"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 31 de octubre de 2014

1.3. Elegir corbata no es tan fácil

          
   Lo que menos puede figurarse el joven secretario de San Isidro es ser el motivo de cháchara de un grupito de comadres mientras repasan la colada en el lavadero municipal, lugar donde se airea todo bulo, rumor, chisme o noticia cierta que circula por el pueblo. Han hablado de lo de siempre: del mucho trabajo que tienen en casa, de lo comodones que son sus maridos, de la guerra que dan los hijos, de lo flojas que vienen las cosechas y de los últimos cotilleos que corren por el pueblo. Hoy parece que hay una novedad: el estado civil del nuevo secretario de la cooperativa.
- ¿Estás segura que es soltero?
- Segurísima. Lo sé de buena tinta. Me lo ha dicho Rosarito la Maicalles.
- Si lo dice Rosarito será verdad. Lo que no sepa esa…
- Lo que seguro que tiene es novia porque joven, con buena facha y un sueldo fijo es un momio. Alguna lista ya ha debido de echarle el anzuelo.
- Pues yo sé de buena fuente que tuvo novia, pero lo dejaron – precisa otra comadre.
- ¡Qué imaginación tiene la gente! ¿Y cómo saben que no la tiene?
- La mujer del cartero ha comentado que no recibe correspondencia. Si tuviera novia recibiría cartas. Por otra parte, lleva más de un mes en el pueblo y se ha quedado casi todos los fines de semana, salvo alguno en que ha ido a Las Alquerías a ver su madre.
- Pues si está sin compromiso más de una que yo me sé va a echarle los tejos.
- Y más de dos. Dicen que si las Guillamón le han invitado a un baile que van a organizar en su casa.
- ¡Las Guillamón, tenían qué ser ellas! En cuanto llega un forastero al pueblo se ponen en celo.
- Sí, pero, ahí las tienes, solteritas y sin compromiso.

   Mientras las vecinas siguen cotilleando sobre lo que creen saber de Gimeno y especulando de cuanto desconocen, el aludido se encuentra en el modesto taller de uno de los sastres del pueblo que está haciéndole la segunda prueba del traje que le está cosiendo. Su vestuario deja mucho que desear y ahora que lo han ratificado en el trabajo tendrá que vestir el cargo. Hubiese preferido comprarse el traje en Valencia, pero le han dicho que Magín es muy barato y que no cose mal.
- Magín, necesitaré una corbata que combine con el traje.
- Por supuesto, pero ese artículo no lo trabajo.
- ¿Y hay alguna tienda dónde comprarla?
- Sí, en el Rabal. Una tienda que se llama Moda de París. Le atenderá una joven, María Dolores Sales pero todos la conocen como Lolita. Dígale que va de mi parte. Le voy a dar un retal para que le elija una corbata a juego.
- No será una aprovechada de esas que te larga el primer bodrio que tenga a mano.
- Tranquilo, señor Gimeno. Puede fiarse y más yendo de mi parte. Además, Lolita es una persona de buen gusto y seguro que encuentra una corbata que combine con el color del traje.

   Vaya, piensa José Vicente, lo que no me había dicho el sastre es que la moza estaba tan rica. Mientras la mira encandilado la joven, que no parece haberse dado cuenta de la insolente manera con la que el hombre la está observando, va comparando corbatas con el retal hasta que aparta tres. Con su mejor sonrisa de vendedora se dirige al cliente a la par que extiende las corbatas en el mostrador:
- Creo que cualquiera de estas tres combina perfectamente con el color y la textura de la tela del traje que le está confeccionando Magín.
   Gimeno mira las corbatas y vuelve a admirar a la joven. En lo primero que se ha fijado es que tiene un tipo rotundo, con las curvas donde debe tenerlas una real hembra. Su mirada se detiene más de lo que debiera en el contorno de los pechos que hacen de la blusa una suerte de montaña rusa. Tiene una cara que, sin ser de una belleza espectacular, es de esas que se te graban en la retina y que no es fácil olvidarlas; en esa cara que le fascina lo que más destaca son unos ojos castaños preciosos. ¡Y sabe sostener la mirada!, no es de las que enseguida baja la cabeza. ¡Y qué boca!, debe de ser una gozada besarla. ¡Y qué piel!, por un momento se ve acariciándola lentamente. ¡Y qué… Interrumpe su mental monólogo la voz de la joven:
- ¿Qué opina?, ¿cuál le gusta más?
- Ah… - Gimeno aparta sus pensamientos y vuelve a centrarse en las corbatas -. Pues Magín tenía razón, me aseguró que tenías muy buen gusto y veo que no se equivocó. Lo cierto es que me gustan todas.
- ¿Entonces se queda con las tres? – la joven no entra en el juego del tuteo.
- ¿Y qué voy a hacer con tantas corbatas? Sólo necesito una.
- Si me permite, le sugiero una solución intermedia. Repetir la misma corbata no es muy chic. Le aconsejo que se lleve, al menos, dos. Una más sería para el trabajo y otra más desenfadada para los momentos de diversión.
- Me parece una buena solución, pero las tendrás que elegir tú, yo no sé distinguir una corbata seria de otra que no lo es. Ya veo que elegir corbata no es tan fácil.

