La guerra se hace más mundial, si cabe, cuando el 7 de diciembre se produce una acción que da un vuelco al conflicto: una flota de portaaviones japoneses efectúa un ataque aéreo por sorpresa sobre Pearl Harbor, principal base estadounidense en el Pacífico. El ataque destruye la mayoría de aviones y deja fuera de combate a gran parte de la flota, aunque se salvan los portaaviones al estar en alta mar. El ataque, sin previa declaración de guerra, une al pueblo estadounidense pidiendo venganza contra Japón. Al día siguiente declaran la guerra al Imperio japonés.
Tres días después de Pearl Harbor, Alemania declara la guerra a los Estados Unidos. Hitler espera que los japoneses apoyen a Alemania atacando a la Unión Soviética, pero estos no lo hacen al haber firmado un tratado de no agresión con la URS. En el frente ruso, los alemanes muestran los primeros signos de debilidad, pues en los primeros días de diciembre detienen su ofensiva contra Moscú.
Mientras el mundo parece haberse vuelto loco, el benjamín de los Carreño, Froilán, ha aprobado el curso puente para acomodarse al nuevo bachillerato; ahora tiene que hacer frente en junio al Examen de Estado, que también aprueba. En septiembre del 41, siguiendo la estela de sus otros hermanos, ingresa en el Colegio de Huérfanos de la Armada para comenzar la preparación del ingreso en la Escuela Naval de Marín, pues la vieja de San Fernando ha sido cerrada. El tío Luis que, como en anteriores ocasiones, ha movido los hilos para que lo acepten en el CHA, le recomienda:
-Sigue el ejemplo de Álvaro y no el de Andrés. Así es como aprobarás.
-No se preocupe, tío, tengo muy claro a quién he de imitar.
En la relativa paz de la España neutral, los Carreño celebran la Navidad del 41 con la alegría propia de las familias a las que les va bien la vida. Álvaro y Andrés están en casa con permiso, por lo que la familia está al completo, con la excepción de Pilar que sigue viviendo en Barcelona con Luis, y que ha preferido no acudir a Madrid para no aguarle las fiestas a su padre, aunque sus hermanos, al menos alguno de ellos, la mencionan cuando surge la ocasión. En la comida del día de Navidad, la primera en citarla es Paca.
-¡Qué lástima que no esté Pilar!, con la buena mano que tiene nos hubiese preparado algunos de esos platos franceses que tan bien le salen.
Y en los brindis, Eloísa proclama:
-Brindo por los presentes y los ausentes –El padre piensa que se refiere a Julia, puesto que es la primera vez que su esposa falta a la cita navideña, pero su hija además de brindar por su madre también lo hace por la otra ausente, Pilar.
En el tablero internacional, el primer día del 42, algo más de una veintena de países firman en Washington la Declaración de las Naciones Unidas, un acuerdo en el que se comprometen a no hacer pactos de paz individuales con potencias del Eje. En la tertulia de la perfumería, Ramírez pregunta:
-¿Y por qué no han invitado a España?
-Porque no nos consideran un país democrático –responde Valdés.
Con el nuevo año los soviéticos reabren el corredor de suministros de la sitiada Leningrado, y a mediados de enero derrotan a los alemanes en Ucrania. En el frente asiático, los japoneses entran en Manila. Las tropas estadounidenses, mandadas por MacArthur, se repliegan a la península de Batán. Al tiempo, los nipones siguen invadiendo territorios en el sudeste asiático: Birmania, la Malasia británica y, tras declarar la guerra a los Países Bajos, el Borneo holandés, con lo que da comienzo la Campaña de las Indias Orientales en la que las potencias occidentales van de derrota en derrota.
Antes de que finalice enero, en la Conferencia de Wannsee, altos mandos de las SS, del partido nazi y diversos ministerios toman un acuerdo que llevará al exterminio a millones de personas, ya que coordinan la deportación y asesinato de los judíos europeos, comenzando oficialmente la dantesca tragedia que se conocerá como el Holocausto.
Como lo habían planeado, a fines de enero del 42 los Carreño van de boda. Se casa el primero de los hermanos de la segunda generación de la familia, Julián. Antes del enlace, el novio ha cumplido con el ritual que conlleva una boda de la pequeña burguesía. Va al domicilio de los padres de Carla, don Enrique y doña Margarita, a pedir la mano de la que, a partir de ese momento, será oficialmente su prometida. Los novios se intercambian regalos y ambas familias, los Carreño y los Ruiz, se conocen y fijan la fecha de la boda. La lista de invitados provoca algún roce, pero al final se ponen de acuerdo. Sobre los invitados, Julio tiene una duda y se la pregunta al novio.
-Julián estoy dudando si invitar a tu hermana Pilar.
-No te preocupes, ya la invité yo.
-¿Y sabes si piensa venir?
-No se lo pensó, me dijo que cómo iba a faltar a mi boda. Va a venir con su…, con Luis y se van a alojar en un hotel de la Gran Vía para estar cerca de casa. Por cierto, ya me envió su regalo, un estuche de doce cubiertos de plata que ha debido de costarle un riñón. Se ve que el notario gana dinero a raudales.
El
último día de enero Julián contrae matrimonio con Carla. Como los Carreño tienen
mayor poderío económico que los padres de la contrayente, son los que corren
con la mayoría de los gastos de la boda. A raíz de dichos gastos salta a la
palestra familiar un problema que al recién casado le causa un enorme
desconcierto, pero que al mismo tiempo es una seña indeleble de cómo entiende
la unidad familiar el patriarca del clan.
PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 91. Una familia, una cuenta