"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 2 de marzo de 2018

42. Timeout



   La agresión sufrida por Salazar a manos de el Chato de Trebujena desbarata los planes de los distintos enviados a negociar con él, al menos en lo referente al factor tiempo. Los efectos de la paliza por un lado y los analgésicos por otro han dejado sumido al exsindicalista en un estado en el que no está en condiciones para negociar nada. Todos han admitido que tendrán que darle unos días de tregua hasta que esté en situación de valorar sus distintas propuestas. La pregunta que se hacen es: ¿hasta cuándo durará el paréntesis? Al mismo tiempo, el hecho de que sean varios los que quieren negociar con él hace que cunda el nerviosismo entre ellos pues todos son conscientes de que el tiempo discurre en su contra. Alguno va más allá y piensa que quizá lo que hagan durante ese tiempo muerto puede cambiar el curso de los futuros acontecimientos.
   Uno de ellos, Alfonso Pacheco, tras dejar Torrenostra, regresa al hotel de Orpesa donde le está esperando su esposa. El ingeniero no ha contado a su mujer el verdadero motivo del viaje. Macarena sigue creyendo que anda estudiando sobre el terreno como se lleva a cabo el Plan de Prevención y Extinción de Incendios Forestales, que fue el pretexto dado para el desplazamiento a la provincia levantina. Y no se lo ha contado porque tiene buenas razones para ello. Al hermano predilecto de su esposa el caso ERE le ha arruinado la vida y no porque esté imputado en el mismo. Alberto, así se llama, trabajaba en una empresa consultora en la que a sus veintitantos años ya era director de recursos humanos. La empresa, una de las confabuladas en el fraude de las subvenciones ilegales, tuvo que presentar concurso de acreedores al ser acusados sus administradores de malversación, asociación ilícita, falsedad documental y delito contra la Hacienda Pública. En veinticuatro horas Alberto pasó de tener un brillante porvenir a la cola de los que buscan empleo. A Macarena es mentarle el caso ERE y se la llevan los demonios. El paréntesis impuesto por el estado de Salazar induce a Pacheco a contarle a su esposa la verdad aunque disfrazada de puro azar.
-Cariño, tengo dos noticias, una buena y otra mala. ¿Cuál te cuento antes?
-La buena.
-Nos tendremos que quedar algunos días más de los planeados. Y la mala: ayer, por pura chiripa me tropecé con Curro Salazar. Fue él quien primero me vio por lo que no pude zafarme. Ya sabes que somos paisanos. Y no hay más, pero quería que lo supieras.
-¿Curro Salasar?, ese malnasido es uno de los culpables de que Alberto esté en la calle. Así le dé un mal aire y la palme.
   Pacheco opta por la callada como respuesta. Es mejor no echar leña al fuego, sabe lo resentida que está su esposa con todo lo que se relacione con el caso ERE.
   A Jaime Sierra, en cambio, el paréntesis en su misión no le da ni frío ni calor. Sin empleo y sin grandes esperanzas de encontrarlo, por el momento se limita a trabajar en el paro, curiosa expresión que solo puede darse en un país con millones de desempleados y una Seguridad Social que los cubre al menos temporalmente. Como buen aficionado al baloncesto le parece que la situación actual es lo que en el deporte del que es un fan sería un timeout. Ese tiempo muerto tendrá que llenarlo de algún modo. “Quizá pueda hacerme con el chico de Curro, podría ser una manera de acercarme más a su padre. Me da que le gustan los coches, por ahí podría engatusarle. También tengo que trabajarme más a Alfonso, a los aliados hay que cuidarlos”, se dice.
   El que precisamente ha dejado al chico de Curro es Carlos Espinosa que vuelve a su alojamiento en el Grao de Castellón. Pensaba acercarse al Club de Golf Costa de Azahar que está cerca del hotel. Su plan se va al traste cuando el recepcionista le da una nota a su nombre: “Llamó su amigo Pako. Pregunta si van a cenar esta noche. Volverá a llamar”. El mensaje le deja pensativo. Sus patrones le indicaron que alguien le llamaría diariamente a mediodía para preguntarle si cenaban juntos. Tiene que responder que no mientras mantenga la esperanza de convencer a Salazar y sí cuando considere que no puede persuadirle. A Espinosa no le dieron más datos pero, como hombre inteligente que es, ha ido deduciendo más información. Quien le llama es un extranjero, habla bastante bien el español pero su acento lo delata. ¿Y por qué le llama diariamente? La respuesta no puede ser otra: debe ser la persona encargada de un plan B si su gestión fracasa. ¿Y cuál puede ser ese hipotético plan B? Conociendo a sus promotores sabe que son capaces de todo. Desde luego no será un plan para seguir negociando con Salazar, para eso lo tienen a él, será un plan para otro objeto y… teme lo peor. No es algo que le quite el sueño, lo que le fastidia es que si el supuesto plan B se activa eso querrá decir que ha fracasado en su gestión y la palabra fracaso no figura en su vocabulario. Tiene que convencer a Salazar como sea y si no tendrá que pensar en otro, por ahora indeterminado, plan B pero por su cuenta. Lo tendrá que meditar.
