"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 1 de julio de 2014

4.21. Ibiza, mon amour

   Cuando Maximino le contó la cruda verdad de su relación con Lorena y la opinión que se tenía de ella en el pueblo, un torrente de sentimientos invadió a Sergio: rabia, frustración, desconcierto, vergüenza, celos. Más que por el hecho de que no era virgen cuando se le entregó, lo que más le desasosiega es que lo haya engañado. La sigue queriendo, pero la impoluta imagen que tenía de ella se ha hecho añicos. Después de mucho pensarlo ha optado por no decirle ni una palabra, más que nada porque sospecha que podría seguir mintiéndole.
 
   A Lorena no le ha gustado que a su chico se le haya terminado el chollo de liderar la banda de los “pepes”. Aparte de que ganaba un pastón, el que Sergio fuera considerado como alguien importante en el pueblo, aunque no todos opinasen positivamente, era motivo de orgullo para ella.
- ¿Y por qué te han dado la boleta?
- Porque ya no necesitan más la asociación y, por tanto, también sobramos los que estábamos allí – ha utilizado el circunloquio para no aludir a Maximino.
- ¡Qué plastas! ¿Y ahora qué vas a hacer, volver a currar con el Francisco?
- Eso será dentro de un mes. De momento, nos han ordenado que desaparezcamos durante ese tiempo del pueblo.
- ¿Irnos del pueblo, y para qué?
- Para que si vienen periodistas a entrevistarnos no nos encuentren. Podríamos hacer un viaje, me han dado un buen dinero. ¿A dónde te gustaría ir?

   En cuanto Lorena oye lo del viaje, se le olvidan todos los resquemores sobre el cese de su chico.
- ¿De verdad podemos ir dónde queramos?
- Iremos donde tú quieras, reina. Ya te he dicho que me han dado una buena prima. Podríamos hacer como una especie de viaje de luna de miel, es algo que me apetece mucho.
- ¿Sabes adónde muchas veces soñé viajar? A Ibiza. Siempre quise conocer la isla desde que, en la peluquería en la que trabajé, leía en las revistas del corazón los reportajes de las estancias de los famosos.
- Pues eso está hecho. Mañana mismo voy a comprar los billetes. Imagino que preferirás que vayamos en avión.
- Espera, has dicho antes que te han dado mucho dinero. ¿Es así? – ante el gesto afirmativo de Sergio, la joven formula una pregunta -. Antes de irnos, ¿podrías hacerme un pequeño regalo?
   El obsequio que pretende Lorena no es tan insignificante. Quiere cambiar el Ford Fiesta por un BMW, que es otro de sus sueños incumplidos. Sergio, como hace siempre, está a punto de decirle que sí, pero al pronto recuerda las risotadas de Maximino cuando contaba las guarradas que le hacía a Lorena y decide castigarla.
- ¿Tú sabes lo que cuesta ese coche? Ni hablar, con el Fiesta nos apañamos.
   La pelea está servida. Lorena no está habituada a que Sergio le niegue ninguno de sus caprichos y se coge una rabieta de época. El chico no cede, hasta que la joven le da un ultimátum:
- Pues si no hay BMW, tampoco habrá viaje. Me quedo en el pueblo. Tú puedes irte dónde quieras y si no vuelves, mejor.
   Cuando Lorena tensa la cuerda hasta el extremo de casi romperla, ocurre lo de siempre, Sergio cede. No sabe si por cobardía, por costumbre o por el miedo de perderla definitivamente, pero cede.

