domingo, 8 de julio de 2018

*** Han llegado los niños


   Han llegado mis nietos y mi solitaria vida de anciano, aburrida, monótona y ordenada ha sufrido un vuelco. La casa se ha llenado de alegría, carreras, gritos, llantinas, risas y desorden. Que todo eso y mucho más traen los niños. También de juguetes por todas partes, de muebles fuera de su sitio, de cambios en los horarios de comida y de la pérdida del mando de la tele. Ahora toca ver dibujos animados y he descubierto que a los críos el mundial de fútbol les trae al fresco y con los noticieros se duermen.
   Pero lo que cuenta es que, pese a los posibles y en ocasiones reales trastornos, los críos te alegran la vida. Los miro y sé con certeza que el único rastro que va a quedar de mí serán los genes que les haya podido transmitir. Todo lo demás, mi vida con sus éxitos y fracasos (más de los últimos), mis recuerdos de todos los colores, mis contados amores y desengaños múltiples, los pocos amigos que me quedan, los libros que escribí y este mismo blog; todo eso sumado es humo.
   Ahora me toca a volver a releer los cuentos de mi niñez o teatralizar los relatos de hoy repletos de naves espaciales, de héroes con poderes sobrehumanos, de máquinas que se comportan como humanoides y de hombres que parecen robots. Tengo que volver a recordar donde venden los mejores helados y en que playa la arena es más idónea para construir esos castillos efímeros, pero que son tan del gusto de los críos.
   Han llegado los niños y con su sola presencia mi vida se ha llenado de emociones. ¡Benditos sean!