viernes, 4 de abril de 2025

Libro IV. Episodio 94. El nuevo patriarca

    Los Carreño quedan sumamente abatidos y aunque son todos mayores, menos Froilán, se sienten como si fueran niños que se han quedado sin referente en la vida. Como no lo pudieron hacer con su madre, preparan el funeral del padre con todo esmero. El cadáver del patriarca es velado durante toda la noche en la farmacia que han engalanado con crespones. Acuden amigos, clientes y conocidos a velar al difunto y dar el pésame a la familia. Todos los hermanos visten de riguroso luto, con la excepción de Froilán que no tiene un traje oscuro, pero le han puesto un brazalete negro en una de las mangas de la chaqueta. A Ángela, Pilar la ha acompañado a la sección de ropa femenina de Galerías Preciados, y le ha comprado un vestido negro. Al día siguiente, en la capilla del hospital de la Marina celebran un funeral religioso y luego le dan sepultura en el mismo panteón en el que yace Julia.

   Puesto que Jesús se ha encargado de insertar la esquela del fallecimiento en los principales periódicos madrileños, son muchos los amigos, conocidos y clientes de las farmacias que acuden a dar el pésame. Una vez inhumados los restos del patriarca, y cuando amigos y conocidos les dejan solos, Álvaro reúne a sus hermanos en el salón-comedor de la casa familiar con la inclusión de Paca, de Luis Verdú y de las esposas de Julián y Jesús. Sin ninguna clase de preámbulo, el primogénito les cuenta los postreros deseos del padre.

   -Antes de morirse, papá me encargó que me hiciese cargo de la familia, se lo prometí y lo voy a cumplir a rajatabla. Somos como una nave que se ha quedado sin capitán, por consiguiente, debe ser el segundo de a bordo quien se haga cargo de pilotar el buque. Por nacimiento, el segundo de a bordo soy yo y, por tanto, me corresponde el honor y la pesada carga de llevar el barco de los Carreño a buen puerto… -Álvaro hace una pausa por si alguien quiere intervenir, pero el silencio es general, por lo que prosigue-: Papá me encargó específicamente que cuidara de las chicas y que, si no os casáis, me ocupe de que no os falte de nada. Lo mismo me dijo de ti –añade dirigiéndose a Paca-, papá te estaba muy agradecido por tus desvelos cuidándonos a todos. Podrás vivir con nosotros hasta cuando tú quieras y no te faltará de nada. ¿Tenéis algo que decir? –pregunta. No hay repuesta, solo se oye el llanto de Paca.

   Tras la explicación a las mujeres, Álvaro se dirige a los varones.

   -De nosotros los que más preocupabais a papá erais los casados. Quizá hayáis pensado que este es el momento de independizarse, económicamente hablando, pero debéis saber que en su testamento ha dejado escrito que las ganancias de las farmacias son de toda la familia y una familia, una cuenta. Bien es cierto que los títulos de farmacéutico que hacen posible su funcionamiento son individuales, pero el capital con el que se montaron era del fondo familiar. Y me encomendó que así debe seguir, cosa que le prometí. Como el dinero es un asunto que frecuentemente divide a las familias, si alguno no está de acuerdo con la recomendación de papá este es el momento de decirlo. ¿Alguien quiere decir algo?

   Tras preguntar Álvaro si alguien quiere decir algo, Jesús va a hablar, pero Julián se le adelanta.

   -Por mí, y supongo que también por Jesús, que somos los casados, no hay problema, solo tengo una pregunta: ¿quién manejará la cuenta del fondo familiar al faltar papá?

   -Yo, naturalmente –responde el marino.

   -Pero Tato, tú te pasas la mayor parte del tiempo embarcado, ¿cómo vas a manejar la cuenta desde el buque en el que estés enrolado? –interroga Jesús.

   -Lo he estado pensando y, a partir de ahora, voy a solicitar destinos en tierra, concretamente, en Madrid. Dada mi hoja de servicios y los numerosos amigos y compañeros que tengo en el ministerio y en el Estado Mayor, no creo que vaya a tener problema para que me destinen aquí.

   -Tato –interviene Froilán, silente hasta el momento-, ¿has pensado que si tienes destinos en tierra te faltarán horas de mar para ascender? Todos los de tu promoción, incluso de promociones posteriores, ascenderán antes que tú. Así no llegarás a almirante que, con el carrerón que llevas, en unos años lo tendrás al alcance de la mano, siempre que tengas las indispensables horas de embarque.

   -Lo sé, Mosqui –Así es como llaman familiarmente al benjamín porque de pequeño era delgadito como un mosquito-, y esa será mi aportación personal a la unidad de la familia. Voy a sacrificar mi carrera profesional por vosotros, espero que sepáis valorarlo. ¿Alguna otra pregunta?

   Nadie habla hasta que Pilar se arranca.

