Como vengo anunciando, el próximo viernes,
29, colgaré en el blog el último episodio, denominado Epílogo, de la novela Una playa demasiado tranquila. Quedan
atrás 132 episodios que he ido publicando a lo largo de otras tantas semanas.
Exactamente desde el 19 de mayo del 2017. Sus páginas han sido visitadas algo
más de 44.000 veces, a una media de 333 páginas vistas por semana. No sé si
todos los internautas que han accedido a ella habrán sido lectores, pero
supongo que la mayoría. La cifra tampoco significa que hayan sido 44.000
personas distintas, lo lógico es que la inmensa mayoría de ellas hayan repetido,
puesto que se trata de una novela por episodios y hay que seguirla para conocer
el desenlace del relato.
He de confesar que me he divertido y
entretenido mucho escribiéndola. Realmente, escribir se ha convertido en la
actividad que me mantiene vivo. No tanto en la vertiente física, sino más bien
en la anímica, en las ganas de vivir, de hacer cosas, de pensar, de imaginar,
de tener nuevos amigos aunque sean electrónicos. Todo sirve para ayudar a un
octogenario a mantener la pelea por la vida.
Ahora me despido de los lectores que me han
acompañado abriendo el blog durante los últimos dos años y medio, y saludo a
los que quieran acompañarme en la andadura –que dada mi avanzada edad no sé lo
que durará- de mi nueva novela Los
Carreño que, como he dicho en diferentes ocasiones, será la narración que
comenzaré a publicar el próximo 6 de diciembre. A dopo, como diría mi
vecino y amigo de Torrenostra, Mauricio Bergonzoni.