Este blog se lee en países de
ambos lados de la línea ecuatorial, pero se escribe en España, de ahí la
precisión sobre el verano del que hablo.
En algunos países europeos, la
noche del 23 al 24 de junio, festividad de San Juan Bautista, es considerada
como una noche mágica. Alrededor de esa jornada, en la que en el hemisferio
norte ya ha llegado el verano, es cuando viajo a mi Senillar particular. Cambio
el tórrido clima de la meseta castellana por el suave de la costa mediterránea.
Me voy a gozar de sus limpias aguas, de su genuino codolar, de su
paz y sosiego. Ni atascos en las calles ni multitudes en las playas. Un pequeño
y desconocido paraíso.
Pese a las tentaciones estivales,
mantendré el ritmo bisemanal de las entregas, con una excepción: agosto, ese
mes es el tradicional período en el que los españoles, los que pueden, cogen
vacaciones. Lo que voy a hacer en dicho mes es seguir colgando episodios de Apartamento con vistas al mar, pero en
lugar de las dos entregas semanales solo publicaré una, los viernes.
Anuncio asimismo que la novela
está llegando a su término. Aún no he escrito los últimos episodios, cerrar una
historia siempre es complicado, pero probablemente en septiembre, lo más tarde
en octubre, daré a conocer el cuasi final de la historia de Sergio y Lorena y
el desenlace del boom inmobiliario en Senillar.
Felices vacaciones para los
afortunados lectores que vayan a disfrutarlas y, en todo caso, les deseo a todos
un grato verano. En cuanto a los del sur confío que tengan un invierno
templado.