Tras la desdeñosa despedida de Ponte, los
policías que coordinan el Caso Inca se quedan en la cafetería repensando lo que
el jubilado les ha contado de su entrevista con el Tío Josefo e incluso de
cuanto se ha negado a responder. Grandal, que también ha estado presente en la
cita como acompañante de Ponte y que ve que no está el horno para bollos, opta
por despedirse de sus jóvenes colegas.
- Bueno, me
disculparéis, pero creo que tenéis mucho que hablar. Por tanto, me despido y os
deseo suerte, la vais a necesitar
Ante la sorpresa de Grandal, el inspector de
la Judicial le coge por el brazo al tiempo que le pide:
- Por favor,
comisario – Es costumbre en el cuerpo mantener el tratamiento de los rangos
aunque se esté jubilado -, te ruego que
te quedes con nosotros. Tu experiencia puede sernos muy valiosa.
Grandal vacila recordando lo desagradable
que ha estado con él quien ahora le pide que se quede. Sus dudas las resuelve
de un plumazo Atienza cuando secunda la petición de Bernal:
- Te lo
ruego, Jacinto – Es la primera vez que le llama por su nombre -. Lo hablamos
antes de venir y estamos los tres de acuerdo – afirma, mirando a Bernal y a
Blanchard -. Tus sugerencias pueden sernos de gran ayuda.
Tras la intervención del inspector de
Patrimonio, Grandal, que ya se ha levantado, no vacila más y vuelve a sentarse.
- Bien,
vosotros diréis – dice, en una tácita aceptación de la invitación.
- ¿Tienes
algún compromiso o puedes almorzar con nosotros? Paga el Ministerio – dice
Atienza.
- Estoy a
vuestra entera disposición, aunque lo mío lo pagaré yo – responde Grandal.
- Entonces,
si no tienes inconveniente, y para no desplazarnos, podemos almorzar aquí mismo.
La cocina del Van Gogh no es que sea cosa de gourmets, pero para un almuerzo de
trabajo nos vale.
Cuando le dicen a la camarera que van a
comer, la muchacha les indica que se pasen a la zona donde ya están preparadas
las mesas para el almuerzo. Para no complicarse, los cuatro piden el menú del
día. Mientras llega el primer plato, Atienza, como de costumbre, ejerce de
coordinador.
- Vamos a
ver, Jacinto – Sigue llamando al excomisario por su nombre en un intento de
acortar distancias y limar antiguos malentendidos -, los tres lo tenemos muy
hablado como podrás suponer. Nos interesa mucho conocer tu punto de vista sobre
el estado de la investigación del caso. ¿Cómo recapitularías la situación en la
que nos encontramos?
Grandal, como viejo zorro, contesta a la
pregunta de Atienza con otra pregunta:
- ¿Sabéis
algo más del caso que yo no sepa?
Atienza y Bernal se miran, este último se
encoge de hombros como dando el tácito consentimiento a su compañero para que
cuente lo que saben.
-
Prácticamente, sabes lo mismo que nosotros salvo un par de cosillas que apenas
han influido en la investigación, al menos hasta ahora.
Como Atienza no parece dispuesto a contar
que son ese par de cosillas, Grandal no se corta un pelo y tira a dar:
- No puedo
recapitular nada si hay cualquier dato o pista, por insignificante que sea, que
desconozca.
- Ya te digo
que hay un par de datos que por el momento no nos han aportado nada – se
justifica Atienza -, pero en cualquier caso te cuento. Uno es que tenemos
fundadas sospechas de que las piezas que fueron robadas no son las auténticas
del Tesoro Quimbaya, sino unas réplicas en oro y cobre que se hicieron hace
muchos años. Al parecer, las auténticas siguen estando en el museo.
Grandal no puede evitar dar un silbido como
muestra de su sorpresa. La camarera, que cree que es a ella a quien ha silbado,
le mira con cara de pocos amigos.
- Eso sí que
no lo esperaba, pero… ¿qué significa eso de que tenéis fundadas sospechas? ¿Es
que no lo sabéis con certeza?
- Al cien
por cien no estamos seguros, pero la probabilidad de que sea así se acerca
mucho. Verás, un compañero del equipo de apoyo, navegando por la red, encontró
un artículo, publicado hace años, en el que una experta en arte precolombino y
exsubdirectora del Museo de América contaba que entre 1978 y 1984, fechas en
las que se cerró el museo para su renovación, las piezas expuestas eran una
réplica de las originales. Pues bien, estamos casi seguros de que la parte del
tesoro que fue cedido al Museo du Quai Branly de París eran esas réplicas y no las originales.
