Álvarez y Ponte han quedado con Grandal en
verse sobre las cinco de la tarde. Tras comer la paella, ambos se han echado un
ratito para hacer la imprescindible siesta. Su sueño debe de ser profundo porque
no oyen el timbre. El excomisario, que es quien está llamando, tiene que
aporrear la puerta para que sus amigos despierten.
-Perdona,
Jacinto, nos hemos quedado sobados –se excusa Álvarez.
-Y sordos. Manolo,
¿todavía está en el sobre?
-Ahora sale,
se está refrescando la cara. ¿Qué tal Chelo, no te ha puesto mala cara por
dejarla sola? –pregunta Álvarez.
Grandal va a responder cuando aparece Ponte
que le da un abrazo.
-Jacinto, te
estábamos esperando como agua de mayo –dice Ponte y dirigiéndose a Luis le
recuerda- Hemos quedado con Martínez sobre las cinco y cuarto.
-¿Quién es
Martínez? –quiere saber Grandal.
Álvarez le cuenta la cena de la noche
anterior y como trabaron amistad con un desconocido que resultó ser también aficionado
a jugar al dominó.
-… y hemos
quedado con él que nos vemos esta tarde para echar una partida. Mientras no
venga Amadeo será el cuarto que nos falta.
-¿Y de dónde
ha salido ese paisano?
-Solo
sabemos que se llama Francisco Martínez, que se aloja en el hostal y que le
gusta el dominó –explica Álvarez.
-Y que no le
gusta que le hagan preguntas –añade Ponte.
Los tres amigos se dirigen a la terraza del
hostal donde, en efecto, sentado en una mesa de la terraza está esperándoles el
llamado Martínez, que no es otro que Curro Salazar. Ante sí tiene un café y una
copa.
Álvarez hace las presentaciones.
-Si me
permiten me gustaría invitarles a esta primera ronda –pide Curro que sigue
usando el falso apellido de Martínez-. Es una manera como otra de agradecerles
que me acepten como compañero de juego.
-Anoche ya
nos invitó. Si volvemos a aceptar va a pensar que se ha juntado con unos
gorrones. Haremos como en Madrid, que pague las consumiciones la pareja que
pierda –propone Ponte.
-¿Eso es
coñac? –pregunta Grandal señalando la copa medio vacía de Curro.
-Sí señor.
Es uno de mis pequeños vicios. Si tomo café sin acompañarlo con una copa es
como si me faltara algo. Y eso a pesar de que un amigo de Jerez cuando me ve
tomarlo me recuerda el dicho de su tierra: el vino para beberlo y el coñac para
venderlo. ¿A usted también le gusta?
-Me gustaba
y aún lo sigo tomando pero en pequeñas dosis, las que me permite la úlcera.
-Bueno,
basta de cháchara –corta Álvarez al tiempo que vuelca las fichas de la caja que
acaba de traerles el camarero-. ¡Qué mierda de dominó!, parece de juguete.
Mañana voy a traer el mío que es un dominó de verdad y no esta porquería.
Echan a fichas la formación de las parejas.
-Bueno,
señor Ponte le toca jugar conmigo. Como
estoy algo desentrenado espero que me perdone los fallos que pueda cometer que
seguro que serán muchos –se disculpa Curro con falsa modestia.
-Por favor,
llámeme Manolo que es como me llaman mis amigos.
-Yo creo que
lo que hemos de hacer es dejarnos de ringorrangos y tutearnos. –sugiere
Álvarez.
-Por mí,
encantado. Y llamadme Curro que es como me llaman los amigos, y que como
sabréis es la versión andaluza de Francisco.
-¿Eres
andaluz –pregunta otra vez Álvarez.
-Pues sí,
pero he vivido en otras muchas partes. Os habréis dando cuenta de que apenas sí
tengo acento y es que he recorrido muchos sitios. ¿A cuántos puntos soléis
jugar? –una vez más Curro cambia de tema de conversación.
-Al mejor de
tres partidas.
En cuanto han hecho un par de juegos, Ponte
constata que Curro es un buen jugador, bastante mejor que él, aunque tiene la
tendencia de jugar para sí sin tener en cuenta que forman un equipo. El
resultado final es de dos a uno a favor de Álvarez y Grandal que están más
acostumbrados a jugar de pareja. Después de los obligados comentarios sobre la
marcha de las partidas y las diversas incidencias ocurridas, se produce una
pausa en la charla. Antes de que la reiniciación pueda deparar derroteros
incómodos para un fugitivo, Curro formula una pregunta genérica de un tema muy
actual y que aparentemente no presenta peligro.
-No sé si
habéis leído hoy la prensa, ¿pero qué os parece el hecho de que Sánchez no
negociará con Rajoy la oferta para su investidura?
-¿Dónde has
leído eso? Esta mañana he estado ojeando el ABC y lo que decía es que el PP
ofrece sostén territorial al PSOE a cambio de desbloquear la investidura
–comenta Ponte.
-Lo leí en
El País, es una de las noticias que trae en la portada –contesta Curro.
