"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 23 de diciembre de 2016

90. Van a flipar en colores



   Ponte madruga aunque sea domingo, está citado con sus amigos en casa Grandal para continuar el debate sobre las seis certezas y una duda definidas por los inspectores del Caso Inca. Esta mañana solo abre una portada, elige la de El País porque en la versión on line es la que en su opinión mejor resume las noticias más importantes. El titular principal trata de lo que sigue siendo el suceso político más destacado del país en los últimos días: la investidura del futuro Presidente del Gobierno. Ni la lee, más de lo mismo, piensa. En cambio se fija en un suelto que viene en la columna de salida: La fractura social causada por la crisis abre camino a Trump. En la misma se explica que: El auge del candidato republicano desconcierta a Estados Unidos. O sea, que la crisis no solo está pasando factura a los gobiernos europeos, también ha llegado a América, piensa. Y Trump, que por lo que leído no tiene ninguna experiencia política, puede convertirse en el nuevo presidente yanqui, algo que veo probable puesto que, por lo que parece, la mayoría de periódicos le están haciendo la campaña hablando todos los días de él, concluye
   A las diez y media, como habían quedado, los cuatro amigos se reúnen en casa Grandal para retomar el debate sobre los ítems que restan por analizar. En el corcho sigue pinchado el folio del quinto ítem que no llegaron a debatir el día anterior cuyo texto dice: Según la confesión de Martínez, los ladrones conocían la fecha exacta de la llegada del tesoro a Madrid, pese al secreto con el que se planeó su envío. Lo que muestra que tenían contactos, españoles o franceses, que les facilitaron tal información.
- ¿Qué habéis pensado sobre esto? – indaga Grandal.
   Nadie del trío de la bencina, como a veces les llama Chelo, contesta por lo que es el excomisario quien toma la palabra:  
- Hay poco que decir sobre este punto. Parece incontestable que la banda tenía un infiltrado en los órganos directivos de alguno de los dos museos concernidos porque cabe pensar que la fecha de la vuelta no era algo que supieran los empleados. Y para comprar a un directivo de uno o de los dos museos hace falta una considerable mordida, lo que viene a confirmar el poderío económico de la banda.
- Te olvidas de algo, Jacinto – objeta Álvarez -. Supongo que tanto las autoridades policiales francesas como españolas conocían la fecha del viaje, por tanto también habrían podido sobornar a algún mando policial.
- No es probable, pero si posible – admite Grandal -. En cualquier caso, sigo insistiendo en la gran capacidad económica de los ladrones.
- Y yo, como dije ayer, insisto en que los ladrones no han robado las piezas para hacer negocio con ellas. Las robaron por otro motivo, lo que no se me alcanza es cual – reitera Ballarín.
- Si nadie dice algo más sobre este ítem lo damos por cerrado – indica Grandal que, ante el asentimiento del trío, escribe en el folio del corcho: Es muy probable que la banda tuviera algún cómplice en la dirección de uno o ambos museos para saber la fecha del envío. Lo que refuerza la idea de su poderío económico. No hay que descartar que el o los sobornados pudiesen ser mandos policiales.
- Vamos con el sexto ítem – y Grandal escribe en el folio: Las autoridades concernidas, tanto españolas como francesas, siguen sin dar muestras de gran interés por el resultado de las investigaciones.
- No sé si habéis pensado que en el robo del tesoro hay algunos datos que son muy sospechosos y que lo convierten en un caso nada corriente – apunta el excomisario -. Como botones de muestra cito dos. Uno es que los ladrones no forman precisamente una banda de robaperas, son gente que por los indicios que tenemos tiene mucha pasta. En el mundo del hampa eso no es nada habitual. Otro dato es el que indica este ítem. El poco entusiasmo que muestran las autoridades españolas y francesas de que se sustancie la investigación del robo.
- O sea, que como dijo Lola Téllez, lo del robo también te da mala espina – recuerda Ponte.
- En efecto, muy mala espina porque en todo esto hay algo que no cuadra. O yo he perdido el olfato o hay gente que les está haciendo la cama a los Sacapuntas y de paso a los que les ayudamos.
- Y esa gente ¿quién es? – pregunta Ballarín.
- Daría las dos pagas extras de este año por saberlo – responde Grandal.
- Si es que existe esa gente – apunta Ponte – han de ser tipos muy bien posicionados, de muy arriba.
- ¿Estás apuntando al Gobierno? – Álvarez pone nombre a la sospecha de Ponte.
- Más bien a los gobiernos porque no hay que perder de vista a los gabachos – matiza Ponte.