   -En lo que a mí respecta, Álvaro, estoy totalmente de acuerdo contigo y quiero que sepas que tu sacrificio es un ejemplo de lo que siempre nos enseñaron los papás. La unidad familiar ante todo y sobre todo. Y te doy las gracias de corazón por tu generosidad.

   Álvaro se emociona al escuchar las palabras de su hermana Pilar que continúa:

  -Y para fortalecer esa unidad familiar, por mi parte seguiré aportando lo que está en mi mano: mi título lo tenéis a vuestra disposición todo el tiempo que lo necesitéis, sea un año, diez o lo que me resta de vida. Ah, y una sugerencia, y lo digo en serio, puesto que nuestro hermano se ha convertido en el cabeza de familia, creo que debemos dejar de llamarle Tato, a partir de ahora deberá ser simplemente Álvaro porque lo de paterfamilias suena demasiado pretencioso.

   -Gracias, Pilar. Otra cuestión: tengo que volver a Cartagena y hablar primero con el comandante del Escaño para comenzar a solucionar el problema de mi destino. Mientras lo arreglo, y pueden ser varias semanas, se encargará de manejar la cuenta del fondo familiar Julián, que es el mayor en mi ausencia. ¿Alguna objeción? –nadie dice ni pío. En la familia Carreño el orden de antigüedad se sigue al pie de la letra.

   -Julián, ¿algún problema por tu parte?

   -No, Álvaro, te prometo que te reemplazaré lo mejor que pueda, y sé que cuento con el apoyo de todos. Puedes irte tranquilo.

   Pasados unos días, Pilar y Luis vuelven a Barcelona y Álvaro regresa a Cartagena, no sin antes haber visitado el ministerio de Marina para iniciar las gestiones de su traslado a un destino de tierra. El compañero mejor ubicado para ayudarle en su deseo de abandonar su destino en el Escaño es Juanma Ortega, con el que compartió camarote en el Canarias y que ahora está destinado en el ministerio. Ortega le da su opinión sobre el paso que va a acometer su compañero.

   -¿Te lo has pensado bien, Álvaro? Creo que es una pésima idea, vas a tirar por la borda una carrera impecable.

   -Para mí antes que mi carrera está mi familia. Y si mi ascenso se ralentiza lo daré por bien empleado si consigo que mis hermanos sigan unidos como una piña.

   -Bueno, tú sabrás, pero te digo de antemano que no va a ser fácil. Con la II Guerra Mundial a nuestras puertas lo que necesita la Marina son oficiales en los puentes de mando y no en destinos terrestres. Tendremos que mover muchos hilos, pero mi apoyo no te va a faltar.

  El marino se reincorpora al Escaño, cuyo comandante promete ayudarle en su objetivo de lograr un destino en Madrid, pero le recuerda que la última  decisión no está en su mano.

   Antes de que llegue el anhelado cambio de destino, y a bordo del Escaño, Álvaro todavía presta destacados servicios a la Marina, pues el 14 de enero de 1943, en virtud de una orden del jefe de la segunda flotilla de destructores, es nombrado Comandante del destacamento militar a bordo del aviso italiano Orza, internado en el puerto de Palma, haciéndose cargo del mismo. Días después, a remolque del R-A 1 y escoltado por el Escaño y el Churruca, sale el Orza para Mahón, donde desembarca Álvaro y da por terminada su comisión de servicio. Tras la cual sigue moviendo teclas, y pese a la ayuda de amigos y compañeros, no hay manera de que consiga un destino en tierra.

   En febrero de 1942 ocurre un acontecimiento en la familia Carreño, de los que han de señalarse con piedra blanca: Carla y Julián tienen su primer retoño, un bebé tirando a pelirrojo al que bautizan como Julio, en honor del fallecido patriarca del clan.

   -Bueno –comenta el padre de Carla a Álvaro-, ya tenéis quien va a asegurar el apellido, la parejita ha cumplido con la familia -El marino no contesta, pero, en cuanto ve a Julián, no puede reprimirse y le cuenta lo que le ha dicho el padre de Carla.

   -¿Eso quiere decir que no pensáis tener más hijos?

   -Bueno…, Carla piensa que con uno ya está bien.

   -O sea, ¿qué en tu casa quien lleva los pantalones es tu mujer? Así no nos criaron nuestros padres. Hijos, los que Dios quiera enviaros…, pero eso tendrás que decidirlo tú y tu esposa, claro… -La inacabada frase es suficiente para Julián, ya sabe lo que tiene que hacer. ¡Buena se pondrá Carla!

   El invierno del 42 está en sus postrimerías y el marino sigue embarcado en el Escaño, hasta que el 22 de marzo del 43 llega al destructor un radiotelegrama a la atención del teniente de navío D. Álvaro Carreño Manzano. El radiotelegrafista, que conoce el deseo del oficial de que se le destine a tierra, le lleva el radiograma y al dárselo le dice con cara compungida:

   -A sus órdenes mi oficial, es para usted, y créame que lo siento.