-O sea, que
la constitución del nuevo gobierno está bloqueada –dice Álvarez-. Si es que la
cabra siempre tira al monte. Sánchez al fin y al cabo es más rojo que Fidel
Castro y lo que terminará haciendo es aliarse con los muchachos de Podemos para
formar un gobierno de los que llaman de progreso. ¡Menudo progreso! Al final lo
que formarán será un nuevo Frente Popular, como en el treinta y seis.
-Para el
carro, Luis, no seas extremista. El PSOE de ahora no es el del treinta y seis y
en cuanto a los niñatos de Podemos solo son unos revolucionarios de salón.
Ninguno de ellos ha cogido en su vida un pico, toda la fuerza se les va por la
boca –replica Grandal- ¿Tú qué opinas Curro?
La directa pregunta de Grandal mete a
Salazar en un apuro. Si cuenta lo que de verdad piensa pondrá de manifiesto su
izquierdismo de manual y se ganará la enemiga de sus nuevos y vejestorios
amigos que por lo que opinan son unos fachas de cuidado. Está tratando de
encontrar una respuesta que sea políticamente correcta cuando Ponte le salva
del compromiso.
-Os queréis
dejar de cháchara política de una vez. Gobierne quien gobierne a los jubilados
como nosotros nos van a dar para el pelo igualmente. Por tanto, dejaros de
politiqueos y hablemos de cualquier otro asunto que sea más agradable y real.
Por ejemplo de la cena de esta noche. Jacinto –pregunta dirigiéndose a Grandal-,
¿te quedas a cenar con nosotros o vuelves a Marina d´Or?
-¡Coño, se
me había olvidado decíroslo! Chelo me ha pedido que esta noche seáis nuestros
invitados. Va a hacer espaguetis a la vóngole
con almejas que es uno de los platos que mejor le salen. Y de postre unas
natillas de vainilla con caramelo que es otra de sus especialidades. Ah, y me
ha dejado bien claro que no aceptará un no como respuesta. O sea, que si no
queréis que la tenga de morros lo que resta de verano, esta noche cenamos en
casa de Jennifer.
-¿Quién es
Jennifer? –pregunta Álvarez tan curioso como siempre.
-La amiga de
Chelo que nos ha prestado el apartamento. En realidad, su verdadero nombre es
Nicolasa, el de Jennifer es, digamos, su nombre de guerra –y dirigiéndose a
Curro le explica-. No te invito porque a Chelo no le gusta que lleve a
desconocidos. Habrá más ocasiones para que puedas venir con nosotros.
-Faltaría
más. No tienes porqué disculparte. Estoy a pensión completa, por tanto no tengo
que preocuparme por las cenas, aunque como los menús suelen ser repetitivos alguna
noche voy a comer a otra parte, como anoche a la pizzería.
-¿Aquí hay
una pizzería? –indaga Grandal que, ante el gesto afirmativo de Álvarez, explica-.
Estupendo, ya tengo excusa para traerme alguna noche a Chelo pues le encantan
las pizzas y así podremos montar una partida nocturna que hace la tira de años
que no hacemos ninguna.
Álvarez y Ponte se han puesto de tiros
largos porque saben que a Chelo le gusta la etiqueta, quizá porque en su
profesión la etiqueta brilla por su ausencia. La mujer esta radiante, pocas
veces tiene la oportunidad de lucir sus habilidades culinarias. Durante la cena
explica a los amigos de su novio, así suele llamar a Grandal, la receta de la
pasta que ha preparado. Ha puesto las almejas en agua fría con sal que ha
cambiado un par de veces para que suelten la arena, durante unas dos horas, y luego
las ha escurrido bien. Después las ha puesto en una cazuela con agua hirviendo
para que se abran y ha guardado el caldo. Mientras tanto ha puesto la pasta a
cocer. En otra cazuela con agua ha echado sal y laurel y cuando comienza a
hervir ha añadido los espaguetis y los ha cocido durante ocho minutos, tras lo
cual los escurre. Ha picado unos ajos y los ha freído en una sartén con aceite
y cuando se han dorado ha incorporado las almejas. Ha agregado el caldo de la
cocción y lo ha dejado hervir durante un par de minutos, después los ha retirado
del fuego y los ha triturado hasta conseguir la salsa. Ha cortado por la mitad
unos tomates cherry y los ha salteado en una sartén, luego ha mezclado los
espaguetis con la salsa de las almejas para que se conjunten bien todos los
ingredientes. Finalmente, ha puesto en la base del plato los espaguetis con la
salsa de almejas y los ha decorado con los tomates cherry y unas hojas de
albahaca.
Los invitados, exagerando la nota, se
deshacen en elogios ante la buena mano que Chelo ha mostrado tener. A la mujer
se la ve radiante ante los plácemes de los amigos de su novio pues no está
acostumbrada a ellos. Ponte pone la guinda a
las alabanzas expresándolo en italiano:
-
Chelo esto es boccato di cardinale.PD.- Hasta el próximo viernes