Uno de sus antiguos
compañeros de tajo, Felipe, que es hombre tan ingenioso como quimérico le
sugiere una de las actividades a la que podría aplicarse para ganar
unos euros:
- El otro día oí una conversación que te podría interesar.
Un tío, que por lo que decía deduje que era corredor de seguros, contaba que en
su compañía están hasta las narices de la gente que pretende estafarles. Y que
una de las estafas más corriente es la de quemar la casa para cobrar la
correspondiente indemnización. Te lo cuento porque se me ocurre que podrías hacer
lo mismo, le prendes fuego a la covacha en la que vives y, hala, a cobrar del
seguro. No es que sea muy legal, pero tengo entendido que una aseguradora es
como un banco, una cueva de ladrones y, ya sabes, el que roba a un ladrón…
- Me parece muy buena idea, Felipe, sólo hay una pega: ¿de
dónde saco la pasta para pagar la prima del seguro?
En otra ocasión, la
sugerencia de Felipe es algo más cruenta, pero no precisa de ninguna clase de
inversión.
- Me han dicho que puedes ganar una pequeña fortuna
vendiendo un riñón. Como te queda otro puedes seguir viviendo sin ningún
problema.
- ¿Estás seguro?
- Lo que te digo. ¿Te acuerdas de Santillana, un delantero
centro muy bueno que tuvo el Madrid? Pues bien, descubrieron que sólo tenía un
riñón, los médicos recomendaron que se retirara, se quedó en el equipo y saltaba
más que ninguno. De hecho los remates de cabeza eran su especialidad. Y todavía
hoy sigue jugando en los encuentros de veteranos como si fuera un chaval.
- Bueno, pues será cuestión de pensárselo.
Cuando le
cuenta a Lorena la proposición de Felipe, ésta se revuelve como una pantera en
celo.
- Ni hablar. No sé quién está más chiflado, sí Felipe por
proponerte majaderías como esa o tú por hacerle caso. La próxima vez que te vuelva a decir lo del riñón le contestas que por qué no se lo quitan a él. ¡No
te amola el gilí!
Otro día la
propuesta de Felipe también entraña riesgo, pero puede ser económicamente
provechosa.
- A un tío que conozco le atropellaron la suegra. El seguro
le dio una buena indemnización. Eso le dio qué pensar. Un día se decidió y en
un paso de cebra, cuando el semáforo estaba en naranja, se echó encima de un
coche. Le rompieron una pierna, pero se llevó un montón de pasta.
- ¿Así de fácil? ¿El seguro le pagó a pesar de que fue él
quien provocó el accidente? No sé si creérmelo, Felipe.
- Lo que yo te diga. Al principio, el seguro se negó a indemnizarle,
pero se buscó un abogado y ganó el pleito. Y se llevó sus buenos euros.
- ¿Y si estaba tan pelado como para recurrir a ese método,
de dónde sacó el dinero para pagar al abogado?
- Parece que hay picapleitos que sólo te cobran si ganan el
caso. Entonces te facturan un porcentaje bastante alto de lo que ha pagado el
seguro o el causante del accidente, pero con todo te queda un dinero curioso.
Lorena se vuelve a
pillar un rebote de cuidado cuando se lo cuenta.
- Sergio, no sé qué se ha hecho de tu sentido común. Antes
todo lo razonabas, pero desde hace una temporada parece que piensas con el
culo. Un coche no sólo te puede partir una pierna o un brazo, también te puede
partir la crisma o dejarte inválido para los restos. El día que me eche en cara
al gilipollas del Felipe le voy a cantar las cuarenta. Quita, quita.
Sergio llega a la
triste conclusión de que para los pobres no resulta tan fácil lo de ganar
dinero sin doblar el espinazo. Tendrá que continuar buscando curro.
Paradójicamente es Lorena quien ahora le propone una manera comodona de hacerse con algún dinerillo.
- Hoy me ha soplado Verónica una forma facilona de ganar
algo de pasta. Vas a la Cruz Roja a que te saquen sangre. Te dan un bocadillo y
diez euros. Y también me ha asegurado que hay una empresa catalana que por un litro
de plasma llega a darte más de cincuenta.
- Oye, pues es algo que no se me había ocurrido.
- Y hay más, algo que tú puedes hacer y yo no, dar semen.
Creo que pagan mejor que lo de la sangre.
- Eso me da repelús. Tú sabes el mal cuerpo que se te puede
poner cada vez que pienses que un hijo tuyo va por ese mundo sin saber que tú
eres su padre. Es como si yo te propusiera que hicieras de vientre de alquiler
que eso sí que parece que lo pagan a precio de oro.
La contrapropuesta
de Sergio ha dejado a Lorena pensativa.
- Churri, ya que hablas de madres de alquiler pienso que se
me está pasando el arroz, ¿por qué no tenemos un crío?
- Reina mora, eres la campeona del oportunismo. No quisiste
tenerlo cuando todo nos iba de cara y ahora que estamos sin trabajo, sin casa,
sin dinero y con un futuro más negro que el capacho de un carbonero sales con
esas.
Cuando Sergio les
cuenta a sus amigos Francisco y Lisardo las diversas ocurrencias que le ha ido
sugiriendo su amigo Felipe, ambos jubilados le aconsejan lo mismo que su
pareja: que no se meta en esa clase de asuntos puesto que tiene más
posibilidades de que le salga el tiro por la culata que de sacar provecho
alguno. Al acabar la explicación de la sarta de salidas más o menos ingeniosas como
medio de allegar algunos dineros, Francisco retrata la situación con una de sus
proverbiales sentencias:
- ¡País de pícaros!