El Ayuntamiento no se ha atrevido a denegar
el permiso para la celebración de la manifestación en contra de urbanizar la
Marina y los promotores de la protesta, agrupados en la Asociación de Jóvenes
Unidos por un Senillar Libre, se apresuran a ultimar los postreros detalles de
la misma.
- Oye,
Chelo, ¿al final el pichafría de Tormo va a estar en primera fila de la mani o
qué?
- No.
Ha dicho que ese día tiene un tribunal de tesis doctoral en el CEU de Madrid y
que no le es posible excusarse. Para mí que no es más que un pretexto para no
dar la cara.
- Ese
boquituerto es de los que ponen una vela a Dios y otra al diablo.
- Con
Tormo o sin él, lo importante es que la mani vaya adelante, lo de menos es quién
esté llevando la pancarta. Y sobre eso tengo que daros una mala noticia: yo
tampoco voy a estar. El carroza de mi padre me ha amenazado que si voy me va a
meter en un internado.
- No
se atreverá.
- Me
temo que sí. Mamá asegura que esta vez está muy cabreado y que no se va a echar
atrás. Lo he pensado mucho y creo que es más inteligente y, sobre todo, más
práctico no llevarle la contraria en esto. Porque si me envía fuera del pueblo,
aunque no sea a un internado, no podré seguir trabajando con vosotros para
pararles los pies a esos chorizos del ladrillo.
En la Asociación de Jóvenes Trabajadores de
Senillar también se están preparando para la manifestación. En su caso, para
reventarla o, al menos, para minimizar su importancia entre la población y, en
especial, para que su eco no llegue a los medios de comunicación, que es la
principal preocupación de la gente de marketing que trabaja para BACHSA, que es
quien está detrás de la estrategia esquirol. Eliseo Lavilla, el experto que
teledirige la operación, da las pertinentes instrucciones a los teóricos
dirigentes de la banda de los “pepes”, como es conocida en el pueblo AJOTSE.
- El
Ayuntamiento ha autorizado nuestra manifestación, el mismo día y a la misma
hora, pero por diferente recorrido, que la programada por los estudiantes.
-
¿Entonces cómo preparamos nuestra manifestación? – quiere saber Sergio.
- No
nos manifestaremos, haremos un conato, pero lo que realmente vamos a hacer es
reventar la marcha de los chavales.
- ¿Qué
hacemos, los molemos a palos? – pregunta Maximino.
- De
ponerles la mano encima nada de nada. Lo que tenéis que hacer es tratar de
resquebrajar su moral con toda suerte de abucheos, improperios y cuanto se os
ocurra para que se vengan abajo.
- O
sea, llamarles hijos puta, cabrones, mariconazos y todo lo que sigue – apunta Maxi.
- No,
tampoco es eso, tenéis que insultarlos de modo que quede patente para la
población que los que se manifiestan son una panda de hijos de papá, de
señoritos, de vagos, de melindrosos, de blandengues, de meapilas. En fin,
cuanto se os ocurra, pero que vaya en la dirección de mostrarles como un grupo
de privilegiados que jamás han dado un palo al agua y que, encima, protestan
contra aquello que da trabajo y pan a la gente que ha de sudar para poder
comer. Si conseguís eso, lograremos que la mayoría de la población no secunde
su protesta.
- A
todo esto, ¿cuántos tíos nos vas mandar? – inquiere Sergio.
- De
acuerdo con los datos de manifestantes que habéis previsto creo que con una
treintena será suficiente.
La manifestación es un fracaso para ambas
asociaciones. Los de AJUSEL logran congregar un corto número de manifestantes,
entre adolescentes, jóvenes y jubilados. Los de AJOTSE también fracasan porque
sus intentos de minar la moral de quienes se manifiestan insultándoles con toda
clase de lindezas no produce el efecto deseado. Al final, hay un pequeño
incidente entre varios manifestantes y unos cuantos esquiroles que,
afortunadamente, solo se traduce en un cruce de amenazas y más insultos. Lo
único reseñable es el empujón que recibe uno de los adolescentes que protestan
y que termina con el chaval en el suelo; al caer se hace una pequeña brecha en
la cabeza, sus compañeros lo llevan al consultorio de la seguridad social donde
restañan la herida calificada de leve. El facultativo elabora el preceptivo
informe, una copia del cual termina en el cuartelillo de la Guardia Civil que,
al no haberse presentado denuncia alguna, archiva las diligencias.
