La portada online de El País del veintiséis
de enero tiene como titular central: Iglesias
tendrá que consultar a las bases y Sánchez a la dirección. ¿Cómo harán eso
de consultar a las bases?, ¿los afiliados irán a votar a las sedes del
partido?, se pregunta Ponte. Claro que ahora con esto de internet también
pueden hacerlo a través de la red. ¿Y por qué el del PSOE no consulta también a
las bases? En cualquier caso, estoy convencido de que lo que vayan a hacer ya
lo tiene decidido la cúpula del partido, digan lo que digan los cándidos tipos
de las puñeteras bases. En la columna de salida un titular, más pequeño que el
anterior, dice: La UE considera tomar
medidas drásticas para el problema de los refugiados. Y debajo un
subtitular que explica: Varios países
quieren prolongar dos años la suspensión del acuerdo de libre circulación.
No, si al final van a rehacer las fronteras de siempre y cada uno en su casa y
Dios en la de todos, pero los pobres refugiados continuarán encerrados en esos
campamentos de vergüenza. Y concluye la lectura.
Está llegando al extremo de que ni siquiera
suele terminar las portadas. Además, tiene que prepararse, esta mañana tiene
cita con el Tío Josefo y no puede llevar un atuendo de brocha gorda para ver al
viejo gitano, sabe que este irá hecho un pincel, un pincel calé, pero pincel al
fin y al cabo. Ponte no le ha contado de antemano lo que pretende, solo le ha
dicho que tiene ganas de echar unas parrafadas. Han quedado en un bar de
Móstoles cerca de donde vive el patriarca. Lo que le lleva a pensar que se han
visto muchas veces, pero ninguno de ambos ha invitado al otro a visitar su
casa. Igual es cierto eso que dice Ballarín, de que siempre hay una especie de
barrera entre payos y gitanos.
La entrevista es tan cordial como de
costumbre. Lo primero que pregunta Ponte, como está mandado, es si el pequeño
Frasquito, uno de los nietos del Tío Josefo, ya está completamente
restablecido. Afortunadamente es así. Luego viene lo de contarse como está el
resto de la parentela. Ponte sabe lo importante que es la familia para los
calés. A lo largo de la charla van pasando de un tema a otro hasta que terminan
conversando de cómo le van las cosas a Ponte.
- Pues ahí
estamos, pero hasta que no se resuelva lo del robo del tesoro no dormiré
tranquilo porque sigo siendo el único testigo ocular del caso. Hay noches que
todavía tengo pesadillas con el atracador que me apuntó con una pistola.
- Hombre,
don Manué, es que tener un hierro apuntándote a las napias es mu duro, no solo
pa un payo, también pa un gitano.
- Por cierto
– Ponte decide que ha llegado el momento -, hablando de su gente, he leído en
los papeles que los Corrochanos tuvieron una buena refriega en el Cobo Calleja
con unos chinos.
- Pues así
parese. Y uno de los chaveas del Tío Rafaé lo pagó con su piel, que la palmao,
vamos. Presisamente en unos días, cuando el jues de instrusión dé la orden, lo
van a enterrar. Me han contao que va a venir casi toa la familia que anda
esparsia por esos mundos de Dios.
- ¿Los
funerales gitanos son como los de los payos o son diferentes? – quiere saber
Ponte.
- Bueno,
pues má o meno. Cuando un andoba la diña, lo mismo da que sea una cosa u otra.
L´a palmao y hay que echarle tierra ensima.
- ¿Era muy
joven el muerto?
- Casi un
chavea, seguramente por eso palmó, porque le faltaba esperiensia y arriesgó
demasiao el pellejo. Y no vale la pena que le peguen a uno cuatro tiros por
unos duros, sean muchos o pocos – al Tío Josefo lo del euro, al menos en su
forma de hablar, le trae al fresco.
Ponte registra en su memoria lo de que le
peguen a uno cuatro tiros por unos duros. Ya tiene un dato que contarle a
Grandal: el motivo de la pelea o, al menos, uno de ellos parece que fue el dinero.
Habrá que seguir tirando de la lengua al Tío Josefo a ver si suelta más
información.
- Así que
van a venir más parientes de los Corrochanos al funeral…
- Naturá,
nosotros tenemo mucho respeto a los muertos. Vendrán a mostrar al fallesio su
considerasión y el respeto debio al patriarca de la familia.
- Y esa
consideración y respeto ¿de qué manera se demuestra?
Al Tío Josefo la deriva que ha tomado la
charla no le gusta ni pizca, el tema de la muerte no es algo que le haga feliz
precisamente, pero en atención a su viejo amigo decide contarle algo más, a ver
si así deja de preguntar.
