martes, 4 de marzo de 2025

´El masover” 9. En casa, de política, nada y de políticos, menos

En el verano de 1930, uno de los regalos intangibles que, por sus buenas notas, ha recibido Zaca es el permiso de padre para seguir las partidas de ajedrez que se juegan en la terraza del café del Pincho ubicado en la plaza de Ramón y Cajal y que está a tiro de piedra de casa de los Clavijo. A madre la autorización no le ha parecido una buena idea y refunfuña.

   -El niño no debería ir al café, no puede aprender nada

bueno. Además, ¿qué va a decir la gente?, ¿que dejamos que un niño, que acaba de cumplir los diez años, ande mezclado con personas mayores que vete a saber de qué hablan, que sueltan palabrotas y hasta blasfemias? Quita, quita.

   -Mujer, no es para tanto. Le doy permiso para que aprenda a jugar al ajedrez, que eso no le hará ningún daño; al contrario, lo estimulará. Y te recuerdo que la mayor parte de los que juegan al ajedrez son gente de carrera, por lo que se supone que hablan con la mayor corrección. Y hasta el Pincho, me ha dicho que por él no hay problema, incluso podrá sentarse en la terraza.

   La afición al ajedrez le viene al chaval desde que su tío Miguel, el hermano pequeño de padre, le regaló un librito de iniciación al juego de los escaques. Dado que en el juego concentrarse es fundamental y propio de mentes analíticas, enseguida se sintió cómodo ante el tablero de los sesenta y cuatro cuadros. En el pueblo son contados los que juegan al ajedrez: el tío Macario el estanquero, Piñana el ayudante del llumero, el maestro don Rodolfo, don Avelino  el veterinario, Julio el barbero, don Eulogio el médico, don José el boticario y pocos más. A veces también juega un tal Damián, motorista del pozo de riego de los Blascos, y a quien el chaval mira con aprensión, pues se ha dado cuenta que, de vez en cuando, le mira lascivamente los muslos, puesto que sigue usando pantalones cortos. Miradas que no sabe por qué le producen cierto desasosiego. Un día se lo contó a madre. Su respuesta fue tajante:

   -Desde mañana, cuando vayas al café, ponte pantalones largos y ten cuidado con el tío Damián, si te dice algo no le contestes y dímelo. Y si te invita a ir a su casa, no debes ir por nada del mundo. Ah, y a padre ni una palabra de esto.

   Terminadas las partidas, los jugadores suelen charlar de los más diversos temas, pero últimamente hay uno que sobresale: la política. El chaval, que de política no sabe nada, pues de ella no se  habla en casa, dado lo que cuentan los contertulios deduce que las cosas no andan muy bien en la nación. Primo de Rivera, el dictador que mandaba en España, ha dimitido y se ha ido del país. La mayoría de tertulianos lo lamentan, porque el general era muy popular en el pueblo desde el día que pasó por allí y, a petición de unos vecinos, se  bajó  del coche y recorrió a pie un trecho del Raval.

   -Yo le estreché la mano –recuerda el barbero.

   -La verdad es que era muy campechano –admite el médico.

   -¿Y ahora quién manda? –quiere saber el ayudante del llumero.

   -El Rey ha nombrado presidente del gobierno a un general llamado Dámaso Berenguer –informa don Rogelio, que añade-: Parece que lo ha hecho con el propósito de retornar a la normalidad constitucional.

   -¡Tiene narices la cosa! El Rey actúa como si la Corona no hubiese estado pringada en la violación de la Constitución desde el primer momento del golpe de Primo –don Eulogio, que tiene fama de liberal, deja asomar su desacuerdo.

   -Pero no me negarás, Eulogio -replica don Avelino-, que su política intervencionista ha conseguido una expansión y fortalecimiento económico que se está haciendo sentir en la mayoría de sectores productivos. Y está siendo más patente en las obras públicas, desde las hidráulicas a las comunicaciones. En el primer sector ha sido todo un logro la creación de las Confederaciones Hidrográficas para el aprovechamiento integral de los ríos. En cuanto a las comunicaciones, la fundación del Circuito Nacional de Firmes Especiales ha logrado construir varios miles de kilómetros de carreteras.  El barbero, mete baza enla conversación pues, aunque casi iletrado, es hombre curioso.

   -Hay algo que no acabo de entender, si Primo ha hecho tantas cosas buenas, ¿por qué no lo querían cómo gobernante? Me gustaría que alguno de los que tienen carrera nos lo explicara –Es el médico quien responde.

   -Son varias las causas que han provocado que los sectores sociales y políticos que, inicialmente habían prestado su apoyo a Primo, se lo hayan retirado. En primer lugar, los nacionalismos periféricos porque la dictadura ha estado incumpliendo lo prometido sobre la descentralización. En cuanto a las organizaciones empresariales estaban descontentas por las injerencias de la UGT en sus empresas. Los sectores intelectuales y universitarios han abandonado su benévola expectativa, desengañados por su regeneracionismo conservador. Y los políticos liberales vieron cómo la dictadura pretendía perpetuarse en el poder, al incumplir su promesa de ser un régimen temporal, por lo que también le han dado la espalda.