- Yo he llegado a pensar – dice Grandal - que esa pachorra gubernamental respecto a la investigación debe tener una causa muy poderosa. Una razón podría ser que el gobierno supiera el paradero de las piezas robadas. Otra sería si el gobierno estuviese negociando con los ladrones para recuperarlas. Y rizando el rizo de las teorías más locas, otra causa podría ser que el gobierno ya tuviera las piezas en su poder.
- Desde luego, Jacinto, lo que es imaginación no te falta – se asombra Ballarín.
- Mucha imaginación nos hará falta si queremos desenredar este maldito embrollo – contesta Grandal que añade -. Si nadie tiene otra idea cerramos este ítem - y escribe en el folio: El poco interés que muestran las autoridades galas y españolas en la solución del caso da a entender que saben datos, desconocidos por los investigadores policiales, que inducen a ambas administraciones a una cierta apatía. Si se supieran esos datos o informaciones, el caso estaría prácticamente resuelto. Pregunta: ¿Qué datos saben los gobiernos y por qué lo ocultan a su policía?
- Si lo que acabas de escribir fuera aunque solo sea medio cierto, sería tanto como decir que lo que estamos haciendo es perder el tiempo miserablemente – afirma Álvarez.
- No te digo que no, Luis, pero y lo bien que lo estamos pasando ¿qué? Eso no se paga con dinero – replica Ponte.
- Bueno, vamos con la duda – y Grandal escribe en el folio: Puede haber algún tipo de conexión entre los ladrones, el clan gitano de los Corrochanos y la empresa china del Polígono Cobo Calleja que blanquea capitales ilícitos. Es el dato más dudoso
- ¿Quién quiere hablar?
- No es por ponerme moños, pero de los que estamos aquí posiblemente yo sea el que más sabe de los Corrochanos a través del Tío Josefo – declara Ponte que añade -. Eso me conduce a afirmar que esa presunta conexión entre gitanos, chinos y ladrones es algo que no afecta al núcleo del robo. Lo digo porque parece probado que los asiáticos y los calés andaban metidos en negocios comunes, en cambio no hay indicios de que los ladrones tuvieran algo que ver con algunos de ellos.
- Lamento tener que contradecirte en parte, Manolo. El informe de los picoletos confirma que los orientales eran los que lavaban la pasta de un cártel colombiano y que esos mismos narcos son los proveedores de la droga que distribuyen los Corrochanos. En lo que te doy la razón es de que no hay datos que alguno de los tres grupos sea el que llevó  cabo el robo - declara Grandal.
- Entonces, ¿por qué los Sacapuntas afirman que este dato es el más dudoso? – inquiere Ponte, evidentemente fastidiado porque Grandal ha echado por el suelo su aportación.
- Porque esa conexión todavía no está plenamente probada – responde Grandal que al darse cuenta que ha molestado a Ponte se apresura a matizar -. Aunque estoy de acuerdo contigo en que es bastante probable que ese nexo no afecte a lo que es la trama del robo – y para que no se enreden más las cosas cambia de tema -. Bien, ¿alguien quiere comentar algo más? ¿No? – y Grandal escribe debajo del séptimo ítem: Es dudoso que la conexión entre gitanos, chinos y colombianos afecte a la trama del robo, aunque no lo descartamos al cien por cien.
- Pues damos por concluido el debate de las seis certezas y una duda.
- ¿Y qué tal ha quedado? Me refiero al debate – pregunta Álvarez.
- De diez – les adula Grandal -. Estáis en lo que los cursis llaman la tercera edad, pero vuestras neuronas siguen en la primera. Cuando les cuente a los Sacapuntas vuestras conclusiones van a flipar en colores. Ya veréis.
- Y si de esas conclusiones sacan algo en limpio, una vez más serán ellos los que se llevarán las felicitaciones y nosotros tendremos que conformarnos con leerlo en los periódicos – se lamenta Ballarín.
- ¿Qué quieres, Amadeo, que nos den una medalla? – pregunta irónicamente Álvarez.
- Pues no me importaría – replica Ballarín -. Anda y que no iba a fardar ante mis nietos con una medalla prendida en el pecho. Nunca me han puesto ninguna y me haría ilusión.
- Eso te lo resuelvo yo, Amadeo – le consuela Ponte -. En la próxima reunión voy a traer alguna de las medallas que le han puesto a mi nieto Gaby en la guardería y te la regalo. ¿Te vale la medalla de ser el que mejor ha pintado garabatos en el segundo trimestre?
- Manolo, eres un coñón incorregible – ironiza Ballarín.