- Verá, don
Manué. Lo primero es que no dejamos que a nuestros muertos se les hagan autosias,
aunque en este caso con jueses de por medio no habrá sio posible. Al fallesío,
Antoñito era su grasia, se le va a velar durante tres días, si el estao del
cadáver lo permite. Debajo de su ataúd se colocarán algunas de las cosas que
más le gustaban como café, sigarros, vino… Esos días de velatorio, los
familiares no usarán jabón ni se pondrán ropa nueva ni bailarán o cantarán. Los
varones llevarán una sinta negra en la camisa como señá del luto. Acabados los
días de vela se le enterrará tal y como la palmó, con toas las cosas que solía
llevar ensima. Al cabo de unos días, el número depende si hay familias que
tengan que viajar, se selebrará una comia en su memoria, donde se servirán los
platos que más le gustaban y se dejará en la mesa una silla vasia para el
difunto - Hasta ahí llega el patriarca en su explicación sobre los funerales
gitanos. Espera que sea suficiente y que no haya más preguntas sobre la
cuestión.
Ponte no está para sutilezas y sigue tirando
de la cuerda con peligro de romperla.
- Y después
del funeral supongo que lo llevarán al cementerio, ¿al de los payos o hay
cementerios aparte para los gitanos?
El semblante del Tío Josefo no se altera un
ápice, aunque está pensando que su viejo amigo se está pasando, ¿o acaso no se
ha dado cuenta de cuánto le incomoda hablar de la muerte?, más fiel a su
concepto de la amistad contesta:
- Si se nos
enterrara aparte sería una muestra más del rasismo de la mayoría de payos,
entre los que por descontao no le incluyo a usté. Si va a un gran
sementerio como La Almudena o San Isidro comprobará que las sepulturas más cuidadas,
con más flores y objetos del difunto pertenesen a familias gitanas. Un ejemplo:
en el sementerio de Valladolid hay un sepulcro en el que está enterrao el Tío
Borlas, que fue patriarca de uno de los clanes de la siudad. Pues se dise de
ese mausoleo que es uno de los más hermosos y bien decoraos de to el país – y
para dar fin a una conversación que no haría feliz a ningún calé la remata
dando una pizca de información personal -. Justamente, con lo del funeral del
Antoñito tengo mis más y mis menos. M´explico. Por un lao, debería asistir al
funeral, cómo lo harán la mayoría de los patriarcas. Es una cuestión de respeto
p´al muerto y pa el Tío Rafaé. Pero por otra, no m´apetese ná. Los Corrochanos
siguen siendo unos malajes y cuanto más lejos de ellos, mejor. Y ya está bien
hablar de muertos, no vayamos a tentar la bicha. De lo que hay que hablar es de
los vivos.
La última frase del gitano hace que Ponte se
caiga del guindo por su falta de tacto. No más hablar de muertos, hay que
cambiar de registro, pero quiere soltar un último mensaje sobre los entierros,
pues le interesa que el patriarca acuda al funeral de los Corrochanos porque en
los velatorios, para aliviar las muchas horas muertas, la gente habla de todo.
- Tiene toda
la razón, Tío Josefo. Ni una palabra más sobre los muertos, habiendo tanto que
contar sobre los vivos, pero no me resisto a darle un consejo, si usted me lo
permite – ante el leve asentimiento del gitano, Ponte prosigue -. Dados mis
muchos años, he tenido que asistir a muchos entierros, demasiados, y en ellos he
aprendido que cuando los familiares del fallecido se quedan solos hacen el
recuento de los que fueron y de los que no. Y quedan agradecidos a los que
asistieron al entierro. Como también toman nota de aquellos que no estuvieron y
lo tendrán en cuenta en el futuro. Usted, que no solo es viejo como yo, sino
mucho más listo, sabrá sacar la moraleja – y aquí, Ponte da el quiebro que
esperaba el Tío Josefo como agua de mayo -. Y hablando de vivos, como está su
sobrino-nieto Bartolillo, el que encontré recogiendo naranja en Castellón,
¿sigue por allí?
Cuando payo y gitano se despiden, Ponte deja
caer que la próxima vez que se vean, que espera que sea pronto, la invitación
corre por su cuenta. Hoy, como han estado en territorio del Tío Josefo, ha sido
el patriarca el que ha pagado. El gitano a lo de la próxima vez no responde, lo
que dice al marcharse es una antigua despedida que Ponte hacía años que no oía.
- Quede usté
con Dios, don Manué.