Al final, la Fábrica ha resultado ser un hogar más que aceptable para los Clavijo, incluso les ha servido para complementar su magra despensa, pues en los bancales plantan hortalizas, patatas, legumbres y hasta fresas. Y en el corral tienen gallinas, pavos y conejos enjaulados. Y encima, no hay que pagar alquiler. Menos da una piedra, se dice la señora Rosario, pese a su reticencia inicial a vivir en la Fábrica. A su vez, Zaca piensa que hasta el momento nadie les ha llamado masoveros. El sitio no es tan malo como creían.
A principios de septiembre, el señor Zacarías, como hace mensualmente, viaja a la oficina de la LUTE en la calle Herrero de Castellón, para hacer la liquidación del cobro de la luz del mes anterior. Y aprovecha la ocasión para comprar en la librería de Ballester los libros de primero de bachillerato. El tío Paco le explicó que la enseñanza media española, del primer tercio del siglo XX, está basada en un Real Decreto de 1901 que vino a reformar dichos estudios y que, para obtener el grado de bachiller, la etapa se distribuye en seis cursos. El alumnado estudia siete materias por curso, salvo en 3º y 6º, en los que habrá de superar ocho. Las asignaturas del primer año son: Lengua castellana, Geografía general y de Europa, nociones y ejercicios de Aritmética y Geometría, Religión, Dibujo, Gimnasia y Caligrafía.
Cuando el chaval ve la montonera de libros que ha de estudiar el ánimo se le cae por los suelos. No va a ser capaz de aprender tantos contenidos por muchas horas que estudie. Su desánimo se evapora en cuanto abre el manual de Geografía general y de Europa, que quizá es la materia que más le gusta y, empieza a hojear los mapas del texto, ve que no va a ser tan difícil como creía.
Lo primero que hace madre con los libros es forrarlos con papel de estraza para que no se estropeen las cubiertas; quizá, en un futuro les puedan servir a Pedrito y a Chimet. En ningún momento, ha pasado por la cabeza de los Clavijo que también le podrían servir a Charito que es muy espabilada, pero es una chica y la cultura imperante establece que las chicas no están hechas para el estudio; su futuro será aprender todo lo que debe saber una buena ama de casa y, en su día, una buena esposa.
En la primera reunión que el muchacho tiene con sus maestros estos le explican el plan de estudios: de las siete materias que conforman el primer curso, el Dibujo, la Gimnasia y la Caligrafía quedan reducidas a marías, denominación que desconoce el chico y que, según le explican, son aquellas asignaturas de segunda categoría que, para aprobarlas, no debe estudiar gran cosa. El Dibujo se aprueba copiando las ilustraciones y bocetos que vienen en el manual oficial del Instituto General y Técnico de Castellón. La Caligrafía, haciendo lo mismo que con el Dibujo. Y la Gimnasia practicando carreras y saltos, pues pruebas así serán las que se aplican en los exámenes por libre. En cuanto a la metodología para estudiar las materias fuertes será esta: diariamente, salvo los domingos y los jueves –día en que no hay clase vespertina-, tendrá que estudiar una lección de cada una de ellas. Cuando haya completado cada manual las lecciones serán dos diarias; por ejemplo, la 1 y la 11, la 2 y la 12 y, así, hasta darle una segunda vuelta a cada texto. Luego, las lecciones serán 3: la 1, la 11 y la 21 y, así, sucesivamente. Y de ese modo seguirá hasta los exámenes de junio, momento en el que los maestros esperan que haya aprendido de memoria el contenido de los distintos manuales. El muchacho en ningún momento se plantea lo tosco y antipedagógico que es el método que van a usar sus profesores, que más recuerda el bárbaro principio de la letra con sangre entra que los modernos conceptos pedagógicos. Piensa que si lo han programado sus maestros es como si lo hubiese hecho el Papa de Roma, que tiene la virtud de la infalibilidad, como le enseñaron en el catecismo. A pesar de eso, le parece que es un programa que no sabe si será capaz de afrontar, pero no se atreve a manifestarlo. Dado que es introvertido y de pocos amigos, que el aislamiento de la Fábrica invita al recogimiento, y que le gusta mucho leer, se pasa el día leyendo y releyendo los manuales y luego reproduciendo en voz alta el contenido de los mismos. A las cinco de la tarde, coge los textos que ha estudiado ese día, y se dirige al grupo escolar del pueblo. Allí repite la correspondiente lección al maestro que le toca ese día, quien con el libro abierto, comprueba si el chaval se lo sabe. No hay explicaciones, no hay resúmenes o esquemas, no hay preguntas, no hay aclaraciones, solamente memoria, memoria y memoria. Una metodología tan rudimentaria y elemental, tan apartada de la pedagogía de principios de siglo, al muchacho le viene como anillo al dedo, pues tiene un memorión, como suele repetir don José a los padres del chico, cuando les cuenta lo buen alumno que es.
-Estoy muy contento con el chaval. Es muy estudioso y tiene una memoria de elefante. Aprobará sin mayores problemas.
Pero Zaca sí tiene problemas, al menos uno: las nociones y ejercicios de Aritmética y Geometría requieren algo más que memorizarlas, hay teoremas, leyes y postulados que exigen una explicación para aprehenderlos, pero no recibe ningún razonamiento ni aclaración, por lo que el chico se aprende las nociones, pero muchas de ellas no las comprende, simplemente las memoriza.
