La nueva novela, en cuyo guion estoy
trabajando, la tengo de algún modo escrita en mi corazón más que en mi mente. Y
eso es así porque la historia de la saga que voy a novelar me toca de manera directa
pues se trata de la familia paterna de mi mujer. Si hubiese vivido mi esposa no
sé si me hubiera atrevido a escribirla puesto que para ella su familia era
intocable. Supongo que también en lo de airear sus andanzas, aunque de las
historias que sus ancestros protagonizaron fueron más las que podríamos
calificar como buenas, incluso extraordinarias, que como malas. Mas como ya no
está para pedirle su opinión, quiero creer que, si estuviese entre nosotros, no
le hubiera importado su publicación porque la vida de una familia tan única e
irrepetible como la suya es casi un deber darla a conocer. Quizá al principio
se hubiera resistido, pero estoy convencido de que al final hubiera cedido. Es
lo que han hecho sus primos hermanos, la tercera generación de la familia de la
novela, y cuya vida y circunstancias son ajenas a la narración en la que estoy
trabajando.
He dicho antes que la obra, al menos sus
grandes trazos, la tengo escrita en el corazón. Es más, de las tres partes de
que se compondrá la novela el guion de la primera lo tengo prácticamente
terminado, incluso ya he encontrado el título que va a llevar dicha parte o Libro
I. Sin embargo todavía no he encontrado como titular el conjunto de la narración;
en definitiva, el título de la novela. Estoy barajando diversos
encabezamientos, pero hasta ahora no he hallado ninguno que me convenza. Algunos
por ser demasiado explicativos, otros pecan de excesivamente descriptivos, los
hay que son excesivamente largos, otros por no hacer referencia directa ni
indirecta a su contenido…; en fin, que no acabo de encontrar un título
representativo de lo que pienso narrar. El tiempo espero que me eche un capote
como a los malos toreros.