"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 5 de mayo de 2023

Libro III Episodio 194. Un país que se acuesta monárquico y se le levanta republicano

   A la pregunta del dueño de la perfumería de cuánto sabe Eloísa de productos para la mujer, la jovencita tiene la respuesta pronta.

   -Eso me viene de familia, señor Damián. Mis padres tenían una droguería en Plasencia y desde chiquita me gustaba ayudarles, por eso sé algo de productos femeninos de belleza.

   -Pero en una droguería no se venden productos de belleza.

   -Eso será en Madrid, pero en Plasencia, como éramos la única droguería, vendíamos un poco de todo, incluidos potingues para las mujeres.

   Ahí parece acabar el diálogo, pero días después Julio recibe la visita del señor Damián, el perfumista, que le pide hablar en privado.

   -Pues usted dirá, señor Ramírez –pues así se apellida su interlocutor.

   -Vengo a hablarle de Eloísa, pero he creído conveniente hacerlo primero con usted. Verá, señor Carreño, su hija me impresionó desde el primer momento por lo bien que atiende a los clientes, y aún me asombró más cuando hace unos días comprobé lo mucho que sabe esa chiquilla de perfumería. Tengo un hueco en la plantilla que no he cubierto porque no es fácil encontrar una dependienta que reúna las cualidades necesarias de una buena vendedora, cualidades que tiene, y sobradas, Eloísa. Para no alargarme, la quiero contratar para mi tienda y, como es menor de edad, he creído pertinente hablar con usted antes de decirle nada a la chiquilla. Estoy dispuesto a pagarle lo que pago a mis otras empleadas. ¿Qué le parece?

   Julio se toma su tiempo antes de contestar.

   -Antes que nada, le agradezco mucho que haya tenido el detalle de contármelo y también la buena opinión que tiene de mi hija. Es verdad que desde muy chica le tiró ir a la droguería que teníamos en Plasencia, y casi no alcanzaba el mostrador y ya atendía a los clientes. Pero me temo, señor Ramírez, que no va a poder ser. Eloísa va de oyente a la Escuela Normal pues quiere ser maestra, y para mí lo más importante es que tenga una carrera. Luego, que haga lo que quiera. Por eso nunca la verá por las mañanas, solo va a la farmacia por las tardes. En cualquier caso, le quedo muy agradecido por su oferta que pienso contársela a Eloísa porque estoy seguro de que la halagará. Y cualquier cosa que pueda hacer por usted, ya sabe dónde me tiene.

   Esa misma noche, durante la cena, Julio cuenta a la familia la conversación mantenida con el perfumista. La respuesta de su hija no es la que esperaba el páter familias.

   -¿Y por qué le has dicho que no, papá? Pilar, la mamá y Jesús se sobran y se bastan para atender la farmacia y yo podría ganar un sueldo que supongo que nos vendría muy bien.

   -Lo que dice Eloísa es cierto –Pilar apoya a su hermana.

   -Pero si solo tienes dieciséis años, criatura –responde Julio.

   Antes de que el diálogo entre en terrenos más resbaladizos, Julia interviene.

   -Creo que todos tenéis una parte de razón. Otro sueldo nos vendría de perlas, pero Eloísa es todavía muy chica y además como va de oyente a la Normal la he oído quejarse de que tiene que estudiar mucho. Podemos hacer una cosa: como el año que viene ya tendrá diecisiete, y asistirá a la Normal como alumna oficial, será un buen momento para replantearnos la oferta del señor Ramírez.

   -Eso si no tiene una nueva dependienta –precisa Eloísa, a quien le hace ilusión lo de trabajar fuera de casa. Y el coloquio termina ahí, dando por buena la propuesta de la madre.

   A Madrid siguen llegando cartas de Álvaro que continúa en el crucero Príncipe Alfonso navegando por las costas gallegas y cantábricas. En la última les cuenta que el 15 de noviembre partieron de Vigo para el puerto de Ferrol donde recalaron, y que el 23 atracaron en el pantalán de petróleo de La Grana, volviendo a su fondeadero ferrolano, pues el buque debe entrar en dique para que se efectúen las reparaciones que necesita; y que será en la ciudad ferrolana donde permanecerán hasta el nuevo año. No sabe si podrá viaja a Madrid por Navidad, aunque el comandante ha dejado caer que parte de la dotación tendrá una semana de permiso para los días navideños. A ver si tiene suerte y es uno de los agraciados.

