"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 19 de mayo de 2023

Libro III Episodio 196. Una cosa es predicar y otra dar trigo

   Que el gobierno haya proclamado la libertad de cultos es un hecho que ha molestado profundamente a la mayoría del episcopado. Un mes después del advenimiento de la república se suceden lamentables hechos que parecen poner en solfa lo de la libertad religiosa. El 11 de mayo, el Gobierno Provisional se ve sorprendido ante la noticia de que está ardiendo la Casa de Profesa de los jesuitas, ubicada en la calle Isabel de Madrid, incendio que al parecer ha sido provocado por unos incontrolados. La noticia la cuenta Julio en la cena:

   -… y el fuego ha quemado la biblioteca, considerada la segunda mejor de España, pues contaba con miles de volúmenes, entre ellos incunables irreemplazables.

   La inacción del gobierno permite que la misma mañana la turba queme más de una decena de edificios religiosos. El gobierno reacciona y declara el estado de guerra en Madrid y, a medida que las tropas van ocupando la capital, los incendios cesan. La quema de conventos y otros edificios religiosos se extiende a otras poblaciones del este y el sur peninsular, por lo que la tensión entre la República y la Iglesia Católica y, por extensión, de todos los fieles católicos, llega a peligrosos extremos. El hecho también afecta a la familia Carreño, pues todos son católicos practicantes.

   -Un régimen que quema iglesias y conventos no me representa ni lo quiero –afirma Julia que está muy enfadada ante los virulentos ataques a todo lo religioso.

   -Mamá, en esas acciones parece que el gobierno no ha tenido ni arte ni parte –puntualiza Pilar, que quizá sea la más tibia de la familia en cuestiones religiosas.

   -Tu madre tiene razón –salta Julio en defensa de su esposa-, hasta la prensa censura duramente los hechos.

   -Pero solamente la prensa conservadora y católica –sostiene Pilar.

   El gobierno, en lugar de suavizar la crispación, se suma a la interpretación de la izquierda y ordena la suspensión de la publicación del diario católico El Debate y del monárquico ABC, así como la detención de varios significados monárquicos, lo que provoca una dura reacción de la prensa conservadora. Con lo que un nuevo problema se instala en el país: el enfrentamiento, sin ninguna clase de disimulo, entre aquella parte de la sociedad que se declara católica practicante y un gobierno que se está escorando sin tapujo hacia posiciones anticlericales.

   La amalgama de la reforma militar de Azaña y la hostilidad entre el gobierno y la Iglesia Católica origina que parte de la sociedad se posicione contra el Gobierno Provisional y, aunque no queda demasiado claro, acaso también contra el régimen republicano. Al menos, así lo refleja el contenido del intercambio epistolar entre Julio y su primogénito. Por otra parte, la reforma militar es duramente combatida por un sector de la oficialidad, los medios políticos conservadores y los órganos de expresión militar.

   -Azaña quiere triturar el ejército –clama Julio en la sobremesa-. Se ha atrevido a clausurar la Academia General Militar de Zaragoza, lo que representa un golpe al espíritu de cuerpo del ejército, puesto que es la única institución en la que los oficiales de las distintas armas se forman juntos. Supongo que lo siguiente será cerrar la Escuela Naval Militar de San Fernando donde se formó vuestro hermano.

   Pese a los desajustes ocurridos durante los primeros meses de andadura del Gobierno Provisional, la mayoría de la población todavía aguarda esperanzada que el nuevo régimen consiga que el nivel de vida mejore, que el paro vaya remitiendo y que la paz civil eche sus raíces. Los Carreño creen que algo de eso puede estar sucediendo pues las ventas vuelven a remontar y hay tranquilidad en las calles.

   Otro ancestral problema que tiene el país es el agrario. Salvo en algunas regiones, en la mayoría del suelo patrio la tierra está muy mal repartida y hay cientos de miles de campesinos que llevan una vida de mera subsistencia, a lo que se une la grave situación que están padeciendo los jornaleros.

