Llevo bastante tiempo recopilando material
para una nueva novela. Es un proyecto que hace muchos años que tenía in mente,
pero que por varias razones lo iba dejando. Por un lado, porque me tocaba muy
de cerca, pues básicamente es la historia de dos generaciones de la familia
paterna de mi mujer. Por otro, porque son muchos los descendientes directos de
esa rama familiar y pensé que quizá no les gustara que se airearan viejos
recuerdos, aunque son mucho más los buenos, mejor calificarlos como
inverosímiles, que los malos. Finalmente, porque dada la complejidad de la
trama y la lejanía en el tiempo del comienzo de la historia, recabar datos era
una carrera llena de trampas y obstáculos.
Pero como los años pasan, y cada vez me
queda menos recorrido o, por decirlo sin eufemismos, menos vida, me he dicho:
Zacarías, dentro de dos meses cumplirás 84 tacos y todavía estás lúcido, ¿pero
cómo estarás dentro de unos meses? Imposible predecirlo. Por consiguiente, o la
escribes ahora o posiblemente no tengas tiempo para hacerlo. Y sería una
auténtica pena, porque la historia es tan sugestiva, tan increíble, tan llena
de sucesos inesperados e inverosímiles que alguien debería contarla. Y,
probablemente, o lo hago yo o no lo hará nadie. Y es una historia tan
inconcebible, tan única, tan irrepetible que sería un error imperdonable que se
perdiera, que no se conociera, que no se valorara, que no se deleitaran los
lectores con ella.
Al fin me he liado la manta a la cabeza y me
he dicho ¿por qué no? Voy a escribir la historia de dos generaciones de una
familia que, como acabo de calificarla, es irrepetible. Me he decidido porque
varios de los descendientes directos de la segunda generación me han animado a
ello e incluso han ido más allá, me han proporcionado una valiosa información,
imprescindible para poder historiar determinados pasajes de la saga.
Y en eso estoy. Revisando la documentación
relativa a una familia de carne y hueso. Porque lo he dejado entrever antes,
pero ahora lo digo de manera más clara: esta es una historia basada en hechos
reales, en hechos que comenzaré a novelar en una fecha relativamente lejana
como es 1889 hasta mediados del siglo XX. Les iré contando como organizo el material y como ensamblo la novela, no será fácil, pero por mí no va a quedar.
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