"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 25 de febrero de 2014

3.5. Extraños compañeros de cama

   Cuando el secretario general del UNES, y ahora flamante concejal de urbanismo del nuevo consistorio de Senillar, rememora la negociación que mantuvo con el hombre de Cajaeuropa no deja de preguntarse si no cerró el pacto con sus nuevos aliados del PP demasiado pronto. Durante la intensa conversación con Badenes en más de un momento le bailó en la punta de la lengua una última petición: alternarse en la alcaldía dos años cada partido. No se decidió y optó por no estirar demasiado la cuerda no fuera a romperla. Piensa que, de todas formas, por una sola concejalía ha obtenido un botín impensable. Y encima le ha dado en toda la cresta al cantamañanas del líder del PSOE que ya se veía reteniendo la vara de alcalde una legislatura más.
   Una frase que hizo fortuna en la España de la transición era la de que la política hace extraños compañeros de cama. Una vez más se hizo realidad: la conservadora y españolísima derecha senillarense coaligada con los izquierdistas y nacionalistas miembros del UNES. Vivir para ver, como ha comentado más de un vecino de la localidad.

   Las repercusiones que ha producido el inopinado pacto entre el PP y el UNES han sido muchas y encontradas. Los socialistas están que echan las muelas. Sus sempiternos adversarios en esta ocasión les han ganado por la mano. Jaume Pellicer jura partirle la cara a Armengol cuando se lo tropiece, pero pasado el primer subidón de adrenalina se consuela pensando que arrieritos somos. José Ramón Arbós se fuma un habano de los caros en la soledad de su sala de estar; por fin, tras casi doce años sin tocar poder, ahora van a mandar. Guillem Armengol, para festejar el acuerdo, cierra por un día su bar y monta una juerga por todo lo alto con sus correligionarios. Javier Blasco viaja a Valencia, acompañado de su mujer, para encargar un traje a medida, el día de la toma de posesión de la alcaldía quiere estar como para echar el verso. Y Agustín Badenes, mientras escucha Rigoletto con los ojos cerrados, piensa en que va a tener cuatro años más para estrujarlos a todos.
   Los que han hecho posible el resultado electoral con sus votos, la gente del común, contemplan, tan atónitos como pasivos, el espectáculo de la última alianza postelectoral que ha sido vendida por el nuevo equipo que va a dirigir el municipio como un pacto por la gobernabilidad de Senillar. Y mientras el teatrillo político está a punto de echar el telón del primer acto de la comedia que ha de durar toda la legislatura, en los despachos de Cajaeuropa y de BACHSA se descorcha champán, nada de cava que no deja de ser un sucedáneo. Todo inclina a pensar que el enlace entre el ladrillo y la política seguirá siendo un matrimonio bien avenido.                                                                                                       

   Con las voluntades compradas, los dos partidos que forman el equipo de gobierno aceleran los trámites jurídicos y administrativos precisos para recalificar los terrenos de las partidas en las que se proyectan las futuras urbanizaciones. El Ayuntamiento agiliza la tramitación pertinente acogiéndose a las Normas Complementarias y Subsidiarias del Planeamiento, que recoge el Real Decreto 2159/1978, y que permite a los consistorios que carecen de Plan General la ordenación urbanística de su territorio.
   El ritmo de construcción se acelera por semanas. Los bloques de apartamentos crecen día a día como la mala hierba en una primavera lluviosa. Los obreros llegados desde medio país no dan abasto a satisfacer la insaciable demanda de mano de obra. El mercado laboral responde inmediatamente: aparecen los primeros emigrantes dispuestos a trabajar en lo que sea y por el salario que sea. Son contados los que tienen sus papeles en regla, la mayoría son irregulares que entraron en el país: los europeos como turistas, los africanos arribaron a las costas españolas por los tortuosos y, en ocasiones, letales vericuetos de la travesía del estrecho a bordo de frágiles pateras o escondidos en los camiones que los transbordadores, que cubren la travesía Tánger-Algeciras, desembarcan diariamente.

   Hay muchas constructoras que no quieren saber nada de los simpapeles, sobre todo aquéllas que han sido pilladas in fraganti por la Inspección de Trabajo. El hecho de no formalizar los contratos, como establece la legislación laboral, y eludir darles de alta en la seguridad social supone una sanción muy elevada y, casi lo que es peor, convertirse en referentes prioritarios en las rondas de visitas de la inspección. Por eso, huyen de los trabajadores que no tienen papeles como de la peste. Sin embargo, hay otras empresas que, en determinadas circunstancias, se arriesgan y no dudan en aceptar a cualquier trabajador aunque no tenga la documentación en regla, BACHSA es una de ellas. Para la constructora esta mano de obra es una especie de maná laboral: su coste es muy bajo en comparación con lo que cuesta un operario del país, se ahorra la aportación a la seguridad social pues no les dan de alta en la misma, aceptan los trabajos más rudos y peligrosos y pocas veces se quejan de trabajar en unas condiciones laborales y de salubridad que otros operarios no soportarían.

   Dimas, el veterano capataz y hombre de confianza del señor Francisco, soporta con gesto resignado el chorreo de su jefe a quien se le ha quejado el arquitecto que los montajes van retrasados respecto al cronograma que se había diseñado.
- Mira, Francisco, hago lo que puedo. Con el personal que tengo es imposible ir más aprisa, salvo que quieras que en lugar de unas instalaciones como establecen las especificaciones hagamos unas chapuzas de tomo y lomo. Y el señor Toresano lo sabe mejor que nosotros.
- ¡Coño!, y eso porque me lo has dicho antes. Si falta personal se contrata, ¡joder!, que aquí tiene uno que ocuparse de todo.
- Ya te lo he dicho varias veces y has hecho oídos sordos.
- No me toques los huevos, Dimas. ¿Cuántos años hace que trabajas para mí?
La tira, ¿y cuándo no me has venido con el cuento de que te faltaba gente? Siempre. Como coño no voy a hacer oídos sordos.
- Te concedo que suelo quejarme demasiado, pero esta vez va en serio Si quieres que cumplamos el contrato no te queda otra que mandarme más personal.
- ¡Joder!, haber empezado por ahí. Vamos a hablar con Medina a ver si conoce a alguien que nos eche una mano - admite un cabreado Francisco.

   El encargado de la oficina de BACHSA les cuenta que las obras que se están ejecutando en toda la costa levantina son muchas y que hay una acusada carencia de mano de obra de peones y mucha más de especialistas.
- No me digas, Medina, que no hay tipos dispuestos a currar, con la pasta que pueden llevarse a la bolchaca – se extraña Francisco.
- Nacionales, no, Paco.
- Coño, pues tendré que coger extranjeros.
- ¿Y de dónde crees que son una buena parte de los que están en los tajos? Extranjeros hay a punto de pala, pero con papeles no queda ni uno.
- Pues no me queda otra que cogerlos sin papeles – acepta un mosqueado Francisco.