   -Ya están estos rojos como siempre, solo tienen problemas los peones, como si los demás no los tuviéramos –se queja Julio.

   -Pero papá, es que parece ser cierto, ayer leí en El Sol que en Andalucía y Extremadura el pasado invierno se superaron los cien mil parados a los que los abusos en la contratación y los bajos salarios los mantienen en la miseria.

   El problema agrario lleva a que los políticos clamen en todas las legislaturas que se debe llevar a cabo una profunda reforma agraria, pero la cuestión solo queda en palabras. Los dirigentes republicanos deciden que, de una vez por todas, el problema agrario deje de serlo y desde el primer día se ponen a ello. En el Estatuto jurídico del Gobierno Provisional se reconoce el derecho de propiedad, pero con la salvedad de que el derecho agrario debe responder a la función social de la tierra. Entre abril y junio de 1931 el Gobierno, a propuesta del ministro de Trabajo, Largo Caballero, aprueba un conjunto de decretos agrarios que tienen un enorme impacto, al menos sobre el papel.

   Julio, deseoso de que sus hijos entiendan cuanto está sucediendo, les lee en la sobremesa la información que sobre los decretos da el ABC.

   -El primer decreto, llamado de Términos municipales, prohíbe la contratación de braceros forasteros mientras hubiese desempleados en la localidad. El segundo, el de Desahucios, prohíbe la expulsión de pequeños arrendatarios. El tercero, el de Laboreo forzoso, decreta que la tierra que no esté cultivada sea obligatoriamente trabajada por cuenta del propietario. El cuarto, el de Jurados mixtos, introduce las comisiones paritarias. El quinto, el de Arrendamientos colectivos, establece que las sociedades obreras tendrán prelación sobre personas individuales en el arrendamiento de fincas explotables. El sexto, crea una caja nacional para los parados. El séptimo, da créditos a los pequeños campesinos y arrendatarios que necesiten mano de obra y a quienes hayan contratados obreros sin estar en condiciones de pagarles. El octavo, introduce un seguro contra accidentes de trabajo para los obreros agrícolas. Y el último es sobre la Jornada de ocho horas que, a pesar de que ya existe desde 1919, no funciona para los braceros agrícolas. ¿Os ha quedado claro?

   A los chicos Carreño parece que no les interesa el problema agrario pues ninguno ha preguntado al padre. Julio piensa que deberá insistir para que sus hijos se vayan sensibilizando sobre los problemas del país. A mediados de junio tiene la ocasión de debatir sobre la legislación agraria con quien menos podía imaginar. Un buen día aparece en la farmacia uno de los mejores amigos de los Carreño en Plasencia, el doctor Lavilla.

   -Don Enrique, ¿cómo usted por aquí? ¿A qué debemos el honor de su visita?

   -Estoy en Madrid por motivos profesionales y antes de volverme a Plasencia he creído oportuno venir a visitarles como les había prometido.

   Julio se lleva al médico a un café cercano para poder charlar con tranquilidad. Tras hacer un repaso de la vida y milagros de sus amigos comunes, la conversación se centra en la actualidad política. Julio se queja de la deriva anticatólica que muestra el gobierno y de la ley militar de Azaña que puede terminar afectando la carrera de su primogénito.

   -Usted sabe, Carreño, que siempre me he manifestado como un liberal con lo que inevitablemente tiendo más a la izquierda que a la derecha, y también soy enemigo de todas las guerras, por lo que la legislación que promueve Azaña no la veo mal encaminada.

   El antiguo droguero, aunque piensa lo contrario, no se atreve a contradecir al viejo médico que es alguien a quien tiene en gran estima, por lo que desvía la charla hacia otros temas candentes.

   -¿Y qué me dice de los decretos de Largo Caballero, qué recorrido pueden tener?

