"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 15 de enero de 2016

10.9. ¿Pero es que estoy fichado?



   La batalla por ver quien se hace con las dos vacantes de guardas de campo se ha reducido a una pugna entre el clan de los Arbós y Gimeno. Al final, la pelea no tiene color, se resuelve a favor del jefe local del Movimiento mucho más fácilmente de lo que parecía al principio. Los dos protegidos de Gimeno se convierten en los nuevos guardas rurales.
   Tal y como había sugerido Lola, José Vicente aprovecha la batalla para terminar con el poder del clan. Con la inestimable ayuda del secretario del Ayuntamiento, maniobra en la Cámara Sindical Agraria para deponer a Leoncio Gasulla como presidente de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos y colocar en su lugar a uno de sus paniaguados. Al ir a rematar a Rodrigo, Lola le previene:
- Creo que no deberías hacerlo.
- ¿Pues no opinabas que era el momento de acabar con los Arbós de una vez por todas? ¿Ahora cambias de parecer?
- No creo que haya una sola persona en el pueblo que cuestione que la pelea la has ganado tú. El clan está acabado. Por eso, que des una muestra de generosidad te va a dar más credibilidad ante los demás. Todos saben que deponer a Rodrigo de la presidencia de la cooperativa sería para ti un juego de niños. Si no lo haces, pudiendo realizarlo, será una demostración de magnanimidad.
- No dudo que sea como dices, pero si continua Rodrigo en San Isidro será tanto como seguir teniendo un grano en el culo.
- Sabes mejor que nadie que eso no es cierto. Mientras seas secretario, el presidente de la cooperativa, sea Rodrigo u otra persona, no será más que un títere en tus manos.
   En esta ocasión, Gimeno no atiende el consejo de su mujer. Últimamente no está por seguirle la corriente. Maniobra en el interior de la cooperativa, lo que le resulta fácil puesto que conoce a todos los cooperativistas y son muchos los que le deben favores. Con el pretexto de que hay que elegir nueva junta directiva se carga a Rodrigo y le sustituye por otro acólito suyo.
   Pese a resultar vencedor en la contienda, ésta deja un sabor agridulce a Gimeno porque al final de la misma se entera de algo que le hiere profundamente. Uno de los nuevos guardas de campo, pasaba por ser un recomendado de la esposa del alcalde. La alcaldesa se batió bizarramente por él desde el primer día del proceso hasta conseguir situarle en la pomada. Lo que no contó a nadie, ni siquiera a su marido, es que quien le sopló el nombre, suplicándole encarecidamente que lo recomendara, fue Lola. Resulta que el teórico protegido de la alcaldesa es primo carnal de Rafael que fue quien pidió a su ex novia que apoyara a su pariente. A José Vicente le inquieta, no tanto porque se trate de un primo de Blanquer, sino porque su mujer haya jugado sucio y le haya ocultado su maniobra. La pesadilla de los celos le envuelve otra vez y está convirtiendo su vida en un verdadero infierno. Solo sigue teniendo sospechas, pero éstas son más que suficientes para alimentar sus achares. Aunque algo más tarde que Fina también se ha dado cuenta de ciertos cambios en el ropero de Lola. ¿Por qué una mujer se preocupa tanto por su lencería? Las posibles respuestas le ponen enfermo. Y luego están los hechos concretos: últimamente Lola parece estar mucho más contenta y alegre, sonríe por las cosas más nimias y canta con frecuencia. Pero lo que califica como un sólido indicio, casi una prueba, es que en la cama ya no se entrega con la misma pasión y ternura que antes, ahora se la ve como distraída, como si su mente no estuviese allí, y en los juegos eróticos anteriores a la consumación su comportamiento se ha vuelto bastante pasivo. Así no puede seguir. Debe de tomar una decisión y cortar por lo sano antes de que la situación llegue a un punto irreversible o acabe volviéndose loco. Sopesa las distintas opciones que tiene y solo ve una factible: tienen que irse del pueblo, mientras sigan allí la posibilidad de que Lola termine en los brazos de otro puede ser cuestión de tiempo. Eso, si no ha ocurrido ya. Y la mera sospecha se convierte en una espantosa e interminable pesadilla.
   Gimeno se pasa por la secretaría de la Jefatura Provincial, tiene algo que pedirle a su amigo Germán a quien no le cuenta sus verdaderos motivos para querer irse del pueblo, le da una versión radicalmente distinta:
- Germán, tengo que sacar a Lola y a la niña del pueblo. La pequeña no tendrá ningún futuro viviendo allí y la madre se ahoga en aquel ambiente. No pueden continuar ni un día más. Yo no tengo ningún problema en seguir en Senillar hasta que me jubile, pero ellas no lo van a soportar. Por eso te pido ayuda. Me ha llegado el rumor de que Alejo Galindo se marcha a Madrid y va a quedar vacante la presidencia del Sindicato de Hostelería, ¿sabes algo?
- Sí, está confirmado. Le han ofrecido un cargo importante en la Delegación Nacional. Me parece que hará carrera.
- ¿Y crees que tengo alguna oportunidad de hacerme con ese puesto?
- ¿Quieres que te sea sincero? Mientras esté el actual Gobernador lo dudo.
- ¿Qué me dices? Yo creía estar bien conceptuado.
- Y lo estás, pero rechazaste la oferta de dirigir la Obra de Educación y Descanso y me da la impresión de que se lo tomó como algo personal. Es muy dudoso que vuelva a hacerte otro ofrecimiento. Ya sabes como funcionan estas cosas.
- O sea, que si quiero un cargo tendré que esperar a que se produzca el relevo en el Gobierno Civil.
- Y aun así, ya veremos. Ten en cuenta que antes de ofrecerte algo echarán un vistazo a tu ficha.
- ¿Pero es que estoy fichado? – La cara de Gimeno es la viva imagen del estupor.
- ¡Coño, pues claro! Parece mentira que seas tan ingenuo. En este país estamos todos fichados, tú, yo y el lucero del alba.
- ¿Y se puede saber qué dice mi ficha, algo en mi contra?
- No. Además de muchos otros datos, recoge los hechos objetivos de la propuesta de Educación y Descanso, que en tal fecha se te ofreció tal cargo y que no lo aceptaste. Nada más.
- ¿Estás seguro de que no pone nada más?
- Como no voy a estarlo si la elaboré yo.
- ¡Joder, Germán! – se lamenta José Vicente -, creía que eras amigo mío.
- Y lo soy, no te contaría estas cosas si no lo fuera, pero tú tienes unas obligaciones y yo otras. La amistad no tiene nada que ver.
- Entonces, ¿crees que no voy a tener ninguna otra oportunidad?
- Eso es difícil saberlo, José Vicente. La vida da muchas vueltas y la política todavía más, pero te voy a dar un consejo por si quieres promocionar: que no se te vuelva a ocurrir rechazar un ofrecimiento por modesto que sea. Ya conoces la política que rige en el partido, todo afiliado debe de estar siempre dispuesto a aceptar los encargos o los puestos que el mando quiera echar sobre sus hombros. Una segunda negativa te eliminaría por completo de las listas de candidatos a cargos. O sea, que aplícate el cuento.
- Gracias por el consejo. De todas maneras, voy a jugar mis bazas y cuando se confirme la vacante espero que apoyes mi candidatura.
- Sabes que puedes contar con mi apoyo. A día de hoy no está dicha la última palabra. Te prometo que trataré de colocarte. Y para que se te suba el ánimo te soplaré que el jefe valora más que nunca mis consejos.
- Te lo agradezco en el alma, Germán. No puedes ni imaginarte lo que estoy pasando.