"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 10 de marzo de 2015

3.12. No se hacen tortillas sin cascar huevos



   El último proyecto que ha puesto en marcha el emprendedor alcalde de Senillar es pavimentar las principales calles del pueblo. En el pueblo, a excepción del recorrido que hace por el interior de la villa la carretera de Cádiz a Barcelona, calles de San Antonio y San Jaime más la Plaza Mayor, el resto de viales son de tierra. Cuando llueve las calles se embarran y en épocas de sequía se convierten en una fuente inagotable de polvo. Paco Vives ha decidido que ha llegado el momento de terminar con ese estado de cosas. Hay que modernizar el pueblo. El problema es, como casi siempre, la financiación, ¿quién pagará la obra? Vives intenta conseguir que la costeen las instituciones provinciales, pero en Gobierno Civil le informan que no hay ninguna inversión prevista para obras de esa clase y le remiten a la Diputación, cuyo vicepresidente le da a Paco una respuesta parecida. Se las tendrán que arreglar con financiación local y, como el Ayuntamiento también tiene las arcas vacías, la única solución factible es que los vecinos paguen la obra a escote, porque si solicitan un crédito bancario, al precio que están los intereses, la pavimentación puede costar un pico.

   Cuando el alcalde hizo circular la noticia de que se iban a arreglar las calles a todo el mundo le pareció una gran idea, ya era hora de que el pueblo tuviera calles asfaltadas como en la capital, pero cuando anuncian a los vecinos que la obra la tendrán que costear ellos, en función de los metros de fachada que tengan sus viviendas, el clamor es general: no hay derecho, no se les puede exigir que paguen una obra que no han pedido y que Dios sabe para qué va a servir. Además, ¿para qué pagan impuestos, qué se hace con los dineros de las contribuciones? Los vecinos de las calles afectadas, que habían presumido de lo bien que iban a quedar sus viales, tienen ahora que sufrir las burlas de aquéllos cuyas calles no van a ser remodeladas. Las quejas contra la decisión del alcalde son unánimes, pero no van más allá de ser proferidas en las tertulias de los cafés y tabernas o en los corros que hacen las mujeres en el lavadero municipal. Los comentarios que se oyen en la calle, interesados o no, son de toda laya.
- Ya me dirás para qué sirve tener calles asfaltadas. Toda la vida de Dios las calles han sido de tierra y así deberían seguir. Es una obra arbitraria, inútil y carísima.
- Pues a mí no me parece mal. Yo creo que a la larga nos beneficiará a todos, pero lo que no es de recibo es que la tengamos que pagar los vecinos. Las obras municipales las ha de costear el Ayuntamiento.
- Pero si el Ayuntamiento no tiene fondos, alguien las tendrá que pagar.
- Para eso está el gobierno y los muchos impuestos que nos sangran el bolsillo.
- La culpa de todo la tiene Paco Vives que se ha empeñado en querer cambiar el pueblo, pero con el dinero de los demás. Si lo tuviera que apoquinar de su bolsillo ya veríais como esa obra no se haría.
- Te recuerdo que Paco vive en el Rabal y también tendrá que rascarse el bolsillo en la parte que le toque.
- Sí, pero él se lo puede permitir. Yo, no.
- La madre del cordero es saber quién se va a beneficiar de esta obra.
- Yo te lo diré, se van a beneficiar los de siempre, los ricos. Porque, vamos a ver, ¿a quiénes les interesa que las calles estén asfaltadas? Pues a los que tienen coche. ¿Y quiénes tienen automóvil? Tú mismo.
- La de tonterías que hay que oír, si aquí no tienen coche ni los médicos.