El grupo que lidera la protesta contra la
urbanización de la Marina se reúne para evaluar el resultado de la
manifestación y planificar nuevas acciones.
- Lo
cierto es que hemos conseguido bien poco. La asistencia fue muy pequeña y no
parece que hayamos logrado gran cosa – se lamenta uno de los chavales.
- Y
encima los de la banda de esquiroles de los “pepes” tocándonos los cojones – se
queja otro.
- Y por
si faltaba algo no hemos sido noticia en ningún periódico, radio o tele. Nada,
como si no hubiese ocurrido nada.
-
Precisamente por ahí es por donde hemos de atacar, por los esquiroles y los
medios.
Chelo Arbós les cuenta la idea que le ha
soplado Pascual Tormo. Lo importante no es manifestarse sino que la prensa lo
recoja y para conseguirlo es imprescindible que haya cuantos más incidentes
mejor. Lo que deberían hacer es airear por todas las esquinas que volverán a
manifestarse y que no le tienen miedo a nadie y menos a los esquiroles que los
pusieron a caldo que, encima, son casi todos forasteros. Lo que deben conseguir
es que los contra manifestantes se calienten y cuando los insulten enfrentarse
con ellos. Es posible que alguien termine con un ojo a la funerala, con algún
chichón o, en el peor de los casos, con un hueso roto, pero habrá que dar por
bien empleados esos pequeños percances porque seguro que su protesta será
recogida por los medios. Y cuanto más follón se monte más repercusión mediática
van a tener. Tormo, que tiene algunos contactos con medios de comunicación de
la capital, se ha comprometido a que el día de la nueva protesta haya presentes
algunos representantes de la prensa, radios y televisiones regionales.
La dirección de AJOTSE se reúne asimismo
para valorar sus esfuerzos para reventar la protesta. También ellos están
descontentos con el resultado.
- La
verdad, Lavilla, es que no hemos conseguido nada, pese a todo cuanto les
dijimos, los chavales no alteraron ni el paso ni el talante. Para mí que lo
tenían bien estudiado – comenta Sergio.
- Ya
lo dije yo – recuerda Maximino – que solo con insultos y bobadas de esas no
íbamos a lograr nada. Otro gallo nos hubiese cantado si les hubiéramos soltado
una mano de hostias. Unos cuantos guantazos bien repartidos son mano de santo
para acojonar a esos chiquilicuatros.
Lavilla duda sobre qué hacer si los
estudiantes vuelven a manifestarse como se rumorea por los mentideros locales.
Conocedor de quién es la cabeza pensante de la asociación le pregunta:
-
Sergio, ¿y tú qué opinas, también crees que a palos se yugulará la protesta?
- No
creo que liándonos a palos consigamos algo. Tú insistes siempre en que lo más
importante no es que se manifiesten sino que la protesta no la recojan los
medios. Si llegamos a la pelea barriobajera hay muchas probabilidades de que sí
lleguen los hechos a la prensa. Yo pienso como tú, Eliseo, mejor será seguir
actuando con mano de hierro, pero en guante de terciopelo, como solía repetir
uno de mis profes del colegio.
Lavilla está de acuerdo con la postura de
Sergio que, en definitiva, también es la suya y les ordena que sigan atosigando
a los manifestantes, pero sin llegar a las manos. Esta vez les enviará más
peones para ver si el número les impone. En cuanto el experto se marcha,
Maximino revienta:
-
Colega, eres el tío más pelota que me he echado a la cara. Por eso llevas el
carrerón que llevas, porque siempre dices a los jefes lo que quieren oír.
Supongo que también por eso tienes contenta a la golfa de tu churri.
- Lorena no es ninguna golfa – salta Sergio
como un resorte -. Para que te enteres, yo fui el primer hombre que conoció.
La carcajada que suelta Maximino retumba en
el despacho.
- ¿Qué
tú fuiste el primero? Amos, anda, pues menudo pardillo eres. Por si no lo
sabes, yo fui quien la desvirgó, y bien puta que salió que estaba todo el día
detrás de mí como una gata en celo. Y después de mí, conozco al menos a diez
tíos que también se la han tirado. ¿No te han contado que tu zorrilla era uno
de los chochitos más buscados del pueblo? Pues para que te enteres de una
jodida vez, llevas unos cuernos más grandes que el marrajo que empitonó al
Paquirri. ¡Joder, con el pichafloja, lameculos y encima cornudo!