   -Mucho hablar de Primo de Rivera, sobre lo que ha hecho o dejado de hacer, y nos estamos olvidando de algo sumamente importante para este pueblo –la introducción de don Avelino ha provocado el interés de los contertulios- ¿Cuándo se construyó el grupo escolar de la calle Sitchar y del que tan orgullosos nos sentimos? –y sin esperar respuesta, prosigue-: Se construyó, como sabéis, durante el mandato del general. Y aunque solo fuera por eso, los torreblanquinos tendríais que estar eternamente agradecidos a la gestión de Primo. Y nuestras escuelas no fueron las únicas que edificaron sus gobiernos. Si no recuerdo mal, durante los siete años de gobierno de Primo de Rivera se han construido en España cientos de escuelas, muchas de ellas, y a propuesta de los respectivos ayuntamientos, tienen grabados en su portada el nombre del general, o el de su título nobiliario, Marqués de Estella.

   -Aunque Primo será siempre señalado como un dictador, y más para los que tenemos una ideología izquierdista, reconozco que lo apuntado por Avelino es cierto –admite don Rodolfo-. Y, nobleza obliga, he de añadir que a partir de la reforma del Estatuto Municipal, los ayuntamientos han dispuesto de un mejor acceso al crédito, especialmente el que otorgan el Instituto Nacional de Previsión y sus Cajas de Ahorro colaboradoras. Este sustrato financiero ha favorecido la construcción por toda la geografía española de cientos de escuelas de nueva planta. Ítem más: salvo en algunas ciudades, el edificio-escuela no resultaba identificable a simple vista porque, en general, las aulas se encontraban desperdigadas en los bajos de cualquier dependencia municipal o en casas particulares. Por ello, la construcción de una escuela en los pueblos representa una distinción singular con respecto a los municipios colindantes. Y eso, y es justo reconocerlo, lo hizo la dictablanda de Primo.

   Durante la cena de esa noche, el chico cuenta lo que ha escuchado en el café, y padre le regaña.

   -No se te ocurra otra vez contar politiquerías en casa. Todos los políticos son un hatajo de mangantes que solo buscan medrar y a los trabajadores que les den por saco. Cuando seas mayor verás que o te las apañas por tu cuenta o ningún político vendrá a echarte una mano.

   -El abuelo Joaquín siempre dice que de los políticos nos guarde Dios –remacha la madre.  

   De la charla familiar, el chico infiere dos claros mensajes: en casa, de política, nada, y de políticos, menos. Dado el cierto rechazo que Zaca tiene hacia padre por lo de su nombre, el hecho de que a su progenitor no le guste la política influye para que él se interese por toda clase de asuntos políticos, aunque solo sea para satisfacer su insondable curiosidad. 

   A todo eso, el verano de 1930 es venturoso para el primogénito de los Clavijo. Desde que se hizo público que va a ser el primer torreblanquí que estudiará bachiller por libre parece que sus amigos y condiscípulos le miran con algo más de respeto. Y puesto que, dadas sus escasas habilidades físicas, apenas si se le considera socialmente, el cambio supone un gran refuerzo para su, hasta ahora, maltrecho ego, pues aún tiene presente el recuerdo de que, cuando juegan a capitolet, al parao o a saltaburros, hasta las chicas se burlan de él por lo patoso que es, pues camina con los pies hacia fuera, como los patos. Otro tanto ocurre cuando los capitanes de los equipos de fútbol de los recreos seleccionan su once, es de los últimos en ser elegido; eso, si le eligen. No es que ahora le seleccionen de los primeros, pero le da la impresión de que ya no lo miran por encima del hombro.

   Al atardecer del día de hoy el muchacho vuelve a casa más contento que de costumbre. Ha estado jugando a los piratas con sus compañeros de clase en un descampado de la calle Sitchar, justo al lado de las escuelas, y donde un enorme y viejo olivo, maltratado por la chiquillería que lo escala a menudo, les sirve de barco pirata. Zaca, fiel a su carácter tranquilo y solitario, siempre se autoasigna el papel de radiotelegrafista, sin tener en cuenta que en los barcos piratas no existía tal artilugio. Y si escoge ese papel es porque su padre hizo la mili en marina de radiotelegrafista en el arsenal de Cartagena y luego en la comandancia de Vinaroz.

   Incluso cuando juega, el muchacho se encuentra más cómodo en roles de personajes solitarios, no sabe por qué, pero el hecho es una muestra más de su insegura personalidad. Él ni siquiera se lo plantea pero, curiosamente madre, que es quien mejor le conoce, si se pregunta: ¿seguirá así cuando se haga mayor?

 

PD.- El próximo martes publicaré el episodio 10, de la novela “El masover”, titulado: A la mar ens anirem…