   -Antes de darle mi opinión le contaré algo que le va a sacar una sonrisa. ¿Se acuerda de don Eduardo, nuestro amiguete de la tertulia?, pues ya puede imaginarse cómo está con toda esa normativa, lo más suave que opina es que se van a cargar la agricultura, que el país se va a la mierda y que al ministro tendrían que colgarlo de la encina más alta que se encuentre.

   -Bueno, no me extraña, al fin y al cabo, es un terrateniente, ¿y qué se puede esperar de alguien como él que paga una miseria a sus peones y les hace trabajar de sol a sol?

   -Respecto a mi opinión sobre la legislación agraria del gobierno, lo primero es dejar claro que no soy un experto en asuntos agrícolas, pero en fin…. Entrando en los decretos de Largo, sobre el papel me parecen bastante acertados, pero que habrá que esperar a ver cómo se desarrollan y aplican. Porque una cosa es predicar, y otra es dar trigo, ya que en este puñetero país ocurre con frecuencia que lo que dicta una norma de mayor rango lo contradice, en todo o en parte, otra de menor importancia. ¿Sabe lo que cuentan del inefable Conde de Romanones? Pues, al parecer, en más de una ocasión ha dicho: hagan ustedes las leyes y déjenme los reglamentos. Espero y deseo que esta vez no ocurra así, pero no pondría la mano en el fuego.

   -He oído decir que algunos de esos decretos van contra el derecho a la propiedad.

   -Creo que eso no es cierto, Julio. La filosofía de los decretos respeta la propiedad privada, aunque es cierto que establecen la intervención del estado para evitar los abusos laborales y fomentar que las fincas sigan produciendo, habida cuenta del probable boicot de la oligarquía rural. También es cierto que la nueva normativa solamente acomete aspectos parciales. Por consiguiente, se hace necesaria una reforma agraria integral que abarque todo el conjunto del problema agrario y que se desarrolle y aplique de manera realista porque, insisto en lo que he dicho antes, una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 197. Álvaro, alférez de navío

Libro III Episodio 195. La II República

   Los sentimientos que experimentan tanto Julio como Álvaro por el cambio de la monarquía a la república no son compartidos de modo tan firme por el resto de los Carreño. A Julia la política nunca le importó y recibe el cambio de régimen sin darle mayor importancia. Pilar está a favor de los republicanos, pues presiente que van a cambiar muchas cosas en la sociedad española y sobre todo en lo que es más importante para ella: mayor libertad para la mujer, pues hasta el presente siguen siendo ciudadanas de segunda, aunque se guarda de expresar ese sentimiento en voz alta, porque es consciente de que chocaría con su padre. Los medianos nadan entre dos aguas, debido a la educación recibida tienden a ser conservadores, pero se han contagiado del fervor que el advenimiento de la república ha prendido en la mayoría de la juventud. En cuanto a los pequeños no acaban de entender lo que está ocurriendo, salvo en pequeños detalles como que la bandera ya no es rojigualda sino tricolor: roja, amarilla y morada. En ese abanico de sentimientos hay una excepción: Andrés, y tiene sus motivos.

   El 14 de abril Andrés se encontraba en los alrededores de la Puerta del Sol. A primeras horas de la tarde un grupo de funcionarios izó la bandera republicana en lo alto de Correos y Telégrafos de la plaza de Cibeles. Corrió la noticia y una multitud se concentró para desde allí dirigirse a la Puerta del Sol, donde tiene su sede el Ministerio de Gobernación. Muchos portaban banderas tricolores y retratos de los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, ejecutados por la sublevación de Jaca. En esa riada espontánea del pueblo madrileño se vio inmerso Andrés que, sin pensárselo dos veces, se unió a ella y terminó siendo uno más entre la muchedumbre que se congregó frente al Palacio de Oriente, donde decenas de jóvenes con brazaletes rojos formaron un cordón para impedir que la gente invadiera el palacio y allí estuvieron de guardia toda la noche. Cuando un exultante y acalorado Andrés llegó a casa, a quien primero contó la jornada vivida fue a Paca que, aunque iletrada, sabe bien cómo piensa el cabeza de familia.

