Los constructores
están eufóricos, tienen ante ellos el sueño dorado de todo promotor
inmobiliario: poder adquirir cientos de miles de metros cuadrados a precio de
suelo rústico, transformarlo en urbano y convertir un territorio prácticamente
virgen en un mar de viviendas, con el valor añadido de estar ubicadas en la
costa mediterránea y con la singular posibilidad de contar con un puerto
interior. Realmente, un proyecto irresistible y con un potencial de generación
de riqueza inconmensurable. También lo es para el representante de la caja en
el proyecto, Moltó sabe mejor que nadie que la operación generará un gran
volumen de beneficios, no sólo para él sino también para su entidad que, además,
será la que controlará el tempo y las fases del proyecto. Todos los
participantes estarán endeudados con la caja y, como siempre recordaba uno de
sus profesores de Stanford, quien controla la deuda controla el poder.
El directorio de
BACHSA se reúne para ir perfilando el plan de convertir a Senillar en un
emporio urbanístico.
- Juan Antonio, tú que eres el hombre de los números, ¿qué
nos cuentas en cuanto al cronograma de la puesta en marcha? – pregunta el
consejero delegado.
- Primero hay que hacer muchos cálculos y elaborar un estudio
exhaustivo, fase en la que precisamente estamos – contesta Cardona -. Tened en
cuenta que hablamos de un territorio que, prácticamente, es todo suelo rústico
que habrá que transformar en urbanizable, con el problema añadido del humedal
al que tendremos que dar un tratamiento especial para evitar ulteriores
problemas, como siempre nos recuerda Rodrigo.
Después de que
Cardona haya presentado un adelanto de lo que será la planificación general, el
directorio toma un conjunto de iniciativas, una de las cuales es enviar otra
delegación al pueblo para comenzar los tanteos exploratorios con los poderes
locales. El objetivo básico será el de diseñar un plan para fijar los primeros
puentes que les faciliten el acceso a los miembros del Ayuntamiento y a la
posterior recalificación de terrenos.
En esta ocasión son
Oriol Bricart y Juan Antonio Cardona quienes viajan a Senillar para iniciar los
tanteos con las personas señaladas por el director local de la caja como los
hombres decisivos en la política local.
- Como ya comenté la vez anterior a Oriol, las personas más
indicadas para los primeros contactos son José Ramón Arbós y Amador Garcés –
asegura el empleado de forma tajante y prosigue en un tono más didáctico -. ¿Y por
qué opino que sería más adecuado comenzar hablando con ambos?, por tres
importantes causas. La primera, de la que ya le hablé a Oriol, es porque así
nos cubriremos las espaldas, tanto si gobierna el PSOE como si lo hace el PP.
Serán vuestros lobistas ante los políticos municipales. La segunda es que ambos
son los propietarios de una empresilla local denominada ARBOGAR, acrónimo de
las iniciales de sus apellidos, y en la que Arbós pone el dinero y Garcés la
gestión. Os servirá como empresa puente para todas aquellas gestiones a
realizar en el ámbito local y que, en cualquier caso, BACHSA tendrá que subcontratar.
Al mismo tiempo será la más elegante manera de retribuir sus servicios de
lobistas.
- ¿Exactamente, qué sugieres? – inquiere Bricart, cansado de
los meandros que Badenes imprime a la charla.
- ARBOGAR ya se ha dedicado a la compraventa de terrenos de
todo tipo. En el pueblo no hay gestorías inmobiliarias ni empresa alguna que
pueda colaborar en el desarrollo urbanístico y turístico en la zona. Cuando
pongáis en marcha el proyecto, tendréis que buscar agentes de la propiedad
inmobiliaria. En vez de pagar las correspondientes comisiones a algún foráneo
os será más útil hacerlo a través de dicha empresa. Podrá convertirse en
vuestro principal agente para la compra de terrenos, incluso cuando se pongan
en marcha las construcciones podrá ayudaros en la venta y alquiler de
apartamentos.
Interviene Cardona para
preguntar:
- Hablaste de tres causas, ¿cuál es la tercera?
