"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 26 de marzo de 2021

Libro II. Episodio 85. Es un vaso de agua clara

   Julia ha pensado valerse de que su hermana Consuelo la ha invitado a cenar y, cuando se queden solas, preguntarle sobre su relación con Julio. Una de sus preguntas es si él la quería.

   -¿Qué si me quería? Con toda su alma. Para él también fui su primer amor y eso es algo que jamás se olvida.

   -Y si ambos estabais enamorados, ¿por qué rompisteis?

   Consuelo vacila, da la impresión que duda sobre qué contestar.

   -Yo era muy joven, tenía muchas ganas de perder de vista a nuestra madre, de divertirme, y él… –Aún no ha pronunciado el nombre de Julio, como si algo se lo impidiera- se fue a la mili y a mí me quedaban tres años de guardar su ausencia. ¿Sabes lo que eso supone? Estar tres años, que cuando tienes dieciocho te parecen tres siglos, guardando la ausencia que es como si fueras viuda sin haberte casado. No debes salir de paseo, no puedes asistir a un baile o ir a la feria, te pasas la mayor parte del tiempo en casa como si fueras una monja de clausura, ¡un horror!

   -¿Rompiste solo por qué te aburrías? –La pregunta va cargada de perplejidad.

   -Hubo más motivos. Madre quería que me casara con algún rico heredero y de hecho me buscó varios pretendientes de familias con posibles, a cual más palurdo. Julio –al fin ha dicho su nombre-, entonces no tenía donde caerse muerto. Ya puedes imaginarte que madre lo enfiló desde el primer día, decía que era un cabeza de chorlito y un muerto de hambre. No sé si te acuerdas de las peleas que teníamos. Recordarás, pues tú le abriste el portón, que una noche vino a hablar con madre que le sometió a un interrogatorio como si fuera un robaperas. A pesar de todo seguí con él, pero un día apareció Luis que no tenía nada que ver con los patanes que quería endilgarme madre… y todo cambió. Era amable, parecía encantador y me llenaba de atenciones; encima contaba con el beneplácito de madre…, y Julio estaba tan lejos y tardaría tanto en volver…, y toda esa mezcla de sensaciones y de hechos fue lo que terminó por decantar la balanza.

   -¿Alguna vez te has arrepentido?

   Consuelo al pronto no contesta, cuando lo hace su respuesta es ambigua.

   -Muchas veces me he preguntado si hice bien, pero… a lo hecho, pecho. Si hubiera sospechado lo que me aguardaba quizá no hubiera roto, pero nunca sabes cómo será el futuro. Porque ya ves la clase de vida que llevo: de casa a la tienda y de la tienda a casa. Luis –y baja la voz como si su marido pudiera oírla- de novio era un encanto, pero de marido sabes cómo es, más moro que un sultán -Y dando un giro a sus confesiones, se pone en plan de hermana mayor-. Que te sirva mi experiencia para que no te pase lo mismo. No te enamores de alguien que tenga que hacer la mili, lo de guardar la ausencia es insoportable. No te ennovies con quien no te guste a rabiar, hazlo con alguien que te haga feliz, que te respete, que te haga sentirte segura y querida. Y, sobre todo, no le hagas caso a madre pues te buscará alguien que tenga fanegas, ganaos y duros. Ninguna de esas cosas te hará feliz, te lo digo por experiencia.

   -¿Volviste a hablar con Julio después de la ruptura?

   -Nos hemos saludado de lejos pero nada más. A mí no me ha parecido apropiado hablarle y él no ha hecho gesto de acercarse.

   -¿Ha tenido otras novias?

   -De cuando estuvo en la mili no sé, pero de aquí creo que ninguna en plan formal. Ha salido con alguna que otra moza, pero nunca ha llegado a comprometerse. Lo que cuentan es que ha tenido y tiene muchos líos con mujeres casadas, hasta en alguna ocasión he oído referirse a él como un donjuán.

   -¿Sabes por qué sigue soltero?, igual es que sigue enamorado de ti.

   -Huy, no lo creo, han pasado diez años y eso es mucho tiempo. Supongo que no ha conocido a una mujer que le vaya, y como siempre encuentra algún pendón que le calienta la cama… Veo, Julina, que te interesas mucho, ¿acaso te hace tilín?

   Julia se ruboriza como una colegiala. No sabe por qué, pues no está interesada por Julio en el sentido que pregunta su hermana.

   -Naturalmente que estoy interesada por él, pero no en el sentido que crees. Hasta hace cuatro días era mi competidor y ahora es un aliado comercial. Cuanto más le conozca mejor podré comprenderlo y me resultará más fácil negociar con él. De ahí mi interés.

   -Bueno, tampoco sería tan raro que te atrajera. Sigue teniendo buena planta aunque últimamente se ha puesto algo fondón, es listo y sabe cómo tratar a una mujer, y encima es un buen partido. Aunque para ti es demasiado mayor, lo que necesita Julio es una mujer hecha y derecha y tú todavía eres un huevo a medio cocer.

   La última frase ha escocido a Julia que tiene la réplica en la punta de la lengua…, pero se contiene, piensa que no tiene ningún sentido pelearse con su hermana.

   A Julio le ocurre algo parecido que a Julia, se interesa por ella, por su pasado y sobre todo por su presente y quiere saber más. La única persona de confianza a la que puede preguntar sobre la adolescencia de la muchacha en Malpartida es su amigo Argimiro. Para justificarse le cuenta un pseudomotivo.