   -Lo que acabas de contarme no se lo digas a nadie. Como se entere tu padre de lo que has hecho, la bronca que te puedes ganar será de morirse. Eso, sí le coges de buen talante, que si tiene el día malo, no sé lo que puede hacerte -Andrés, que es un viva la virgen pero más espabilado que el Lazarillo, toma buena nota de la advertencia y no le cuenta a nadie sus vivencias en esa histórica jornada.

   Conforme van llegando las noticias de la proclamación de la república en diversas ciudades y cuando por la tarde una muchedumbre se concentra en Sol ante las puertas del Ministerio de Gobernación, los miembros del Comité Revolucionario se dirigen allí y se constituyen en Comité Político de la República, firmando un decreto -que será publicado al día siguiente en el diario oficial la Gaceta de Madrid- en el que comunican que han tomado el poder adoptando el título de Gobierno Provisional de la República, y a continuación otro decreto nombrando a Niceto Alcalá-Zamora como presidente del gobierno, que asumirá además las funciones de Jefe del Estado.

   El aceleramiento que ha tomado el cambio de régimen causa el asombro de propios y extraños. Julio es uno de ellos y no poder comentar la rapidez de la mutación política le hace añorar a sus amigos de tertulia del casino placentino. En Madrid no tiene con quien discutir lo que está ocurriendo, se limita a seguir los acontecimientos en las páginas del periódico ABC que, como diario monárquico, publica editoriales reprobando el fervor republicano que parece haber invadido a la mayoría de los ciudadanos y pidiendo la vuelta de la monarquía.

   La cascada de cambios continúa. El 15 la Gaceta de Madrid publica otro decreto fijando el Estatuto jurídico del Gobierno Provisional, la norma legal por la que se regirá el mismo hasta la aprobación por las Cortes Constituyentes de una nueva constitución. Lo más polémico del Estatuto es la contradicción que se observa en la cuestión de libertades y derechos ciudadanos, pues su reconocimiento va acompañado de la posibilidad de su suspensión sin intervención judicial, si la salud de la república, a juicio del gobierno, lo reclama. Como dice Julio a sus hijos:

   -Libertades sí, pero condicionadas.

   La aparición de problemas es coetánea al nacimiento de la república. El más inmediato es la proclamación de la República Catalana, hecha por Francesc Macià en Barcelona el mismo 14 de abril. Días después, tres ministros del gobierno se entrevistan con Macià alcanzando un acuerdo por el que Esquerra Republicana renuncia a la República Catalana. Dicha renuncia es a cambio del compromiso del gobierno de presentar en las futuras Cortes Constituyentes el Estatuto de Autonomía que decidirán los catalanes. En el caso de Las Vascongadas, el proceso para conseguir un Estatuto de Autonomía se inicia casi al mismo tiempo que el de Cataluña. La primera propuesta es a iniciativa de los alcaldes del Partido Nacionalista Vasco que a principios de mayo encargan a la Sociedad de Estudios Vascos la redacción de un anteproyecto de Estatuto General del Estado Vasco, que incluiría Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y Navarra.

   La autonomía a la que aspiran catalanes y vascos es lo que produce mayor rechazo en buena parte de la sociedad incluidas las fuerzas armadas, pues como escribe Álvaro en una de sus cartas desde Cartagena donde sigue amarrado el crucero Príncipe Alfonso: … por las conversaciones que oigo a la mayoría de mis compañeros preferirían antes una España roja que una España rota… Ese sentimiento de contrariedad se agranda cuando Manuel Azaña, Ministro de la Guerra, pretende crear un ejército más moderno y eficaz y también más republicano, por eso uno de sus primeros decretos obliga a jefes y oficiales a prometer fidelidad a la República, con la fórmula: … prometo por mi honor servir bien y fielmente a la República, obedecer sus leyes y defenderla con las armas. Y para reducir el excesivo número de oficiales, el Gobierno, a propuesta de Azaña, aprueba un decreto de retiros extraordinarios en el que se ofrece a los oficiales del ejército, que así lo soliciten, la posibilidad de apartarse voluntariamente del servicio activo con la totalidad del sueldo. En el supuesto de no alcanzar el número de retiros necesarios, el ministro se reserva el derecho de destituir, sin beneficio alguno, a cuantos oficiales estime oportuno. Todo lo cual origina que la inicial contrariedad de las fuerzas armadas, en opinión de Álvaro, se convierta en abierta oposición a la II República.