- La tercera está formada por una serie de factores que
podríamos denominar intangibles, pero que son importantes. José Ramón es hombre
que goza de gran prestigio e influencia, quizás más que él su familia.
Cualquier operación que se haga en el pueblo y que cuente con el aval de los
Arbós supone un plus de garantía para la misma. Por su parte, Garcés es, a mi
juicio, el individuo más político y sagaz del pueblo y, como buen comerciante,
sabe que los pactos que llegan a buen puerto se cimientan en el do ut des.
- ¿Y eso qué coño quiere decir? – pregunta desabridamente
Oriol.
- Es una expresión latina, doy para que me des o doy para
recibir – se apresura a explicar Cardona antes de que su socio se encalabrine y,
para suavizar el ambiente, comenta -. Una de dos, Badenes, o estudiaste derecho
o económicas, o estuviste en el seminario.
- Acertaste Juan Antonio, fui seminarista. De entonces me
viene la afición a los latinajos. Y volviendo a nuestro asunto, tanto uno como
el otro tienen un punto débil fácil de atacar: la codicia. Arbós, que realmente
no necesita el dinero, es de los que siempre quieren más. Garcés, que sí lo
necesita, lo busca con avidez.
- Mejor así, es más fácil manejar un maletín que montar una
fiesta con putas, averiguar que coche deportivo le gusta al baranda de turno o
elucubrar si un abrigo de visón le petaría a su señora – afirma Bricart.
El bancario mueve
la cabeza en señal de no estar de acuerdo con la afirmación del empresario.
- Me parece, Oriol, que tendrá que ser algo más que un
maletín. Conozco bien a ambos, como antiguos clientes que son de la caja, y no
creo que vayan a conformarse con unos pagos puntuales. Creo que lo que más les
motivará para ayudaros a sacar adelante el proyecto será involucrarles de
alguna manera en el mismo.
- ¡No pretenderás que les hagamos socios! – exclama Cardona,
falsamente escandalizado.
- No van por ahí los tiros, Juan Antonio, acabo de explicar
cuál puede ser el instrumento más eficaz para convertirlos en vuestros
representantes y hombres de confianza, transformar a ARBOGAR en una empresa
subsidiaria vuestra. En el bien entendido que no me estoy refiriendo al terreno
jurídico, sino al operativo.
Cardona, a quien no
acaba de convencer la propuesta del bancario, resume lo que, a su juicio,
parece ser la empresa que Badenes se empecina en venderles:
- Por lo que cuentas, parece que estamos ante la típica
empresita de pueblo en la que el rico de la localidad hace de socio capitalista
y el listo del pueblo de socio industrial, pero no necesitamos capitalistas de
pueblo, para eso ya estamos nosotros.
- Juan Antonio, lo diré de otra forma, a ver si así os
convenzo. Arbós no os interesa por su dinero, que comparado con las magnitudes
que vosotros manejáis es poca cosa, sino por su prestigio e influencia. Así
como Garcés es, como diría un francés, un parvenu,
José Ramón es un rico de los de toda la vida. El hecho de que un Arbós
participe en un proyecto como el que tenéis en manos dará mucha tranquilidad al
personal. Pensad que aquí la gente es bastante desconfiada en lo que se refiere
a hacer tratos con desconocidos y he de añadir que motivos no les faltan. Más
de una vez un comerciante de fuera ha comprado partidas de naranjas y todavía
están esperando cobrar.
- Es una sugerencia que habrá que estudiarla – admite
cautelosamente Cardona para cortar un debate que se está yendo por las ramas -.
De todo cuanto nos has contado lo que mejor me suena es que, si te he entendido
bien, gane quien gane las próximas elecciones con esa pareja tendremos línea
directa con el Ayuntamiento.
- Correcto. Sabéis mejor que yo que en política no puede
asegurarse nada al cien por cien, pero de entre todas las opciones que tenemos
en el pueblo para un asunto como éste la
más fiable, sin ningún género de dudas, es la de la dupla Arbós/Garcés.
Cardona y Bricart
intercambian una mirada, no necesitan más palabras. Moltó les ha reiterado que
Badenes es hábil y sabe calar a la gente y si propone a esos dos será porque es
la opción más fiable.