La invitación de Álvarez a Ballarín y a Ponte
para pasar la primera quincena de agosto en el apartamento de su hijo ha de
recibir el okey de la grey femenina,
como suele decir irónicamente Grandal cuando se refiere a las esposas de sus
amigos y en el caso de Ponte, que es viudo, a su hija Clara que es quién le
mangonea. Para el proponente de la invitación, Álvarez, los reparos por parte
de su mujer han sido mínimos. Incluso se ha quedado más tranquila al enterarse de
que uno de los invitados es Ballarín de quien conoce sus buenas mañas en la
cocina.
-Al menos,
podréis comer de vez en cuando en casa –comenta tras dar su visto bueno a la
propuesta de su marido.
A Ballarín, su esposa le ha puesto muchos
más peros. Ha insistido en que es un deber de ambos ir a Huesca a ayudar a su
hija, que está llevando mal su último embarazo. Empieza a ceder cuando el
exferretero le recuerda que la última vez que estuvieron en la ciudad oscense
se pasó la mitad de los días de bronca con su yerno y eso que fue solamente una
semana. Ahora, que será todo el verano la convivencia puede acabar como el
Rosario de la Aurora y él ya no tiene edad para estar tanto tiempo de un cabreo
a una bronca pasando por un ataque de nervios de la hija. La resistencia de la
mujer a que su marido se vaya con sus amigos termina por derrumbarse cuando
conoce que también podría ir Ponte, del que tiene muy buena opinión pues lo considera
persona que aportará sensatez al resto. Al final la mujer cede, pero ata el plazo:
puede irse con su pandilla, pero únicamente las dos primeras semanas de agosto.
A Ponte le ha pasado algo parecido que a
Ballarín. Su hija Clara se ha puesto hecha un basilisco ante el plan de que su
padre se vaya a la playa con sus amigotes, como siempre les llama cuando algo
de ellos no le gusta.
- Papá,
estarás mucho mejor en Madrid donde lo tienes todo al alcance de la mano, la
farmacia al lado de casa y el ambulatorio a la vuelta de la esquina. Además, aquí
tienes a Felisa que te prepara lo que te gusta comer, ¿y allí donde comeréis,
de restaurante? Si fueran unos días, ¿pero dos semanas? Quita, quita.
- Clarita,
hija, oyéndote cualquiera diría que soy un enfermo crónico y que solo voy del
médico a la farmacia. A Dios gracias, estoy bastante bien a pesar de mis
alifafes y, salvo excepciones, solo voy una vez al mes a la de medicina general
a por mis recetas y cada tres meses al internista a que vigile mi insuficiencia
renal. Por lo demás, tú mejor que nadie sabes que me manejo razonablemente
bien. En cuanto a comer, seguramente que también vendrá Amadeo, que es un
cocinillas muy apañado. No tendremos que comer de restaurante, salvo cuando nos
apetezca.
-Aun así, papá,
creo que no es lo más indicado, pero si te empeñas tú veras, luego no me vengas
con quejas y lamentos de que si te duele aquí o allá o que tienes no sé qué
problemas.
Tras un tira y afloja, más aparente que
real, Clara termina cediendo. Sabe que cuando a su padre se le mete una idea en
la cabeza es difícil sacársela.
Un día después de estas trifulcas domésticas,
los cuatro amigos se reúnen nuevamente en el Centro de Mayores de Moncloa:
podrán pasar juntos en la play, al menos, la primera quincena de este agosto
del dos mil dieciséis. Bueno, para ser precisos, Álvarez, Ballarín y Ponte en
el apartamento de uno de los hijos del primero, sito en Torrenostra. Y el
último del cuarteto, Grandal, estará en Marina d´Or que se encuentra de
Torrenostra a unos once kilómetros en línea recta y a unos diecinueve en coche.
Álvarez, como promotor del plan y conocedor de la zona, les pone en
antecedentes sobre lo que se van a encontrar.
-Torrenostra
es algo así como el barrio marítimo de Torreblanca, municipio de la costa norte
de la provincia de Castellón. Viene a ser lo que en la región valenciana suelen
llamar un grao.
Al oír
mencionar Torreblanca, Grandal se pregunta:
-¿De qué me
suena ese nombre?
-De que fue
uno de los pueblos de la Plana Alta por los que anduvimos buscando a los García
Reyes para ver si podíamos dar con el Tío Josefo cuando lo del robo del Tesoro
Quimbaya (*) –recuerda Ponte.
-Como os iba
diciendo –Álvarez retoma su explicación -. Torrenostra es el típico lugar que
está pensado para el verano, después de septiembre queda prácticamente
desierto, solo contadas personas aguantan allí el invierno. Tiene cuatro playas
muy majas, separadas por sendos espigones. Y es un lugar ideal para gente como
nosotros que no buscamos jaleo ni movidas ni discotecas ni nada de follón sino
paz y tranquilidad. Mi hijo Nacho, que como buen ingeniero es amigo de las
síntesis, dice que es un estupendo lugar para jubilados y familias con niños. O
sea, que para nosotros es un sitio ideal.