   Sentimientos y opiniones aparte, a los Carreño el cambio de régimen ha terminado afectándoles de dos formas distintas. Como siempre que hay crispación política en el país, las ventas se han retraído, lo que lleva al cabeza de familia a replantearse el no que le dio al señor Ramírez, el perfumista, sobre contratar a Eloísa. Lo habla con la familia.

   -Como las ventas han caído, y es algo que vuestra madre y yo lo hemos vivido antes, no sé si no sería cuestión de pensar en otras formas de ingresos por si la crisis de ventas se alarga. Digo esto porque quizá fuese oportuno replantearse lo de Eloísa en la perfumería de Ramírez –La interesada secunda, entusiasmada, la sugerencia paterna.

   -Por mí encantada, papá. Como te podrá confirmar Pilar, mi trabajo en la farmacia puede suplirlo perfectamente Jesús, y en cuanto a mis estudios de Magisterio tengo más que suficiente con asistir a las clases de la mañana; aprobaré sin problema. La única pega que veo es si el señor Ramírez ha cubierto el puesto y a lo mejor no le interesa tener una empleada a media jornada.

   -Entonces no hablemos más. Visitaré a Ramírez y le sondearé a ver si mantiene la oferta que me hizo.

   Así lo hace el patriarca y, desgraciadamente, la respuesta que da el perfumista es negativa.

   -Lo que es la vida, señor Carreño, antes del día 14 la hubiese cogido sin dudar, pero ahora, como supongo que les pasará a ustedes, las ventas han descendido y no puedo permitirme tener una empleada a media jornada. Créame que lo siento porque sigo pensando que su chiquilla es una perla detrás del mostrador, venda aspirinas o perfumes.

   Días después, Ramírez vuelve a presentarse en la farmacia. Su situación ha cambiado de la noche a la mañana. Resulta que Candela, una de sus dependientas, se ha despedido; a su marido le han dado un buen puesto en el sindicato de impresores y tipógrafos y le ha dicho que con lo que va a ganar no es necesario que ella siga currando. Necesita cubrir inmediatamente ese puesto y, dado que las ventas continúan sin remontar, le vale una empleada a media jornada. Y la jovencita Carreño es una buena candidata. Quince días después, Eloísa, henchida de orgullo, da a su padre un sobrecito de color beige.

   -Papá, mi primera quincena.

   A fines de abril llega carta de Álvaro. Les cuenta que el 30 será su último día en el crucero Príncipe Alfonso, pues el primero de mayo debe presentarse en la Escuela Naval de San Fernando con objeto de efectuar la preparación para el examen de fin de carrera que tendrá lugar en la segunda quincena de julio… y os ruego que, desde el recibo de la presente, me mandéis vuestras cartas a la dirección de la Escuela. Vuestro hijo que lo es y os quiere, Álvaro. El mismo día de la recepción de la misiva, la Gaceta de Madrid publica un decreto del Gobierno provisional en el que se adopta como bandera nacional la tricolor.

   Con la proclamación de la II República, el nuevo orden constitucional debe amparar la libertad de cultos y desarrollar un proceso de secularización que permita superar la tradicional identificación entre el Estado y la Iglesia católica, uno de los elementos clave de legitimación de la monarquía, pero las aguas republicanas discurren por otros cauces.