   En cuanto Álvaro, sorprendido por la frase del marinero, abre el radiograma comprende el sentir del radiotelegrafista, pues lo que recibe es un mandato del jefe de la flotilla de destructores ordenándole que embarque en el minador Neptuno, en el que zarpa para Denia y luego a Valencia para hacer ejercicios de tiro naval. En el minador está enrolado hasta que fondean en Cartagena en mayo y se reintegra a su destino en el Escaño.     

   Acaba la primavera y Álvaro se desespera, porque no hay manera de conseguir un destino en tierra; hasta llega a plantearse solicitar la baja en la Marina por motivos de salud, puesto que sus intestinos siguen jugándole malas pasadas.

Aprovechando un corto permiso, vuelve a Madrid y plantea a sus hermanos la idea de la baja. Julián es el primero que la rechaza.

   -De ninguna manera, Álvaro. Está bien que te sacrifiques por la familia, pero no hasta ese extremo. Todos sabemos que la Marina ha sido tu sueño desde que dejaste de estudiar exactas. Y no debes preocuparte por el manejo del fondo familiar, hasta ahora no ha habido ni el más mínimo problema gracias a la cooperación de todos.

   Tras Julián, hay una rueda de intervenciones de los demás hermanos sumándose a la opinión del tercero de los Carreño; hasta Pilar, conocedora de la intención de Álvaro, llama desde Barcelona oponiéndose a semejante salida. Al ver tal unión al marino casi se le caen las lágrimas y desiste de su empeño. Seguirá en el Escaño hasta que Dios y los desconocidos designios del ministerio de Marina decidan.

   Mientras tanto, el otro marino de la familia, Andrés, realiza el cuarto curso que discurre de enero a junio de 1943. Periodo en el que, entre otras actividades, toma parte, con el batallón de alumnos de la Escuela, en el desfile que tiene lugar en Madrid el primero de abril con motivo del Día de la Victoria. Por no haber obtenido calificación suficiente en la asignatura de Mecánica, debe examinarse de nuevo de la misma al terminar la licencia reglamentaria que empieza a disfrutar en junio. Un mes después se reintegra a la nueva Escuela Naval de Marín en la que se examina nuevamente de Mecánica resultando apto.

   El hecho de que Andrés siga en Marín le da a Álvaro una oportunidad poco frecuente, pues en julio el Escaño parte para Galicia, fondeando primero en Marín. Días después, y por causar baja el segundo comandante, pasa a sustituirle. Luego van a Vigo y el 2 de agosto, y como buque insignia de la segunda flotilla, vuelven a Marín para asistir a la inauguración de la nueva Escuela Naval Militar, donde se junta con su hermano Andrés que está cursando el quinto curso. El reencuentro entre los hermanos es emocionante, incluso impacta a algunos de los amigos de ambos cuando el guardiamarina, cuadrándose y haciendo el saludo reglamentario, hace su presentación:

   -A sus órdenes, mi capitán, se presenta el alférez de fragata Andrés Carreño Manzano.

   -Descanse, alférez.

   Cuando ambos hermanos se quedan solos su primer pensamiento es para el benjamín de la saga.

   -¡Qué orgullosos estarían los papás con Froilán, haber ingresado en la primera convocatoria!

   -El Mosqui, si continúa así, acabará haciendo mejor carrera que nosotros –opina Andrés. Desde luego, mejor que la tuya sí, piensa Álvaro, pero se abstiene de verbalizarlo.

   -Vais a estar juntos un curso, tú en el último y él en primero. ¿Cuándo terminas quinto?

   -El curso discurre de julio a diciembre del 43.

   -¿Sabes cuándo el Mosqui llegará a Marín? 

   -Para los novatos el curso comenzará el 26 de septiembre.

   A pesar de que, en la década de los cuarenta, la España de la posguerra sufre un pertinaz empobrecimiento, la vida de los Carreño es bastante mejor que la de la mayoría de las familias. Todos los hermanos tienen trabajo y los ingresos de las dos farmacias dan para que la familia pueda llevar un tren de vida burgués.

   Mientras, la II Guerra Mundial prosigue su sangriento devenir. En el frente ruso, el general Paulus, usando sus últimas reservas, lanza un postrer ataque a Stalingrado. Sin embargo, los soviéticos resisten y, a mediados de noviembre, lanzan ataques simultáneos que rompen los débiles flancos y, días más tarde, embolsan al VI Ejército alemán. Paulus pide permiso para romper el cerco, lo que es rechazado por Hitler que promete enviar suministros desde el aire; promesa que la Lutfwaffe no puede cumplir. A principios de febrero del 43, el general Paulus y las tropas a su mando se rinden al Ejército rojo.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 96. La especialización profesional