Atienza,
tras dejar a Bernal y Blanchard a quienes les ha contado su entrevista con el
miembro de la CIA, se apresura a ponerse en contacto con la persona que le ha
dado su teléfono a Connolly: Pérez Recarte, su antiguo amigo y compañero de
estudios que trabaja en el Centro Nacional de Inteligencia. Quiere saber más
cosas del norteamericano.
- Lupe,
buenas noches, soy Juan Carlos Atienza.
- Hola,
Juanca. ¿Qué tal estás, cómo te va la vida? Supongo que querrás hablar con Quique,
pero no está, tiene guardia de noche y no regresará hasta mañana. Le pondré una
nota de que le has llamado porque hasta que vuelva de dejar a los niños en el
cole y hacer la compra no le veré – le explica la mujer.
- Gracias,
Lupe, pero no es necesario que le dejes ninguna nota. Quiero preguntarle algo,
pero no es nada urgente. Ya le volveré a llamar. Un besazo.
Bueno, se dice, Atienza, pues llamaré a
Grandal con quien tengo una cita pendiente. Queda con el excomisario que se
reunirán al día siguiente, treinta de marzo, en la Brigada de Patrimonio. Acto
seguido pone sendos WhatsApp a los dos compañeros con los que comparte la
coordinación del Caso Inca informándoles de la reunión con Grandal a quien
según han acordado no le contarán nada sobre que la CIA también está interesada
en el caso.
El excomisario, que sabe cómo trabajan sus
jóvenes colegas, se ha hecho una especie de chuleta en la que ha sintetizado
las principales conclusiones extraídas de su conversación privada con Blanchard
y a las que ha sumado las de sus ancianos amigos. Conclusiones basadas en los
últimos datos conocidos del robo del tesoro: la oferta de los cubanos y la
orden dejar en stand by las
investigaciones sobre el caso. Después de los saludos de rigor, el excomisario
pide que pongan un folio en blanco en el portapapeles.
- Como
supongo que os ha contado Juan Carlos, anteayer estuve reunido con mis amigos,
a los que también se les podría llamar analistas extraoficiales del caso, y
estuvimos estudiando las dos últimas noticias sobre el robo del tesoro: la
oferta de los cubanos y la orden dejar en stand
by las investigaciones – al ver la cara de sorpresa de Atienza y Bernal y
la de disgusto de Blanchard, Grandal se da cuenta de que acaba de cometer un
fallo garrafal. Oficialmente, él no tenía que saber ninguna de ambas noticias,
si las conocía era porque en una conversación tête-à-tête el policía francés se las reveló. Rápido de reflejos, da lo que en el
mundo taurino se conoce como una larga cambiada y que en lenguaje coloquial es cambiar
de conversación para evadirse o
enmascarar el tema anterior -. Dicho esto, os preguntaréis, ¿y cómo conoce
Jacinto esas noticias? Respuesta: la de los cubanos la conozco a través de mis
amistades del CNI, que no es Juan Carlos el único que tiene amigos en la Casa;
en cuanto a la segunda, ya sabéis que en el Cuerpo los chismes corren como la
pólvora y a las pocas horas que os mandaran parar las investigaciones la
noticia ya se comentaba en la mitad de las comisarías de Madrid. En mi opinión
creo que guardar un secreto no es una de las virtudes más acreditadas de la
policía española. Una de las asignaturas que siempre he echado a faltar en la
Escuela Nacional de Policía es la relativa a aprender a contener la lengua y que
no sé cómo coño podría denominarse. Bien, aclarado el conocimiento de los
últimos datos sobre el robo, prosigo.
Sin preguntar si alguien quiere saber algo más sobre las fuentes que le
han hecho saber ambas noticias, Grandal coge un rotulador y se acerca al
portapapeles.
- Las conclusiones a las que he
aludido, fundamentadas en el análisis de las noticias mencionadas son las
siguientes – y en mayúsculas escribe en el folio: ¿Por qué os
mandan parar? -. Respuesta: posiblemente, porque estabais acercándoos al
desenlace y los que tienen autoridad para ello han optado por no intranquilizar
a quienes parecen tener en su poder lo robado, no sea que cambien de opinión y
decidan no devolver el tesoro. Una segunda conclusión: probablemente, la
autoridad que ha dado la orden de parar esté, directa o indirectamente, en
contacto con
los que tienen el tesoro robado en su poder, ¿Preguntas?