   En la tertulia del café de El Porvenir también hay comentarios para todos los gustos.
-¿Qué pasa con las obras de pavimentación de las calles que casi todo el mundo echa pestes de ellas? – quiere saber Grau que al ser forastero no acaba de entender la revolera que se ha montado.
   Como nadie parece darse por aludido, es Lapuerta quien contesta:
- Es propio de la mentalidad pueblerina, con excepciones naturalmente. Quieren modernizarse, pero siempre que pague otro.
- No lo entiendo, Manolo. La obra será beneficiosa para todos los vecinos, para los actuales y hasta para los que no han nacido. Todas las ciudades y pueblos que quieren progresar tienen las calles asfaltadas desde hace tropecientos años. Si la pavimentación beneficiara únicamente a algunas personas, a los que piensan así o asá, entendería las protestas, pero es una obra para todos, ricos o pobres, azules o rojos. No entiendo por qué se quejan.
- Así es este pueblo, Alfonso. Quieren que se hagan cosas, pero con el dinero de los demás. En cuanto les rascas el bolsillo se acabó la fiesta. ¿Sabes cuál será el resultado de la obra? Que el pueblo tendrá unas preciosas calles pavimentadas y Vives perderá el favor de muchos de sus convecinos. No es la mejor receta para mantenerse de alcalde muchos años.
- Y según usted, ¿cuál es la receta adecuada? – quiere saber Ballesta.
- No hacer nada. Mantener el statu quo, es decir que se queden las cosas como estaban.
- Eso es muy triste. Si no se hace nada, si se mantienen las cosas como están los pueblos no prosperan – insiste Grau.
- Totalmente de acuerdo, de ahí lo que decía antes. En muchos pueblos, y éste no es la excepción, ocurre que si uno quiere mantener muchos años la alcaldía, la fórmula consiste en molestar al vecindario lo menos posible, y una forma muy eficaz es no hacer nada y entonces no has de pedir dinero a la gente. Ah, se me olvidaba, y organizar muchas fiestas. En cambio, el alcalde que se mete en obras, lo recordarán con nostalgia dentro de años, pero en el presente concitará contra sí la mala leche de buena parte de sus convecinos.
- Perdona, Manolo, pero no estoy de acuerdo con tu teoría. La considero muy negativa. Todo el mundo quiere progresar – afirma Grau de manera rotunda.
- Sí, pero muchos quieren progresar tirando con pólvora del rey que, en principio, es gratis, pero que a la postre sale muy cara porque al final hay que pagarla con intereses.

   Las obras de pavimentación siguen. Las murmuraciones también, casi al mismo ritmo que los trabajos. Y algo nunca visto en el pueblo: se forma una comisión de tenderos de algunas de las calles que se están asfaltando. Los comisionados han ido a hablar con el alcalde para manifestarle sus quejas y su preocupación por que las obras se están demorando mucho y las ventas se están resintiendo. Los comerciantes alegan que hay muchos clientes que han dejado de acudir a sus tiendas para no tener que sortear calles levantadas, evitar apestosas calderas para calentar el alquitrán y un sin fin de ruidos y molestias. Vives, que ya ha tenido que soportar muchas críticas, explota:
- Es totalmente falso que las obras vayan con retraso. Todo lo contrario. El contratista me ha asegurado que posiblemente terminarán unos quince días antes de lo que estaba programado. Si todas las reclamaciones que traéis están tan fundamentadas como ésta os tengo que decir que os habéis columpiado de mala manera.
- Lo importante no es si terminan antes o después, sino que las calles están hechas una porquería, casi parecen más un frente de batalla que otra cosa. Y por ese motivo los clientes vienen menos a las tiendas. ¿Quién nos compensará las ventas que no efectuemos?
- No se hace una tortilla sin cascar huevos. Al principio, cuando se habló de pavimentar las calles a muchos de los que estáis aquí la obra os pareció de perlas – al ver los gestos negativos de algunos tenderos, Paco añade con su tono más duro - , y no me tiréis de la lengua que comienzo a dar nombres. ¿De qué os quejáis ahora?

   Gimeno está encantado con las protestas contra las obras de pavimentación patrocinadas por la alcaldía, protestas de las que, bajo cuerda, él ha sido uno de los principales impulsores. No es que la remodelación de las calles le parezca mal, lo que realmente le interesa es que se incremente el número de vecinos descontentos con la gestión de Paco Vives. Está maniobrando a medio y largo plazo. En todo este tinglado, algo que le ha sorprendido es que Lolita no estuviera entre los dueños de establecimientos que fueron a protestar; es más, sabe que se lo pidieron y se negó a participar. Se dice que tendrá que preguntarle el por qué.