- Eso no lo
ha publicado la prensa – arguye Grandal.
- Ni creo
que lo publique. Por el momento, es un secreto que, sorprendentemente, no ha
llegado a los medios o si alguno lo sabe ha debido de sufrir una presión lo
suficientemente fuerte para que no lo haya trasladado a sus informativos –
replica Atienza.
- ¿Y qué
pasa con la tan cacareada libertad de prensa?
- Bueno, lo que
he dicho de que han podido existir presiones por parte de quien puede hacerlo,
suponemos que el Gobierno, es solo una suposición, con seguridad no lo sabemos.
Ten en cuenta que estamos ante el robo de un bien que ha merecido el calificativo
de asunto de Estado.
- Bien, pero
sigo sin entender porque no tenéis la certeza plena de que son copias y no las
originales – reitera Grandal.
- Verás.
Cuando el compañero al que aludía antes nos informó del contenido del artículo
nos pusimos en contacto con la autora del mismo, la cual se ratificó en lo que
había publicado. Estuvimos debatiendo si preguntar directamente a la dirección
del museo sobre el asunto. Tras una prolongada discusión llegamos a la
conclusión de que quizá no obtuviéramos respuesta o nos dieran largas, entonces
recurrimos al estricto protocolo: trasladamos el correspondiente informe a la
juez que instruye el caso pidiéndole un mandato para exigir la pertinente
información a la dirección del museo o, en su caso, que lo exigiera directamente
ella. Nos contestó que haría la gestión personalmente. Pues bien, aún estamos
esperando la respuesta.
- ¿Acaso no se lo habéis vuelto a pedir? – se
extraña Grandal.
- Por
supuesto, pero ni flores – responde Atienza.
- De ahí
arrancan – añade Bernal - nuestras fundadas sospechas de que las piezas robadas
sean copias y no las originales.
- Hay otro
dato más que ahonda la hipótesis de que son copias: los Ministerios de Asuntos
Exteriores y de Hacienda que eran, junto a Interior, los que más nos daban la
matraca han aflojado su presión para que solucionásemos el caso cuanto antes.
De hecho, ahora es solo Interior quien sigue dándonos la vara – afirma Bernal
en un giro del español coloquial.
- Os habéis
dejado en el tintero – Blanchard interviene en el coloquio – la vertiente
francesa. Mis jefes también me insistían sobre la importancia y urgencia de la
solución del caso, pues bien desde que la señora jueza escurrió el bulto sobre
si eran originales o réplicas, la presión que he tenido que soportar ha
disminuido considerablemente.
- Tengo otra
pregunta – dice Grandal -: entiendo que las autoridades francesas estuviesen interesadas
en la pronta solución del caso, el tesoro provenía de su país y el vehículo que
lo transportaba era francés, en cuanto al interés de Interior viene de suyo,
pero lo que no entiendo son los motivos del interés de los Ministerios de
Exteriores y Hacienda.
Atienza piensa que la pregunta de Grandal es
un buen reflejo de que la jubilación pasa factura, seguro que el excomisario no
hubiese preguntado algo tan obvio estando en activo. De todos modos, le
contesta:
- El interés
de Exteriores estaba originado porque ha sido quien ha tenido que templar las
gaitas con la embajada de Colombia y con el propio Gobierno colombiano. En
cuanto a Hacienda, no olvides que el tesoro tiene la consideración de bien de
Estado y por tanto es corresponsable de su guarda. Estas dos causas hace algún
tiempo que, al parecer, han dejado de tener interés, justo después de que
pidiéramos a su señoría el mandato.
- Comprendo
– dice Grandal a quien ahora sí parece que le hayan convencido los argumentos
de sus jóvenes colegas -. Y toda esa historia sobre originalidad o copia ¿cómo
creéis que ha influido en el caso?
-
Básicamente, en que han menguado las presiones que teníamos que soportar sobre
la solución del caso. Ahora solo tenemos el apremio de nuestros jefes
naturales, lo que es bueno por un lado y malo por otro. Bueno porque saben lo
que es una investigación de este porte y malo porque nos pueden joder la hoja
de servicios – explica Bernal.
- Y al final
de esta historia, la realidad es que, aparte de que sean originales o réplicas,
sigue habiendo un robo que solucionar y tres asesinatos que investigar – añade
Atienza.
- Juan
Carlos – El excomisario le devuelve a Atienza el gesto de llamarle por su
nombre -, antes has dicho que el hecho de que las piezas robadas sean
originales o réplicas es una cosilla sin importancia. Estoy en desacuerdo, creo
que es un dato que puede ser clave en la investigación. Os explico el por qué.