   -Sabrás que he llegado a un pacto con el Bisojo; bueno, en realidad con quien he pactado ha sido con tu paisana, Julia Manzano, que es la que lleva la tienda. De esa muchacha, a pesar de que vive con mi madre, no sé casi nada y me interesaría conocerla a fondo, pues de un medio socio, como no sepas cómo respira, te la puede jugar. Dada la amistad de tu mujer con la familia Manzano supongo que Carolina conocerá la vida y milagros de la chiquilla. Pregúntale que puede contarme de ella sobre su vida en el pueblo, especialmente a partir de que se hizo mocita.

   -¿Qué quieres saber exactamente?

   -Pues todo, qué hacía, que amistades tenía, si salía con chicos, que cosas le gustaban, que manías tenía…; en fin, como he dicho su vida y milagros mientras estuvo en el pueblo. Ah, y lo que hace y con quien va cuando vuelve por navidad y en verano. Cuanto más sepa mejor podré entenderla y me resultará más fácil negociar con ella –Sin saberlo, Julio ha dado las mismas razones que dio Julia para indagar sobre su vida.

   Unos días después Argimiro le cuenta que según su esposa, que la conoce desde niña, la vida de Julia en Malpartida es como un vaso de agua clara. Siempre fue una niña como las demás, quizá algo revoltosa, aplicada en la escuela y devota en la iglesia. Y de mozuela no se le conoce que haya tenido novio ni coqueteo con mozo alguno.

   -Entonces, ¿solo eso? –demanda Julio, que por una parte se siente defraudado y por otra aliviado de que la muchacha no tenga una historia tras ella.

   -Bueno, tú conociste a la señora Soledad, tenía a sus hijos en un puño. Y ya que cito a su madre, te contaré un rumor que también afecta a Julina. Dicen las chismosas que la Sole le dio permiso pa irse del pueblo porque estaba celosa de ella. Al parecer, el tío Timoteo, un viejo rico del pueblo, cortejaba a Soledad hasta que comenzó a fijarse demasiao en Julina. Carolina sospecha que eso lo aprovechó la muchacha, que es bastante ladina, pa presionar a su madre y marcharse de casa.

   -Gracias, Argimiro. Si te enteras de algo más ya me contarás.

   Resueltas las pesquisas de la vida de Julia en su pueblo, Julio piensa que la persona que mejor ha de conocer las andanzas de la muchacha en Plasencia debe ser su madre. También es consciente que preguntarle sobre las correrías de su pupila puede ser un arma de doble filo. Lo primero que querrá saber es el porqué de tales preguntas. Y a partir de ahí, los interrogantes se encadenarán. Por lo que opta por no preguntarle. ¿A quién hacerlo?, piensa en su amigo  Cándido pero lo desecha, mejor que sea una mujer. Repasa mentalmente la relación de clientas con quienes tiene mayor confianza… hasta que por asociación de ideas surge un nombre: es discreta y leal, aunque no es amiga suya pero sí su empleada. Le pedirá a Antonina, su dependienta, que haga indagaciones reservadas sobre la vida social de Julia en la ciudad. Utiliza el mismo pretexto que usó con Argimiro.

   -Antonina, sabes que he pactado con el Bisojo. Bueno, en realidad con quien lo he hecho ha sido con Julia, su encargada. De esa muchacha, a pesar de que vive con mi madre, no sé casi nada y me interesaría conocerla a fondo, pues de un medio socio, como no sepas cómo respira, te la puede jugar. De su biografía comercial lo sé todo, pero de su historia como persona sé muy poco. Quiero que, de manera discreta y sin que llegue a enterarse, preguntes por ahí sobre su vida y milagros: con quien sale, con quien entra, que clase de amigos y amigas tiene, en qué emplea sus ratos libres…, en fin todo lo que pueda ser relevante sobre su forma de ser. E insisto, todo ello hecho con la mayor reserva.

   Las indagaciones de Antonina no le llevan demasiado tiempo. A pesar de que Plasencia cuenta a principios del siglo veinte con algo más de ocho mil habitantes, no deja de ser un pueblo en el que todo el mundo se conoce. La investigación de Antonina ofrece un resultado similar al proporcionado por Argimiro. Por decirlo con las mismas palabras: la vida de Julia es un vaso de agua clara. No tiene muchas amigas pero si leales. La rondan varios mozos pero no parece que haya intimado con ninguno. Sus ratos de esparcimiento son contados pues tiene mucho trabajo. Tiene fama de ser buena persona, divertida e ingeniosa y muy religiosa. Puesto que el Bisojo le paga un buen sueldo como encargada con plenos poderes del negocio se la considera un buen partido en el entorno mesocrático de la ciudad. Y poco más. La información de su dependienta provoca en Julio el mismo efecto que la de Argimiro: decepción y alivio. Decepción por tan pocos resultados y alivio por ello.

   -Por lo que cuentas, veo que esa muchacha tiene una vida muy plana, por decirlo de algún modo, ¿no te parece?

   -Es posible, pero ya me dirás que clase de vida puede tener con la de horas que echa en la tienda –comenta con sorna Antonina.

   Al final Julio se queda con la expresión de Argimiro: Julia es un vaso de agua clara. ¡Ojalá nunca se enturbie!, musita.

  

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 86. A vueltas con el sexto