Los cuatro socios principales
de BACHSA están reunidos, han de solucionar un problema que les preocupa hace
tiempo y que tiene su origen en el dinero negro que, cada vez en mayores
cantidades, llega a sus arcas. Es una práctica habitual que muchos compradores
abonen parte de la cantidad que dan como entrada del precio de los apartamentos
en dinero be, operación con la que ambas partes se benefician. El vendedor
puede ocultar un porcentaje de sus ingresos a la hacienda pública, lo que se
traduce en menores impuestos. El comprador escritura su vivienda por menos
dinero del que le ha costado con lo que también tributará menos. Todo el mundo
conoce tales prácticas, pero también todos simulan que la ignoran. Es la España
de los pícaros de siempre, solo que ahora con la ingente cantidad de dinero que
mueve el ladrillo la economía sumergida se ha convertido en un filón de oro
para unos pocos.
El problema no es tanto la
existencia de ese dinero opaco al fisco, ni siquiera como blanquearlo, sino
como conseguirlo al menor coste posible. Dadas las enormes magnitudes
monetarias que manejan los constructores el problema se complica. Por ello, las
entidades encargadas de convertirlo en dinero lícito les están apretando las
tuercas y periódicamente les cobran mayores comisiones. Y de eso se lamentan
los señores del ladrillo.
- Os he convocado – informa Bricart a sus socios – porque desde
Cajaeuropa me han comunicado que, sintiéndolo mucho, han de volver a incrementar
los aranceles que nos cobran por el blanqueo.
- ¿Cómo qué aranceles? – inquiere Cardona poniéndose en plan sarcástico -.
Si no recuerdo mal un arancel es el tributo que se aplica a los bienes que son
objeto de importación o exportación. Habrán querido decir la comisión o el
corretaje que nos cobran por sus servicios ad hoc.
- Naturalmente que se refiere a las comisiones, pero ese capullo de
Moltó si no utiliza un eufemismo no queda satisfecho. ¡La leche que le dieron!
- Que lo llame como le salga de los mismísimos, eso me la suda, lo que
sí me jode es que cada vez exigen mayores primas y eso empieza a no tener ni
medio pase pues – apostilla un cabreado Arechabaleta.
- También yo estoy hasta los huevos de esas sanguijuelas de Cajaeuropa.
Al ritmo que nos sangran vamos a terminar trabajando para ellos – se queja un
igualmente irritado Bricart.
- Y eso que el mamón de Moltó asegura que nos dispensan un trato de
favor, que para eso somos clientes vip. ¡Pues que no les cobrarán a los demás!
– se lamenta irónicamente Rodrigo Huguet.
- Lo que tenemos que hacer es lamentarnos menos y buscar soluciones.
Intermediarios que blanqueen los hay a puñaos y a buen seguro que con menos
pretensiones que los buitres de la caja pues – asegura Iñigo Arechabaleta.
Juan Antonio Cardona, el más
placeado de los socios en el ámbito internacional, echa su cuarto a espadas:
- Ya os he comentado en más de una ocasión que podemos prescindir de la
caja en cuanto queramos. Como dice Íñigo hay otros canales para el lavado cuyo
coste puede ser menor, pero que presentan o pueden presentar otros tipos de
problemas.
- A mí no me importa que haya problemas siempre que los porcentajes que
se lleven sean asumibles – apunta Bricart.
- ¿A qué clase de problemas te refieres, Juan Antonio? – quiere saber
Huguet.
- Hay, principalmente, dos. Uno es la fiabilidad que puede tener el
operador. El otro, que algunos de esos intermediarios, en determinadas
situaciones, pueden ser potencialmente peligrosos.
- A ver, lumbrera, habla en cristiano que, cuando te pones en plan de
universitario yanqui, no te entiende ni Dios – exige Arechabaleta, de forma tan
abrupta como acostumbra -. Explícanos que hay que entender por fiabilidad y en
qué pueden consistir los potenciales peligros pues.