   Unos días después, la pareja llega a Denia, con su flamante sedán, donde cogen el transbordador que les conducirá hasta San Antonio, el puerto más próximo a la península de la mayor de las Pitiusas. Han desechado el viaje aéreo pues Lorena quiere recorrer la isla en el coche de sus sueños. Se hospedan en un hotel de cuatro estrellas de la Playa d´en Bossa. Ha sido toda una concesión de la joven. Sergio quería llevarla a un cinco estrellas, pero ella se negó, tenían que ahorrar para poder afrontar las letras del BMW que suben un pico.
   Lorena ha recortado de varias revistas del cuore varios reportajes de algunas de las playas de Ibiza que suelen frecuentar los personajes famosos. Las visitan todas: Ses Salines y Cala Jondal son las primeras y luego siguen Es Cavallet, Cala Tarida, Es Canar… En Formentera viajan a Es Racó da S´Alga, Ses Illetes y también se relajan en playas donde encuentran a bastantes nudistas como Cala Saona y Es Migjorn. Dejan de broncearse cuando descubren la movida de muchas de las discotecas isleñas y el intenso tráfico de toda clase de drogas que circulan en su entorno. Aquello para Lorena es una suerte de paraíso. Quiere probarlas todas, pues hay muchas que desconoce, y arrastra a ello a su chico.
- ¿No estaremos pasándonos, churri? – pregunta un Sergio que comienza a sentirse desbordado.
- Hay que probarlo todo ahora que somos jóvenes, mi vida. Ya tendremos tiempo de tomar solamente sopitas y buen vino, que es lo que hacen los viejos.
- Lo malo no es probar, sino el mal cuerpo que se te queda. Hay mañanas que no estoy para nada.
- Eso te pasa porque eres un antiguo. ¿A quién se le ocurre querer levantarse a la hora que tú lo haces, cómo si tuvieras que ir al tajo? ¡Qué no te enteras, Contreras! Que estamos de vacaciones y lo que has de hacer es lo que yo, dormir hasta que cae la tarde, luego darte un chapuzón en la piscina, tomar algo en la cafetería para entonar el cuerpo y a conocer otra disco para mover el esqueleto hasta que cierren y pillar todo lo que se pueda. Que esta vida son cuatro días.

   Así transcurren las jornadas, casi mejor se podría decir las noches pues están dormitando casi todo el día, hasta que una tarde, en uno de esos despertares en los que parece que han regresado de otra galaxia y con un cuerpo como si se hubiese pasado la noche cavando acequias, cuando Lorena, tras un gran esfuerzo, logra salir del cuarto de baño medianamente decorada, se sorprende al encontrarse a Sergio vestido solo con el slip.
- ¿Pero todavía estás así, tío? Anda, date prisa que si no cuando lleguemos ya habrán pillado todo lo bueno.
- Hoy no vamos a ninguna parte. Tendrás que conformarte con que nos quedemos aquí.
- ¿Y eso por qué? ¿Te encuentras mal? Ten, toma una de las pastillas de las que pillamos anoche. Esta morada es la mejor. Ya verás cómo te pone a mil.
- Si tomo una sola pastilla más puedo echar hasta la merienda de mi primera comunión. Y no vamos a salir hoy ni ningún día más porque no nos queda una lata.
- ¿Cómo que no queda pasta? ¿Y qué has hecho con toda la talegada que te soltaron los tíos del ladrillo?
- Nos la hemos fundido.
- Pero algo quedará, ¿no?
- Ni un puñetero duro.
- Entonces, ¿cómo vamos a pagar el hotel?
- La semana pasada, vista la prisa que nos dábamos – ha estado en un tris de no pluralizar el verbo, pero ha pensado que no sería justo, él también ha contribuido lo suyo - en quemar el dinero, tuve la precaución de abonar el hotel hasta el día de hoy. O sea, que mañana tenemos que volvernos. Y menos mal que saqué billete de ida y vuelta, si no tendríamos que habernos vuelto nadando – concluye dando a su frase una nota de humor negro.

   La pareja vuelve de Ibiza de muy distinta forma a la del viaje de ida. Han recorrido los cuatro puntos cardinales de la isla, se han bañado en muchas de sus playas, han comido en varios de los restoranes escondidos en sus paradisíacas calas y han bailado hasta el alba en algunas de las discotecas cuya fama trasciende los escuetos límites insulares. También han gastado el dinero a manos llenas hasta no quedarles, literalmente, ni una peseta. Tan es así que a Sergio no le salen las cuentan de cómo podrán afrontar los pagos de la hipoteca del apartamento de Los Arrayanes y las letras del BMW. Aunque para Lorena lo más importante es que la estancia en la isla ha supuesto para ella el descubrimiento de un nuevo mundo en el que la droga de diseño es el centro del universo. En el viaje de vuelta, Sergio ve a la joven tan absorta en sus pensamientos que le pica la curiosidad:
- En qué piensas que se te ve esa cara de felicidad.
- En Ibiza, mon amour. Tenemos que volver.