Pese a todo, y a su manera, el muchacho es feliz. Pasa el día estudiando, actividad que le gusta, pues fortalece su ego tan baqueteado en otros ámbitos y, aunque de lunes a sábado prácticamente no tiene contacto con otros chicos, para un solitario e introvertido como él, no representa ningún problema. Casi todos los juegos y entretenimientos de los chavales de su edad requieren de habilidades y aptitudes físicas de las que carece, por lo que no los echa de menos. Su mayor divertimento se reduce a ver las pelis que ponen en el cine los jueves y sábados por la noche y los domingos y festivos por la tarde-noche, pelis que ve gratis al ser su padre el proyeccionista. Su afición por la cinematografía hace que con sus amigos hable mucho sobre las cintas que han visto o que esperan ver, pues cuando las echan en el pueblo, hace ya mucho que se estrenaron en las ciudades. Hoy están hablando sobre sus preferencias cinematográficas, las cuales revelan que su madurez emocional está muy verde.
-A mí la peli que más me ha gustado en el último año ha sido Las mascotas de la reina Lino – indica Pifarré.
-Esa no tiene ni punto de comparación con Una aventura de siete vidas –opina Pitarch.
-Pues como las Aventuras del pequeño Colón no hay otra –comenta Clavijo, que añade-: Queralt me ha dicho que esperemos a ver La gran aventura de los Lunnis, que es de categoría.
Zaca se suele juntar con sus amigos las tardes de los sábados y domingos. En sus charlas, conversar sobre el otro sexo es cada vez más frecuente.
-Cómo se está poniendo la Merche –se admira Queralt-, cada día está más buena.
-Chimo, debías de cambiar de gafas –se mofa Zaca-. Si es un escuerzo.
-¿Y eso qué quiere decir?
-Que está muy flaca.
-Te lo parecerá a ti que solo te gustan las que tienen mollas.
Los tres amigos, Manolo no ha aparecido, están parados como una farola en els Quatre cantons, viendo cómo pasan y repasan las pandas de jovencitas que lucen su palmito por el Raval. Acaba de pasar junto a ellos un grupito de muchachas, una de las cuales les ha dedicado una pícara sonrisa.
-Que sonrisa más bonita tiene Adelita –comenta Clavijo.
.Sí, y un culo como el de una ballena –se burla Pifarré., que agrega-: ¿Y a ti por qué te gustan las gordas?
-Adelita no me gusta, solo he dicho que tiene una bonita sonrisa. Y no soy como tú, que te gustan todas,
-Todas, no. Solo las que están buenorras.
-Mira la pandilla de Toni Cortés, ya se han ligado a la panda de Teresita la Botiguera, que esas sí que están buenas.
-Daría uno de mis mejores tebeos para saber qué hacen para ligar –confiesa Zaca.
-Pues yo creo que no tiene mucho intríngulis, basta con acercarte y preguntar ¿nos dejáis pasear con vosotras? –Pifarré habla como si fuera un experto en el sexo femenino.
-¿Y si te dicen que no? –le interpela Clavijo.
-Pues das media vuelta y buscas otras. Chicas hay más que granos de arena en la playa.
Y así discurren muchas tardes los amigos de Zaca: hablando de chicuelas, pero sin acercarse a ellas. Aún no tienen el arrojo suficiente para pasar de las palabras a la acción. De ahí que ninguno tenga “novia”, ni siquiera alguna amiga con derecho a roce. A Zaca no es algo que le preocupe demasiado, pues va muy retrasado en su desarrollo emocional. Además, bajito, feucho y canijo no son cualidades como para comerse muchas roscas. Tampoco es que los demás se coman muchas, pues pese a que todos han cumplido diez años, todavía no se juntan con chicas. En su día delegaron en Pifa para que contactara con alguna pandilla femenina para juntarse el Domingo de Pascua, pero o no lo ha hecho o sus pesquisas han fracasado porque en cualquier momento llegará esa festividad y no tendrán compañía femenina con la que compartir la mona de Pascua. Además de hablar de muchachas, hablan mucho de “eso”; o sea, del sexo, al que no se atreven ni a mentar, y del que tienen conocimientos imprecisos y, en ocasiones, equivocados.
En el caso de Clavijo, su relación con el sexo femenino está muy condicionada por sus lecturas. Además de cuentos, tebeos y libros de texto, lee muchas obras de ficción entre las que sobresalen la literatura del Oeste y las novelitas amorosas. En éstas salen a menudo protagonistas femeninas que le encandilan, pues son mujeres ideales en todos los sentidos. Lindas como una rosa de té, escultóricas cual una diosa griega y ¡qué decir de su carácter!: tiernas, amables, simpáticas, cultas, comprensivas, sin importarles que un hombre sea bajito o no demasiado guapo y dispuestas a satisfacer las más inconfesables fantasías sexuales de su enamorado. Zaca, aún no lo sabe, pues todavía no ha desarrollado la capacidad de bucear en su interior con cierta objetividad, pero está enamorado de esas mujercitas de papel. Y, claro, las chiquillas del pueblo de papel, nada. Son de carne y hueso, con virtudes y defectos, con luces y sombras y, naturalmente, a años luz de los arquetipos femeninos que hacen latir aceleradamente el corazón del muchacho. Por eso, las ignora cuando no las desprecia. Sueña con mujercitas de papel y desdeña a las reales. No sabe lo que se pierde y, al paso que va, parece que tardará en saberlo. Pero es como es, para lo bueno y lo malo.
PD.- El próximo martes publicaré el episodio 20, de la novela “El masover”, titulado: Milagro en la gota fría