El furgón blindado, robado a punta de
pistola ante el Museo de América, ¿qué llevaba? Llevaba un tesoro. Un tesoro excepcional,
original, único, valiosísimo y real.
Excepcional porque se aparta de la regla
común en lo que concierne a la generalidad de los tesoros.
Original porque tiene en sí mismo carácter
de novedad no solo por su contenido en sí, también porque se ha mantenido
íntegro desde su creación hasta nuestros días.
Único porque lo es. Hay tesoros más bellos,
más completos, más valiosos, más artísticos, pero posiblemente sea difícil
encontrar uno tan singular como este.
Valiosísimo puesto que su valor real es
incalculable, no solo porque es una colección de piezas hechas de oro sino por
su importancia arqueológica, histórica y artística.
Real porque no estamos hablando de un tesoro
ficticio sino auténtico, tan real que cualquier lector puede contemplarlo. Para
ello solo tiene que visitar el Museo de América de Madrid, subir hasta la
segunda planta y casi al final del recorrido, en una sala solo para él, se
encontrará frente al mismo.
Esta, como la mayoría de las novelas, es una
historia imaginaria, pero también tiene retazos de realidad como son las
noticias que lee de buena mañana en su ordenador uno de los protagonistas y, en
especial, el tesoro al que debe su nombre el relato.
¿De qué tesoro estamos hablando? En el post
del próximo domingo lo desvelamos.