- Suponiendo
que tus conclusiones sean ciertas, ¿por qué nuestros mandos no nos han dicho lo
que acabas de explicar? – inquiere Bernal.
- No lo sé,
supongo que piensan que cuanto menos sepan lo que de verdad está ocurriendo
menos probabilidades de fugas informativas habrá. Una aclaración antes de que
formuléis más preguntas: habréis reparado que ambas conclusiones las he
iniciado con sendos adverbios, posiblemente y probablemente. Que es tanto como
decir que puede ser así, pero en lo que no hay una certeza del cien por cien.
¿Más preguntas?, ¿no?, entonces vamos con la segunda cuestión – y escribe en el
folio: La oferta de los cubanos.
Una vez ha escrito el dato de los cubanos,
Grandal prosigue:
- La oferta
de los servicios cubanos de inteligencia de que si el actual gobierno español,
que no olvidemos que está en funciones, sigue apoyando las conversaciones de La
Habana se le devolverán unos objetos históricos de gran valor, nos lleva a
suponer que es bastante probable que alguno de los que intervienen en esa
conferencia sea quien tiene el tesoro robado en su poder. Si partimos de esa
premisa cabe preguntarse ¿cuál de ellos puede ser?
Atienza, cual alumno aplicado, levanta la
mano.
- ¿Quién
tenga lo robado en su poder también es el que perpetró el robo?
- No,
necesariamente. Es más, apostaría a que los que asaltaron el furgón blindado no
son los mismos que actualmente custodian las piezas robadas. Y aclaro, es más
una intuición que una certeza – responde Grandal, que sigue con su explicación
-. Retomo el hilo de mi argumentación sobre quien puede tener el tesoro. Los
interlocutores de las conversaciones son dos: el gobierno colombiano y las
FARC. Y el intermediario principal, el gobierno cubano.
Analicemos a estos tres actores.
El gobierno colombiano no puede ser quien tiene las piezas robadas.
Es un gobierno legítimo y, por consiguiente, no cometería un delito, más contra
un país como España con el que mantiene excelentes relaciones y al que necesita
como puerta de entrada en la UE. Las FARC también las descarto. Bastante tienen
con lograr un acuerdo de paz con su gobierno antes de que mueran de viejos sus
líderes sin conseguir ninguno de los objetivos por los que dicen luchar. En
cuanto a Cuba, creo que jamás daría el paso de robar un bien de otro estado
soberano. La posición del gobierno cubano es mucho más frágil de lo que
aparenta. Y en un casus belli, como el del robo, perdería mucho más que
ganaría. Queda, pues, descartado.
- Si
aceptamos tu tesis de que ninguno de los tres actores de las conversaciones de
La Habana son los que retienen las piezas robadas, ¿entonces quién es? –
inquiere Bernal.
- Esa es la pregunta del millón.
Respuesta: es bastante probable que sea un cuarto actor que de manera
presencial no aparece en la conferencia de La Habana, pero que apoya con todo
su poderío a uno de los interlocutores. Me refiero a los cárteles colombianos
de la coca. Y hablo en plural porque es posible que se hayan unido varios en
una especie de joint venture. Es un
dato probado que existe un interés mutuo entre las FARC y muchos de los narcos
colombianos. Ambos tienen en el cultivo y distribución de la coca su principal
fuente de ingresos. El principio que manejan es: lo que es bueno para los
guerrilleros es bueno para los narcos.
-
¿Entonces…? - Atienza deja en el aire el final de su pregunta.
- Entonces,
la última conclusión sería: buscar entre los principales cárteles colombianos.
Ahí encontraréis quien planificó, posiblemente también ejecutó, y que
probablemente es quien detenta el tesoro robado.
- ¿No crees, comisario, que
utilizas otra vez demasiados adverbios? – pregunta con su habitual ironía
Blanchard.
- Touché, estimado colega, pero es lo que
hay.
- Os recuerdo que en el tiroteo
del polígono de Fuenlabrada participó uno de los cárteles colombianos más
agresivos, el llamado clan de los Varelas, que según mi fuente del CNI es quien proporciona la
droga a los Corrochanos – puntualiza Atienza.
- Entonces, cuando se termine lo
del stand by ya sabéis por dónde empezar a tirar del hilo – concluye Grandal.
- ¿Y por qué unos narcos iban a
robar el tesoro? – inquiere Bernal.
- Esa es una buena pregunta, pero
creo, amigo Eusebio, que ya sabéis la respuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario