Ponte madruga aunque sea domingo, está
citado con sus amigos en casa Grandal para continuar el debate sobre las seis certezas
y una duda definidas por los inspectores del Caso Inca. Esta mañana solo abre
una portada, elige la de El País porque en la versión on line es la que en su opinión mejor resume las noticias más
importantes. El titular principal trata de lo que sigue siendo el suceso
político más destacado del país en los últimos días: la investidura del futuro
Presidente del Gobierno. Ni la lee, más de lo mismo, piensa. En cambio se fija
en un suelto que viene en la columna de salida: La fractura social causada por la crisis abre camino a Trump. En la
misma se explica que: El auge del
candidato republicano desconcierta a Estados Unidos. O sea, que la crisis
no solo está pasando factura a los gobiernos europeos, también ha llegado a América,
piensa. Y Trump, que por lo que leído no tiene ninguna experiencia política,
puede convertirse en el nuevo presidente yanqui, algo que veo probable puesto
que, por lo que parece, la mayoría de periódicos le están haciendo la campaña
hablando todos los días de él, concluye
A las diez y media, como habían quedado, los
cuatro amigos se reúnen en casa Grandal para retomar el debate sobre los ítems
que restan por analizar. En el corcho sigue pinchado el folio del quinto ítem
que no llegaron a debatir el día anterior cuyo texto dice: Según la confesión
de Martínez, los ladrones conocían la fecha exacta de la llegada del tesoro a
Madrid, pese al secreto con el que se planeó su envío. Lo que muestra que
tenían contactos, españoles o franceses, que les facilitaron tal información.
- ¿Qué
habéis pensado sobre esto? – indaga Grandal.
Nadie del trío de la bencina, como a veces
les llama Chelo, contesta por lo que es el excomisario quien toma la palabra:
- Hay poco
que decir sobre este punto. Parece incontestable que la banda tenía un
infiltrado en los órganos directivos de alguno de los dos museos concernidos
porque cabe pensar que la fecha de la vuelta no era algo que supieran los
empleados. Y para comprar a un directivo de uno o de los dos museos hace falta
una considerable mordida, lo que viene a confirmar el poderío económico de la
banda.
- Te olvidas
de algo, Jacinto – objeta Álvarez -. Supongo que tanto las autoridades policiales
francesas como españolas conocían la fecha del viaje, por tanto también habrían
podido sobornar a algún mando policial.
- No es
probable, pero si posible – admite Grandal -. En cualquier caso, sigo
insistiendo en la gran capacidad económica de los ladrones.
- Y yo, como
dije ayer, insisto en que los ladrones no han robado las piezas para hacer negocio
con ellas. Las robaron por otro motivo, lo que no se me alcanza es cual –
reitera Ballarín.
- Si nadie
dice algo más sobre este ítem lo damos por cerrado – indica Grandal que, ante
el asentimiento del trío, escribe en el folio del corcho: Es muy probable que
la banda tuviera algún cómplice en la dirección de uno o ambos museos para
saber la fecha del envío. Lo que refuerza la idea de su poderío económico. No hay
que descartar que el o los sobornados pudiesen ser mandos policiales.
- Vamos con
el sexto ítem – y Grandal escribe en el folio: Las autoridades concernidas,
tanto españolas como francesas, siguen sin dar muestras de gran interés por el
resultado de las investigaciones.
- No sé si
habéis pensado que en el robo del tesoro hay algunos datos que son muy
sospechosos y que lo convierten en un caso nada corriente – apunta el
excomisario -. Como botones de muestra cito dos. Uno es que los ladrones no
forman precisamente una banda de robaperas, son gente que por los indicios que
tenemos tiene mucha pasta. En el mundo del hampa eso no es nada habitual. Otro
dato es el que indica este ítem. El poco entusiasmo que muestran las
autoridades españolas y francesas de que se sustancie la investigación del
robo.
- O sea, que
como dijo Lola Téllez, lo del robo también te da mala espina – recuerda Ponte.
- En efecto,
muy mala espina porque en todo esto hay algo que no cuadra. O yo he perdido el
olfato o hay gente que les está haciendo la cama a los Sacapuntas y de paso a
los que les ayudamos.
- Y esa
gente ¿quién es? – pregunta Ballarín.
- Daría las
dos pagas extras de este año por saberlo – responde Grandal.
- Si es que
existe esa gente – apunta Ponte – han de ser tipos muy bien posicionados, de
muy arriba.
- ¿Estás
apuntando al Gobierno? – Álvarez pone nombre a la sospecha de Ponte.
- Más bien a
los gobiernos porque no hay que perder de vista a los gabachos – matiza Ponte.
