viernes, 14 de marzo de 2025

Libro IV. Episodio 91. Una familia, una cuenta

 

   La familia Carreño es singular en muchos aspectos, pero hay uno en el que se lleva la palma de la peculiaridad: el bancario. ¿Y por qué es singular? Porque desde que vivían en Plasencia solo tiene una cuenta bancaria a nombre de Julio,  hecho que han mantenido en Madrid. Al casarse e independizarse de la familia, Julián plantea a su padre una cuestión que considera necesaria para su nuevo estado.

   -Papá, voy a abrir una cuenta a mi nombre para que me ingreses en ella la parte que consideres que me corresponde de los beneficios de la farmacia de San Bernardo.

   -No es necesario que lo hagas, todos los meses te pasaré una cantidad que calculo será más que suficiente para subvenir a vuestras necesidades. Y en cuanto tengáis críos, os la aumentaré. No tendréis ningún problema.

   La respuesta de su padre deja helado a Julián.

  -Vamos a ver, papá. Primero, te doy las gracias por el piso que me has comprado en Meléndez Valdés, pero tú sabes mejor que nadie los gastos que comporta un hogar, y no puedo estar a expensas de que, en cualquier momento, necesite saldar una factura o hacer un pago inesperado y no disponga del metálico suficiente. Necesito tener una cuenta a mi nombre para que en algún momento puntual pueda firmar un cheque.

   -Eso no va a ocurrir, hijo. Tendrás siempre el dinero suficiente para afrontar cualquier gasto por inesperado que sea. Y, en el peor de los casos, echa mano de la caja de la farmacia, dejando una nota de la cantidad cogida, pero te reitero que con el dinero que pienso darte mensualmente es difícil que eso llegue a pasar. No creas que te trato de manera diferente a como voy a tratar a tus hermanos a medida que se casen. Con todos voy a hacer lo mismo. Somos una familia y, como tal, solo necesitamos una cuenta.

   -Perdona, papá, pero eso no es del todo cierto. Tenemos una segunda cuenta que es la que manejamos para los gastos de las farmacias y en la que, además de ti, Pilar, Jesús y yo, tenemos firma.

   -Es cierto, hijo, me había olvidado de esa cuenta pero, como bien has dicho, solo la utilizamos para los asuntos de los gastos de las farmacias. Los ingresos familiares van a la única cuenta que está a mi nombre, y de la que mensualmente sacaré la cantidad que te voy a dar, para que tanto tu como tú esposa viváis desahogadamente.

   Por muchos argumentos que esgrime Julián, su padre no cede. Una familia, una cuenta, y de ahí no hay quien le saque. Como por ahora es Jesús el único miembro de la familia que piensa casarse, Julián comenta con su hermano la postura paterna.

   -No te extrañes –le explica Jesús-, conmigo hizo lo mismo al ponerme al mando de Gran Vía. Quise independizarme económicamente, pero, por muchas razones que le di, no le saqué de su posición: somos una familia y, por tanto, solo necesitamos una cuenta.

   -Pero eso no debe ocurrir en ninguna familia. Cuando los hijos se van de casa, porque se independizan o se casan, el dinero que ganan con su trabajo lo manejan como les parece oportuno. Lo que está haciendo papá es considerarnos menores de edad y sin capacidad para manejarnos por nuestra cuenta.

   -Te voy a decir algo que quizá no sepas. Hace lo mismo con Álvaro, lo que le paga la Marina va a una cuenta a su nombre, en la que papá también tiene firma, y cuando en la cuenta se acumulan algunos miles de pesetas, pues el Tato es de poco gastar, de esa cuenta traspasa a la familiar la cantidad que Álvaro le indica que no necesita. Y hay más: a Pilar nunca quiso autorizarla a que tuviese una cuenta a su nombre. Conociéndola, podrás suponer cómo se puso, hecha una fiera, pero no consiguió doblarle el pulso. Yo tengo asumido que, cuando me case, hará lo mismo conmigo.

   A Julián no le toca otra que aceptar una decisión que en su fuero interno califica como caprichosa y absolutista y, en el mejor de los casos, como de un paternalismo de siglos pasados. Ahora el problema que tendrá que afrontar será cómo explicar la decisión paterna a Carla, a quien le gusta tener el monedero repleto, pues se encapricha fácilmente con cualquier trapo que ve en los escaparates, ya que le gusta ir a la moda.

   Al final, a Carla le ha costado asumir el hecho de que, económicamente, van a depender de lo que mensualmente les dé su suegro en un sobre repleto de billetes. Después de varios meses tiene que admitir que Julio puede ser un absolutista, como le tilda Julián, pero también es generoso ya que, hasta el momento, ningún mes el sobre se ha quedado vacío. Aun así, está resentida contra su suegro por no conceder a su marido la capacidad de administrarse por su cuenta.

   Mientras, en el continente africano el Afrikakorps tan pronto avanza en dirección a Egipto como se bate en retirada hacia el oeste. Los avances y retrocesos de los alemanes son explicados por Valdés a los contertulios.

   -Personalmente, opino que Rommel es un genio militar, pero su genialidad no basta para vencer a un enemigo cuando es éste quien tiene más artillería y más blindados. No sé si ustedes recuerdan la coplilla: Vinieron los sarracenos / y nos molieron a palos, / que Dios ayuda a los malos / cuando son más que los buenos. Algo parecido le ocurre a Rommel que, además, tiene su talón de Aquiles en la escasez de combustible, causa esta que, más pronto que tarde, le obligará a retirarse de África.

   A lo largo del 42, Valdés sigue explicando en la trastienda de la perfumería el desarrollo de los avatares bélicos en el norte de África, contándoles la captura de Bengasi y Tobruk por las tropas de Rommel, así como el papel jugado por las primeras fuerzas norteamericanas en ese frente.

   -En noviembre, los Aliados, ya contando con los yanquis, planearon la invasión del norte de África por medio de desembarcos simultáneos en Casablanca, Orán y Argel, seguidos unos pocos días después por un desembarco en Túnez. Las fuerzas de la Francia de Vichy opusieron una resistencia mínima antes de someterse a la autoridad de la Francia libre del general De Gaulle.

   A todo eso, en el frente ruso, antes de que acabe enero, los alemanes dan por imposible la conquista de Moscú y retroceden, aunque consiguen detener momentáneamente a los soviéticos. Mientras, en el frente asiático los japoneses siguen invadiendo nuevos territorios y sitian la estratégica ciudad de Singapur. Por otra parte, los australianos movilizan todos sus recursos ante la amenaza de invasión por los japoneses.

   Mientras todo esto ocurre en el teatro bélico, en el escenario familiar de los Carreño sigue vigente el criterio de: una familia, una cuenta,

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 92. Una segunda boda en la familia Carreño