"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 15 de diciembre de 2023

Libro IV. Episodio 26. Los Carreño pequeños también son solidarios

 Tras la explicación de Almudena sobre la depreciación de la moneda republicana, Julia comprende por qué cuando paga con billetes de los de antes le cobran menos.

     -Pues ahí no acaba el asunto de la moneda, las emisoras nacionales están informando de las series de billetes que se dan por buenos en la zona nacional. Esos son los que has de guardar –le informa la señora Bermejillo.

   -¿Y cómo me entero?, no tengo radio.

   -No te preocupes, le diré a mi hija mayor, que es la que apunta los números de serie, que te haga una copia y te la traiga. De todas formas, quien te explicará mejor el lío de los billetes será Guillermo, pásate una noche y que te lo cuente.

Julia ha hecho otra cosa que debería haberla hecho antes: contarles a sus hijos cuál es la verdadera situación en que se encuentran, sobre todo en el aspecto económico.

   -… y en consecuencia, todos debemos gastar lo menos posible, porque, en cuanto se nos acabe el dinero que traje de casa, lo podemos pasar muy mal, podemos hasta pasar hambre. Y os pido que, si a alguno se le ocurre algo para aportar dinero o comida a la familia, que lo diga, porque de momento no podemos esperar ninguna ayuda, ni de papá, porque no hay comunicación con Madrid, ni del tato, que Dios sabe por qué mares andará.

Los pequeños quedan sobrecogidos, más que por lo que les acaba de contar su madre por lo dramática que se ha puesto al explicarlo. Quienes mejor lo han entendido han sido Concha y Andrés, no en vano son los mayores de grupo. Y son los primeros en responder.

   -Mamá, yo podría trabajar en lo que fuera, lo que no se me ocurre es en qué –se ofrece Concha.

   -Gracias, hija. Ya lo había pensado, pero Suances es muy chico y encontrar trabajo aquí no es fácil –y les cuenta los intentos que ha hecho para encontrar alguna ocupación.

   -Mamá, lo he estado pensando y se me ocurre que podría ayudar a algún pescador, porque de eso hay faena.

   -Pero, Andrés, hijo, ¿y tú qué sabes de pesca?

   -Nada, pero no creo que sea difícil aprender. Para echar las redes, recogerlas, meter el pescado en cajas y traerlo al pósito de pescadores no hay que ser ninguna lumbrera.

   -Y si Andrés encuentra trabajo en una barca, yo le podría ayudar –secunda Froilán.

Quien ahora interviene es Ángela que hasta el momento no ha dicho palabra.

   -Y también podríamos ir a mariscar a la ría. A veces lo hemos hecho jugando, ahora podríamos hacerlo en serio para traer marisco a casa y te ahorrarías comprar pescado.

Julia no responde a los ofrecimientos de sus hijos, no puede, está demasiado emocionada para poder hablar.

Los intentos de los jóvenes Carreño de encontrar trabajo han dado resultados variados, solamente Concha ha conseguido un trabajo que, aunque parcial, es de una cierta estabilidad. Una vieja señora, viuda de un armador de la localidad y a quien los milicianos le dieron el paseo los primeros días del golpe, la ha cogido para que la ayude tres días a la semana. Le paga una miseria, pero más vale eso que nada. Ángela y Froilán, que son los que marisquean, no aportan dinero, pero los bivalvos y algún crustáceo que recogen en la ría de San Martín de la Arena, escasos en cantidad pero ricos en calidad, les alegran las comidas. Andrés no ha logrado encontrar trabajo en ninguno de los barcos de pesca. Lo máximo que ha conseguido es estar presente cuando las barcas arriban a puerto y echar una mano en la descarga de las capturas; no le dan dinero, pero siempre cae algún pescado. Entre lo que trae Andrés y los moluscos de los dos pequeños, los platos a base de pescado son uno de los menús que más se repiten en casa de los Carreño. 

En Madrid, al llegar hoy Infantes a la trastienda de Ramírez le pide que saque el mapa mural en el que, con chinchetas de colores, van marcando las posiciones de los dos ejércitos.

   -Esto hay que volver a modificarlo. Las columnas de Yagüe han tomado Maqueda, localidad en la que la carretera se bifurca hacia el noreste en dirección a Madrid y hacia el sudeste en dirección a Toledo –y añade-. Ello provocará un dilema a los nuestros: si continúan por la carretera de Extremadura y mantienen el ritmo actual, Madrid puede estar a su alcance en unos días, pero si toman la carretera que conduce a Toledo, les están aguardando los defensores del Alcázar.

   -¿Qué crees que van a hacer? –pregunta Julio.

   -No creo que nadie sepa lo que piensa Franco, pues la decisión está en su mano. La lógica militar indica que lo sensato es seguir 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 27.El Generalísimo