A bordo del Canarias el comandante Yela ha organizado una especie de seminario para seguir día a día el desarrollo de los combates en el Ebro. Lo primero que admite es su sorpresa ante el cruce del río.
-La operación del paso del Ebro constituye un hecho audaz y sorprendente, ya que en los tratados de táctica militar los ríos caudalosos como el Ebro son considerados poco menos que barreras infranqueables.
-¿Y cuál es la situación actual, comandante?
-El avance de los republicanos se está topando con muchas dificultades. Por ejemplo: para pasar los pesados tanques rusos T-26 será necesario hacerlo por un puente de hierro y su construcción requerirá tiempo. Otro problema que tienen los rojos es la apertura por nuestras tropas de los embalses de Tremp y Camarasa que ha provocado una gran crecida del río, arrastrando hombres y vehículos, y destruido pasarelas por la fuerza del agua y por el choque de troncos con explosivos adosados. Además, pese a que los republicanos han establecido con rapidez unas cabezas de puente, su infantería avanza a pie, por la escasez de camiones, en un terreno escarpado y bajo un sol inmisericorde. Han llegado a las afueras de Gandesa exhaustos y, lo que es peor, sin contar con artillería ni carros, por lo que han detenido el avance y han comenzado a cavar trincheras. O sea, que de atacar han pasado a defenderse.
En Madrid, Pilar y Luis siguen con su particular romance. Cada vez son más atrevidos y toman menos precauciones respecto a que puedan ser descubiertos por los Carreño. Hoy están planeando realizar una idea que hace mucho que están madurando: llevar a Paca a uno de los teatros abiertos en la ciudad.
-¿Tú crees que le gustaría una obra como El alcalde de Zalamea? Creo que sigue en cartelera –sugiere Verdú.
-A la Gorda lo que le priva es el cante. Se conoce de memoria las coplas que cantan Conchita Piquer, Angelillo, Imperio Argentina o Estrellita Castro.
-Compraré El Sol y miraré la cartelera a ver qué ponen.
Al día siguiente la información que aporta Luis no vale gran cosa.
-Hay un café cantante en el que actúa El Chato de Las Ventas, pero no sé si le gustará, en cambio en la cartelera cinematográfica hay algo más de variedad. Destacan sobre todo dos pelis muy distintas: una es Morena Clara, de Imperio Argentina, y la otra Los marinos de Kronstadt, una rusa.
-Huy, el rollo ruso no le va a ir nada. En cambio, Morena Clara seguro que le gustará. Imperio Argentina es una de sus artistas preferidas, se conoce de memoria la letra de todas sus canciones, desde La copla de los Piconeros a El relicario.
-Voy a sacar entradas porque la sala Rialto se llena todos los días.
-Procura que sea un domingo. Oye, ahora que recuerdo, ¿pero esa peli no fue prohibida a raíz de la toma de partido por el bando franquista del director de la peli y de la propia Imperio Argentina?
-Sí, pero el gobierno, a fuer de pragmático, ha aplicado lo de panem et circenses.
A Paca, que la hayan invitado al cine lo ha agradecido más que si le hubiesen dado mil pesetas, y nada menos que para ver a Imperio Argentina, una de sus artistas favoritas. Tan es así que, en un momento de la proyección, cuando la artista, junto a Miguel Ligero, entona La falsa monea, Paca también la tararea hasta que de la fila de atrás alguien sisea pidiendo silencio. Como a Pilar la película no le dice gran cosa, en un momento dado recuesta la cabeza en el hombro de Luis que al sentir el rostro de su amada tan cerca no puede contenerse y le da un cálido beso al que la mujer responde con la misma pasión. Paca lo ha visto y se ha hecho cruces: estos están liaos, piensa, quién lo iba a decir, la Pilar con un casao; como se entere el señor Julio la echa de casa.
Los enamorados no pueden estar ajenos a lo que ocurre, porque la batalla del Ebro ocupa las primeras planas de los rotativos y las primicias de los noticiarios radiofónicos. A pesar de ello, la pareja sigue a lo suyo y hacen planes para un futuro que les parece cada vez más lejano. Quizá por eso, les importa un pito el qué dirán y cada día ocultan menos su relación, aunque Pilar procura que su familia no se entere, pues tampoco desea hacerles sufrir, porque es consciente de que jamás aprobarán su relación con un hombre casado y con hijos. De todas formas, el atrevimiento de la pareja comienza a no tener límites y ya se achuchan hasta en la farmacia cuando, después de cerrar, Pilar se queda sola haciendo caja y repasando los productos que faltan y aquellos que puede pedir a los cada vez más escasos proveedores.
Una de esas noches en la que Pilar se ha quedado sola en la botica, aparece Luis y los novios, aprovechando la soledad, se meten en el tabuco que hace de despachito y se besan con hambre pues el murciano lleva algunos días sin aparecer. Justo en ese momento, Eloísa ha recordado que se ha dejado en la rebotica unas tijerillas que usa para la costura. Entra por la puerta de atrás y ni siquiera se molesta en encender la luz, se conoce la rebotica de memoria. Oye unos gemidos que la alarman, en la penumbra divisa un bulto en la oficina. Se acerca sigilosamente y ve que no es un bulto sino dos. Enseguida los identifica, son Pilar y Luis, y están estrechamente abrazados. ¿Qué hacen?, se pregunta, hasta que se da cuenta de que Pilar tiene la falda subida más allá de la cintura. ¿Pero qué haces, Pilar?, está a punto de gritar, piensa que eso es pecado mortal y más con un hombre casado. Desconcertada, no sabe qué hacer… hasta que se dice que será mejor irse y hacer como si no hubiese visto nada. Como papá se enteré la echa de casa, piensa…, pero ¿y qué vamos a hacer sin Pilar?, no podremos mantener la farmacia. Cierra la puerta trasera, procurando no hacer ruido, y sale. Tiene que pensar qué hacer con lo que ha visto.
PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 75. Acaba la batalla del Ebro