El periódico El País de 25 de enero de 2016,
en su página veinticinco y a cinco columnas, traía una crónica cuyo titular
era: El tesoro de la cultura quimbaya, un
regalo que se ha envenenado. Y en el
centro dos fotos, la primera cuyo pie decía: Algunas de las piezas de oro del tesoro quimbaya expuestas en el Museo
de América en Madrid. El pie de la
segunda foto: Abajo, la sala donde se
pueden ver las obras.
En síntesis, la información recogida por el
diario madrileño describe como fue la donación a España del Tesoro Quimbaya y
cuál es el problema que ahora se plantea respecto a esta colección única de la
cultura precolombina. Se trata de que la Corte Constitucional, la mayor instancia
de Colombia en este caso, tendrá que decidir en breve si resulta viable la
solicitud que plantean varios particulares de aquel país para que su Gobierno
busque, a través de la Unesco, que las 122 piezas de oro del tesoro, donadas a
la Corona española por el presidente Carlos Holguín en 1893, sean devueltas a
Colombia.
La Corte Constitucional ha convocado a las
partes – el Gobierno, el letrado demandante, la Unesco, historiadores y
directores de museos – a una audiencia pública en la que expondrán sus
posturas, algo inusual. Tras escuchar los argumentos, los magistrados deberán
tomar una decisión definitiva que, por la complejidad del pleito, podría tardar
varios meses.
Si la Corte fallara a favor del demandante,
un abogado colombiano, tendría que ordenar al Ejecutivo que activara la
reclamación del tesoro por medio del tratado de la Unesco de repatriación de
bienes culturales.
¿Se quedará el Tesoro Quimbaya en España o
regresará a la tierra donde permaneció enterrado hasta 1891? Otro misterio más
para añadir a los que encierra la novela que comenzará a aparecer en este blog
a partir del próximo día 16.