-Oye, Luis,
¿cómo piensas que organicemos el desplazamiento? –pregunta Ballarín que, como
exferretero, es muy amigo de la precisión.
-Podemos ir
los tres en mi coche, aunque sería mejor contar con dos vehículos. A veces hay
que subir al pueblo a hacer alguna compra y está a tres quilómetros. Tener dos
coches nos facilitaría los desplazamientos.
-Para el
segundo coche contar con el mío, aunque primero tengo que llevar a mi mujer a
Huesca y desde allí viajaré a Torrenostra –recuerda Ballarín.
Y así quedan, Álvarez se llevará con él a
Ponte y Ballarín se reunirá más tarde con ellos. Grandal, que se ha quedado al
margen de los últimos acuerdos puesto que no le atañen, interviene para
informarles de la fecha de su marcha a Marina d´Or:
-Chelo y yo
nos vamos a Oropesa el uno de agosto, ¿cuándo pensáis viajar vosotros?
-¿Pero no
dijiste que ibais a veranear a Marina d´Or y ahora hablas de ir a Oropesa? –pregunta
Ballarín.
-Es que
Oropesa del Mar es el municipio al que pertenece Marina d´Or –aclara Grandal
-Por cierto,
la gente de por allí dice Orpessa. Se comen la segunda o –especifica Álvarez -.
Yo pensaba viajar el treinta de julio, pero Matilde me recordó que es sábado y
que habrá un tráfico de narices. Y lo he cambiado por el primero de agosto,
pero en cuanto a la fecha estoy a lo que le venga mejor a Manolo. ¿Cuándo te
viene a ti bien? –pregunta dirigiéndose a Ponte.
-Por mí,
cuando tú quieras, el uno me parece bien.
-Oye, Luis,
¿y en dónde jugaremos?, ¿hay algún Centro de Mayores, algún casino o algo parecido?
–quiere saber Ballarín.
-En el
pueblo hay un Centro de Mayores, al que por cierto hay gente que le llama el
desguace, pero no vamos a desplazarnos tres kilómetros para jugar. Lo haremos
en la terraza de alguno de los bares que están en primera línea de playa y en
las que corre siempre una brisa que da gusto. Ya veréis, no vais a pasar ni
pizca de calor. Para mí que es de lo mejor que tiene esa playa.
-Luis, antes
has dado un dato que no me ha quedado claro. Has comentado que Marina d´Or está
a once quilómetros de Torrenostra, pero en coche a diecinueve. ¿Por qué esa
diferencia? - pregunta Grandal al que no le gusta nada conducir.
-Lo de los
once es en línea recta, pero por la costa no hay ninguna carretera porque entre
Marina y Torrenostra está el Parque Natural del Prado de Cabanes-Torreblanca
que es una zona de humedales bastante grande y por la que no se puede pasar.
Tendrás que salir a la nacional trescientos cuarenta en dirección norte y una
vez en Torreblanca coger la carretera del mar. Está todo muy bien señalizado,
no te perderás. Como la costa hace un óvalo, desde Torrenostra y mirando hacia
el sur parece que tienes delante a Marina d´Or, pero para ir de un sitio a otro
tienes que dar la vuelta por la nacional.
-¿Y en el
parque ese de Cabanes-Torreblanca qué es lo que hay? –interroga Ballarín.
-Yo no lo he
visitado porque lo de pegarse una panzada de andar en plena calorina no es que
sea mi ideal, pero tengo entendido que lo que más hay son pájaros, no sé de qué
clase, y bichejos de esos que se crían en las aguas salitrosas. Un viejo del
pueblo me contó que hace algo más de sesenta años se cultivó arroz, pero ahora
no hay más que plantas salvajes de las que crecen en los sitios pantanosos. Ah,
de lo que hay, y en abundancia, son mosquitos, aunque afortunadamente no se
hacen sentir en la playa porque el Ayuntamiento se encarga de fumigar la zona.
-¿Y el
parque se puede visitar? –sigue preguntando Ballarín, una de cuyas aficiones ya
medio olvidada fue la ornitología.
-Creo que
sí, pero son visitas guiadas, no puedes ir por tu cuenta. Si tienes interés en recorrer
el parque, hay un centro informativo en la playa donde podemos preguntar –le
informa Álvarez.
-Tendré que
coger los prismáticos –musita el exferreterro.
-Lo que
tienes que coger es el manual del buen jugador de dominó a ver si así espabilas
de una puñetera vez –le espeta Álvarez.
(*) Novela
“El robo del Tesoro Quimbaya”: se puede ver en este mismo blog.
PD.- Hasta
el próximo viernes