   Al tiempo que Gimeno está de compras, Leoncio le cuenta a su mujer lo que se le ha ocurrido: sugerirle al tío Benjamín que un buen jefe de Falange podría ser el secretario de la cooperativa. Le explica detalladamente los rasgos que concurren en el empleado y que, en su opinión, le hacen un estupendo candidato para el cargo.
- ¿Qué te parece?
- Lo de menos es lo que me parezca a mí. Lo que vale es lo que le parezca a tu tío.
- Eso ya lo sé, pero tú ¿cómo lo ves? Sólo pido tu opinión, mujer.
- Si es tal y como cuentas no parece mala elección. Sólo tengo una duda, mejor dicho dos: si querrá ser y, si lo nombráis, que luego se deje pastorear. La gente suele cambiar cuando le dan un puesto. Acuérdate de lo que dicen: si quieres conocer a fulanito dale un carguito.
- Esas dos dudas, que están bien traídas, las tengo resueltas de antemano. Primero le dejaré entrever que si quiere continuar de secretario será a condición de que acepte lo de Falange. Y lo segundo, más de lo mismo, si no se deja aconsejar pues se le acabó el momio de la cooperativa. Y como ser jefe de Falange no tiene paga, al menos directa, pues ya me dirás que solución le va a quedar.
- ¿Así qué ese puesto no tiene paga? Eso el otro día no lo sabías seguro. Si es como dices, me parece muy bien que le pases el muerto a otro.
- Lo único que me preocupa es que no sé cómo entrarle al tío Benjamín para que lo acepte como candidato. Casi no lo conoce y ya sabes que cuando se le mete una idea entre ceja y ceja...
- Yo creo, Leoncio, que tienes una buena excusa – ante el gesto de ignorancia de su marido la mujer prosigue su argumentación -. La gente critica que los Arbós acaparáis la mayor parte de los cargos. Delante de vosotros no se atreven a decir nada, pero por detrás os crucifican. Si ahora el puesto de jefe de Falange también va a parar a uno de la familia vamos a estar en las mismas. Volverán a repetir que los Arbós son unos acaparadores, todo para ellos. En cambio, si nombraseis a uno que no sea de vuestra sangre, y encima siendo forastero, eso estaría bien visto. Quedaríais de rechupete y al mismo tiempo seguiríais llevando el mulo por el ronzal.
- A veces, Felisa, me pregunto qué haría sin ti.

   La propuesta de su sobrino no le ha hecho ni pizca de gracia a Benjamín. Ni siquiera el argumento que le ha soltado de que la gente les critica porque lo acaparan todo. La gente puede decir misa en arameo, se dice, pero con las cosas de comer no se juega. Si la familia quiere seguir mandando, todos los resortes del poder han de estar en sus manos. Es el primero en saber que su sobrino Leoncio es más bien poquita cosa y que si tuviera enfrente a oponentes de talla se lo merendarían en un plis-plas, pero en un escenario tan pacífico como el de la localidad cualquier tonto vale para el puesto, lo importante es que sea alguien de quien poder fiarse. Mejor que sea uno de la propia sangre.
- No quiero oír más historias, Leoncio. Ve haciéndote a la idea, el próximo jefe de Falange vas a ser tú. ¿O es que tampoco quieres ser presidente de San Isidro?
   Ante la nada velada amenaza, Leoncio repliega velas y agacha la cabeza.
- Haré lo que usted mande, tío.