- Yo he
llegado a pensar – dice Grandal - que esa pachorra gubernamental respecto a la
investigación debe tener una causa muy poderosa. Una razón podría ser que el gobierno
supiera el paradero de las piezas robadas. Otra sería si el gobierno estuviese
negociando con los ladrones para recuperarlas. Y rizando el rizo de las teorías
más locas, otra causa podría ser que el gobierno ya tuviera las piezas en su
poder.
- Desde
luego, Jacinto, lo que es imaginación no te falta – se asombra Ballarín.
- Mucha
imaginación nos hará falta si queremos desenredar este maldito embrollo –
contesta Grandal que añade -. Si nadie tiene otra idea cerramos este ítem - y
escribe en el folio: El poco interés que muestran las autoridades galas y
españolas en la solución del caso da a entender que saben datos, desconocidos
por los investigadores policiales, que inducen a ambas administraciones a una
cierta apatía. Si se supieran esos datos o informaciones, el caso estaría prácticamente
resuelto. Pregunta: ¿Qué datos saben los gobiernos y por qué lo ocultan a su
policía?
- Si lo que
acabas de escribir fuera aunque solo sea medio cierto, sería tanto como decir
que lo que estamos haciendo es perder el tiempo miserablemente – afirma
Álvarez.
- No te digo
que no, Luis, pero y lo bien que lo estamos pasando ¿qué? Eso no se paga con
dinero – replica Ponte.
- Bueno,
vamos con la duda – y Grandal escribe en el folio: Puede haber algún tipo de
conexión entre los ladrones, el clan gitano de los Corrochanos y la empresa
china del Polígono Cobo Calleja que blanquea capitales ilícitos. Es el dato más
dudoso
- ¿Quién
quiere hablar?
- No es por
ponerme moños, pero de los que estamos aquí posiblemente yo sea el que más sabe
de los Corrochanos a través del Tío Josefo – declara Ponte que añade -. Eso me
conduce a afirmar que esa presunta conexión entre gitanos, chinos y ladrones es
algo que no afecta al núcleo del robo. Lo digo porque parece probado que los
asiáticos y los calés andaban metidos en negocios comunes, en cambio no hay
indicios de que los ladrones tuvieran algo que ver con algunos de ellos.
- Lamento
tener que contradecirte en parte, Manolo. El informe de los picoletos confirma
que los orientales eran los que lavaban la pasta de un cártel colombiano y que
esos mismos narcos son los proveedores de la droga que distribuyen los
Corrochanos. En lo que te doy la razón es de que no hay datos que alguno de los
tres grupos sea el que llevó cabo el
robo - declara Grandal.
- Entonces,
¿por qué los Sacapuntas afirman que este dato es el más dudoso? – inquiere
Ponte, evidentemente fastidiado porque Grandal ha echado por el suelo su
aportación.
- Porque esa
conexión todavía no está plenamente probada – responde Grandal que al darse
cuenta que ha molestado a Ponte se apresura a matizar -. Aunque estoy de
acuerdo contigo en que es bastante probable que ese nexo no afecte a lo que es
la trama del robo – y para que no se enreden más las cosas cambia de tema -.
Bien, ¿alguien quiere comentar algo más? ¿No? – y Grandal escribe debajo del
séptimo ítem: Es dudoso que la conexión entre gitanos, chinos y colombianos
afecte a la trama del robo, aunque no lo descartamos al cien por cien.
- Pues damos
por concluido el debate de las seis certezas y una duda.
- ¿Y qué tal
ha quedado? Me refiero al debate – pregunta Álvarez.
- De diez –
les adula Grandal -. Estáis en lo que los cursis llaman la tercera edad, pero
vuestras neuronas siguen en la primera. Cuando les cuente a los Sacapuntas
vuestras conclusiones van a flipar en colores. Ya veréis.
- Y si de
esas conclusiones sacan algo en limpio, una vez más serán ellos los que se
llevarán las felicitaciones y nosotros tendremos que conformarnos con leerlo en
los periódicos – se lamenta Ballarín.
- ¿Qué
quieres, Amadeo, que nos den una medalla? – pregunta irónicamente Álvarez.
- Pues no me
importaría – replica Ballarín -. Anda y que no iba a fardar ante mis nietos con
una medalla prendida en el pecho. Nunca me han puesto ninguna y me haría
ilusión.
- Eso te lo
resuelvo yo, Amadeo – le consuela Ponte -. En la próxima reunión voy a traer
alguna de las medallas que le han puesto a mi nieto Gaby en la guardería y te
la regalo. ¿Te vale la medalla de ser el que mejor ha pintado garabatos en el
segundo trimestre?
- Manolo,
eres un coñón incorregible – ironiza Ballarín.