   El hijo de Salazar ha proyectado ir mañana y tarde a visitar a su padre. Sigue sintiendo por su progenitor los mismos rencorosos sentimientos que tenía antes, pero trata de disimularlos. Tiene una razón poderosa para ello: Curro todavía no le ha dado un euro ni le ha dicho como realizará los envíos de dinero en el futuro. Por otra parte le preocupa que tantas personas hayan venido a interesarse por el autor de sus días. “Eso no puede ser bueno y además puede interferir en la predisposisión de mi padre a fasilitarnos el dinero que tanto nesesitamos”. Por si faltaba algo, ya se ha cruzado varias veces en el hostal con Rocío, pero ya no la insulta, se limita a ignorarla.
   La exnovia de Curro también acude al hostal a preguntar por él. Puesto que la patrona le prohibió que subiera a la habitación se limita a preguntar en recepción cómo va la recuperación del señor Martínez. Ha estado pensando de qué manera podría enviarle algún mensaje a su examante y solo ve una vía, aunque es algo que le repatea, hacerse amiga de la camarera que se encarga de la habitación de Curro. “A ver cómo me hago con ella, tendré que haserme la encontradisa…”.
   Los que no han tenido ningún inconveniente para subir a ver al gaditano han sido sus viejos compañeros de dominó. Lo encuentran desmejorado y abatido, no es el hombre vital y desenvuelto que conocieron.
-Bueno, Martínez, ¿cómo va esa salud? –pegunta Álvarez.
-Yo te veo bien, estás mejorando a ojos vista –afirma Ballarín con la intención de animarle.
-Te echamos de menos en la partida. A ver si te recuperas pronto –le desea Ponte.
   Pero lo que pone de malhumor a Curro es lo que le explica Grandal:
-Creo que sabes que fui policía. Pues bien, he estado hablando con el sargento del puesto de la Guardia Civil del pueblo sobre tu agresión. Me dice que no pueden abrir una investigación porque no hay ninguna denuncia interpuesta. Creo que deberías ponerla. Si quieres me ofrezco a acompañarte al cuartelillo para poner la denuncia, cuando te encuentres mejor, naturalmente.
-Gracias, Jacinto, pero creo que no lo voy a hacer. ¿Para qué? A estas horas el fulano que me golpeó vete a saber dónde estará. Por otra parte no me robó nada, como sabes la intervención de un amigo evitó que pudiera hacerlo –al ver el gesto de suspicacia de Grandal, matiza-. De todas formas, me lo pensaré.
   Cuando salen de visitar al baqueteado Curro, el excomisario verbaliza sus sospechas:
-Este fulano nunca me pareció trigo limpio y cuanto más le trato más me lo parece.
-Desde luego raro es, lo muelen a golpes y no quiere saber quién ni por qué –corrobora Álvarez.
-Quizá no ha denunciado la agresión porque sabe quién es el agresor y teme que si le denuncia le pueda volver a zurrar la badana –sugiere Ponte.
-Manolo, eso me recuerda lo del piensa mal y acertarás –sentencia Ballarín.
   La paliza sufrida por Curro y su posterior convalecencia han provocado la enésima pelotera entre Anca y Vicentín. El joven recrimina a su novia que se pasa demasiado tiempo en la habitación del convaleciente con el pretexto de que no tiene quien le cuide. Ella replica que al tener asignado su cuarto, tiene el compromiso laboral y hasta moral de atenderle. Al joven esos razonamientos le suenan más falsos que un billete de siete euros. Por mucho que Anca argumente su posición Vicentín no da su brazo a torcer.
-No me vengas con historias. Al final lo que cuenta es que pasáis mucho tiempo en la habitación los dos solos. ¿Qué crees que pensará la gente?, pues que me pones los cuernos. Y aunque no lo hagas, hay babosos que lo seguirán creyendo.
   Al infierno de los celos, Vicentín suma el surrealista mundo de las apariencias, del qué dirán,
cuestiones que tienen un sólido valor en las sociedades cerradas como la torreblanquina, donde lo que importa no es tanto lo que eres, sino lo que pareces ser. Y si se considera malo ser cornudo es mucho peor parecerlo.

PD.- Hasta el viernes próximo