A los dos reporteros que acompañan a Tormo
por los predios de Senillar les quedan todavía muchas preguntas en la recámara:
- ¿Queda todavía en
activo alguno de los políticos que fueron imputados en la operación Tornasol? -
se interesa el periodista.
- Creo que no. O
salieron por la puerta de atrás o les dieron de baja en sus partidos. Tened en
cuenta que parte de tres consistorios se pringaron hasta la coronilla y los
cogieron con las manos en el carrito del helado. Y además de políticos de todos
los colores, para que se vea que la mierda no hace distingos de ideologías.
- ¿Y todo esa cagada
ha servido para algo?
- Está por ver.
Personalmente, soy pesimista. De entrada, el proceso tardará años en
sustanciarse. Todavía el juez instructor, el tercero por cierto, está buscando
en diversos paraísos fiscales buena parte del dinero que se movió en sobornos.
A esa pasta ya pueden echarle un galgo. Tengo yo más posibilidades de llegar a obispo
que de que aparezca el dinero.
- Oye, y de los
empresarios e intermediarios imputados ¿qué ha sido de ellos? – pregunta el
fotógrafo.
- Hay de todo. Unos
fueron encarcelados, pero pagaron la fianza y están en la calle. Otros están en
busca y captura. De lo que no se sabe nada es de los millones que se movieron
en sobornos y en dinero no declarado al fisco. Ya sabéis lo que ocurre en este
desgraciado país, la gente no es tan renuente, como se suele creer, en asumir
su responsabilidad, pero euro no se devuelve ni uno. Parece que la consigna es:
si no hay más remedio iré a la cárcel, pero el dinero me lo quedo. Para allí,
delante de ese bar, es al que suelo venir a tomar el aperitivo.
En aquella hora de la media tarde el bar
está prácticamente desierto. Mientras los periodistas se sientan, Tormo pasa
por la barra a saludar al dueño y hacer la comanda. Aprovechando su ausencia,
el fotógrafo comenta:
- Tomar el
aperitivo. Yo creía que esa costumbre había pasado a la historia. Y otra cosa,
vaya vocabulario que gasta el amigo Tormo, es más redicho que un
académico.
- Va de suyo. Da
clases de lengua y literatura españolas en el CEU. En cuanto a tomar el
aperitivo, ese lujo se lo permite por vivir en el pueblo.
- ¿Pero no has dicho
que da clases en Valencia?
- Sí, pero donde vive
es aquí. Ten en cuenta que por lo que le pagan si residiera en la ciudad no
podría permitirse muchos caprichos. En cambio, viviendo aquí, no paga alquiler
porque tiene casa propia y sólo ese ahorro le da para sus pequeños gastos. Los
tres días que tiene clases coge el coche y en menos de una hora está en la
facultad. Pascual es un tío más listo de lo que parece, ahí donde lo ves es
doctor en filología románica o como se
llame ahora y se ha labrado toda una reputación como especialista en
comunicación social.
- ¿Y tú qué crees,
qué está a favor o en contra del pollo que se montó aquí? Lo digo porque parece
tener una actitud ambivalente, a veces parece como que detesta el urbanismo salvaje que se practicó
durante aquellos años, en cambio hay momentos en que se diría que lo acepta.
- Es posible que ni
siquiera lo tenga claro, puede ser el típico caso de que los árboles no te
dejan ver el bosque.
Tras volver Tormo retoman la conversación.
- Por cierto, y para
tener una idea más clara de lo que habéis venido a buscar, ¿qué clase de
reportaje pensáis hacer? – Es algo que siempre ha querido preguntar, pero que
inexplicablemente no lo ha hecho hasta ahora.
El periodista encargado de redactar el texto
le cuenta que la revista para la que trabajan piensa publicar una serie de
reportajes sobre las fastuosas obras de todo tipo que, debido a la crisis
financiera y al estallido de la burbuja inmobiliaria, han quedado a medio
construir o si se terminaron ahora son inservibles. Ya están preparándose
sendos reportajes sobre la macro ampliación de Seseña, los aeropuertos de
Ciudad Real, León, Lérida y Castellón y algún sonado despilfarro más como los
del AVE o ciertas autopistas. También se han incluido en la serie proyectos
menos conocidos como el fallido plan de la Marina de Senillar.
- Hombre, esto no
tiene la magnitud de los ejemplos que has citado – precisa Tormo.
- Eso es evidente,
pero en pequeño sí es que es un paradigma de la evolución de los últimos años
del boom puesto que se dieron todas las connotaciones propias de lo que supuso
el auge inmobiliario. Un urbanismo salvaje y descontrolado, una carrera sin
freno para convertir suelo rústico en urbano, una escalada de precio de los
terrenos que parecía no tener techo, una orgía en la adjudicación de hipotecas
sin contar con ninguna clase de control y para rematar el pastel la guinda de
un sonado proceso en el que la corrupción, el cohecho, los delitos fiscales y
un largo etcétera han sido sonados.
- Aunque pueda
aceptar muchas de las cosas que dices, el caso de Senillar sigue siendo
diferente – Da la impresión de que a Tormo no le gusta que hablen mal de su
pueblo. Es el primero en reconocer los desaguisados ocurridos en su patria
chica, pero que los difundan otros no es plato de su agrado.
- ¿Y dónde está la
diferencia? Yo no la veo.
- La diferencia está
en el factor tiempo. Cuanto has dicho es cierto, pero también lo es que todo
eso ya forma parte de la historia, es pasado. Y ahora miremos al futuro. Cuando
la crisis termine, y algún día lo hará, puedes apostar que Senillar renacerá
porque su potencial de crecimiento sigue ahí, quizá larvado, pero intacto. En
cambio, algunos de los ejemplos que has mencionado no tienen presente, pero es
que tampoco creo que tengan futuro.
- ¿Y tú crees que
Senillar si lo tiene?
- Cuando el pueblo
tenga políticos que miren por el interés público, no por el privado, y que sean
conscientes de que el dinero no crece en los árboles sino que sale del bolsillo
de los contribuyentes, ese día Senillar renacerá.
- Buf – resopla el
periodista y, en un tono a medio camino entre el escepticismo y la ironía,
sentencia - ¡Cuán largo me lo fiáis!
No hay comentarios:
Publicar un comentario