- En esta clase de operaciones, como sabéis bien, hay escaso papeleo
porque un dato fundamental es dejar el menor rastro posible. En consecuencia,
lo más importante es el grado de confianza que te merezca la entidad o las
personas que llevan a cabo el lavado. En definitiva, su fiabilidad. Todos
conocemos a algún que otro colega a quien le han metido un pufo del carajo en
una operación de este tipo por fiarse de quien no debía. De ese riesgo cierto
es del que se aprovechan entidades como la caja, que cobran a precio de oro su
probada fiabilidad al ser consideradas sociedades digamos respetables.
- Eso ya lo sabíamos, lo que quiero que nos aclares es lo de los
potenciales peligros – insiste Arechabaleta.
- Como tampoco desconocéis existen redes que se dedican a blanquear en
paraísos fiscales y a costes que podríamos calificar como razonables. Algunas
de esas redes están en manos o conectadas con distintas mafias, especialmente
con las italianas y las rusas. Tratar con esa clase de socios, sobre todo en el
supuesto de que, en algún momento, crean o simplemente sospechen que les has
engañado, es jugar con fuego. Como te pasen factura no es que te envíen al
cobrador del frac precisamente, sino a alguno de sus sicarios. Y si consideran
que has jugado sucio con ellos o, peor aún, que les has engañado no se limitan
a partirte las piernas o algo parecido, sino que te liquidan. ¿Ha quedado claro
lo de los peligros? – pregunta un sardónico Cardona.
- Yo tengo otra duda sobre el tema –plantea Huguet -, ¿qué pasará con
todo esto cuándo entremos en el euro? Porque, como aquel que dice, estamos ya a
la vuelta de la esquina de entrar en la moneda común y las normas comunitarias
supongo que algo tendrán establecido sobre la cuestión. Y si me apuras más que
las resoluciones europeas lo que quiero saber es que puede suponer el euro para
la economía sumergida.
- Esa es la pregunta del millón, pero de momento no hay una respuesta
clara o, al menos unívoca – al ver la mueca de Bricart, Cardona se apresura a
clarificar -. Quiero decir que los economistas no se ponen de acuerdo en lo que
podrá suponer el euro para la economía sumergida y todos sus derivados. Unos
opinan que Bruselas se encargará de yugularla, otros que será más fácil eludir
el dogal de las leyes comunitarias y hay quienes afirman que todo seguirá
igual.
- ¡Joder, con los economistas de los cojones! – exclama Bricart -. Esos
tíos son como la Parrala, unos decían que sí, otros decían que no. ¿Y para eso
se han pasado la tira de años estudiando?
- Bueno, ¿pues entonces qué hacemos, seguimos con los chupasangres de la
caja o buscamos otras salidas? – quiere saber Arechabaleta.
La discusión es ardua pues hay
posturas enfrentadas. Huguet es partidario de continuar el blanqueo con la caja
por aquello de que más vale malo conocido que bueno por conocer. Bricart y
Arechabaleta se muestran hartos de la prepotencia de los banqueros y prefieren
probar nuevos caminos. Cardona duda. Al final, llegan a una componenda:
continuarán con la caja, pero renegociando una sensible rebaja de la
intermediación; si la caja no accediera entonces sería la hora de buscar nuevos
canales.
Días después vuelven a
reunirse. Gaspar Moltó, el vicepresidente ejecutivo de Cajaeuropa ha comunicado
que la dirección se niega a rebajar los costes de intermediación, que la
entidad también corre sus riesgos y eso exige una comisión congruente. Vista la
negativa deciden tantear el nebuloso mundo de la ingeniería financiera para
encontrar nuevos socios para el lavado. Cardona, dado su dominio del inglés, es
el encargado de la búsqueda. En mitad de sus averiguaciones, Bricart les
informa que ha encontrado un posible intermediario.