"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 23 de febrero de 2024

Libro IV. Episodio 36. Paracuellos

   La carta del contramaestre no solo desazonó a Álvaro, también le conmovió pues, a pesar de que pasaron diez años, recuerda a su autor. Está dispuesto a escribir el aval que le pide, y para que su escrito sea lo más efectivo posible visita a su antiguo comandante, Manuel Calderón, para pedir su opinión.

   -Esa decisión dice mucho a tu favor, Carreño, hay que corresponder a los subordinados leales, pero… no te excedas, hazlo con mesura. De ese marinero solo sabes lo que te cuenta y siempre es posible que no te haya dicho toda la verdad, por consiguiente ándate con pies de plomo. No están los tiempos para tener un desliz que podría terminar en tu hoja de servicios -   

   Álvaro no hace caso a Calderón, escribe el aval y lo envía al penal de San Simón. Y que sea lo que Dios quiera, se dice.

   A principios de noviembre, Varela ordena el asalto final contra Madrid, comenzando el avance desde la Casa de Campo. A los defensores les acompaña la suerte cuando un carro de combate italiano es puesto fuera de combate y, al inspeccionarlo, encuentran una copia del plan del ataque. Lo que permite a los republicanos reorganizar las tropas en los puntos críticos por donde atacarán los asaltantes. Los combates son de una ferocidad sin igual y cuestan a ambos ejércitos cuantiosas pérdidas.

   El 9 de noviembre llega a Madrid la primera unidad de las Brigadas internacionales y realiza un desfile por la Gran Vía. Desde la puerta de la farmacia, los Carreño ven pasar a los brigadistas uniformados y dotados de buen armamento, y son testigos de cómo buena parte de la población los jalea con gritos de ¡Vivan los rusos!, aunque de ellos hay pocos, casi únicamente los mandos.

   -¿Y por qué desfilan por aquí si el tomate está en la Universitaria? –pregunta Pilar.

   -Este desfile es para levantar la moral de la población y que la gente vea que no están solos –responde Julio. Más tarde se enterarán que los brigadistas se dirigen, en efecto, a la Universitaria en la que instalarán su cuartel general en la Facultad de Filosofía y Letras. La dura resistencia de los republicanos retrasa el avance de las columnas nacionales, de tal modo que los combates en la Casa de Campo todavía siguen días después.

   La aviación franquista bombardea las posiciones en las que encuentran mayor resistencia: el Manzanares, la Gran Vía, las estaciones del Norte y Atocha y la Casa de Campo. El dominio del aire, hasta ahora en manos de los nacionales, comienza a equilibrarse con la aparición de los nuevos aviones soviéticos Polikarpov I-15 e I-16, a los que los republicanos bautizan como Chato y Mosca, y que logran dominar los cielos.

   -Gracias a Dios que ya no hay tantos bombardeos, podremos dormir más tranquilos –comenta Jesús.

   -No deberías mezclar a Dios en esto, mejor sería decir gracias al diablo, porque si hay tantos aviones rusos puede que los nuestros no tomen Madrid –le reprocha su padre.

   -Papá, sabes que todos pensamos como tú, pero Jesús tiene parte de razón. Si la aviación nacionalista sobrevuela la ciudad con total impunidad todos los madrileños sufren el bombardeo aéreo que es una suerte de ataque contra la sociedad civil que no distingue colores ni ideas –objeta Pilar que continúa-. Y prueba de ello es que conozco algunos clientes de la farmacia, de ambas ideologías, fallecidos en los bombardeos. Y aunque rezar no está bien visto por los que ahora mandan, son muchos los que bisbisean plegarias y oraciones a los santos de su devoción para que cese cuanto antes el bombardeo y los aviones se vayan sin haber causado muertes ni daño.         

  Al tiempo que las tropas franquistas redoblan su esfuerzo para tomar Madrid, las autoridades republicanas, ante la posible pérdida de la ciudad, toman medidas que afectan a la retaguardia. Una es que comienza el traslado de presos de las cárceles, hecho que acaba con fusilamientos sumarios en Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz. Entre ellos, hay militares que han participado en la sublevación o que se han negado a defender la República, falangistas, religiosos, militantes de la derecha, burgueses y otras personas que, en su inmensa mayoría, han sido detenidas por ser consideradas partidarias de la sublevación y encarceladas sin amparo legal ni acusación formal. Pasado un tiempo, los tres quintacolumnistas de pacotilla de la tertulia se enteran de que en una de esas masacres ha perdido la vida uno de sus contertulios del café Comercial.

   -Tengo que daros una mala noticia. Lisardo Valdés, que sigue trabajando en Gobernación, me dijo ayer que uno de los fusilados en Paracuellos ha sido Ricardo Gutiérrez, al que sacaron de la Modelo –les cuenta Infantes.

   -Eso es una canallada. Si Ricardo era un buenazo que nunca se metió en política.

   -Es más que una canallada, es un asesinato duro y puro. ¿Y se puede saber quiénes han sido los autores de esas masacres?

   -Según Radio Sevilla, las órdenes de las sacas estaban firmadas por Segundo Serrano, delegado de Orden Público de la Consejería del mismo nombre, cuyo titular es Santiago Carrillo del PC. 

   También hay un cliente de la farmacia que ha sido abatido en Paracuellos, se lo cuenta a Pilar una vecina de la Gran Vía.

   -Doña Pilar, ¿sabe a quién han fusilado en Paracuellos? A don Carlos Poveda, el dueño del cine de Callao y que nunca estuvo metido en politiquerías. Ayer vi a su esposa y ni me atreví a darle el pésame de tan abatida como estaba.

   El ayuntamiento de Madrid, en previsión del posible cerco de la ciudad y para evitar el desabastecimiento, crea carnés de familia para racionar alimentos, lo que provoca que Paca se ponga de los nervios, pues se le plantea un problema que la supera.

   -Señor Julio, no sé cómo me las voy a apañar con lo del racionamiento. Solo nos han dao cuatro carnés, el suyo, el mío, el de Pilar y el de Eloísa, pero somos seis a comer.

   -¿Cómo que seis, no contarás también a Julián?

   -A Julián, no, pero a Jesús y a don Luis sí.

   Afortunadamente, para ayudar a Paca a sobrellevar sus problemas culinarios, la familia sigue con su plan de intercambiar medicinas por comestibles y Julián, que hace muchos viajes a Levante, puesto que la carretera de Valencia es la más expedita, siempre suele traer algún paquete de comida de la huerta valenciana.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 37. ¡No pasarán!

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