, pero no lo veo como negociador. Siendo un socialista como es, ¿con qué papo va a pedirle a un tío que es medio comunista que se junte con nosotros? Creo, José Ramón, que deberías pensar en otra persona.

   Que difícil resulta a veces – piensa Arbós – ser  miembro de este partido. Les pones el pan en la boca y te lo escupen. No le queda otra que poner en marcha el plan B.
- ¿Y si te propusiera de negociador a Agustín Badenes?
- ¿Tanto te fías de Badenes?, ten en cuenta que es más escurridizo que las anguilas – otra vez aparecen los perennes recelos de Blasco.
- Ya sé que es un punto filipino, pero los constructores le tienen cogido por los huevos. En el negocio que se está cociendo la caja tiene invertidos millones y no puede permitirse el lujo de que haya un nuevo escenario político que ponga en cuestión su inversión. Eso presupone que está tan interesado o más que nosotros en que el nuevo gobierno municipal siga apostando por el plan de urbanización de la costa y con una coalición PP-UNES eso está asegurado.
- ¿Y a Badenes le vamos a dar carta blanca para la negociación?
- ¿Carta blanca?, hasta cierto punto. El objetivo será que, al mejor precio posible, consiga que el UNES se coaligue con nosotros. Así conseguirás el Ayuntamiento y, al fin, podrás llevar la vara de alcalde. Ah, y todo eso tiene que realizarse ya mismo. Como te he dicho esto es una carrera contra reloj. 

   Tras mantener una extensa charla con Arbós, y después de haber trazado entre ambos un minucioso plan, Badenes llama al secretario general del UNES. - Guillem, te anticipé que volveríamos a hablar y aquí estoy. Lo primero que te adelanto es que, aunque te pueda parecer sorprendente, hoy no estoy aquí representando a la caja sino en representación del PP. Su presidente me ha pedido que te haga una propuesta.
- Agustín, a estas alturas de la película ya no me sorprende nada. Llevo el suficiente tiempo en política como para estar curado de espantos. ¿De qué va la propuesta?
- Los populares están muy interesados en saber qué les pedirías si te propusieran un pacto para toda la legislatura.
- Nada, no les pediría nada. No me interesa un pacto de legislatura – es la tajante respuesta de Armengol.
- Reformulo la pregunta. Y si te propusieran un pacto de gobierno, ¿qué pedirías? – insiste Badenes.
   Armengol se queda mirando al bancario. Decide ser cauteloso e ir por partes.
- Quiero la concejalía de urbanismo.
- De acuerdo – es la pronta respuesta de Badenes.
- Y ser primer teniente alcalde.
- Concedido. ¿Es todo? – pregunta el bancario un tanto sorprendido por la contención que parece mostrar Armengol en sus pretensiones.
- No he terminado, Agustín. Y que no se tome ninguna decisión municipal importante sin contar con mi partido.
- Dalo por hecho – asegura el bancario.
- Y que tenga capacidad para poder meter en los servicios municipales a algunos de los míos.
- No creo que haya ningún problema. ¿Has terminado?

   Armengol duda. No sabe si por estirar demasiado la cuerda de las exigencias ésta se puede romper. Le baila en la punta de la lengua una última petición: alternarse en la alcaldía dos años cada partido. Le hace ilusión ser alcalde, ya se imagina la bomba que eso supondría para la gente de su partido, y está viendo la cara de orgullo y satisfacción de su mujer de ser la señora alcaldesa. En el último momento decide que por un solo voto es difícil obtener más. En vez de más concesiones pide otra cosa:
- Y todo cuanto acordemos por escrito y firmado.
- ¿No te sirve igual un pacto verbal entre caballeros? – pregunta Badenes a quien la última petición le ha descolocado un tanto pues es algo que ni él ni Arbós habían previsto.
- Mira, Agustín, sé que tu palabra vale tanto como un acta notarial, pero en definitiva tú no eres más que el negociador y la última palabra la tienen los fachas del PP y de esos no me fío ni un pelo.
- Si me lo permites, Guillem, dos sugerencias: una es que deberás de irte acostumbrando a no llamar fachas, al menos en público, a los que van a ser tus socios en el Ayuntamiento; la otra es que también tendrás que habituarte a ir fiándote de ellos por el mismo motivo. Dicho eso, lo de por escrito y firmado tendré que consultarlo, pero no creo que suponga un gran obstáculo. Y para concluir quiero recordar que, hace algún tiempo, te vaticiné que llegarías a ser uno de los hombres más poderosos del pueblo, pues bien, acabas de poner la primera piedra para ese empeño y para mí es una enorme satisfacción que mi modesta ayuda haya contribuido a ello.
- Lo dijo Blas, punto redondo – remacha jocosamente Armengol.