   Dos días antes de Navidad, Álvaro sorprende gratamente a los suyos al llegar a Madrid. Un año más los Carreño pasarán la Nochebuena juntos, aunque no la Nochevieja porque al marino solo le han dado siete días de permiso y el 30 deberá partir hacia Ferrol. Durante la semana que el alférez de fragata pasa con la familia mantiene largas conversaciones con su padre en las que no suele participar ningún otro miembro de la familia, porque sus charlas se centran en un tema que a los demás les aburre: hablan de política y no solo de la nacional. Álvaro, que está más documentado, explica a su padre los efectos de lo que se conoce como la Gran Depresión, la terrible crisis económica provocada por el Crack del 29, que tiene un alcance mundial y que está causando fuertes tensiones sociales y políticas que están siendo el caldo de cultivo para el reforzamiento de dictaduras como la de Mussolini en Italia o Hitler en Alemania. Puesto que Julio está pez en política internacional, Álvaro le hace un resumen de la evolución de algunas de las grandes potencias mundiales. Le cuenta cómo Alemania se desarrolla nuevamente y la economía se relanza con el impulso que le da la industria y la inversión del estado en infraestructuras. Por su parte, Italia ha iniciado una política de rearme militar y de expansión territorial. La Unión Soviética está siendo el escenario de hambrunas endémicas y represión política. Estados Unidos continúa sumida en la ruina económica y social de la que parece incapaz de salir. Y al otro lado del mundo, el Imperio japonés se consolida afectando los intereses de Europa y Estados Unidos, especialmente en el Pacífico.

   Antes de volver a Santander Álvaro explica a los suyos que seguirá embarcado en el Príncipe Alfonso hasta el 30 de abril, fecha en la que deberá desembarcar, pues el uno de mayo tiene que presentarse en la Escuela Naval de San Fernando con objeto de efectuar la preparación para el examen de fin de carrera que dará comienzo hacia mediados de julio. Tras lo cual se irá de la Escuela en uso de la licencia reglamentaria.

   -Por tanto, me despido de vosotros hasta primeros de agosto.

   -¿Y cuando vuelvas ya serás capitán? –quiere saber Froilán.

   -No, enano, solo seré alférez de navío, para ser capitán me faltan un porrón de años.

   Amanece el 7 de enero de 1931 y, pasadas las festividades del nuevo año y de los Reyes, los Carreño retoman su vida habitual. Solamente hay un pequeño cambio, el reuma comienza a cebarse en Julio y, para que el patriarca no tenga que moverse mucho, ha empezado a enseñarle a Concha parte de las tareas mercantiles que desempeña, tales como gestiones bancarias y otro tipo de trámites.

   En el panorama político nacional la degradación de la monarquía de Alfonso XIII continúa hacia una cuesta abajo imparable. En febrero el almirante Aznar es designado por el Rey presidente del consejo de ministros, y en marzo se restablecen las garantías constitucionales, se suprime la censura y se reconoce la plena libertad de reunión y asociación. Posteriormente el gobierno convoca elecciones municipales para el 12 de abril. Eloísa, a quien le interesa casi todo, pregunta a su padre:

   -¿Y cuántos concejales se van a elegir?

   -Unos ochenta mil entre todos los ayuntamientos de España,​ pero para mí lo que se va a ventilar en estas elecciones es la continuidad de la propia monarquía.

   Los resultados electorales suponen para la Corona una amplia derrota en los núcleos urbanos, y una victoria en las zonas rurales. La corriente antimonárquica triunfa en cuarenta y una capitales de provincia. Si las elecciones se han convocado como una prueba para sopesar el apoyo a la monarquía, los republicanos consideran tales resultados como un plebiscito a favor de la república. El almirante Aznar presenta su dimisión y al ser preguntado si hay crisis, su respuesta es antológica: <<¡Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano!>>

   Al conocerse la victoria en las ciudades de las candidaturas republicanas, el 14 de abril se proclama la Segunda República. El rey abandona el país ese mismo día, con el fin de evitar una guerra civil. Dos días después el diario ABC publica en su portada un manifiesto de Alfonso III que, entre otras manifestaciones, afirma que: <<Las[ elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo... Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas… Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil>>

   Julio vive esas jornadas como si fueran una pesadilla. Recuerda que de joven fue a la mili a servir al rey, como se decía, y ahora resulta que al que entonces era un real niño, el pueblo lo ha echado sin contemplaciones. Una carta urgente de Álvaro llegada desde Cartagena, donde ahora está fondeado su crucero, le da más detalles de la marcha del monarca. En su salida hacia Cartagena solo le acompañaba el almirante Rivera y, como única escolta, otro coche ocupado por un sargento y cuatro números de la Guardia Civil. En la ciudad departamental, embarcó en el crucero Príncipe de Asturias, que le conduciría a Marsella. Se ha hecho todo tan en secreto que ni siquiera la oficialidad de los buques surtos en la rada de la antigua Cartago Nova se han enterado. Al finalizar su carta le cuenta que en la Marina reina desconcierto y pesar y aguardan acontecimientos, aunque acatan la nueva realidad republicana pues, al parecer, esa es la voluntad popular.

   Julio, recordando las palabras del almirante Aznar, se dice:

   -Manda huevos, ¿qué puede esperarse de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano? 

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 195. La II República


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